A contrapelo de la moderación con la cual presenta los hechos que narra, o que no narra —que se afana incluso por ocultar—, la muy sensitiva prosa, las oscilaciones de su singular ritmo, me permiten seguir, con bastante posibilidad de certeza, el curso de los acontecimientos. Ante el indispensable divorcio, el desajuste supuesto entre expresión y circunstancia —por aquello de que “un diario suele ser un espía”6 tal y como confiesa a Carmen Miyares—, qué deslealtad tremenda la de su palabra, gesticulante a pesar de la mano que, con razón, intenta dictar silencio. ¿Cuál es la índole verdadera de estas memorias, que son suma de alusiones con apariencia inofensiva en su primera parte y narración comedida en la segunda? ¿Para qué y para quiénes fueron escritas?
III
Parece momento adecuado para recordar al lector que el relato de su viaje de Monte Cristi a Cabo Haitiano fue encabezado por Martí con la conocida nota dedicada a sus “niñas” —las hermanas María y Carmita Mantilla—, a quienes encarga su arreglo. Sometido a una lectura recta, da cuenta de una excursión poco menos que intrascendente, casi un paseo, preocupado de evadir hábilmente las menciones comprometedoras, sin dejar de reseñar al detalle sitios y gentes: en misiva a Carmen Miyares había dicho que en “tiempos más serenos, podría ser, para servir luego a la explicación de los hechos públicos”.7 No obstante, es indiscutible que coexiste el propósito de poner al alcance de María y Carmita —de su comprensión y afecto— estos recuerdos de factura inconexa, deseo explícito en carta que remite a la propia María Mantilla, aún desde el vapor que lo lleva rumbo a Cabo Haitiano:
Los libros, se habrán quedado en Central Valley, y yo lo he de sentir, sobre todo si se quedó allá el Larousse, que ahora te serviría en un trabajo de cariño que quiero que hagas, para ver si te acuerdas de mí, —y es que vayas haciendo como una historia de mi viaje, a modo de diccionario, con la explicación de los nombres curiosos de este viaje mío. —Atlas, por ejemplo, es el nombre de la compañía de estos vapores: busca Atlas, y escribe lo que encuentres. —Athos, es el nombre del vapor busca Athos. —Cap Haitien es el lugar a donde vamos ahora;-búscalo, en el Larousse y en las geografías. Y así harás un libro curioso, e irías pensando en mí.