Nota del autor

Esta novela se inspira en hechos reales, pero se trata de una obra de ficción y sólo así debe interpretarse. Algunos episodios de los que aquí se narran son verídicos, pero la trama y el desarrollo de muchos de los acontecimientos que suceden son exclusivos de mi imaginación. Todos los escenarios que se describen y en los que se desarrolla la acción sí son reales, aunque son imaginados los personajes principales que protagonizan los hechos; cualquier parecido de los protagonistas de la novela con personas reales es mera coincidencia.

Todas las noticias y la cronología de las apariciones de Fátima son acordes con los hechos históricos, aunque se ha introducido la ficción para explicarlas desde una perspectiva muy diferente a la versión tradicional sostenida por las autoridades de la Iglesia Católica.

La sociedad secreta vaticana Sodalitium Pianum existió realmente; fue fundada por el papa Pío X a comienzos del siglo XX y actuó en esos primeros años tal cual se relata en la novela, pero fue disuelta oficialmente en 1921. Hay quien asegura que siguió funcionando de manera clandestina durante muchos años después, e incluso algunos suponen que todavía sigue en activo en la clandestinidad.

He mezclado personajes reales, como los tres pastorcitos de Fátima, Lucía, Francisco y Jacinta, los papas Pío X, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI, y algunos obispos y cardenales, con otros imaginados; obviamente, la realidad de sus vidas y caracteres no tiene por qué ser conforme a lo que se describe en esta novela. El padre Lefèvbre, Enrico Micara, John y Mary Saylor, João Barros, el padre Malveira y «el cardenal», además de los dos protagonistas principales de la novela, David Lewis Carter y Michelle Henry, son absolutamente ficticios.

Estoy en deuda con varias personas que me han facilitado información reservada y confidencial en París, Roma, Londres, Lisboa, Oporto, Sevilla, Barcelona y Madrid, las cuales me han revelado algunas claves diplomáticas sobre la forma de actuación de la Santa Sede y sobre la manera en que operan los servicios secretos del Vaticano, y me han facilitado el acceso a sectores de los archivos, las bibliotecas y las zonas reservadas de algunos de los edificios citados en la novela que no son accesibles al público. Ya saben que tienen toda mi gratitud y cuentan con mi amistad. Estoy en deuda con todas ellas, pero lamento no poder revelar su identidad para evitarles posibles contratiempos.