Capítulo 17
—Esto está muerto —bosteza Everly—. Faltan dos días para Acción de Gracias. Creo que un montón de gente se ha cogido la semana entera de vacaciones. —Bebo un sorbo del té con leche que me acabo de hacer. Estamos en la cafetería, y Everly tiene razón: hay muy poco trabajo—. Tu acosador no ha cogido vacaciones.
Everly señala con la cabeza al chico del auricular que está en una mesa y nos ignora. Yo ignoro lo que ha dicho Everly.
—¿Por qué no estás ya en Nueva York? Esta semana no tenemos clase.
Everly pone los ojos en blanco.
—Estoy atrapada aquí hasta mañana porque Finn está esperando hasta el último minuto para ir a casa. Piensa que si espera lo suficiente, cogeré el tren y no tendrá que llevarme. —Se encoge de hombros—. A veces no estoy segura de por qué lo aguanto.
—¿Qué es exactamente lo que tienes que aguantar? Tú eres la que lo está acosando.
Coloca un vaso debajo del dispensador de sirope y lo llena mucho. Experimentar con mejunjes es una de las especialidades de Everly. La mayoría están horribles.
—No es acoso cuando nuestro destino es estar juntos. No pude evitar imprimarlo cuando tenía seis años.
Escupo mi bebida.
—Everly, ¿acabas de usar una referencia a Crepúsculo para explicar tu obsesión con el profesor Camden?
—Sí. —Deja de elaborar su bebida un momento—. ¿Es raro?
—Mmm, veamos. Crepúsculo todavía no se había escrito cuando tú tenías seis años —digo para empezar.
Everly resopla y vuelve con los siropes.
—Eso no quiere decir que no pasara.
—Y no eres una mujer lobo —añado antes de que pueda objetar.
—Lo que tú digas.
Esa es su respuesta final con respecto al tema. La observo añadir leche hirviendo a la taza.
—Eso me recuerda algo, ¿sabe ya el profesor Camden que hiciste una copia de las llaves de su casa?
—Sí, ya ha recuperado la primera copia —contesta Everly mientras continúa haciendo su bebida.
Llegados a este punto, tengo que dejar mi té a un lado. Ya debería haber aprendido a no tomar bebidas calientes cuando tengo una conversación con Everly.
—¿La primera copia, Everly?
—Sí. Y ni siquiera me preguntó si tenía una segunda. —Da un sorbo a su bebida—. Me molesta un poco, sinceramente. Es como si no me conociera, ¿verdad?
Asiento despacio.
—Verdad.
—Obviamente, yo iba a hacer tres copias. Cualquiera lo sabría.
Me apoyo contra el mostrador y asiento.
—Obviamente.
Para ser sincera, no tengo ni idea de cuántas copias haría alguien que le roba las llaves de casa a otra persona, pero es mejor seguirle la corriente a Everly cuando le da por hablar.
—Supongo que cambiará la cerradura una vez use la segunda llave, así que la tercera copia no servirá para nada, pero debería conocerme lo suficiente como para pedirme la segunda. —Suspira; parece realmente abatida.
—Everly, ¿por qué el profesor Camden? Los hombres se pelean por ti. ¿Por qué él?
—Él es el chico perfecto. Simplemente lo es.
—Y ¿por qué ahora? —pregunto, confundida—. Te conozco desde primer curso y hasta hace un mes ni siquiera sabía que no lo habías conocido en la universidad.
—Tenía que esperar al momento adecuado. Sabía que no había forma de que me tocara un pelo hasta que no cumpliera los dieciocho, ninguna. —Everly sacude la cabeza—. Podría haber ido a cualquier universidad y centrarme en toparme con él después de graduarme, pero pensaba que si venía a esta universidad, podría tenerlo vigilado y asegurarme de que no se enamorara de la chica equivocada mientras yo crecía.
Suspiro.
—Everly, ¿cómo ibas a evitar eso? —Levanto la mano—. Espera, no quiero saberlo.
—Y entonces tendría todo el último curso para hacer que se diera cuenta de que yo soy la indicada para él. Ese era mi plan, ¿sabes? —Me mira en busca de una respuesta.
—Eso es un plan, vale. —No entiendo cómo eso puede ser un plan.
—Pero ha resultado que cumple estrictamente las normas de la universidad. Ni siquiera estoy en ninguna de sus clases. ¿A quién le importa, verdad?
—Creo que a la universidad le importa.
—No espero que salga conmigo oficialmente antes de junio, pero no hay ninguna razón por la que no pueda follarme hasta entonces.
Obviamente, Everly no puede creerse que Finn rechace acostarse con ella. No hay razón para echar más sal a la herida.
—No, ninguna —coincido.
Se abre la puerta principal y entra una corriente de aire frío.
—¡Luke! —Doy la vuelta al mostrador y me detengo frente a él—. No pensaba verte hoy por aquí.
Estoy sonriendo; estoy muy contenta de verlo. Debería actuar como si no me importara, supongo. Aún no estoy segura de qué somos el uno para el otro. Mis expectativas se han cumplido: en los últimos meses hemos comido juntos y me ha enseñado varias posturas nuevas en la cama. Y en el baño, y también en el estudio. Oh, Dios, el estudio. Mis ojos se vuelven vidriosos al pensar en ello.
Luke se inclina y me besa.
—¿En qué estás pensando, preciosa? —dice lo suficientemente alto para que solo yo lo escuche.
—En tu estudio —sonrío—. Es una habitación muy bonita, eso es todo. —Me da un azote en el culo y yo pego un salto—. Estás obsesionado con mi culo, pervertido. —Vuelvo detrás del mostrador—. ¿Quieres un café? Puedo menear el culo mientras te lo sirvo.
—Claro.
Lleno un vaso grande de la mezcla de tueste italiano del Estimúlame y lo pongo sobre el mostrador.
—¿Y qué estás haciendo hoy aquí? ¿La clínica para estudiantes no está cerrada toda la semana?
—Quería verte antes de que te fueras —me sonríe.
Frunzo el ceño.
—¿A dónde me voy? —pregunto.
Ahora le toca a él fruncir el ceño.
—Creía que te ibas a Florida este fin de semana por Acción de Gracias.
—No. —Niego con la cabeza—. Voy a Florida el mes que viene, por Navidad. Pasaré Acción de Gracias en casa de Jeannie, mi compañera de habitación.
—Ven a mi casa.
—¿Que vaya a tu casa? ¿Ahora?
—No, el jueves. Celebra conmigo Acción de Gracias. En casa de mis padres. A menos que prefieras ir a casa de Jean.
—Prefiero pasar el día contigo —respondo sin pensarlo.
Al cabo de un rato, Luke se marcha, y mientras, Everly murmura «coño flamante y nuevecito» por lo bajo.