Capítulo 16
En cuanto le digo que lo quiero a él, Luke hace que entre en el asiento del pasajero de su coche y, quince minutos después, en su piso. No hablamos durante todo el viaje en coche, pero sé a dónde vamos y por qué. No me toca en el ascensor. Está vacío, pero no me pone un dedo encima. En cambio, hablamos.
—¿Te duele?
He mantenido la mirada baja educadamente, en los dedos de mis pies, apoyada contra la pared de enfrente. Levanto la vista hacia él.
—Mmm, sí.
—¿Cuánto? —Sonríe, recorriéndome el cuerpo de arriba abajo con los ojos.
Desvío la mirada.
—Un poco. —Vuelvo a encontrarme con sus ojos—. Pero está mucho mejor que los últimos dos días —digo, en caso de que esté pensando que no podemos practicar sexo ahora mismo.
Él asiente.
—También mejor que los próximos dos días. —Vale, pues nada de que preocuparme. Le sonrío y me aclaro la garganta—. ¿A qué hora tienes clase por la tarde?
—A las dos.
Él mira el reloj.
—Me gustaría ver esa dulce boquita alrededor de mi polla. ¿Deberíamos empezar hoy con eso?
—Ya he hecho mamadas antes, Luke. No soy tan inocente. —¿Acaso piensa que no sé nada?
Él levanta una ceja en mi dirección.
—Sophie —dice con brusquedad.
—¿Qué? —Ahora estoy confundida.
Luke se acerca a mí y coloca el antebrazo en la pared del ascensor, por encima de mi cabeza. Está tan cerca que tengo que levantar la vista. Me tiene arrinconada, pero aún sigue sin tocarme.
—Un consejo, señorita Tisdale. No tengo interés en escuchar nada sobre las pollas que has chupado antes que la mía. Te recomiendo no mencionarlo nunca más.
—Quizás se me da bien —sugiero, mirándolo a los ojos—. ¿Tal vez agradezcas mi experiencia?
Da un golpe con el antebrazo contra la pared del ascensor antes de retroceder. Echa un vistazo al panel de botones y luego vuelve a mirarme.
—¿Quieres que te quite esos pantalones? ¿Que te ponga sobre mis rodillas? ¿Quieres que te pegue con la mano abierta en el culo hasta que se vuelva de un rosa brillante? ¿Hasta que mis dedos se deslicen entre tus muslos para comprobar lo húmeda que estás? ¿Es eso lo que quieres?
—Yo, eh… —tartamudeo—. No lo sé. ¿Puede? —Estoy húmeda con solo oír su descripción, así que probablemente me gustaría.
Las puertas del ascensor se abren en el piso treinta y tres, y Luke se queda de pie con el brazo en la puerta a la espera de que salga. Lo hago y me da un azote juguetón en el culo cuando paso por su lado.
—¡Oye! —exclamo a modo de queja.
Abre la puerta y la sostiene para que pase. Sonrío y entro en el piso caminando de espaldas para protegerme el trasero.
—Al dormitorio.
—¿No me vas a hacer un sándwich esta vez?
—Ahora. —Se está aflojando la corbata y se acerca a mí.
Camino hacia atrás mientras me quito la chaqueta.
—¿Debería colgarla? —Sonrío y señalo con la cabeza al armario de la entrada frente al que estamos pasando.
Luke me quita la chaqueta de la mano y la tira al suelo.
Me muerdo el labio para evitar reírme antes de darme la vuelta y dirigirme al baño, quitándome la camiseta que me he puesto para trabajar mientras camino. Mi sujetador cae al suelo cuando paso por el marco de la puerta y entro en el dormitorio. Me llevo las manos al botón de los vaqueros, pero Luke me detiene. Se sienta en el borde de la cama y me hace señas para que me acerque.
Me rodea la cintura con las manos y luego se mete un pezón en la boca. Oh, Dios. Me encanta Luke. Le rodeo la cabeza con las manos, y paso los dedos por su pelo, acercándolo más.
—He decidido que quiero quitártelos yo mismo.
Acerca los dedos al botón de los vaqueros. Sus manos parecen enormes cuando lo desabrocha, pero lo hace con facilidad, y luego me baja la cremallera. Me pone ver cómo me desnuda. Lleva las manos a mis caderas, sacude el pantalón, y este cae al suelo.
—Ponte bocabajo. —Se da unas palmaditas en las rodillas.
¿De verdad vamos a hacer esto? Lo miro. Está serio. Me pongo bocabajo sobre sus rodillas; la postura es perfecta para que mi clítoris roce con su pierna. Esto está bien. Sonrío bocabajo y con las manos apoyadas en el suelo.
—Qué monas. —Está pasando la mano por mi ropa interior. Llevo unas bragas básicas negras de algodón—. Pero no tanto como tu culo. —Me da un azote con fuerza antes de bajarme las bragas hasta la mitad del muslo.
No voy a mentir; me ha gustado. Me acaricia el culo con la mano en círculos.
—No me lleves la contraria, Sophie. —Su mano choca contra mi piel con un chasquido. Me sobresalto, pero lo disfruto.
—Vale —suspiro—. Lo intentaré. —Le sonrío girando la cabeza hacia atrás—. Pero esto me gusta, así que puede que te lleve un poquito la contraria.
Luke gruñe y me pega tres veces con fuerza en el culo. Escuece. Vuelve a acariciarme con la palma en círculos, calmando la quemazón.
—Eres una chica un poco mala, ¿no, Sophie? —pregunta mientras me vuelve a azotar.
—En realidad no —difiero—. Normalmente soy una buena chica. —Me remuevo en su regazo, frotando el clítoris contra su muslo.
Él vuelve a azotarme una y otra vez antes de meterme los dedos desde atrás.
—Eso te ha gustado demasiado —dice mientras mete y saca los dedos.
—Lo siento —me disculpo, aún bocabajo.
Luke se ríe y me da otro azote.
—Levanta.
Me levanto y termino de quitarme las bragas, que se habían quedado por la mitad del muslo. Luke me observa mientras se desabrocha los pantalones; está claro lo que quiere.
—¿Puedo atarte? —Estoy muy emocionada con la idea.
Él me mira, escéptico, mientras de desabrocha la camisa y se la quita con una sacudida de hombros. Se queda de pie y se deshace de los pantalones, y juro que se me cae la baba con solo mirarlo.
—Claro. —Se encoge de hombros—. ¿Qué tienes en mente?
Le sonrío y le indico que debe acostarse en la cama y entonces le ato las manos al cabezal.
—Ya lo descubrirás —digo lentamente—. Nunca he hecho esto antes. —Pestañeo entre sus piernas—. Creo que me ayudará a sentirme más segura si estás sujeto.
Él se ríe, siguiéndome el juego.
Me siento sobre los talones, entre sus muslos, y me llevo un dedo al labio con coquetería. Cojo su miembro con la otra mano y la deslizo arriba y abajo.
—¿Quieres que me la meta en la boca? —Abro mucho los ojos con inocencia.
Él está apoyado en varias almohadas y tiene las manos atadas al cabezal con su corbata. Una gran sonrisa le cruza la cara. Me gusta verlo feliz. La mayoría de nuestros encuentros han estado llenos de tensión. Esta vez es diferente, agradable.
—Sí que quiero, Sophie. —Luke gruñe cuando con la otra le cojo las pelotas con cuidado—. Tengo muchas ganas. —Su voz ya se ha vuelto más ronca.
Se las masajeo con una mano mientras que con la otra le acaricio la polla.
—No sé. —Me muerdo el labio—. Nunca he hecho nada así. —Giro la muñeca cuando subo—. No estoy segura de saber cómo hacerlo.
Luke suelta el aire.
—Pon tu boca impertinente en mi polla. Estoy seguro de que podrás averiguar el resto tú sola.
—Vale, lo intentaré. —Me inclino hacia delante, con una mano en su polla y sosteniéndome con la otra. Le lamo la base del pene antes de chuparle los huevos y frotar con el pulgar la parte baja.
—Dios, Sophie.
De la punta sale líquido preseminal, así que subo la mano, lo toco con el pulgar y masajeo en círculos con ese lubricante. Llevo la boca a la base de su miembro, donde estaba mi pulgar, y vuelvo a acariciar esa parte con la lengua. Tenso solo un poco los dedos alrededor del glande y continúo frotando la punta con el pulgar mientras le lamo todo el miembro hasta llegar a mi mano.
Miro a Luke. Tiene la cara tensa y respira con rapidez. Establezco contacto visual y bajo con firmeza la mano con la que hacía círculos en la punta. Entonces, finalmente, me la llevo a la boca.
—Dios, Sophie —gruñe y cierra los ojos, pero de inmediato los abre para mirar.
Me encanta. Siento brotar mi propia humedad. Me pone muy cachonda hacerle esto. Subo y bajo por su miembro y me llevo una mano al clítoris para tocarme. Me siento superior. A mis lados, sus piernas se tensan y, por encima de mí, hace comentarios sobre mi lengua sucia y mis dedos traviesos.
Sienta bien ser la que manda, aunque sea solo por un rato. Él es más grande, mayor y más fuerte, pero ahora mismo yo tengo el control. Hace que me sienta poderosa.
Me meto un dedo. Creo que podría correrme haciendo esto, pero ahora mismo tengo otra cosa en mente. Me apoyo sobre las rodillas para poder usar ambas manos y, entonces, chupo con más vigor hasta que ya no me cabe nada más en la boca.
Luke está a punto. Lo sé. Sobre todo porque dice:
—Sophie, me voy a correr en tu boca si no paras.
Como si fuera a parar. Nunca me lo he tragado, pero quiero hacerlo ahora. Quiero tenerlo en mi boca cuando explote. Quiero tragarme todo lo que pueda darme. Él me da su apoyo una vez que se da cuenta de que no voy a parar.
—Sophie, zorra asquerosa, me voy a correr en tu garganta.
Cuando creo que ya no puede aguantar más, preparo el dedo y, resbaladizo por mi propia humedad, se lo meto por el culo.
Se corre.
Mucho.
—Eres una desvergonzada, Sophie. —Mete las manos entre mi pelo mientras yo trago y, entonces, Luke nos da la vuelta y se coloca encima de mí.
—¡Oye, pero si yo te he atado! —objeto desde debajo de una pared de músculos.
—Con una corbata, Sophie. —Me sostiene la cara entre las manos y me besa hasta que me falta el oxígeno—. Eres tan dulce. ¿Qué coño voy a hacer contigo? —Entonces hace una pausa y me mira a los ojos, como si fuera una pregunta de verdad, así que respondo.
—Quédate conmigo.
Él no responde y, en su lugar, busca un condón, me levanta las piernas de manera que estoy casi doblada por la mitad y me penetra.
Me retuerzo un poco. Esto aún es muy nuevo para mí y él la tiene muy grande.
—¿Cómo es que estás listo para otra ronda? —pregunto.
—Mi polla siempre está lista cuando tú estás en la habitación —responde mientras sigue penetrándome.
—Debe de haber sido incómodo para ti tenerme abierta de piernas en la camilla. —Le rodeo el cuello con los brazos y beso toda la piel que puedo alcanzar.
—No tienes ni idea.
Me río.
—Creo que sí.
—Por cierto. —Coloca mi pierna derecha sobre su hombro y la vuelve a hundir en mi interior—. Ya no puedo ser tu médico.
—Mmm, vale. —Dios, hace que me sienta tan bien. ¿Por qué coño he esperado tanto para hacerlo?—. Pero aún podemos jugar a los médicos, ¿no? Me gusta.
—Joder, Sophie.
Me da un azote en el culo y me corro. Luke ralentiza sus embestidas mientras me recupero y me mete la lengua en la boca, que mueve al ritmo de su polla.
Cuando mis músculos dejan de contraerse, él la saca, me pone de lado, carga la pierna que queda encima sobre su brazo, y vuelve a penetrarme desde atrás. Me embiste mientras me frota el clítoris.
Oh.
—¿Esto quiere decir que aún no hemos terminado? —pregunto, confundida.
Él se ríe y me mordisquea la oreja con los dientes.
—No.
—Pero la otra vez te corriste al mismo tiempo que yo.
Cada vez es más difícil expresar lo que quiero mientras sus dedos trabajan con tanta profesionalidad.
—La otra vez tuve mucho cuidado contigo, guapa. —Me besa el cuello.
—Pero yo pensaba que el objetivo era terminar, ¿no?
—Ese es el objetivo —Sus pelotas me golpean la piel mientras me penetra— cuando tienes niños gritando en la habitación de al lado. —Luke eleva un poco más mi muslo con el brazo—. Pero no es el objetivo con tu nuevo amante.
Y entonces me demuestra lo bien que se le dan los objetivos a largo plazo.