Capítulo 12
Lally se despertó con el ruido de la tormenta. Aún no había amanecido, pero ya había algo de luz.
Después notó todo lo demás: la proximidad de un cuerpo masculino junto al suyo. Cam. Su aroma mezclado con la calidez del lecho. El latido de su corazón en los dedos, que tenía apoyados en su pecho desnudo. Unos brazos fuertes que la rodeaban.
Estaba acurrucada contra él, como si él la hubiese abrazado y no hubiese querido soltarla.
Se le cortó la respiración y el deseo invadió todo su cuerpo al tiempo que se apoderaban de ella todas las emociones que le provocaba el estar en sus brazos. Sentimientos encontrados que no había previsto.
¿Y si había sido ella la que se había pegado a él y se había acurrucado junto a su cuerpo de la manera más atrevida? ¿Y si lo había hecho estando él despierto y Cam lo había consentido solo para no despertarla? Solo esperaba no haber pronunciado el nombre de Sam en sueños.
Lally estaba segura de que eso no lo había hecho porque no era Sam el que reinaba en sus pensamientos desde el día que había conocido a Cameron. Hacía ya mucho tiempo que no pensaba en Sam salvo para sentirse culpable.
Cam hizo un ruido de satisfacción y la estrechó aún con más fuerza. La preocupación de Lally dejó paso a otras respuestas más inmediatas y menos racionales.
Deseaba sus besos, deseaba que la amara; entregarle su cuerpo, pero también su alma. Deseaba demasiado a Cameron como para estar a salvo.
—Tranquila, Lally —susurró él acariciándole la espalda, más dormido que despierto—. No es más que lluvia. No hay peligro. Sabemos dónde estamos.
Aquellas palabras decían tanto sobre su miedo a despertar en un lugar desconocido.
—Yo no… —«estaba preocupada por eso»—. Sé que estamos en un hotel después de haber estado recogiendo piedras en la playa y de cenar con tu madre.
Lo dijo por si acaso era necesario recordárselo para que no se sintiera desorientado.
—¿Has podido dormir algo?
Hubo un breve silencio.
—Por lo menos seis horas —dijo él con evidente sorpresa—. Y seguiría durmiendo si no te hubieras despertado tú. Pero no me molesta.
Además de la sorpresa que le provocaba el haber dormido también, era evidente también que no le importaba nada que ella se hubiese despertado.
Lally estaba emocionada por haberlo ayudado a dormir. Qué tontería. Probablemente había dormido por cualquier otro motivo; quizá gracias al sonido de la lluvia.
Cam le puso la mano en el hombro suavemente, pero todo el cuerpo de Lally reaccionó de inmediato. No tenía ningún sentido, pero sus palabras le parecían lo más sensual que había oído en su vida y el roce de su mano, una invitación, una promesa.
Intentó pensar con claridad, pero todo lo que fue capaz de decir fue:
—Si me dices que he roncado, me moriré de vergüenza —arqueó el cuerpo contra el suyo, muy a su pesar.
—Respiras como un gatito —dijo él con voz profunda—. Haces unos ruiditos como ronroneos que son muy… sexys.
Sus palabras la envolvieron e hicieron que se sintiera hermosa y seductora.
¿Cuándo había dejado de sentirse así? ¿Por qué? Todos aquellos pensamientos desaparecieron al sentir el deseo de Cam, un deseo que se mezclaba con la ternura de sus dedos mientras le acariciaban la espalda. Fue acercándose hasta dejar los labios a solo unos milímetros de los de ella.
—¿Puedo?
¿Besarla? ¿Amarla? ¿Hacer lo que quisiera con ella y no parar nunca?
—Sí —susurró ella.
Lally se dijo a sí misma que solo era un beso, un solo beso mientras la lluvia golpeaba el cristal de la ventana. Siempre había un momento en el que se tomaba la decisión de parar o de seguir, un punto en el que uno podía echarse atrás: Lally y Cam se saltaron ese punto con un solo beso. Él abrió la boca y le ofreció la lengua, ella la aceptó.
—Eres tan hermosa —susurró Cam, apretándose contra ella—. No quiero hacerte daño, Lally. Yo… hay cosas que no puedo darte, ya lo he comprobado otras veces. Esto no puede ser…
—Lo sé —lo sabía muy bien.
Si había algo de lo que era consciente era de que ninguno de los dos quería meterse en algo de lo que luego no pudieran salir y si le resultaba doloroso pensarlo probablemente era porque en otro tiempo había tenido más esperanza en su capacidad para tener una relación.
Pero eso era el pasado y ahora estaban en el presente. Le gustaba pensar que Cam y ella eran amigos; ¿acaso no era eso más estable y más especial que muchas otras posibles relaciones? Los dos tenían historias que los bloqueaban emocionalmente, pero no importaba; quizá eso significaba que aquello estaba bien. No habría falsas expectativas, ni sorpresas.
—No quiero nada más que esto —solo quería vivir el presente, sin más complicaciones, se dijo Lally a sí misma sin querer hacer caso de una presión en el pecho que pedía mucho más—. Solo somos dos amigos que se desean. Eso es todo.
Así era más seguro. No era como pensar que se había enamorado locamente para luego descubrir que el hombre de sus sueños la había engañado y que, por culpa de su relación, se había estropeado un matrimonio.
Entonces había creído estar enamorada, pero las consecuencias habían sido más serias que el fracaso de un matrimonio.
Cam la miró a los ojos y ella miró a los de él, aunque no sabía qué estaba buscando ni qué encontraría él.
Después de unos segundos, él le acarició la mejilla.
Lally dejó de pensar porque comenzó a besarla lentamente y a acariciarla. Se entregó a aquellos besos y a aquellas caricias. No habría sabido decir cuándo las caricias se convirtieron en pasión y la pasión se descontroló.
Cam liberó partes de ella que había olvidado que existían y que jamás habría imaginado que le entregaría. Habían establecido unas reglas: nada de sentimientos. Sin embargo Lally sintió cómo dichos sentimientos luchaban por salir.
Podría haber sentido pánico, pero no tuvo tiempo.
Cam le apartó el pelo de la cara. Ambos estaban ya desnudos y él la miraba con ardor. Siguió besándola mientras se sumergía en ella.
—Lally —susurró dulcemente.
Lally cerró los ojos mientras su cuerpo se ajustaba a él. No tenía ningún sentido, pero de pronto sintió que sus cuerpos estaban hechos el uno para el otro, que aquello estaba bien. Lo miró a los ojos sin comprender por qué necesitaba aquello de tal manera, pero lo único que podía hacer era sentir.
—¿Estás bien? —le preguntó, sin moverse.
—Sí —dijo ella—. Sí —tuvo la completa certeza de que estaba bien, así que se olvidó de las preocupaciones.
Cam la amó con suavidad y ternura, la ayudó a llegar a lo más alto y clavó la mirada en sus ojos mientras le entregaba todo el placer que era capaz de dar. La besó sin parar mientras ella se deshacía en sus brazos y luego él hizo lo mismo.
Cuando Lally pensaba que eso era todo, él comenzó a besarle el cuello y los hombros, le acarició la espalda y las caderas hasta que ella levantó la pelvis. Susurró su nombre e hicieron el amor de nuevo.
El amanecer pasó mientras ambos disfrutaban de aquella sensación de placidez y satisfacción y se dejaban arrastrar por el sueño. Los pensamientos no existían, Lally solo podía sentir sus caricias y oír su respiración.
Cam la abrazó mientras dormía y de pronto tuvo la sensación de tener en sus brazos el mayor tesoro del mundo, un tesoro que no quería perder.
¿Había cometido un error? Al despertar abrazado a ella, le había resultado imposible no dejarse llevar por lo que ambos deseaban. Pero quizá no había sido lo mejor para Lally. ¿Y para él? Le dio un beso en la frente. ¿De dónde salía tanta ternura? Él nunca había sido tan tierno con nadie; jamás había deseado abrazar de ese modo a una mujer y acurrucarla contra sí.
No comprendía aquellos sentimientos ni sabía muy bien qué hacer con ellos. Lally era su empleada, su ama de llaves temporal. Ni siquiera aquel trabajo iba a durar demasiado. Como tampoco duraría su relación porque Cam no era capaz de echar raíces y comprometerse con nadie.
Pasaba la mayor parte del tiempo luchando contra el insomnio y llenaba sus horas de trabajo para que los días pasaran más deprisa. Sin embargo, aquella noche había dormido como un niño, abrazándola. Probablemente había una razón lógica; quizá no había sido más que puro agotamiento.
Cam conocía sus limitaciones y sabía que no debería haber permitido que ocurriera aquello, pero lo había hecho. ¿Qué iban a hacer ahora?
Se apartó de ella con un suspiro de resignación y fue a darse una ducha con la esperanza de que eso lo ayudara a pensar con más claridad.
Lally había dicho que no esperaba nada más que lo que había ocurrido. Cam tenía la sensación de que habían compartido mucho más de lo que él esperaba. Pero, ¿qué era exactamente lo que habían compartido? ¿Qué era lo que hacía que aquella experiencia fuera más profunda e intensa que cualquier otra? ¿Qué debía hacer él con todo aquello?
No tenía respuesta para ninguna de esas preguntas.