Capítulo 7

—Se presiona tanto, tía. Me gustaría mucho ayudarlo a dormir más. Creo que además del trabajo que hago, podría hacer eso por él.

Había pasado una semana desde la noche en la que Lally y Cam habían escenificado una parte de su libro y él había intentado «tirarla» de la azotea del hotel.

Lally había pensado en lo ocurrido más veces de las que quería admitir… bueno, en realidad solo había recordado aquel beso, que no había sido para nada una escenificación.

Cam había pegado sus labios a los de ella y había sido el beso más dulce del mundo; dulce, delicado y tierno. Un beso del que debía olvidarse. Sin duda debía de haberlo idealizado un poco desde que había ocurrido porque era imposible que sintiera algo tan intenso por algo que para él sin duda no había sido más que la consecuencia de un momento, un lugar y unas circunstancias.

No podía sentir nada por Cam.

Contuvo un suspiro.

—Es mi jefe —dijo en voz alta, poniendo un especial énfasis en la palabra «jefe» para no olvidarse de quién era.

Porque si pensaba en él como jefe, si hablaba de él como lo que era, tarde o temprano acabaría aceptando que para ella nunca podría ser nada más.

Lally miró a su alrededor. Hacía poco que había amanecido, pero el mercado estaba ya lleno de vida. Su madre estaba agarrada del otro brazo de su tía Edie. Eso era la familia, personas que cuidaban las unas de las otras.

Sintió una repentina emoción al pensar aquello. Durante los últimos seis años su vida había girado en torno a su familia, había consistido en ayudar a todo aquel que la necesitara.

—Os he echado de menos —les dijo—. No me habéis contado qué tal está Jodie. ¿Cómo no iba a preguntar por una de mis hermanas? Gracias por venir a tomar café conmigo y hablarme de todo el mundo —Lally les había pedido que fueran a verla con la excusa de que quería ayudar a su jefe. Ese había sido el motivo. Al menos el principal.

Las tres charlaron sin parar. Su madre y su tía la pusieron al día de todas las novedades de la familia, o de casi todas. Lally insistió en que podía recibir llamadas, que a su jefe no le importaría y, a pesar de que ambas parecieron comprenderlo, Lally siguió preguntándose si había algo más tras el hecho de que nadie de la familia la llamara. Quizá debería habérselo preguntado, pero a una parte de ella le asustaba lo que pudieran responder.

También era posible que su inquietud se debiera a todo lo que le pasaba por la cabeza con respecto a Cameron. Durante toda la semana él había hecho todo lo posible por evitarla, con lo cual solo habían hablado durante las comidas y lo indispensable para que le dijera lo que debía hacer.

«No ha estado evitándote, Latitia. Lo has visto a todas horas».

Lally frunció el ceño. Era cierto, sí que lo había visto, ¿entonces por qué casi tenía la sensación de echarlo de menos?

Si lo que realmente le ocurría era que deseaba volver a sentir los tiernos besos de Cam, tendría que dejar de desear cosas completamente imposibles. Estaba mejor sin aquellos deseos porque no estaba preparada para enfrentarse de nuevo al torbellino de emociones que eso le provocaría.

«No te mereces una relación de verdad después del daño que ocasionaste en el pasado».

Aquel pensamiento le provocó una punzada de dolor en el pecho.

—¿De qué estábamos hablando? —preguntó Lally.

—Estabas hablándonos de tu guapísimo jefe —respondió su tía con una sonrisa maliciosa en los labios.

—Mi jefe padece insomnio —se apresuró a explicar Lally para acallar las especulaciones de su tía—. Anoche me desperté tres veces y la luz de su despacho siempre estaba encendida, lo que quiere decir que estaba trabajando.

Lally había estado muy inquieta la noche anterior. Para ser sincera llevaba así desde la noche del beso.

—El caso es que quería que me dijerais algún remedio natural que pudiera ayudar a dormir a Cam.

Notó que se le había suavizado la voz al pronunciar su nombre, lo que la delataba de tal modo que se le sonrojaron las mejillas. No quería provocar las sospechas de su madre y de su tía.

—Para empezar comer alimentos frescos, por supuesto —dijo su tía mientras la observaba.

—Sí, a Cam le vendrá muy bien —añadió su madre con gesto pícaro y un toque de satisfacción.

¿Sería posible que su familia se hubiese puesto de acuerdo para obligar a Lally a salir al mundo con la intención de que conociera a alguien?

—Debería seguir con las compras mientras hablamos —anunció de pronto, después de mirar el reloj.

Así además distraería un poco la atención de las dos señoras, para lo cual mencionó algo que llevaba pensando desde que se había levantado aquella mañana.

—Éste es el primer trabajo que tengo al margen de la familia y quiero hacerlo bien, pero también quiero saber si podré volver a trabajar con la familia cuando haya terminado de ayudar a Cameron Travers. Volverán a necesitarme, ¿verdad?

—Claro que sí, pero, ¿no te está resultando divertido volar en libertad? —le preguntó su madre—. Has dicho que tu jefe te compró un vestido y un bolso y que lo ayudaste a hacer una investigación en la azotea de un hotel.

Sí, había sido emocionante, pero después se había convertido en una complicación.

—Sí, era para su nuevo libro… Pero el único motivo por el que os he hablado de él es porque quiero ayudarlo a dormir mejor. Parece tan cansado —se volvió hacia su tía—. ¿Se te ocurre alguna idea?

—Todo depende de lo que le ocasione el insomnio. ¿Ha ido al médico?

—Se lo pregunté el otro día y me dijo que ha visto a todo tipo de médicos y especialistas del sueño. Creo que lo ha intentado todo sin dar con ninguna solución —Lally hizo una pausa—. Eso no quiere decir que no esté perfectamente consciente por falta de sueño, es un hombre muy despierto e inteligente, lo que ocurre es que… Se presiona mucho a sí mismo, no puede relajarse y duerme lo mínimo que le permite el cuerpo.

Su tía asintió.

—¿Te acuerdas del anciano aborigen al que te llevé a ver cuando eras niña? —esperó a que Lally asintiera antes de continuar—. Tiene una tienda. Su mujer y él saben mucho sobre estas cosas. A lo mejor es buena idea hacerles una visita.

—Muchas gracias. Es exactamente lo que buscaba —había terminado de comprar y había llegado la hora de marcharse—. Ahora tengo que volver a trabajar.

Su madre le puso la mano en el brazo.

—Si te interesa tu jefe…

En su rostro había un gesto que parecía decir «el plan está funcionando».

Lally habló antes de pararse a pensar:

—Os pusisteis de acuerdo todos para no darme trabajo y obligarme a salir más, ¿verdad?

Quería enfadarse y preguntarles cómo habían podido hacer algo así.

Pero su madre asintió con gesto inocente y lo admitió sin rodeos.

—Queríamos que te divirtieras un poco, Lally. Quizá este jefe tuyo…

—La otra noche me besó, pero fue un error —tomó aire. Su madre parecía seguir teniendo la habilidad de hacerla confesar, incluso cuando era ella la que debería estar confesando algo—. Lo único que quiero es ayudarlo con su insomnio. Yo soy así, me gusta ayudar a los demás, igual que hago con la familia —miró a su madre fijamente—. Incluso cuando me echan con una excusa inventada y sin darme ningún tipo de explicación.

—Sabes que todos te queremos mucho, Lally —le recordó su madre—. No te enfades, por favor. A lo mejor no deberíamos haberlo hecho, pero serán solo dos meses. Queríamos ayudarte, hacer que te divirtieras y quizá hacer nuevos amigos.

—¿O conocer a un hombre? —Lally meneó la cabeza—. Ojalá no lo hubierais hecho. No lo entiendes —no estaba enfadada y quiso demostrárselo a su madre dándole un abrazo—. Ya es tarde para cambiar nada, pero os agradecería que no volvierais a hacer nada parecido.

—Nos hemos entrometido demasiado. Lo siento, Lally —parecía sentirse realmente culpable.

—No te preocupes —le dijo Lally con una ligera sonrisa—. Estas intromisiones son normales en una familia tan grande como la nuestra —no podía explicarle por qué no quería que volviera a haber un hombre en su vida, así que se limitó a morderse el labio.

Su tía se había adelantado un poco mientras Lally hablaba con su madre, pero volvió pronto para preguntar si se marchaban ya. Lally se despidió de ellas con un abrazo y se dispuso a salir del mercado para ir caminando hacia el edificio de Cameron. Al menos ahora ya sabía por qué su familia se había comportado de un modo tan extraño; más les valía empezar a llamarla de nuevo, o tendría algo que decir al respecto.

Aún no había salido del mercado cuando se dio cuenta de que se le había olvidado comprar espinacas frescas para hacer una ensalada, así que se dio media vuelta y volvió al centro del mercado.

—Lally, espera, deja que te lleve la cesta —era la voz grave y profunda de Cam.

Lally se volvió a mirar y allí estaba, con la mirada clavada en ella mientras caminaba entre la multitud.

El corazón le dio un absurdo vuelco. De pronto todo le pareció más hermoso al ver la sonrisa que iluminó su rostro al mirarla.

«Lally, ¿eso es todo lo que puedes hacer para resistirte? ¿Es que quieres acabar otra vez igual? Ya te ha dejado muy claro que no le interesas».

Y ella no podía volver a fiarse de un hombre. Era demasiado arriesgado, así que tenía que concentrarse en hacer bien su trabajo y nada más.

—¿Otra vez no has podido dormir? —le preguntó al ver las ojeras que tenía.

—No, siento si te he molestado —se pasó la mano por la barbilla, donde tenía barba de un par de días, lo que combinado con unos pantalones vaqueros gastados y una camiseta negra, le daba un aspecto peligroso y muy atractivo.

«¡No te fijes, Lally!».

—No me has molestado —se apresuró a decir—. Estaba despierta. Lamento que sigas sin poder dormir.

—Estoy acostumbrado —la agarró del brazo y comenzó a andar junto a ella—. ¿Dónde ibas? Cuando te he visto me ha dado la sensación de que ya habías terminado.

Había ido hasta allí a buscarla para llevarle la cesta.

—Sí, pero me he dado cuenta de que había olvidado comprar espinacas. Quiero hacer una ensalada para la comida —comida sana que quizá lo ayudara a dormir mejor. Al menos quería intentarlo—. ¿Has ido al médico hace poco? Puede que haya nuevos tratamientos.

—Voy un par de veces al año —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero hasta ahora nada ha funcionado. Sé que es algo que la mayoría de la gente no soporta.

¿Qué quería decir con eso?

Esperó mientras ella compraba las espinacas y luego volvieron caminando a casa.

Lally tenía que dejar de pensar que aquélla era su casa; ni siquiera era la casa de nadie, solo era un edificio en obras, por el amor de Dios.

No comprendía qué había querido decir con que la gente no soportaba el insomnio, ¿sería algo importante? Ella solo podía intentar ayudarlo.

—He estado con mi madre y con mi tía y le he preguntado a mi tía si conocía algún remedio natural contra el insomnio. Quizá un cambio de dieta y algunas hierbas te ayuden… desde luego no te harán ningún daño, así que me gustaría probar.

—Por mí, encantado —dijo con evidente sinceridad—. Te agradezco mucho tu interés.

—Es un placer —respondió Lally, tratando de no pensar en el modo en que se le había acelerado el corazón. «No te permitas ser feliz a su lado, Lally. Es peligroso».

Pero miró al cielo y ahí estaba la felicidad.

—Me parece que hoy va a hacer bastante calor.

—Sí, no dudes en darte un baño en la piscina si te apetece. Yo lo he hecho antes de salir a buscarte y el agua estaba a la temperatura perfecta gracias al calentador.

—Puede que lo haga. Podríamos… quiero decir que yo podría… —se detuvo antes de decir nada más. No debía siquiera contemplar la idea de bañarse junto a su jefe.

A medianoche, cuando todo estuviese en silencio y pudieran disfrutar de la tranquilidad de bañarse bajo la luna. Sería muy romántico.

¡Lo cual hacía que fuera una mala idea!

En cuanto a la felicidad que sentía, se debía sin duda a que ya no le preocupaba el comportamiento de su familia.

Desde luego, a eso se debía.

 

 

Cameron observó los cambios de expresión que sufrió el rostro de Lally, vio cómo el interés y la atracción que sentía por él peleaban contra el sentido común.

Había buscado ayuda para él. Cam no recordaba la última vez que alguien se había preocupado tanto por él; de hecho no recordaba que nadie lo hubiera hecho jamás. Desde luego su madre no lo había hecho demasiado y él se había marchado de casa en cuanto había tenido oportunidad.

Ahora su madre se dedicaba a ir de un lado a otro, sin siquiera intentar instalarse en alguna parte. Normalmente Cam no habría podido localizarla aunque lo hubiera intentado y lo cierto era que ya no lo intentaba. Fuera cual fuera el gen de la familia que le faltaba a su madre, también le faltaba a Cam, que había perdido las ganas de mantener el contacto con ella.

Sin embargo sí que le habría gustado conocer a la familia de Lally.

—Es una lástima no haber podido conocer a tu madre y a tu tía. Y gracias por querer ayudarme con el insomnio. Ya me estás ayudando mucho haciéndote cargo de tantas tareas… aunque no haya servido para dormir más.

Se volvió a mirarla con una sonrisa y se dio cuenta una vez más de lo encantadora que era, tenía una belleza que no había visto nunca en ninguna otra mujer. Una belleza que procedía del interior tanto como del exterior. Había querido verla con aquel vestido para rendir tributo a esa belleza, para verla brillar y que el mundo entero lo viera también.

Quizá aquella noche hubiera surgido como un intento por recuperar la inspiración, algo por lo que le estaba muy agradecido, pues desde entonces había avanzado mucho en el libro. Pero había sido un verdadero placer estar con Lally desde el principio.

Había visto el brillo en sus ojos al elegir los zapatos más sexys del mundo y andar con ellos como si hubiera nacido para llevar ese tipo de cosas. Entonces había deseado estrecharla en sus brazos y besarla apasionadamente.

Justo lo que había hecho poco después. Desde entonces no había podido quitarse aquel beso de la cabeza. Por primera vez en su vida se encontraba ante un dilema: deseaba algo que sabía que no podía tener y no conseguía aplacar dicho deseo. Quería volver a sentirse cerca de Lally y llegar más allá, pero sabía que no sería capaz de hacerlo.

—La tía Edie conoce muchos remedios naturales que podrían ayudarte —le explicó ella con una mirada dulce y tierna.

¿Sabría que, por mucho que se esforzara en ocultarlo, Cam era consciente de su interés por él? Intentaba seguir hablando del insomnio, pero la expresión de su rostro revelaba otros sentimientos.

Unos sentimientos que Cam no debería querer ver…

Lally lo miró a los ojos y se quedó sin respiración durante un buen rato, pero siguió caminando hacia el edificio, cuyas obras ya se oían a lo lejos.

—No te preocupes que no voy a darte nada peligroso —le aseguró entonces—. Sé que puedo confiar plenamente en mi tía.

—¿A qué se dedica tu tía? ¿O está jubilada? —preguntó Cam para dejar de pensar en las ganas que tenía de abrazarla, pero enseguida se dio cuenta de que realmente le interesaba.

Lo cierto era que desde el día que la había conocido había sentido curiosidad por la familia de Lally, una curiosidad que había achacado a su naturaleza de escritor. Ahora sabía que lo que deseaba era conocer a fondo a Lally.

Ella lo había ayudado a visualizar el personaje femenino de su libro, ahora quería entenderla a ella.

—Es pintora y ceramista —dijo con orgullo—. Hace unas figuras de cerámica y unas esculturas realmente únicas. Tiene cincuenta y cinco años, pero no creo que tenga la menor intención de dejar de trabajar en un futuro cercano.

—Parece que hay mucho talento en tu familia —comentó Cam con admiración.

—Sí, yo me siento muy orgullosa de ellos —habían llegado al edificio y era el momento de hacer lo que tenía que hacer, concentrarse en el trabajo—. Gracias por traerme la cesta. Voy a poner una lavadora y luego prepararé el desayuno. Supongo que estarás muy ocupado, así que no te interrumpiré.

Se alejó de él sin mirarlo siquiera y centró sus pensamientos en la colada.

Eso era lo que hacían las amas de llaves y eso era ella, el ama de llaves.