Capítulo 6
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Cómo empezar la relación con el pie derecho
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En este capítulo
• Cómo hacer que tu casa sea segura para un gato
• Llevar el gato a casa
• Cómo presentar la nueva mascota a las que ya tienes
• ¿Cómo lo vas a llamar?
• A la hora del filmar al gato
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Llevar a tu nueva mascota a casa es una de las experiencias más emocionantes de la vida, no importa si tienes 8 años y tus papás acaban de darte permiso para tener un animalito, o un adulto de 80 que añora disfrutar de la compañía de un gato adulto. El momento en el que el gato llega a tu casa es como estar en la línea que separa dos mundos: uno de promesas hacia el futuro y otro de realidades.
Para que la realidad sea el sueño que imaginaste cuando escogiste a ese gato o gatito, debes asegurarte de que tu mascota entre en casa con la patita derecha. Debes revisar que el entorno sea seguro para el gato. Los niños deben saber que una mascota es algo frágil y tendrán que aprender a cogerla con suavidad. Si tienes otros animales en casa, sean de la especie que sean, debes prepararlos para que el encuentro y el contacto inicial sea cómodo para todos, nadie corra peligro y todos entren en la rutina rápidamente, tras aprender a disfrutar (o al menos a tolerar) de la compañía de los demás.
También es importante tener en cuenta que durante las primeras semanas (o meses en el caso de los gatitos) estarás sentando las bases para lograr una vida de buena conducta. Si quieres que tu nueva mascota use su cajón de arena, que prefiera afilarse las uñas en su poste y no en tu sofá, y que jamás considere que tu mano es un juguete para morder, deberás establecer las reglas desde el principio y atenerte a ellas, con suavidad y firmeza. A los gatos les encanta la rutina, y una vez que encajan en una que sea buena para ambos, los dos seréis mucho más felices.
Si has adoptado a un gato con problemas de
comportamiento, ¡no te des por vencido! En el capítulo 14
encontrarás recomendaciones para afrontar los retos más comunes,
como arañar los muebles; el capítulo 15 te ayudará a conseguir que
el gato use su cajón de arena o a evitar que marque con orina.
No te desanimes ante la perspectiva de tener que esforzarte por aprender a vivir con tu mascota. Todas las relaciones valiosas exigen paciencia y buen humor para que lleguen a ser satisfactorias. Si bien las primeras semanas con un gato o gatito pueden ser difíciles por todo lo que implican, también pueden ser un período muy especial para tu mascota y para ti. Estarás aprendiendo a apreciar la belleza única y la personalidad de tu gato, y él aprenderá a confiar en ti y a quererte.
Antes de que te des cuenta, esas primeras semanas de locura habrán pasado.
Si llevas a tu primer gatito a casa,
plantéate si deberías volver a por otro. Si quieres tener dos
gatos, la manera más fácil de adoptar un par es hacerlo al mismo
tiempo, y preferiblemente de la misma camada. Los gatitos no tienen
el mismo sentido de territorialidad que los gatos adultos, así que
se acostumbran rápidamente a su nuevo hogar. Si ya tienes un gato,
no te preocupes: en una sección más adelante te damos
recomendaciones para arreglar el encuentro. Y si tienes muchos
gatos, encontrarás consejos para lidiar con una casa con múltiples
felinos en el capítulo 17.
Preparativos
“La curiosidad mató al gato.” Ese dicho se ha repetido desde tiempos tan antiguos como los propios gatos. Y el hecho es que los gatos, incluso los que viven en interiores, se saben meter en líos. Los gatitos, por ser pequeños, activos e infinitamente curiosos, corren aún mayores riesgos.
Si hay posibilidades de meterse en problemas, un gatito sabe cómo materializarlas. Por eso es importante que inspecciones tu casa con cuidado y hagas algunas modificaciones antes de llevar a tu mascota, no sólo por razones de seguridad sino también para facilitar la transición para todos.
Cómo eliminar los peligros domésticos
Cuando prepares tu casa para la invasión felina, piensa como un gato. Mira tu casa de una manera diferente: como un lugar novedoso, lleno de cosas atractivas para un gato. Busca escondrijos y rincones en los que tu mascota se pueda meter. Examina los objetos y muebles a los cuales puede trepar para ver el mundo desde arriba. Determina qué adornos pueden ir a parar al suelo, porque si un gato puede tirarlos, seguramente lo hará. Y, sobre todo, busca cualquier objeto que pueda producir un accidente: esas son las cosas que realmente tienes que modificar.
Problemas de juego
Si en tu casa hay alguien que se dedique al tejido, el bordado, la costura o a alguna labor de aguja, deberás conseguir una caja o cesta para guardar los materiales cuando no se estén usando. Esto se debe a que los gatos adoran jugar con cualquier tipo de hilo, lana o cordel, y esos juguetes son muy peligrosos en caso de que lleguen a tragárselos. Y si la perspectiva de que tu gato se trague un trozo de hilo no te altera, imagina que ese hilo tuviera una aguja...
Figura 6-1: A los gatos les encanta jugar con hilos, lazos y lana pero estos juguetes pueden implicar serios riesgos para tu mascota. No los dejes a su alcance si no lo estás vigilando
De la misma forma, busca un lugar seguro para guardar cintas, ovillos de cordel, madejas y cualquier cosa semejante. ¡No olvides la tira de las cortinas! Enróllala hasta formar un ovillo pequeño y escóndelo tras éstas, lejos de la vista del gatito. No tiene que permanecer allí para siempre, pero por el momento es mejor ocultarlo.
Los cubos de basura y papeleras con tapa son
una necesidad en una casa con gatos curiosos. Los que tienen un
pedal para levantar la tapa y se cierran cuando uno quita el pie
son ideales para mantener al gato alejado del contenido del cubo
(como desechos de comida en la cocina, papel higiénico e hilo
dental en el baño). Claro, puedes tratar de enseñarle a tu gato a
no acercarse a los cubos de basura, pero a veces es más sencillo
escoger el camino fácil. Los cubos con tapa no son caros y te
evitan muchos problemas de limpieza y enfados. Otra alternativa es
poner los cubos fuera del alcance del gato.
Y hablando del cuarto de baño, asegúrate de poner el rollo de papel higiénico de manera que no resulte tan “divertido”, es decir, que no sea tan fácil desenrollarlo. Este deseado deporte gatuno puede evitarse si pones el rollo de manera que el extremo que hay que tirar asome por debajo del rollo y no que cuelgue por encima. De esa manera, los esfuerzos del gato por manotear el extremo no le llevarán a ninguna parte. Si el resto de los miembros de tu familia olvida este detalle al poner un rollo nuevo, o si lo que le gusta a tu gato es rasgar el papel y no desenrollarlo, puedes conseguir una cubierta plástica que encaja sobre el rollo y lo protege.
Otro de los peligros del baño es el retrete.
A los gatos les encanta el agua fresca y, a menos que quieras que
tu gato se dé un baño, o se ahogue, recuerda que debes bajar la
tapa.
En el capítulo 8 encontrarás muchas ideas
sobre juguetes seguros para tu gato, incluidos los que no cuestan
nada.
Escondrijos
A los gatos les gusta refugiarse en lugares oscuros y tranquilos, especialmente si están bajo tensión. No hay necesidad de evitar esta tendencia, a menos que el gato se meta en lugares peligrosos. Los gatitos no tienen el sentido común de los gatos adultos y pueden ir a parar a lugares de los cuales no podrán salir solos. Por eso, en el caso de los gatitos, debes decidir qué lugares van a quedar vedados y hacer lo posible por evitar que los exploren.
Si ya has pasado por la etapa típica de los bebés humanos de meterse en todas partes, es probable que en tus armarios y roperos tengas todo tipo de dispositivos para impedir que nadie más que un adulto pueda abrir las puertas. Si no has pasado por esa etapa, revisa los armarios y sus puertas para ver si cierran bien o si dejan una ranura suficiente para que una patita gatuna pueda abrirlos. Si es necesario, piensa en cierres a prueba de gatitos, como imanes, pasadores y otros tipos. Ve a la ferretería más cercana para ver qué pueden ofrecerte.
Es posible que tu mascota encuentre
atractivos los espacios que suele haber detrás de la nevera, de
algún sofá o de una librería. Puedes cerrar su entrada a esos
lugares con trozos de cartón, o poner una tira de cinta adhesiva de
doble cara en la entrada, pues los gatos detestan caminar sobre una
superficie pegajosa.
Otro lugar con el cual debes estar atento:
las cómodas, cajoneras y muebles con cajoncillos. Tu gato puede
pensar que el cajón de los suéteres es un lugar perfecto para la
siesta, pero no le gustará quedarse atrapado dentro si cierras el
cajón por accidente. En el caso de los gatitos, es aún más
peligroso que se meta detrás de los cajones y puedas aplastarlo al
cerrar uno. Recuerda que debes cerrar cada cajón cuando acabes de
sacar lo que necesitabas, y así puedes evitar ambos problemas
(aunque no está de más verificar que el gato esté fuera cada vez
que vayas a cerrar un cajón). Ten cuidado con otros sitios donde el
gato puede quedarse encerrado, como armarios empotrados, sótanos y
buhardillas. Muchos gatos han muerto de deshidratación tras quedar
encerrados, y otros por el calor, al quedar presos en lugares muy
pequeños y expuestos al sol.
Fíjate en dónde está tu gato: si no está en su cuarto y tampoco te mira como preguntando qué vais a hacer ahora, asegúrate de que esté a salvo antes de salir de casa.
En lo más alto
A pesar de que las razas tranquilas, como la persa, puedan llegar a preferir una vida más cercana al suelo, las razas más activas, como los gatos abisinios o los siameses (y cualquier gatito joven), van a disfrutar de andar trepando por muebles y cortinas. Es su comportamiento natural, lo cual quiere decir que lo mejor que puedes hacer es tratar de encauzar a tu gato para que no haga destrozos. Estimúlalo para que trepe a su “árbol” de rascar (plataformas y escondrijos unidos por tubos, varas y travesaños, forrados con cuerda o ropa, cuya estructura se parece a un árbol) y evita que lo haga en tus cortinas.
Cuando tu gato llegue a casa, haz lo posible para que las cortinas queden fuera de su alcance mientras crece. Tanto si las atas como si las tienes siempre subidas, procura que no lleguen al suelo. Estimúlalo a jugar en su árbol, a través de juegos y premiándolo cuando lo use.
Figura 6-2: A los gatos les encanta meterse en lugares pequeños y oscuros, pero no todos esos sitios son tan seguros como este cubo de un árbol para gatos
En el capítulo 8 encontrarás consejos para
escoger un buen rascador en forma de árbol para tu gato. Para
recomendaciones que te permitan solucionar problemas de arañazos,
afilado de uñas y rascado en general, busca en el capítulo 14.
No te olvides de los problemas que puede provocar el gatito al subirse a los estantes más altos o a las mesas. Guarda los adornos frágiles hasta que pase la edad de la actividad excesiva. En cuanto a las plantas, es preferible colgarlas del techo que ponerlas en estantes. No esperes milagros: si convives con gatos (o cualquier mascota o con niños), las cosas corren el riesgo de romperse.
Vigila con...
Jamás debes poner en duda la habilidad de los gatitos para meterse en líos, ni olvidarte de tomar precauciones para evitarlo. A continuación mencionamos algunos peligros potenciales que es preciso tener presentes:
• Cables eléctricos y de teléfono: Enrolla el exceso de cable para formar ovillos o madejas, escóndelos y, en lo que quede a la vista, pon un poco de algún producto que tenga un olor desagradable para el gatito, con ayuda de un atomizador, de manera que evites que lo muerda. Ten mucho cuidado al usar electrodomésticos pequeños, como las planchas, pues con un buen tirón tu gato puede acabar herido. Para unir los cables que conectan el ordenador de tu casa con la impresora, el monitor y el módem, y cualquier otro periférico que tengas, hay soluciones en las tiendas de muebles para oficina. Gina usa algo que parece un trozo de manguera, con una ranura a lo largo que permite abrirla para meter los cables dentro y cubrirlos.
• Ventanas: Asegúrate de que las ventanas tengan malla de mosquitera que ajuste bien y esté fija, sobre todo en las ventanas de pisos altos. La mosquitera impide que tu gato de interior salga al exterior y evita una caída.
Antes de afirmar que tu casa es lo más
segura posible para un gato, compruébalo bien.
Cómo montar una habitación segura para tu gato
Con tantos líos tan tentadores, probablemente no te extrañe que te recomendemos que prepares un espacio para que tu mascota pueda estar tranquila cuando no puedas vigilarla. Un gato adulto también necesita un lugar como ése, no tanto para protegerlo de los peligros como para facilitarle la adaptación a su nuevo hogar.
Compra el equipo que el gato necesite antes de llevarlo a casa. En el capítulo 8 encontrarás más información sobre cómo escoger platos de comida, cajones de arena y juguetes adecuados.
La otra razón para tener un cuarto seguro es educar al gato. Al mantenerlo en un espacio reducido, en las primeras etapas de la relación, se restringen sus opciones. Aprende a afilarse las uñas en su rascador y no en los muebles y llega a entender que el cajón de arena es el mejor lugar para hacer sus necesidades.
En los capítulos 14 y 15 encontrarás
alternativas para prevenir y solucionar problemas de
comportamiento.
Figura 6-3: Los gatitos y las planchas no se llevan bien. Un gatito juguetón puede enredarse en el cable y tirar la plancha al suelo
El lugar ideal para un gatito
Un baño es el lugar ideal para mantener a un gatito cuando estés fuera de casa, ya que es fácil adecuarlo y también limpiarlo. Retira las alfombras de baño y las cubiertas del retrete. Guarda las toallas y asegúrate de que todo lo demás, como jabón, cuchillas de afeitar, botes de champú y medicinas (sobre todo estas últimas) queden fuera del alcance del animalito. Algún día podrás volver a poner el rollo de papel higiénico de manera que el extremo salga por debajo (como se describe en la sección “Problemas de juego”, en este mismo capítulo). Por ahora, lo mejor será sacar el rollo del baño si el gato es muy pequeño, y más aún si el baño puede dejar de usarse, o puedes meterlo en el armarito bajo el lavabo para prevenir que lo rompa con las uñas. Y no te olvides de bajar la tapa, pues un gatito curioso podría llegar a ahogarse en la taza.
Antes, en este capítulo, en la sección “En lo más alto”, te sugeríamos que quites las cortinas de en medio. Haz lo mismo con la cortina de baño, ya sea atándola para que no llegue al suelo, doblándola sobre la barra que la sostiene o retirándola por completo al principio. Si no tienes cortina sino ducha con puerta, ciérrala.
Cuando hayas terminado con estos preparativos, vas a tener un lugar bastante estéril, que no es muy divertido para un gatito. No te preocupes: vamos a explicarte cómo alegrarlo de nuevo.
Gato casero: la conversión de exterior a interior |
Si antes tu nuevo gato había tenido acceso al exterior, el mejor momento para convertirlo en gato de interior es cuando llegue a tu casa. El cambio exige firmeza por tu parte y la decisión de proporcionar a tu compañero todo lo que necesita para ser un gato de interior feliz: buena alimentación y agua fresca, un cajón de arena limpio, un rascador, juguetes y, lo más importante, tu compañía. |
¿Qué pasa si ya hace un tiempo que tienes al gato y estás pensando en hacer ese cambio? Todavía es posible. Sólo tienes que escoger el día en que empiezas, y ya está. ¿Es fácil hacer el cambio? Tenemos que confesar que no, que tardarás un tiempo. |
El gato es un animal muy territorial, y en el momento en el que decidas reducirle su territorio al restringirlo al interior de la casa e impedirle salir a esa zona en la que tanto ha disfrutado, vas a saber que eso le molesta. Te lo dará a entender. Al principio, el gato estará sorprendido por tu cabezonería: “¡No puedo creer que seas tan tonto como para haberte olvidado de abrirme la puerta!”. Más adelante se quedará atónito porque no reaccionas ante sus demandas: “¡La puerta! ¡Quiero que me abras la puerta! ¡Préstame atención!”. |
No te des por vencido. Si permites que los insistentes maullidos y las miradas asesinas te afecten y te lleven a abrir la puerta, le habrás enseñado a tu gato una lección que sería mejor que no supiera: “Basta con armar un buen alboroto y consigo lo que yo quiero”. Si vuelves a intentar mantenerlo dentro de la casa, se pondrá aún más insoportable. |
Sé paciente pero firme. Aléjalo de la puerta con un buen disparo de un atomizador de agua y mantenlo ocupado con juegos y cariño. Si le gusta la hierba gatera, consigue un poco para frotarla en sus juguetes y en su rascador. |
En cuestión de dos semanas, tu gato se empezará a acostumbrar a la nueva rutina y no tendrás que preocuparte más por los riesgos que corre allá afuera. |
Organiza el baño para tu gatito instalando el arenero en un rincón y los platos de la comida y del agua en otro lugar. Si colocas los platos cerca del cajón de arena, el gato puede sentirse incomodado y no comer, o hacer sus necesidades en otro lugar. También necesitarás un rascador resistente y estable, en forma de poste, una cama y algunos juguetes.
Es fácil entender por qué un espacio como éste mantiene a tu gato alejado de problemas pero, de hecho, tiene otra función. Al reducir las opciones al mínimo, le estás enseñando a encauzar sus conductas naturales de formas que no tendrás que corregir más adelante. Si tiene un poste rascador y no puede hacerlo en el sofá, aprenderá dónde se le permite afilarse las uñas.
¿Cómo aprende el gato dónde puede afilarse
las uñas? Busca la respuesta en el capítulo 14.
La habitación del gato
Si bien se puede usar exactamente la misma disposición para un gato adulto recién adoptado, es posible usar una habitación y no un baño. La razón principal para encerrar a un gatito es mantenerlo alejado de los problemas. En el caso de un gato, el encierro sirve para darle un espacio donde se sienta seguro mientras se adapta a su nuevo hogar. No se va a meter en tantos líos como el gatito, aunque también hay que inspeccionar el cuarto para eliminar los riesgos más obvios.
Observa los patrones de movimiento dentro de
tu casa y escoge la habitación más tranquila y con menor tráfico
para el gato. Si es un baño, pues esa será. ¿Puede ser una
habitación para huéspedes? ¿O un estudio que no se utiliza mucho?
La decisión depende de las costumbres de tu casa.
No importa qué habitación escojas, en todas necesitas el mismo equipo: platos para comida y agua, un cajón de arena, un lugar para dormir, un poste de rascar y algunos juguetes.
Tanto si has adoptado a un gato como a un
gatito, los días serán más sencillos si preparas con anticipación
lo que necesita tu mascota, y si le permites adaptarse a la casa
ofreciéndole un tiempo de tranquilidad.
La llegada al nuevo hogar
El día en que tu mascota llega a su nuevo hogar implica un gran paso para el gato y para ti. Si es un gatito, está dejando a sus hermanos de camada y a su mamá para quedarse contigo, una criatura increíblemente grande, desgarbada e impredecible, desde su punto de vista. Si es un gato adulto, estará afrontando la incertidumbre de ese momento de su vida y se sentirá inseguro ante el futuro. Tal como harías con un niño que te visitara, intenta estar presente y dispuesto para tu gato, sin forzarlo ni atosigarlo.
Después de unirse a la familia de Paul, su
gata PC pasó cuatro días en una habitación de suelo de baldosas, y
no quiso participar en ninguna actividad social. De hecho, saltaba
y huía cada vez que Paul la invitaba a acercarse cuando entraba en
el cuarto a limpiar y a ponerle comida. Pero poco a poco se fue
acostumbrando a su presencia y a su nuevo entorno, y su necesidad
de interacción la obligó a salir. Hoy en día es la gata más
sociable que uno se pueda imaginar.
Cuando tu gato llegue a casa, intenta
reducir tu jornada de trabajo, o al menos adóptalo un sábado por la
mañana, para poder pasar más tiempo con él. Esa atención adicional
que le puedes dedicar ayudará a crear un vínculo entre ambos.
El juego de los nombres |
Ponerle nombre a un gato es muy divertido porque no hay ninguna restricción en cuanto a los nombres que puedes imaginar. La mayoría terminarán con un par de nombres: uno más largo y formal, y otro más corto y cariñoso, que servirá para llamarlos a comer. |
Como un gato no presta mucha atención a la manera en que lo llamas, a menos que le estés hablando de algo que quiere, como su comida, puedes echar a volar tu imaginación. |
Busca nombres de lugares interesantes, referencias literarias o nombres de escritores. O piensa en nombres relacionados con tu profesión o grandes amores. Incluso puedes encontrar libros de nombres para tu mascota, o usar uno de nombres para bebés. |
Haz que ponerle el nombre sea un proyecto de familia y aprovecha para planificar una salida a la biblioteca con los niños. Al fin y al cabo, uno no tiene la oportunidad de ponerle nombre a un miembro de familia con mucha frecuencia, así que sácale el mejor partido. |
Querrás que la transición entre su antigua condición y el nuevo hogar sea lo menos problemática posible y un viaje tranquilo es un paso importante. La primera regla para transportar a un gato: ¡usa un portagatos! La segunda regla: ¡usa un portagatos! También puedes preferir llevar toallas, tanto de las de papel como una vieja de tela, y un bote de limpiador por si se produce un “accidente”. Pero no intentes limpiar nada que haya sucedido dentro del portagatos hasta que tú y tu mascota estéis ya en casa.
¿Ya hemos dicho que debes usar un portagatos
para llevar a tu nueva mascota a casa? Nunca debes transportar a un
gato sin meterlo en uno de estos dispositivos de seguridad, pero en
el caso de que lleves a un animal que no conoces, el riesgo es aún
mayor. No nos interesan las ganas que tengan tus hijos de coger y
acariciar a su nueva mascota: basta un arañazo o un mordisco de un
gato asustado para que los niños lo suelten. Y después de eso,
podría salirse del coche por la ventana, así que cierra las
ventanas si insistes en no usar un portagatos. Pero deberías
hacerlo, en serio. Un gato suelto podría llegar hasta la zona de
los pedales. Incluso si no hace más que refugiarse bajo los
asientos, sacarlo de allí puede ser toda una aventura. No quedará
muy convencido de que eres una buena persona cuando intentes
cogerlo de la primera parte de su cuerpo que esté a tu alcance para
sacarlo de donde esté. Y lo peor es que podrías acabar con unos
buenos arañazos. Un portagatos te evita todos esos problemas, así
que consigue uno.
Si ya tienes otro gato en casa, el primer
lugar al que debes llevar a tu nueva mascota es al veterinario. No
hay por qué poner en riesgo a tu gato de casa. Es necesario
examinar al gatito nuevo para verificar que no tenga virus
infecciosos como la leucemia felina ni otras afecciones
contagiosas, como ácaros de oído e infecciones respiratorias del
tracto superior. No arriesgues la vida de tu gato por estar
entusiasmado con esta nueva mascota. Asegúrate de que el nuevo gato
tenga en orden las vacunas y exámenes antes de que se produzca el
primer encuentro entre tus dos mascotas. Si no fuera posible
—digamos que has acogido a un gato callejero un domingo—, asegúrate
de mantenerlo apartado del otro gato hasta que puedas a visitar al
veterinario. En el capítulo 11 encontrarás información importante
sobre medicina preventiva, y en el capítulo 17 obtendrás consejos
para convivir con más de un gato.
El pajarito, mira el pajarito |
No te olvides de tener la cámara de vídeo preparada para filmar la llegada de tu mascota a casa. Si estás adoptando a un gatito, ten la cámara a mano, con la batería bien cargada, porque durante los siguientes dos meses vas a arrepentirte de no captar ciertas situaciones si no sigues esta recomendación. Y luego te quedará la tristeza de no tener fotos de tu gato cuando era un cachorrito, pues crecen muy rápido. |
He aquí algunas recomendaciones para sacar buenas fotos de gatos: |
• Incluye a los niños. Los niños pueden ayudarte con las fotos si interactúan con el gato y algún juguete. También puedes hacerles fotos juntos. Deja que los niños también filmen o hagan fotos. Consígueles una cámara desechable, y seguramente todos estarán encantados con las fotos que han salido. |
• Busca el exterior (en condiciones seguras). La luz natural, sobre todo la de la mañana, que es la mejor, permite evitar los ojos rojos producidos por el flash, que hacen que tu gatito parezca un monstruo. Las fotos en el exterior dan una apariencia más natural y saludable a tu mascota. Si es de color uniforme, usa el flash (si tu cámara lo permite), pues resaltará los detalles de la cara del animalito. Asegúrate de que el gato no corra peligro al hacerle estas fotos. Puedes aprovechar un pasillo iluminado de la casa o una habitación con ojos de buey. Otra alternativa es fotografiarlo mientras toma una siesta en un rincón soleado. |
• Acércate. Si quieres una buena foto, acércate al gato. Dispara desde una altura levemente inferior al nivel de sus ojos, y usa el zoom todo lo que puedas para obtener un buen nivel de detalle. |
• Presta atención al entorno. Una estantería atiborrada de cosas no es un buen fondo para fotos, pero una pared libre, de color neutro, sí. Aprovecha el contraste: colores claros para un gato oscuro, y viceversa. Si a tu gato atigrado le gusta dormir en el sofá estampado, puedes cubrirlo con una tela de un solo color, o puedes mantener los muebles con protectores, pues eso impide que la tapicería se llene de pelos. |
• Echa mano de tu creatividad. Si quieres que el gato bese a lo niños, haz lo mismo que los profesionales: unta un poquito de mantequilla en las caras de los niños, y el gatito querrá lamerla. |
• Aprovecha las nuevas tecnologías. Las cámaras digitales y los programas de edición de fotos te permiten arreglar aquéllas que no han salido bien. Hoy es más fácil que nunca retocar una imagen con un software para mejorarla, ajustando la luz, corrigiendo los ojos rojos, etc. Y cuando acabes, podrás enviar la foto por correo electrónico a un amigo o incluirla en tu álbum de fotos en internet. |
Puede que en el lugar donde adoptes al gato
te ofrezcan un portagatos de cartón para el viaje a casa. Y para la
primera salida es una buena solución, pero quizá quieras algo más
resistente para el futuro. Los fabricados con plástico de alto
impacto no son caros, duran toda la vida y le dan a tu gato la
sensación de estar seguro, sin importar adónde viaje. En el
capítulo 8 encontrarás consejos para escoger un buen
portagatos.
Bienvenido, gato
Se dice que a los gatos no les gustan los cambios, y en este campo esa afirmación se queda corta, porque llegar a un nuevo hogar es un cambio enorme. Algunos se esconden debajo de una cama. Otros dejan de usar el cajón de arena. Los intentos para calmarlos pueden recibir un bufido o un gruñido, e incluso un zarpazo.
Todas estas reacciones son normales ante el estrés, pero también es cierto que pueden convertirse en hábitos. Por eso, por el bien de tu gato y el tuyo, debes tener presente una palabra necesaria en todo lo que hagas con tu mascota en casa: “despacio”.
Puede que un gatito curioso, sano y tranquilo se enfrente a los cambios un poco mejor, pero no abuses de tu suerte con ellos. Ten paciencia mientras tu mascota aprende a sentirse a gusto en su nuevo entorno y se acostumbra a la rutina de la casa.
La clave de la adaptación es la habitación
segura, que esperamos que ya hayas organizado, descrita en la
sección “Cómo montar una habitación segura para tu gato” en este
mismo capítulo. Ya sea un gatito o un gato adulto, en este cuarto
tu mascota se sentirá segura y no correrá riesgos mientras se
adapta a su nuevo hogar. El uso que le des a esa habitación depende
de las circunstancias particulares de tu casa, como explicamos en
las siguientes secciones: un gato atemorizado la va a necesitar más
que un gato adulto sociable y bien entrenado.
Niños
Los niños y los gatos tienen una afinidad natural, pero es fundamental establecer ciertas reglas básicas para que unos y otros no corran riesgos con la llegada de la nueva mascota. Los gatitos pueden salir heridos por el cariño de los niños, en especial si son muy pequeños y aún no han aprendido a tratar a los animales con delicadeza. Y los gatos no se quedan atrás. En Estados Unidos, por ejemplo, se informa de más de 600 000 mordeduras de gato al año.
¿Te sorprende la cantidad de mordeduras? En
comparación con las producidas por perros, los gatos se quedan en
un lejano segundo lugar en la lista de animales mordedores. A pesar
de eso, debes tener cuidado. Asegúrate de que tu mascota esté
vacunada contra la rabia (encontrarás más información al respecto
en el capítulo 11) y no tomes a la ligera ningún mordisco. Si tu
gato muerde, lava la herida con agua y jabón y busca atención
médica si ha arrancado la piel. Los gatos tienen ciertas bacterias
peligrosas en la boca, y existe una enfermedad llamada fiebre por arañazo de gato que puede resultar
fatal para una persona con sistema inmunológico deficiente. No
debes tomarte a la ligera ningún indicio de infección en una
mordedura de gato. Si no conoces al gato que te ha mordido,
contacta con tu médico o con las autoridades correspondientes, pues
quizás el gato tuviera la rabia.
La clave para que no haya riesgos en la convivencia entre niños y gatos es asegurarse de que siempre estén vigilados y enseñar a los niños a respetar y a coger a los gatos. A continuación encontrarás unas recomendaciones clasificadas según las edades de los niños:
• Bebés: No se debe dejar a un gato con un bebé bajo ninguna circunstancia. A pesar de que el mito de que el gato representa un riesgo para el bebé ya no es cierto (como verás en el capítulo 19, así como las precauciones que deben tomar las mujeres embarazadas), mantener al gato lejos del bebé si no puedes vigilarlo es cuestión de simple sentido común. Hay personas que han llegado al punto de instalar una puerta de malla para entrar al cuarto del bebé, y nos parece que no es una mala idea.
• Niños entre 1 y 3 años: A esta edad, los niños puede ser una verdadera prueba de paciencia para un gato, a pesar de que su conducta sea normal. Es difícil que entiendan que al gato puede resultarle desagradable que lo estrujen, tiren de él y lo toquen con torpeza. Si bien la mayoría de los gatos se dan cuenta de que es preferible evitar a estos niños, pueden arañar o morder si llegaran a sentirse apresados. Intenta no dejarlos juntos a solas, y piensa en la posibilidad de instalar una de esas puertas que impiden el acceso de niños pequeños en la entrada del cuarto del gato, para permitirle tener un espacio propio y sin “invasiones infantiles”.
• Niños de 3 a 6 años: Desde el momento en que el niño empieza a asistir al colegio puede empezar a aprender a cuidar de una mascota y asumir algunas responsabilidades (bajo supervisión, obviamente). Una de las maneras de enseñar a los niños en edad preescolar a jugar con el gato es el juego de la imitación. Si el niño acaricia al gato con delicadeza, acaríciale el brazo de la misma manera, para mostrarle lo agradable que es. Si estruja al gato o lo pellizca con los dedos, hazle lo mismo al niño, pero con suavidad, para que entienda.
Muestra a los niños cómo se debe coger un gato, tomándolo por debajo del pecho y dando apoyo a las patas, de manera que no cuelguen. Un gato que se siente seguro cuando lo levantan no intentará liberarse con mordiscos o arañazos.
Cualquiera que viva con un gato sabe que la
barriga es la parte del cuerpo que tiene más probabilidades de
desatar una reacción desagradable. Incluso los gatos que en
principio parecían satisfechos con las caricias en la barriga
pueden cambiar de idea y responder con garras y dientes. Enseña a
los niños a evitar la zona abdominal del gato y a acariciarlo en un
lugar que les guste, como detrás de las orejas. En el capítulo 7
encontrarás más información sobre el lenguaje corporal gatuno.
Otros gatos
Llevar a un nuevo gato a tu casa cuando ya tienes uno es una tarea que implica mucha paciencia. A pesar de la reacción inicial de disgusto de tu gato de siempre, llevarle un compañero puede ser una idea maravillosa, sobre todo para un gato de interior que pase mucho tiempo a solas.
En el capítulo 17 encontrarás más
información sobre las ventajas de tener más de un gato, así como
consejos para facilitar la convivencia.
Suele ser más sencillo que la mascota nueva sea un gatito, porque la mayoría de los gatos adultos aceptan a un bebé con menos reticencia que a otro adulto. Pero incluso en el caso de un gatito debes estar alerta a lo que sucede para así poder separarlos, como se describe en los siguientes párrafos.
Los conflictos territoriales pueden
reducirse mucho si ambos gatos están esterilizados. A los machos
sin castrar, en especial, no les gustan los intrusos y es probable
que empiecen a marcar su territorio con orina. Para más información
sobre la castración y la esterilización, puedes ir al capítulo
16.
Prepara tu habitación segura para el nuevo gato con su propio juego de platos para comida y agua, un cajón de arena, un rascador y algunos juguetes. (El equipo individual puede ser provisional o durar para siempre, dependiendo de los gatos.) Este cuarto será el territorio de la nueva mascota mientras ambos gatos se acostumbran a la convivencia.
Figura 6-4: Los niños deben aprender a sujetar bien al gato, dándole apoyo a las patas y con una mano sobre el lomo para hacerle sentir seguro
No te olvides de llevar a tu nuevo gato al
veterinario antes de meterlo en casa. Cuando sepas que está sano,
podrás presentarlos.
Lleva al nuevo gato en un portagatos y ponlo en el cuarto que preparaste. Deja que tu gato descubra al nuevo animal, dentro de su jaula, y no te desanimes si al principio oyes bufidos por ambas partes. Permite que tu gato explore a gusto y, cuando salga del cuarto, cierra la puerta y deja salir al otro animal. Si no quiere dejar el portagatos, no le obligues a salir. Deja la puerta abierta y sal de la habitación. Saldrá cuando se sienta preparado.
Mantén a los dos gatos separados durante una semana, pero asegúrate de jugar y mimar lo suficiente a cada uno. Luego, un día en que puedas dedicarles tiempo y atención, deja la puerta del cuarto del nuevo gato abierta. No los obligues a encontrarse. Las negociaciones territoriales entre gatos pueden ser tensas y debes dejar que las realicen a su modo, sin hacer caso de los bufidos y las miradas que se crucen.
Figura 6-5: Lleva al segundo gato en un portagatos y deja que tu mascota se acostumbre al recién llegado. Los gatos deben mantenerse separados durante el encuentro y las primeras etapas de la convivencia
En algún momento podrás intentar que jueguen contigo, usando una caña de pescar para gatos o un juguete atado al extremo de una cuerda. Y con paciencia y tomándote tiempo, aliméntalos cada vez más cerca el uno del otro.
La mayoría de los gatos, pero no todos,
aprenden tarde o temprano a vivir juntos en armonía. Cuando los
veas durmiendo juntos, jugando o lamiéndose el uno al otro, sabrás
que el esfuerzo ha valido la pena.
Perros
Antes de llevar al gato a casa, debes asegurarte de que tu perro conoce dos órdenes muy elementales: una para indicarle que deje de hacer algo, y la otra para que se esté quieto. Durante las dos primeras semanas con el gato vas a tener que usar mucho esas órdenes, así que tienes que practicar con tu perro antes de llevar al gato. Aquí te indicamos dos maneras de enseñar esas órdenes a tu perro:
• Quieto (Stay). Empieza haciendo que el perro se siente a tu lado, mientras tú mantienes la correa vertical y tirante sobre su cabeza. Enséñale la palma abierta, en el típico gesto que usarías para que una persona se detenga, justo frente a su hocico, y usa la palabra que se convertirá en la orden (bien puede ser “quieto” o “stay”). Sitúate un paso frente al perro, de manera que puedas bloquearlo si avanza. Si se mueve, corrígelo con la correa, muéstrale la mano abierta y repite la orden. Si se queda quieto, vuelve a tu posición inicial, a su lado, después de un instante, y prémialo. A partir de ese punto, es un proceso de ir aumentando la distancia poco a poco. Si estás en el extremo de una correa de 2 m y el perro se queda obediente en su lugar, tira un poco de la cuerda sin hacer sonidos. Si se mueve, corrígelo con la correa, e inténtalo de nuevo. Si sigue inmóvil en su sitio a pesar del tirón, vuelve a tu posición a su lado y prémialo.
• Suelta. Debes empezar con el perro sentado y tu mano formando un puño con los dedos hacia el frente. Con la otra mano, ofrece una galleta al perro. Cuando se acerque para cogerla, dile “suelta” y dale un golpecito en la quijada, suficientemente fuerte como para cerrarle la mandíbula pero no tanto como para desequilibrarlo. Ofrécele de nuevo la galleta, repitiendo la orden “suelta”. Si tu perro vacila o se gira, prémialo. Pocos perros necesitan que les hagan esta demostración más de dos veces.
Lleva al gato a casa en su portagatos y déjalo en el cuarto seguro, tal como harías en el caso de un encuentro entre dos gatos. Haz entrar al perro, con la correa puesta y el gato bien asegurado en el portagatos, y permite que ambos se conozcan a distancia. Deja que el perro olfatee, pero si ves que empieza a alborotarse más de lo debido, usa la orden “suelta” y prémialo por hacerte caso.
Luego saca al perro, cierra la puerta y deja salir al gato del portagatos en cuanto puedas. Los animales deben acostumbrarse a sus respectivos olores durante un par de semanas; luego puedes poner una puerta como las que sirven para impedir el paso de los bebés, para que el gato tenga su cuarto para él solo. Deja que el gato decida cómo quiere relacionarse con el perro.
Jamás toleres conductas agresivas por parte de tu perro, y permite que el gato salga del portagatos cuando esté listo. Mantenlo con la correa puesta y usa las órdenes que ya hemos comentado para llamarlo al orden.
Si bien muchos gatos y perros sostienen una especie de tregua tensa, en el mejor de los casos otros se convierten en buenos amigos. Pero esas cosas llevan tiempo, así que ten paciencia.
Perro nuevo, gato viejo |
A veces el recién llegado no es un gato sino un perro. Si pretendes introducir un perro en el mundo de tu gato, tómate cierto tiempo para prepararlo. |
Revisa el lugar donde tienes los platos de comida y agua de tu gato. ¿Están en un sitio donde un perro también podría usarlos? Como la comida de gatos es más rica en proteínas, muchos perros piensan que es una exquisitez, pero no es buena para ellos, y tu gato seguramente no la querrá compartir. Así que es recomendable poner los platos en un lugar donde el gato pueda comer sin que lo distraigan. |
¿Y qué hay del arenero? También debes asegurarte de que esté en un lugar “a prueba de perros”, por el bien de tu gato y para evitar que el perro caiga en un vicio canino espantoso: comer heces de gato. Un cajón de arena con tapa puede ser una buena solución, pero es mejor organizar el área de manera que al perro le resulte imposible acercarse al cajón. El método que uses dependerá del tamaño del perro. Una puerta de gatos que lleve a un cuarto evita que un perro grande tenga acceso a ese cuarto. Instalar el cajón de arena en la bañera de un baño que no se use es suficiente para mantener alejados a los perros chiquititos. (En el capítulo 8 encontrarás instrucciones para enseñarle a tu gato a usar una puerta para gatos. El capítulo 15 contiene más consejos para mantener a los perros alejados del cajón de arena.) |
Realiza estos cambios un par de semanas antes de llevar al perro a casa, de manera que el gato tenga tiempo de acostumbrarse. |
No dejes que el perro persiga al gato. Mantenlo con la correa para poder corregirlo al principio. No obligues al gato a relacionarse con el perro. Es preferible que se acerque al intruso cuando quiera. |
Si tu gato reacciona de mala manera ante el nuevo habitante, puede que tengas que recurrir al método que hemos descrito antes: mantenerlo encerrado en un cuarto con agua y comida, cajón de arena, rascador y juguetes durante el período de aclimatación. No parecerá justo, ya que el gato estaba allí primero, pero es la mejor manera de lograrlo cuando te encuentres en el lío de que no vuelve a usar su cajón de arena. |
Otras mascotas
Si tienes pájaros, reptiles, peces, conejos o hámsteres no será necesario hacer este período de “presentaciones”. Basta con mantener al gato alejado. Jamás olvides que, a pesar de que el gato pueda ser un compañero para ti, tiene impresos en su cerebro los instintos de un cazador, y animales como los mencionados son sus presas naturales.
No corras riesgos innecesarios. Asegúrate de que tus mascotas estén a salvo del gato cuando no estés presente. Cierra la puerta del cuarto donde las tienes, y corrige al gato con un disparo de agua si lo ves mostrar interés hacia estos animalitos.
Muchas personas viven en paz y armonía con
todo tipo de mascotas. Pero no debes dar por sentado que, por vivir
en tu casa, tus animales han perdido sus instintos. Algunos son
depredadores y otros son presas (y los gatos son ambas cosas, según
las circunstancias). Nunca debes dar a una de tus mascotas la
oportunidad de herir a las otras.
Figura 6-6: Mantén a tu gato alejado de las mascotas que serían sus presas naturales, como peces, roedores y aves