Nota aclaratoria
En la segunda parte de las memorias de Flashman, el famoso bribón de la Rugby School y héroe militar victoriano, hay un lapso de tiempo entre su primer encuentro con Bismarck y Lola Montes en 1842-1843 y su implicación en la cuestión de Schleswig-Holstein en 1848. La gente se preguntará: ¿qué pasa con esos años «perdidos»?
Este paquete de las seis entregas de papeles de Flashman proporciona una respuesta parcial, ya que aquí se explican las notables aventuras del autor entre 1842 y 1845. Por su manuscrito sabemos que un párrafo casual en las páginas deportivas de un periódico hizo que decidiera llenar este hueco de sus primeros años, y por el bulto de los manuscritos todavía sin abrir parece que sus recuerdos de la rebelión de Taiping, de la guerra civil norteamericana y de los levantamientos de los sioux y de los zulúes todavía están por llegar. (En realidad, y dado que un oficial en servicio de los marines de Estados Unidos me ha informado de que los registros de este cuerpo del ejército contienen pruebas concretas de la participación de Flashman en la rebelión bóxer de 1900, no sabemos con certeza dónde acaban.)
La importancia histórica de la presente entrega es triple. Como relato de primera mano de una escena deportiva victoriana (en la cual Flashman aparece como distinguido aunque deplorable actor) es ciertamente única; en un plano diferente, proporciona una descripción testimonial de aquella increíble guerra en la que un puñado de caballeros aventureros empujaron la frontera imperial británica hacia el este en la década de 1840. Por último, arroja nueva luz sobre los personajes de dos grandes figuras de la época, un legendario constructor de imperios y una reina africana que ha sido comparada con Calígula y Nerón.
Un pequeño detalle puede ser interesante para los estudiosos de las primeras entregas de Flashman, y es que el presente manuscrito muestra signos de haber sido ligeramente corregido por su cuñada, Grizel de Rothschild, probablemente poco después de la muerte de Flashman en 1915. Esta mujer modificó sus blasfemias, pero no alteró en modo alguno la narrativa del viejo soldado. En realidad, y en ocasiones, enriqueció el relato con extractos del diario privado de su hermana Elspeth, la mujer de Flashman, y con sus propios y agudos comentarios marginales. En presencia de tan distinguida editora, me he limitado a proporcionar algunas notas a pie de página y algunos apéndices, y satisfacer mi curiosidad acerca de la exactitud de los hechos históricos relatados por Flashman, siempre que se han podido comprobar.
G.M.F.