Diario de él día 99
Y cuando yo me fui todo parecía que se acababa, que todo esto moría, que nunca más podríamos ser, pero no fue así, de repente todo volvió, volvimos nosotros, volviste tú, y así de repente todo volvió a funcionar, incluso mejor que antes, casi perfecto, y de repente todo volvió a desaparecer, esta vez has sido tú.
No entiendes porqué me fui cuando tú también lo hiciste, y eso yo no puedo entenderlo.
El problema es que la vida me ha enseñado que las cosas no ocurren de repente, ni por casualidad, aunque a veces todo tenga una pizca de azar, todo tiene una razón, y esto me lo has enseñado tú, que eres mi vida, por muy ocultas que estén, nos gusten más o menos, nos queramos verlas o no lleguemos a alcanzarlas.
Diario de ella día 99
Y no trataba de eso la vida, de fallar, de equivocarnos, queramos o no, de aprender de eso, de convertirnos cada día en una versión mejorada de nosotros, y como íbamos a aprender solo fallando, sin analizar los porqués.
Cómo quieres que avancemos si volvemos a coger el camino equivocado una y otra vez que nos devuelve al mismo punto.
Cómo crees que llegue hasta ti, si no por equivocarme tantas veces con otros, con alguien, hasta que un día comprendes porque te confundiste, y quién sabe, igual estoy volviendo a confundirme, tu mirada distraída no me advierte de lo contrario en estos momentos.
No sé si estamos volviendo a confundirnos, pero era lo bello de esto, de eso se trataba vivir, nunca me prometieron que el camino fuera fácil, tampoco me dieron muchas esperanzas en que fuera perfecto e ideal, pero siempre tuve claro que llegaría hasta el final, hasta donde pudiera, y desde que te conocí comprendí que llegaríamos al final, juntos, y ahora nos estamos dando cuenta, que vamos a llegar al final, que el día que uno destruya al otro, no nos quedará nada, que nos autodestruimos sí, pero esa es nuestra vida, esa es nuestra realización, es nuestra cuota de felicidad.
Diario de él día 100
Sigo sin entender que es lo que te ocurre, si quizás me amas, o me odias, si esa línea es tan fina, si hace unos días nos besábamos el alma, y ahora me desprecias, no me hablas, no me miras, hace mucho que no oigo una palabra sincera fuera del compromiso de solo tenernos el uno al otro, y no sé qué pasó.
Pero lo noto, noto tu mirada, noto la puntilla apuntando otra vez a mi nuca, y noto tu aliento susurrando otra vez que no pasa nada.
Diario de ella día 100
No entiendo que sucede cuando te miro, no entiendo la pureza de este sentimiento, es tan inmenso, y me pregunto si es tan grande el odio como el amor, y me respondo fríamente.
Yo diría que es incluso más, es una relación íntima lo que sucede entre ellos, pero el amor, ese amor que se despierta en el alma, para el que crea tenerla, ese amor que nos transporta a un mundo ideal, un mundo diferente, que llena de mariposas nuestros estómagos y de colores nuestra vida, ese amor nace, pero dudo que nazca de una manera real, lo creo más de una manera artificial o mediante un deseo oculto, inconsciente. Sin embargo, el odio, el odio es tan íntimo, tan claro, tan puro, para mi es poseedor de la mayor pureza, no merece la pena crearlo, simplemente nace, y de ahí que contenga una fuerza superior al resto de sentimientos.
Nos empuja a verdaderas locuras. Por descontando que habría que establecer una relación clara entre ese odio artificial y el odio nato, en todo este embrollo de sentimientos, es muy necesario hacer claras distinciones para no afectarnos a nuestro juicio ni al del resto con sentimientos claramente inventados, pero yo aquí mientras te observo, sé que es tan puro, no lo noto, lo sé, te odio tanto por quererte demasiado…y cada día más.
Diario de él día 101
Fueron tantas veces que al final comenzó a resultarte monótono, el descubrir, el inventar, el imaginar. Ya se convertía en algo repetitivo, llegue a repudiarlo, pero cuando volvía a aparecer eras capaz de agarrarlo, o al menos intentarlo con más fuerza cada vez.
Yo me sorprendía, a veces llegue a pensar que estabas enferma, pensé que era una autocompasión provocada o quizás siendo más extremistas las búsqueda de un dolor incesante.
Yo me preguntaba tantas veces, como sabiéndolo y teniendo tanto control de tus emociones permitías que esto te volviera a suceder.
Así que hoy me acerqué y se lo dije, no obtuve respuesta, al menos durante unos segundos, observé esos ojos marrones, esa luz verde que reflejaba el sol, y esa mirada pérdida, se giró, me miró, y me dijo que no lo sabía, que de verdad que no, que ella siempre se hacia la misma pregunta, que de verdad pensaba que lo provocaba ella misma, pero que no sabía de donde salía, ni porque lo hacía.
Incluso me confesó que había momentos que se daba cuenta que lo estaba haciendo, de la autosugestión a la que se sometía y se deja atravesar por esos sentimientos, es verdad que pensando en que no le harían mal, en que el final es lo que siempre ha buscado.
Es absurdo, lo pensé pero no se lo dije, ella ya había vivido ese final, ese final que todos conocemos, pero que nadie cuenta, nadie te cuenta que pasa después de comer las perdices, nadie te cuenta que pasa después de perderse en el coche por el horizonte, nadie te cuenta que pasa después, cuando huyes de la boda en la que él nunca quiso estar, sé muy bien lo que es para ella, y siempre es él, como decía la canción con otro rostro y otro nombre, y otro cuerpo diferente, pero sigue siendo él, sigue siendo aquello que creemos que existe.
No puedo ayudarte—le dije, es imposible, porque en el fondo no quiere cambiar, le gusta abrumarse, le gusta compadecerse, es increíblemente altiva, conquistadora y diría que hasta tiene rasgos de manipuladora obsesiva.
Pero en el momento en el que de verdad para sus propósitos más íntimos debe sacar todo eso a la luz, parece que lo olvida. Alguna vez he pensado que en el momento que aparece él te resulta deshonesto utilizar tus macabras habilidades para seducirle, pero lo cierto es que yo pienso que querrías hacerlo y no eres capaz, consciente o inconscientemente.
Así que aquí estamos otra vez, diciéndole adiós a esos sueños fáciles, a esas historias sencillas que querrías vivir y que no harás, cerrando capítulos de un libro que ni si quiera empezaste a leer.
Diario de ella día 101
Quizás no sé a dónde voy, o quizás no se desde dónde parto, es posible que al avanzar en el camino el punto de no retorno pudiera asustarme, pero en verdad lo tengo tan claro, sé los límites, sé hasta dónde puedo adentrarme en ese bosque, pero es verdad que han sido tantas veces que han sobrepasado mis propios límites que no dejaba de atemorizarme.
Muchas veces me imaginaba allí, otra vez, disfrutando esos momentos, y muchas veces me imaginaba aquí, otra vez, percibiendo las señales, es cierto que nunca supe muy bien que era imaginario, y que era totalmente objetivo, es cierto también, que era mucho más fácil cuando la historia no habla sobre mí.
Me encuentro otra vez en ese punto, en ese punto en el que tener el control o el perderlo, dependía tan poco de mí, que ni siquiera soy capaz de percibir algo tan evidente, dicen que nuestra mente nos protege, y es posible que la mía me quiera proteger más que yo misma.
En cualquier caso, ese no es el problema, el cómo actuar, el cómo controlar pensamientos en parte irracionales, el cómo administrar una dosis cognitiva a tal estado emocional no es la cuestión, ni si quiera me planteo seriamente si todos los hechos, señales y situaciones que me han llevado a esto son los apropiados, veraces y concisos.
En problema reside en que claramente se lo que no quiero, lo que no busco en el fondo, se perfectamente cada error al milímetro de cada paso que doy, y el problema principal, es que lo necesito tanto, necesitaba tanto esto...
Por eso necesito que seas tú, que seas tú el que se marche, sin abrazos, sin despedidas, sin palabras, volver a despertarme y volver a sentirme vacía, pero viva, volver a temer, pero por mí, no por nosotros, no por ti, no por fantasías y esperanzas, volver a temer por cosas racionales, volver a ser yo.
Márchate, hazlo pronto, antes de que sea tarde para los dos.
Diario de él día 102
Ya hace tiempo, que sé que quieres marcharte, se te olvida, que ya siento como tú, que ya somos casi lo mismo, que ya no puedes engañarme con tus largas frases y con tus múltiples juegos de palabra, se te olvida cariño que solo tengo que mirar a tus ojos para saber que sientes, que cualquieras gesto, mueca o palabra, no necesito ni verla para saber lo que estas sintiendo, me basta con oír tu respiración, me basta con sentir tu mirada, tu presencia.
Ni si quiera tengo que mirarte, ni si quiera tengo que estar despierto, desde mi inconsciencia más profunda, al despertar siento perfectamente lo que tú estás pensado.
Y sé que te iras, otra vez y no puedo permitirlo, no puedo permitir que me vuelvas a dejar aquí desprovisto de ti, me has enseñado a sentir con racionalidad, a pensar, y me has enseñado a dudar, y por qué no también a manipular como tú lo haces, y no puedes seguir haciéndolo, yo no puedo dejarte.
El problema de saber lo que sientes, es que por la misma razón yo siento lo mismo, y esta vez seré yo quien se marche, sí, otra vez yo, pero esta vez no volveré, se acabó, nunca más seremos uno, nunca más habrá un nosotros, ahora eres tu contra el mundo, y de verdad que siempre deseare que le acabes venciendo, pero es el momento de que vuelva a sentir más y a pensar menos, es el momento de volver a vivir, libre, no de ti, si no de mí.
Diario de él día 103
Aprendí mucho de ti, aprendí de cada palabra, de todas esas discusiones, de los días que no acababan, de cada grito, de cada lágrima, de dormirte sabiendo que no iba a cambiar nada, que seguiríamos enfadados, que al día siguiente tendríamos que volver a lo mismo.
También aprendí mucho de mí, de mis reacciones, de mis ilusiones absurdas, de cada defecto que te desquiciaba, del dolor que ya no sentía, de mis errores innumerables y de todo lo que callo.
Y aprendí sobre todo de nosotros, de cada susurro, de cada caricia, de las noches que no queríamos que acabaran, de cada beso, de cada abrazo, de dormirnos sintiendo que todo iba bien, que al día siguiente estaríamos ahí, de nuestras miradas cómplices, de nuestros sueños conjuntos, de cada broma que te hacia sonreír, del amor que sentíamos, de nuestros aciertos infinitos, y de todo lo que nos dijimos.
Aprendí sobre todo de la vida, de nuestra vida, porque era nuestra, y aunque ya no exista un nosotros, esa parte siempre será nuestra y nunca podrá dejar de serlo.
Diario de ella día 103
Me di cuenta después de tanto que nos habíamos perdido, que caminando por encontrarnos, nos perdimos más aún. Los caminos establecidos no eran para nosotros, queríamos esos en los que se camina de la mano, en los que dos van despacio pero llegan más lejos, en los que se ayudan uno a otro para salvar un escollo, pero la vida siempre caprichosa nos dio un camino llano, sin grandes problemas, donde pudimos correr, donde nuestros ritmos se distinguieron, un camino en los que esperar al otro se nos hizo pesado.
Cuando miraba para atrás ya no veía ese compañero que me hacia el camino más ameno, veía ese peso muerto que sólo hacia ralentizarme, tú cuando mirabas hacia delante ya no veías a esa pareja con la que disfrutabas del camino, veías ese torbellino que no te dejaba apreciar cada paso, que con premura te alejaba de tu visión de la vida siempre tan pausada siempre tan tranquila.
Todo acabó aquel día, decidiste seguir corriendo hacia delante, yo me quede observándote, a ti, a aquella flor de mi camino, que corría a marchitarse.
Diario de él día 104
Adiós amor, adiós.
Diario de ella día 104
Entonces era mentira todo, todos los sentimientos, todo lo que sentías, o quizás es verdad que el amor es como tú lo veías.
Que podías sentir ayer y hoy ya no, entonces es verdad que somos presente, y lo que fuimos ya no será, y lo que seremos está por ver, pero nunca juntos.
Tú que te vuelves a ir, y no dejas nada, ni si quiera una despedida.
Ya no estás, tú que volviste y me dijiste que nunca más te volverías a ir, que seriamos los dos juntos o no seriamos.
Nunca más volveré a todo esto, tu no lo sabrás, pero nunca más volveré, has acabado con todo.
Y lo peor de todo es que tú, que te has ido, no eres el culpable.
Diario ella día 105
A ti que me enseñaste el lado oscuro del amor, de la vida, que me enfrentaste a las mayores guerras y que siempre volvías cuando ya me había rendido.
A ti que me subiste a lo más alto de nuestros castillos, entre las nubes, protegidos por nuestros sueños, construidos con las rocas de nuestras esperanzas, para despues lanzarme desde la almena de nuestros deseos.
A ti que luego siempre volviste para tenderme tu mano y ayudarme a levantarme.
A ti que eras experto en extinguir mi llama, en apagar mi fuego, en aniquilar mi luz, y que siempre volvías con el alquitrán capaz de revivirla.
A ti que siempre hiciste que te odiara y que quisiera volar, huir, y que viniste a buscarme cuando ya estaba perdida.
A ti que me enseñaste la verdad más cruda hasta desangrarme, y que siempre volvías para volver a engañarme.
A ti que no te pongo cara, porque viniste en diferentes formas y desapareciste cuando más te necesitaba, cuando más éramos.
A ti que no tienes un olor, ni unos ojos donde reflejarme, ni una mano con la que enredar mi pelo.
A ti que siempre volvías, ya no te espero, ya no nos debemos nada.
A ti que siempre volviste, no vuelvas a hacerlo, porque ya no voy a estar aquí.
Diario de ella día 106
Y cuando necesites a alguien que no te falte, que cuando queramos subir a esa montaña tiraré de tu brazo si flaqueas, tú me prestarás tu mano si resbalo, no me dejes caer si piensas que hemos subido alto, que yo nunca dejaré que volvamos a empezar esta escalada.
Que sabes cómo soy, me conoces bien, diría que hasta mejor que yo, que si di malos pasos nunca fue por ti, pero que no me rindo.
Que tendré mi casa, en mi bosque, sola, y que tú nunca tendrás la tuya donde dijimos que estarías, mentiría si digo que no me preocupa, pero que siempre entendí que tu cima estaría más arriba.
Que nunca dejes de pensar que soy esa chica, tímida, con miedo, que miraba temerosa todo este camino, que nunca dejé de serlo aunque me engañara, aunque te engañé a ti.
Que tengo miedo a veces, que si algún día fui tu debilidad, tú también fuiste la mía, y créeme que hablando mal, me jode, que siempre lo dije que nunca fue nuestro momento, y que nunca me conociste valiente, me conociste con miedo con mucho miedo, a la vida, a lo nuevo, al amor quizás, a ti.
Que me superas, que eres mejor que yo, que siempre he creído que recorrería caminos y tú ya los habías pisado, y que tengo miedo, o lo tuve, poco importa, pero que seas feliz, y perdón si algún día te hice daño, sé que no te vale, a mí no me vale, es un perdón cobarde, pero es al único que me atrevo de momento, y que sigas subiendo, que yo te miro desde abajo y me alegro tanto, y ya encontraré con quien buscar ese camino, y si tengo que hacerlo sola lo haré, soy tan cobarde que eso nunca me dio miedo.
Y si necesitas a alguien que no te falte, y si me necesitas a mí no faltaré, mi mano siempre estará ahí aunque bien sabemos que no la necesitas.
Diario de ella día 107
Sentía la brisa, sentía como acariciabas las hojas y me sentía a mí, me sentía tan lejos tan distante me sentía tan dentro de todo y a la vez tan lejos, me sentía aquí, sentía como se erizaba mi pelo, en cada susurro, me sentía tan dentro de todo y a la vez tan lejos, sentía que formaba parte de algo, de una escena, de una hazaña, sentía que querías estar conmigo pero a la vez sentía que estabas muy lejos, casi infinito, casi a la intemperie, te sentía rozar mi brazo, erizarme, te sentía susurrarme al oído estas palabras, pero te sentía tan lejos, enfriándome, diciéndome que no habrás más, diciéndome que esto es un adiós, nunca será un hasta luego.
Diario de ella día 108
Me acostumbré a que no estuvieras, a no sentir. Otra vez, a centrarme en lo importante, pero ahora lo comprendo, sin sentimientos, sin nubes ni brumas, sin que nada pueda alterar mi cerebro, solo mediante meditación y razón.
Ahora lo sé, ahora sé que me haces falta, que te necesito, pero no de un modo lirico, de un modo poético, si no de un modo vital, me haces falta como el aire para respirar, me haces falta como el alimento para darme fuerza, tras tu marcha poco a poco me fui dando cuenta.
Ya eras una parte de mí, éramos uno solo, una simbiosis perfecta de dos almas, de dos mentes.
Ha llegado el momento de partir, sin ti, pero de marcharme, de irme a otro lugar, sin saber muy bien a dónde, no puedo seguir aquí, así no.
Diario de ella día 109
Me marcho.
Si vuelves quiero que sepas que partí a por ti.
Que allá donde voy no me hace falta ya este diario, que ya no te escribiré más.
Que si me fui a ese mundo a por ti fue porque te amé, y que la mejor forma de encontrarte es esta.
Es la única.
Te veo pronto,
Diario de ella día 110
Adiós amor, adiós.