Diario de él día 64

Lo hablábamos entre sábanas, me preguntaste si esto sería eterno, si el amor es infinito, yo me callé, me giré y cerré los ojos, me mirabas y no entendías mi silencio, te fuiste, pensabas que ya no te amaba, que ya se había apagado aquella llama que con tanto esfuerzo hicimos prender. ¿No lo entiendes, verdad? Me giré porque en nuestros sueños no puede acabar, porque algún día todo termina, y aquí encerrado entre mis párpados y mi mente siempre durará. —Y, ¿quién querría estar durmiendo siempre?—me preguntaste alguna vez. Pues depende del sueño mi amor, me acusaste de cobarde, de tener miedo a la vida, a ti, tu no lo entiendes, quiero vivir pero contigo, me da miedo esto, sí, pero sin ti, no soy un cobarde, tuve valor para dejarte ir, mi vida no se ha detenido, sólo decidí detener el amor cuando era bonito, y seguir alimentando mis sueños con él.

Entiendo que te de tanta pena, creo que nunca llegaras entenderme, sé que para ti el amor es una de las energías más potentes del mundo, no simplemente un sentimiento bonito, profundo y puro, y yo la rechazo, pero tú no lo entiendes, nunca la rechace, aprendí a reutilizarla, a coger lo que era justo, y a no desperdiciarla más. No creo que fuera un desperdicio, pero creo que hubiera llegado a serlo, y cada palabra que buscamos para desmenuzarlo empieza a serlo también, es tarde, vámonos a casa.

Diario de ella día 64

Tengo miedo, lo notas en mi voz temblorosa, tengo miedo en que al decir siempre no sea para siempre, y que todas esas promesas, sueños y planes se queden en el aire, y pensar el día de mañana que cualquier tiempo pasado fue mejor, y hoy pensando esto, aun así arriesgar, poner en jaque un mundo que creíste perfecto, que costó sudor y lágrimas en cada ladrillo que ponías, y ahora derrumbarlo, y mañana añorarlo, y no quiero pensar más.

No me rindo fácilmente, y tú lo sabes, estoy cansada mentalmente, no sé si hoy habrá algo que me vuelva a dar la vida y la única responsable de esto soy yo, volví a fracasar y no era tan difícil hacerlo bien por una vez, es mi sino, la verdad.

¿Será otra prueba más? Hoy dudo de tanto como haya visto, hoy dudo de mí y es frecuente pero no tanto, de ti hoy no dudo, no suelo hacerlo, aunque a veces parezca lo contrario, estoy cambiando por dentro, pero todo vuelve a ser igual, hago lo mismo, siento lo mismo, no sé qué pasa y ya no quiero averiguarlo, había grandes planes, ahora solo quiero decir lo siento, pero no sé a quién, ni porqué, a mí misma seguro, pero yo no lo merezco.

 

Diario de él día 65

¿No te has dado cuenta aun, verdad? Que para mí, ya no existe un yo, que solo existe un nosotros, que desde hace un tiempo no se ser sin ti, que no dejo de ser yo para empezar en ti.

Cuando no estabas ni si quiera era yo, me miraba al espejo y era extraño, no sé quién era ese hombre pero no era yo, yo solo soy contigo.

Diario de ella día 65

Tu no lo entiendes, podría no cansarme, de sorprenderte cada día, cada mañana en el desayuno, en la cama, de sorprenderte cuando regreses del trabajo, con los pies dolidos de tanto caminar, con tu pelo encrespado por la lluvia, podría no cansarme nunca de sorprenderte, de tener la comida preparada, inventar cada día el plato que pudiera hacerte sonreír cuando llegas odiando a tu jefe.

Podría no cansarme nunca de sorprenderte cada tarde, cada día después de una siesta en la que nos despertamos atrapados por el tiempo, de crear planes, de inventar paseos, de hacerte olvidar cada problema.

Podría no cansarme nunca de llevarte a cenar a sitios nuevos, de cenar con velas en las noches más íntimas, de cenar bajo la luna en las noches más mágicas o de cenar con música en las noches más locas.

Podría no cansarme nunca de llevarte en brazos a la cama cada noche, podría no cansarme de darte un beso todas las buenas noches, y un abrazo todas las malas noches, podría no cansarme nunca de decirte que todo saldrá bien, y que el día de mañana va ser otro día genial.

Podría no cansarme nunca de dormir a tu lado, de reposar junto a ti, pero me cansa tanto estar todo el día soñando...

 

Diario de él día 66

Vamos, agarra mi mano una vez más, confía en mí, soñemos una vez más, solo tienes que creer, es nuestro mundo y podemos hacer de él algo maravilloso, lo que queramos de él, olvidémonos de guerras, olvidémonos de todos, solos tu y yo, en nuestro mundo.

Pero debemos regresar ahí, es absurdo que lo diga yo, no sé cómo no sale de ti, es lo más racional, y sé que lo sabes, aquí no estamos a salvo, ya no es cuestión de amor, ni de ti ni de mí, ni de las relaciones, es una cuestión de supervivencia.

Y aquí estoy yo apelando a tu lado que más odio, a tu mayor racionalidad con la mísera esperanza de que te haga volver junto a mí.

Diario de ella día 66

Lo siento cariño, no voy a volver, lo sabes solo con mirarme, ¿a dónde íbamos a ir? Allí, otra vez, los dos juntos, no sé qué me da más miedo, si volver allí o volver contigo.

 

Diario de él día 67

Porque mañana por la mañana esto ya no importa, porque nos hemos ido, nos hemos separado otra vez, yo a nuestro espacio y tú en el tuyo, ahí te quedas, porque mañana al despertar perderá su sentido, porque el primer rayo de sol expulsará este sentimiento y la brisa que se escape entre los tablones de nuestra celda de ladrillo borrará este miedo, por eso quiero dejar huella para que esté presente en ti y en mi para que el dolor no sea remoto y que esta noche no haya sido en vano, porque hay días que estás cansado, porque hay momentos que no entiendes nada, porque lo luchado es superior a lo ganado, por eso quiero dejar huella y que no se me olvide que la duda me acecha y a ratos se hace evidente, para mostrarte que no se me olvida y que desgraciadamente ella tampoco me olvida a mí, para reconocer algún día este sentimiento que crece y que mañana el gallo ahogará con su canto, por eso quiero dejar huella e irme a buscar respuestas aunque estas no sean las que merezco, necesito o espero.

 

Diario de él día 68

Otra vez aquí sin ti, se me hacen eternos estos días, ya nada es igual, ni el rincón donde tu dormías que no he querido ni alterar, ni la comida, ahora abundante para uno, que tanto tuvimos que racionar, que tantas veces te prometí, que había comido, para que nunca te faltara nada, sin darme cuenta, sin que tú te la dieras, te estaba entregando mi vida, estaba apostando por la tuya, haciéndola nuestra, pero tu decidiste que solo era tuya, y yo vuelvo aquí, sin ti y sin ella.

Mi voz controla la respiración decadente, mis dedos tiemblan como hilos de alambre, ese último adiós será testigo de la consecución de sueños muertos, las imágenes en mi cabeza muestran el camino que me llevó a cavilar despierto y a errar emulando a un mártir, como si cada vez fuera la primera, convirtiendo así un sueño táctil, en una grandiosa quimera.

Y sin desperdiciar aliento en un día tan austero, hablar sin sentir de lo que siento, para que tú sientas que no soy yo el que muero.

No he vivido días de calor más fríos.

 

Diario de él día 69

Cada día que escribo en este diario se quedará grabado, será el recuerdo, de lo que hicimos, de lo que vimos, pero sobre todo de lo que pensé, de lo que sentí cada díacontigo, hoy siento que podría acabar con todas las hojas, que podría escribirte tanto, ha pasado tanto tiempo ya, 3 largos años, 3 largos otoños, y no te olvido, te sigo echando de menos. 一日三秋

 

Diario de él día 70

Estoy cansado, vámonos a dormir ya, como si cada canción que resuena en mi cabeza no me recordará a ti, como si cada sueño que tengo no lo interrumpieras con tu sonrisa, como si cada abrazo en mitad de la noche no te imaginara a ti, como si cada despertar sobresaltado en medio de la noche no lo acompañara una mirada perdida buscándote en la oscuridad, en la cama o en la puerta llegando hasta mí.

Durmámonos ya como si estuviéramos juntos, como si no fuéramos separados por kilómetros, pero durmámonos pronto, pues al menos en cada uno de esos instantes vuelves a ser mía, durmamos ya como si la realidad no hubiera desplumado toda mi imaginación, como si pudiéramos querernos por muy absurdo que pudiera parecer, como si nos necesitáramos, simplemente aquí rozándonos.

Durmamos como si cada beso que nos damos no se lo llevara el viento que entra por la ventana que abrimos para que el aire pudiera acariciarnos y este calor infernal no nos sirviera de excusa para separarnos, pero duérmete ya, donde quiera que estés que hace un rato que yo ya empecé a soñar y nada me haría más dichoso que volver a encontrarme allí contigo.