FÁBULA IV
EL RAPOSO, LA MUJER Y EL GALLO[271]
Con las orejas gachas
y la cola entre piernas,
se llevaba un Raposo
un Gallo de la aldea.
Muchas gracias al alba,5
que pudo ver la fiesta,[272]
al salir de su casa,
Juana la madruguera.
Como una loca grita:
—Vecinos, que le lleva;10
que es el mío, vecinos.
Oye el Gallo las quejas,
y le dice al Raposo:
—Dila que no nos mienta,
que soy tuyo y muy tuyo.15
Volviendo la cabeza,
la responde el Raposo:
—Oyes, gran embustera,
no es tuyo, sino mío;
él mismo lo confiesa.20
Mientras esto decía,
el Gallo libre vuela,
y en la copa de un árbol
canta que se las pela.
El Raposo burlado25
huyó: ¡Quién lo creyera!
Yo, pues, a más de cuatro,
muy zorros en sus tretas,
por hablar a destiempo,
los vi perder la presa.30