FÁBULA XII
EL ASNO Y LAS RANAS[135]
Muy cargado de leña un Burro viejo,
triste armazón de huesos y pellejo,
pensativo, según lo cabizbajo,
caminaba llevando con trabajo
su débil fuerza la pesada carga.5
El paso tardo, la carrera larga;
todo, al fin, contra el mísero se empeña:
el camino, los años y la leña.
Entra en una laguna el desdichado,
queda profundamente empantanado.10
Viéndose de aquel modo
cubierto de agua y lodo,
trocando lo sufrido en impaciente,
contra el destino dijo neciamente
expresiones ajenas de sus canas.15
Mas las vecinas Ranas,
al oír sus lamentos y quejidos,
las unas se tapaban los oídos,
las otras, que prudentes lo escuchaban,
reprendíanle así y aconsejaban:20
—Aprenda el mal Jumento
a tener sufrimiento,
que entre las que habitamos la laguna
ha de encontrar lección muy oportuna.
Por Júpiter estamos condenadas25
a vivir sin remedio encenagadas
en agua detenida, lodo espeso;
y a más de todo eso,
aquí perpetuamente nos encierra,
sin esperanza de correr la tierra,30
cruzar el anchuroso mar profundo,
ni aun saber lo que pasa por el mundo.
Mas llevamos a bien nuestro destino;
y así nos premia Júpiter divino,
repartiendo entre todas cada día35
la salud, el sustento y alegría.
Es de suma importancia
tener en los trabajos tolerancia,
pues la impaciencia en la contraria suerte
es un mal más amargo que la muerte.40