Notas

[1] De los 78 pueblos de la provincia sólo Hinojos, Hinojales (en la sierra) y Berrocal se vieron libres de violencia fascista en aquel verano de 1936. Del furor marxista se libraron, sin embargo, 63 pueblos. De ahí la excepcionalidad de Hinojos. <<

[2] Juan Ordóñez Vázquez, La apostasía de las masas y la persecución religiosa en la provincia de Huelva (1931-1936), CSIC-Instituto Enrique Flores. Madrid, 1968, p. 141. Rociana fue uno más de los muchos pueblos en que nadie informó al canónigo de la catedral de Sevilla del triste final de muchos apóstatas. <<

[3] Es interesante comprobar cómo a la vez que actúan contra el poder intentan apropiarse de él a través de sus propios símbolos. Se visten con los ropajes religiosos, se colocan coronas, simulan ceremonias, abofetean imágenes, pisotean formas… No son muy conscientes de que actúan como curas renegados, de que aún son miembros del rebaño. Igual pasa cuando asaltan un cuartel de la Guardia Civil, colocándose correajes y sables con los que se pavonean ante el vecindario. O cuando en Sevilla asaltan la fábrica de perfumes de los Luca de Tena: «Nunca olió tanto y tan bien desde la plaza de los Carros hasta el Pumarejo», decía un vecino. Y no digamos cómo olían los bajantes cuando comenzaron los registros… <<

[4] José María Jiménez Molina era un rico hacendado de Rociana. Fue diputado provincial y presidente de la Diputación antes de 1923, y senador en tiempos de Primo de Rivera. Fue también uno de los representantes del condado en el engranaje caciquil de Manuel Burgos Mazo. Para más información véase Peña Guerrero, María Antonia: El sistema caciquil en la provincia de Huelva, clase política y partidos (1898-1923). Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de (Córdoba. 1993, y García García, Cristóbal: Partidos y elecciones, 1933 en Huelva. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva. 1996). <<

[5] Muchos derechistas permanecieron ocultos en sus casas hasta el día 27. Otros, como Eloy Picón, Antonio Padilla Riquel, Manuel Hermoso Sánchez o Manuel Naranjo Bort, desaparecieron de Rociana. Finalmente, unos cuantos —el padre de José María Gutiérrez Calero, Manuel Riquel Pérez, Segundo López Naranjo, Manuel Soriano Cano o José Martín Pérez— fueron detenidos el 18 de julio en el Ayuntamiento y liberados el día 21. <<

[6] Existen testimonios escritos y orales sobre este hecho, inolvidable para todos los que lo vivieron y considerado como el pistoletazo de salida para lo que habría de venir. <<

[7] De la Corporación del 22 de febrero de 1936 perdieron la vida los dos alcaldes del Frente Popular, Manuel Barciela Vilaboa y Antonio Hernández Muñoz, y, que sepamos, los concejales José Rivera Ramos y Cayetano Varela Infantes. <<

[8] Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo (ATMTS), L. 74 / 1, n.º 2772. <<

[9] La vesania de Martínez Laorden llegó al extremo de citar al concejal socialista José Rivera Ramos «Boeguilla» cuando se le animó a decir nombres de culpables a los que no se les hubieran confiscado bienes, añadiendo que «le fue aplicado el bando». Hasta el jefe de Falange Manuel Naranjo Bort tuvo que aclarar ante el juez instructor que a dicho individuo «no se le reconocen bienes de ninguna clase». <<

[10] Creo que no se ha insistido lo suficiente, dando lugar a calculadas ambigüedades, en que las declaraciones de estados excepcionales con suspensión de garantías sólo podían ser decretadas por el Gobierno legalmente constituido. <<

[11] El 15 de septiembre de 1943 fue fusilado en La Soledad Luis Gómez Benítez, mecánico de 43 años natural de Rociana. Como en todos los casos donde la víctima procede de la prisión provincial consta en su inscripción la naturaleza pero no el lugar de residencia. Según Manuel Tapada, que investigó la guerra en Encinasola y al que debo esta información, Gómez Benítez «El Tubero» había abandonado el pueblo hacía mucho tiempo estableciéndose en el Castillo de las Guardas. En 1936, recién pasado de la UGT a la CNT, era presidente del Comité de Defensa, y encabezó el ataque al cuartel en unión de otros compañeros de Nerva. Herido en aquel choque, inició un periplo que lo llevaría finalmente en 1937 a la Sierra del Padre Caro (Nerva), donde permaneció con otros compañeros hasta 1939. Poco después participó con otros dos de Encinasola en el asalto a un cortijo, y fue detenido al poco tiempo. Los tres fueron fusilados en Huelva. <<

[12] Servicio Histórico Militar (SHM), Documentación Nacional (DN), A. 18, C. 6. <<

[13] Francisco Benítez Pérez, Aproximación a la Historia de Hinojos. Miscelánea Hinojera, edición del autor, Hinojos, 1997. <<

[14] Existen varias teorías: la que da el protagonismo a los gestores nombrados el 1 de agosto; la que piensa que fue el falangista Cristóbal Monge quien controló en todo momento la situación; la que establece un nexo entre varias personas dé Hinojos y un miembro del Estado Mayor de la II División, que a su vez exigió a Haro Lumbreras que Hinojos quedara a salvo de la gran purga. Es probable que aunque sólo una de esas teorías fuera la predominante, todas influyeran de uno u otro modo. <<

[15] Antes que la seguridad ofrecida por la Guardia Civil hay otro elemento. A mediados de septiembre Huelva asistió al insólito espectáculo de las reuniones populares de El Conquero, donde cientos de personas exigían el fusilamiento de los principales miembros de las escuadras fascistas. Esta situación de extrema tensión, no enteramente controlada por Haro Lumbreras al no poder solucionar los problemas que traía la represión con más represión —corría el riesgo de quedarse sin población activa— trajo consigo un considerable freno a la oleada de muerte iniciada a finales de julio. Aunque algunos de los represores más conocidos fuera desplazado, las muertes irregulares continuaron. Lo cierto es que corrió la voz de que en esos momentos habría más justicia. Ése fue el contexto de la entrega de los presos. <<

[16] No debemos olvidar que la Constitución de 1978 abolió la pena de muerte en todas las situaciones salvo en una: en estado de guerra. Esto tiene un valor especial en un país como el nuestro donde la declaración del estado de guerra y la proclamación del bando de guerra de julio de 1936, actos ambos completamente ilegales, ampararon la mayor matanza de nuestra historia contemporánea. <<

[17] Este documento procede del Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla. Se encuentra en muchos de los expedientes abiertos sobre actuaciones en los primeros momentos de la sublevación. <<