CAPÍTULO XX “La lista de la muerte”

Laura aguarda en un banco del parque, pensativa observa a su alrededor, hasta ver a Tomás que aparece trotando alrededor de la fuente. Ella se levanta para interceptarle el paso, él al verla va frenando su trote y la mira disgustado.

-¿Qué haces acá?

-Me dijeron que acá te podía encontrar y como hace días que te llamo y no me contestas -dice Laura.

Tomás aprovecha este descanso para estirar los músculos, mientras ella habla la escucha, pero sin mirarla.

-No te conteste, porque no tenía información para darte

-No seas así dice Laura dolida.

El se acerca a ella, enfrentándola.

-¿Qué no sea así? ¿Y cómo es entonces Laura? Si me usaste como un títere, todos se dieron cuenta, menos yo. Yo te quería.

-Nunca te mentí, nunca te engañe...

-¿Qué haces acá? No entiendo, ¿qué queres?

-Quería saber como estabas, me preocupo por ti.

El asiente pensativo, esto lo hace calmarse un poco. Se quedan en silencio un instante, Tomás la mira.

-Piensas que soy un chico tonto, ¿no?

-Para nada...

-Entonces, ¿por qué no quieres estar conmigo? - El se acerca y la toma por la cintura- ¿No te gusto?

-No pasa por ahí.

-Entonces ¿por qué Laura? Porque yo estoy loco por ti El intenta llegar a su boca, pero ella va corriéndolo con sutileza, mientras Tomás le sigue preguntando si hay algo malo con él. Laura finalmente lo empuja y se aleja de él.

-No tiene nada que ver contigo, vale?, soy yo Tomás dice Laura al borde del llanto- no puedo estar con nadie, no ahora... Laura se aleja a paso rápido de allí, Tomás sorprendido sólo la observa alejarse.

En el cementerio se está llevando adelanto el entierro de Elisa, en primera fila está la familia con sus más allegados, el cura da la ceremonia emocionado, al escuchar el llanto de las mujeres que lo rodean.

Nadie se puede acostumbrar a esto- piensa Laura, mira a su alrededor buscando a Bruno entre los asistentes, pero no lo ve.

-¿A quién buscas? -dice una voz a sus espaldas.

Ella se da vuelta y se encuentra con Bruno.

-¿A quién piensas que busco? Tal vez hoy venga otra vez -le miente ella, intentando sonar lo más convincente posible

Bruno hace puchero desilusionado por la respuesta, ve que ella lleva zapatillas y sonríe.

-Buena elección –dice él

Ella lo mira sin comprender y él le señala las zapatillas, Laura intenta contener una sonrisa.

-No me hagas reír, estamos en un velorio -le dice ella susurrando.

-¿Y qué tiene?

-La gente, se supone que en los velorios, tiene que estar triste.

-Ponele -dice él.

Ella lo mira sonriendo.

Cerca de dónde se lleva adelante la ceremonia, hay un sepulturero trabajando hace horas mientras observa a su alrededor, a metros de él una mujer está sentada frente a una tumba, ellos se miran un instante y luego con disimulo a un hombre trajeado que se encuentra en la ceremonia. ¿Qué hay en común entre éstas personas? Sos oficiales encubiertos, teniendo el precedente de los entierros anteriores y de que Benjamín por puro gozo, quizá, decide asistir, están allí aguardando su llegada, atentos a cualquier situación extraña.

La gente comienza a alejarse del lugar hasta que queda desierto, los tres policías se miran desilusionados. No va a asistir, tal vez se percato de algo y huyo sin llegar a acercarse.

Adriana está en su consultorio, guardando cosas en una caja, está despojando la oficina cuando golpean a su puerta. Ella mira un instante hacía allí dudando que hacer, pero finalmente se pone el delantal y entreabre la puerta.

Se encuentra con un guardia de seguridad, ella le pregunta secamente que necesita.

-El oficial Almado la está esperando en la sala dice el guardia Adriana lo mira preocupada y asiente.

Almado está aguardando en la sala a Adriana, lleva en su mano la carpeta del perfil de Benjamín Cabrera, el observa a unos internos que juegan a la pelota en la sala, entre éstos se encuentra Pedro. El guardia que regresa a la sala, les dice a los internos que con la pelota se juega afuera y se acerca a Almado diciéndole que Adriana enseguida va.

Almado asiente y mira la hora distraído, uno de los internos intenta atajar la pelota y se cae sobre Almado, tumbándolo hacía atrás.

La carpeta se le cae al piso, esparciéndose algunos papeles y la foto de Benjamín. Almado se agacha a levantarlos, Pedro al ver la foto la toma lentamente y mira a Almado

-Yo lo conozco a éste hombre, yo lo vi por acá

-Si, estuvo hace años acá- dice Almado

-No, que va. Hace días dice Pedro

Almado lo mira frunciendo el ceño, Adriana sale a la sala y preocupada interrumpe la conversación.

-Oficial, podemos ir a mi consultorio a conversar- dice Adriana Almado sigue mirando a Pedro.

-¿Está seguro? ¿Benjamín Cabrera acá?

Adriana mira preocupada a Pedro, éste desde que ella llego cambio su actitud y baja la vista sumiso. Almado le saca la foto y le pide que la mire bien.

-¿Estás seguro que lo viste acá?

Pedro lo mira un instante en silencio y termina negando. Comienza a reírse exageradamente.

-Era una broma, una broma... Yo que sé

Pedro vuelve a jugar con sus amigos, Almado lo mira extrañado. Adriana interviene, para sacarlo de sus cavilaciones.

-Oficial, ¿qué necesitaba?

-Tenía que hacerle unas consultas sobre el perfil de Cabrera

-Claro, sigame. Estoy remodelando mi consultorio, pero podemos usar la biblioteca

Ella comienza a avanzar por el pasillo, Almado la sigue. Pedro los observa irse.

Bruno regresa a su apartamento, entra y se dirige al balcón donde Simón lee el manuscrito mientras bebe un té. No más sentarse suena el timbre y Bruno a regañadientes se dirige a abrir la puerta, donde se encuentra con Juan Cruz y Baltazar, su amigo lo saluda y Bruno, anticipándose, prevee que algo se traman, para llegar los dos juntos a su casa.

Los guía hasta el balcón, Baltazar se acerca a Simón y le estrecha la mano.

-Simón, ¿cómo se encuentra con todo lo que está pasando?- pregunta Baltazar.

-Intentando llevarlo dice Simón con timidez- Si pienso en las familias o en éstas mujeres se hace más difícil

Baltazar suspirando se sienta.

-Si, esto es por la ineptitud de nuestro sistema, la policía que tenemos no sabe como lidiar con estás situaciones. Si viviéramos en Estados Unidos, este asesino ya estaría tras las rejas y en el mejor de los casos, condenado a la silla continúa Baltazar

-Si, creo que la policía está haciendo un gran trabajo -dice Bruno.

Baltazar inclina la cabeza hacía un lado y hacía otro, expresando sus dudas al respecto.

-Bruno, ayer recibí una llamada muy interesante y contacte a Juan Cruz para ver que pensaba al respecto y los dos consideramos que sería algo muy bueno esto

Bruno mira a Juan Cruz que le

guiña el ojo

-¿Viste alguna vez el programa Crímenes reales?- dice Baltazar

-No- dice Bruno, preocupado por el camino que está tomando la conversación.

-Bueno, es un excelente programa periodístico que tratan los casos que la policía pudo y no pudo resolver – Baltazar mira a Juan Cruz solicitando su apoyo.

-Es un clásico, hace más de diez años que está al aire- dice Juan Cruz

-Quieren que tú, Bruno, te sumes al panel del programa, para debatir sobre el actual caso del Estrangulador y otros que tienen en el tintero, creen que el sumarte, le va a dar un aire fresco al programa.

-Es una excelente oportunidad- dice Juan Cruz.

Los dos hombres comienzan a hablar sobre los planes en relación a eso, Bruno podría estudiar criminalistica para estar más preparado y plantean que alguna vez Philip Plass puede hacer una serie ficcionando estos crímenes, ellos conversan y planifican, mientras los involucrados sentados enfrente sólo observan a uno y otro.

-No! dice Bruno

Los dos hombres lo miran extrañado, como no entendiendo a qué se refiere ¿no?

-¿Cómo no? -le pregunta Baltazar

-No, Baltazar. No. Estamos hablando de algo muy serio, no tengo tiempo ni ganas para ir a un programa de televisión, para contarle a gente que sólo ve esos programas por el morbo de saber de la existencia de crímenes reales y ver alguna que otra imagen escalofriante, no...

Baltazar lo mira fijo, totalmente en desacuerdo, Juan Cruz le lee la mirada y decide intervenir.

-Pero las posibilidades son infinitas, desde ahí podrías ayudar a la policía, contarías con un canal para difundir las cosas que crean necesarias.

Bruno de repente se siente con valor y tiene tantas cosas guardadas para decirle a Baltazar, tantos “no” que nunca le pudo decir que ahora se planta y se re planta en su postura.

-Les agradezco la oferta, pero no...

-Es tu trabajo -dice Baltazar molesto.

-No lo es, quiere que revisemos el contrato? Claramente, dice que cosas extras que pudieran ir surgiendo en el camino, la hablarían ambas partes para decidir que hacer al respecto. Bueno, yo soy la otra parte y digo no.

Baltazar pega un golpecito en la mesa y se va sin saludar, Juan Cruz mira molesto a su amigo, preguntándole que está haciendo.

-No soy su peón, Juan Cruz, no voy a estar haciendo todo lo que el quiera... Tú siguele el juego si queres, no me metas a mí...

-Estás actuando como un tonto, yo soy el que tengo que lidiar con él ahora.

Juan Cruz se levanta y se va, Bruno suspira, contento consigo mismo y le pregunta a Simón si quiere más té.

Almado va saliendo hacía el estacionamiento del reformatorio cuando alguien lo toma por detrás arrinconandolo contra la pared, es Pedro que le tapa la boca para que no grite. Almado instintivamente, intenta sacar su arma, pero Pedro le dice que no hace falta, que sólo quiere hablar de Cabrera.

Almado al escuchar ésto, deja de forcejear y se dispone a escuchar.

-Si lo vi, estuvo acá hace unos días. Estaba con ella Almado lo mira intrigado, con la mano de Pedro cubriendo aun su boca.

-Con ella, la doctora Miranda

Almado no puede creer lo que escucha, Pedro finalmente lo suelta.

-Fue todo muy raro, cuando le insinúe que los había visto se puso muy violenta. Me asusto mucho.

Almado entra corriendo al reformatorio y el guardia de seguridad lo frena.

-Eh, ¿qué hace? No se puede correr acá

-Tengo que ver a la doctora

-Bueno, vaya, fue para su consultorio, pero caminando hombre, caminando.

Almado a paso rápido se dirige al consultorio de la doctora, golpea y se anuncia, pero no recibe respuesta. Abre la puerta y descubre que el consultorio está vacío de las cosas de la doctora, sólo queda el escritorio y la silla. Almado niega molesto, nos la jugo- piensa.

Almado sale al pasillo por donde pasa un enfermero y el lo detiene, sobresaltándolo

-¿Hay otra salida por acá?

El enfermero le indica la salida de emergencia al final del pasillo, Almado corre en esa dirección, la salida de emergencias está abierta y da a un patio trasero del reformatorio que está cercado. El se dirige hacía una reja que tiene una cadena, Adriana va caminando hacía el estacionamiento con una caja en la mano.

-Doctora ¿a dónde cree que va? grita Almado

La mujer se da vuelta sorprendida y al verlo empieza a correr. Almado golpea la reja molesto y se dispone a saltarla, cae al piso y se incorpora, yendo tras los pasos de Adriana.

Almado dobla a la esquina y ve el auto de la doctora salir del reformatorio y alejarse a gran velocidad, él hace un último esfuerzo para detenerla, pero se le escapa. Almado se apoya sobre sus rodillas, agitado.

Simón esta sentado a la puerta balcón del apartamento revisando el cuaderno de cuentos. Al llegar la noche la vista de parte de la ciudad y el río, desde allí es impresionante. Bruno sale con dos tragos y le entrega uno, Simón lo mira con duda, no le gusta mucho beber alcohol pero esos últimos días fueron tan difíciles y pesados, que lo considera una buena opción.

Bruno se acerca a la baranda y observa a su alrededor mientras bebe el trago, le dice a Simón que lo que más le gusta de ese lugar es la vista, lo invita a acercarse pero su amigo le dice que desde ahí está bien y tiene una excelente perspectiva.

-Simón, ¿tienes vértigo? dice Bruno riendo divertido

-No es nada divertido, te cuento, es una fobia muy común y puede ser muy grave dice Simón molesto.

Bruno compresivo se acerca a él.

-Si, sin duda, no es eso, es que, sin ofender... te había imaginado muy diferente.

-¿Y como me habías imaginado? pregunta Simón

-No sé, al leer tus libros pensé que tu vida debía ser una montaña rusa todos los días. Se que Lamarine es un personaje de ficción, pero no sé...

-Si, a todos les pasa eso... Se decepcionan al saber que soy Philip Plass. Ya estoy acostumbrado, no te preocupes -Simón se acomoda los lentes de manera instintiva, Bruno niega.

-No me decepcione en absoluto! Si eres distinto... Pero estás haciendo tanto para proteger a éstas mujeres...

-Si, pero no logramos nada dice Simón, como siempre tirándose abajo.

-Lo enfrentaste, eso es lo que importa! Estoy orgulloso de ti.

-¿En serio?

-Claro que si- dice Bruno

Simón le sonríe y baja la mirada hacía el cuaderno, niega molesto consigo mismo.

-¿Ese es el cuaderno?- pregunta Bruno

Simón asiente, Bruno se agacha frente a él, toma el cuaderno y lo observa y al girarlo se cae un papel.

-¿Qué es esto? pregunta Bruno

Simón lo mira intrigado, Bruno abre el papel.

-Leonardo Bruno ¿te suena?- dice Bruno

Simón lo mira alarmado.

Leonardo Bruno llora.

No se puede decir que él fuera uno de esos hombres que no llorara nunca, le gusta emocionarse por una buena película y llorar, por una bella canción y llorar, cuando contiene ganas de gritar y patalear delante de su jefe... llorar a escondidas... Pero este caso es un tanto diferente, Leonardo Bruno llora de miedo y tiene la cara desfigurada, bañada por las lágrimas, niega suplicante.

-Por favor, por favor... no

Benjamín indicándole que se calle, le coloca una soga alrededor del cuello y ata el otro extremo a una de las columnas del puente donde se encuentran, a orillas del río La Paz.

Benjamín comienza a grabarlo con su cámara, el hombre llora cabizbajo y se limpia la nariz con la manga de su camisa. Benjamín baja la cámara y lo mira sonriendo

-Este vídeo voy a guardarlo y lo voy a ver cada vez que me acuerde de ustedes Benjamín lo tironea de los pelos- Cada vez que me sienta asustado a la hora de dormir...Verte llorar como un cerdo, me va a calmar...

-Por favor, ¿qué puedo hacer? No me mates, no...

-No,¿pensaste que te iba a matar? No -le dice Benjamín Leonardo lo observa confundido

-Te vas a suicidar

Leonardo abre los ojos asustado

-Pero antes, quiero que le grabes un mensaje a tus amigos... Benjamín vuelve a apuntar la cámara hacía Leonardo.

Un grupo de policías suben las escaleras de un edificio muy elegante, en silencio y con las armas en alto, se cruzan con unos vecinos y les piden que circulen en silencio.

Los policías avanzan por el pasillo y se detienen en el departamento 18 del quinto piso. Ese departamento pertenece a Adriana, quién fuma un cigarrillo en la esquina del edificio. Observa escondida que la policía invadió el lugar, ya es tarde, no puede entrar a su departamento, se dirige hacía donde estaciono su auto, antes de ser vista.

Un policía golpea la puerta del departamento 18 y no obtiene respuesta, vuelve a insistir, pero del otro lado nadie contesta. Ellos tiran la puerta abajo y entran al departamento que se encuentra a oscuras.

Un policía enciende las luces y prontamente revisan el lugar, pero no encuentra nada que pueda llamarles su atención, salvo una notebook que tiene una foto en la pantalla de Leonardo Bruno. El policía mueve el mousse para ver más y aparece una pantalla de seguridad que dice INGRESE LA CONTRASEÑA PARA SEGUIR.

-¿Quién es? pregunta Bruno, mirando a Simón.

-Un niño que vivió en el hogar conmigo dice Simón- Con nosotros- se corrige

-¿Y Benjamín Cabrera tiene algo contra él también? No entiendo. Comienza a sonar el teléfono, Bruno entra al departamento, al escuchar la voz del otro lado lo pone en altavoz. La voz fría y electrónica comienza a sonar en el departamento, Simón al escucharla, entra al departamento.

-Tienes algo que me pertenece

Simón y Bruno se miran

-No sé de que hablas dice Simón

-Un cuaderno que te llevaste de mi casa, ¿te suena?

-Ese cuaderno es mío, me pertenece.

-Sigue mintiéndole a todos, si te hace bien. Página 31 La comunicación se corta en ese momento, Simón y Bruno se miran intrigados y toman el cuaderno de la silla. Simón presuroso, busca la página 31 y al verla, abre los ojos sorprendido, mira a Bruno

-No puede ser

Almado estaciona su auto en una cortada, baja de éste y le pone la alarma, se lo ve un poco mareado, evidentemente estuvo bebiendo. Él se acerca a una casa, sube una estrecha escalera hasta la puerta. Al llegar toca el timbre y abre la puerta Gabriel, los dos hombres se miran serios.

-¿Estas viviendo en mi casa? pregunta Almado

A modo de respuesta, aparece Florencia por detrás preguntando si es el delivery.

-Carlos dice Florencia ¿qué haces acá?

-Pase, quería verte -confundido- ¿qué hace él acá?

-Carlos, no te la agarres con ella, preguntame a mi lo que quieras- comienza Gabriel

-¿Qué te metes? Estoy hablando con mi mujer dice Almado violento.

-Para, así no...Así no voy a hablar!- dice Gabriel negando

-Que no así, es mi mujer carajo, ¿qué no entiendes? dice Almado intentando abalanzarse sobre Gabriel, Florencia se pone en medio, molesta.

-Carlos, tienes un olor a alcohol encima, ¿cómo puedes venir así acá? dice Florencia

Almado fuera de sí, un poco impulsado por el alcohol, otro tanto por la bronca, empuja a Florencia y se tira encima de Gabriel, intentando golpearlo, ahí es cuando percibe que bebió más de lo que creyó, ya que sus reflejos no le responden lo suficientemente rápido y se liga una trompada que lo tira al piso.

-No quería llegar a esto, pero te tienes que calmar- dice Gabriel Diciendo eso, consigue el efecto opuesto en Almado que gritando se abalanza sobre Gabriel, tumbándolo al piso, Florencia intenta separarlos gritándole que paren...

-Eramos amigos, en cuanto pudiste te tiraste a mi mujer... Ahora ¿vienes a ocupar mi casa? ¿Mi baño? ¿Mi cama?

-Carlos grita Florencia, llamando su atención- Ya es no tu casa, ni yo soy tu mujer!

Almado detiene su forcejeo con Gabriel y mira a Florencia dolido, ella largo eso fríamente, para hacerlo entrar en razón, él va a hablar pero no sabe que decirle. Le palmea el pecho a Gabriel, como diciendo ganaste y sale de encima de él.

Almado se detiene una vez en el umbral y observa a Gabriel en el piso y a Florencia inmovilizada en su lugar y sin decir más se aleja de allí, al bajar las escaleras de la casa se cae mareado. Florencia pega un grito sorprendida y baja a ayudarlo, Gabriel molesto le dice que lo traiga adentro, que se quede a dormir esa noche, no se puede ir así.

Amanece sobre el río la Paz, las gaviotas despliegan su esplendoroso vuelo sobre el agua, algunos patos se acercan a la orilla y limpian su cuerpo en el río, el día promete ser un poco más cálido que los anteriores, con el sol ya asomándose vigoroso. Un pescador madrugador se acerca con una silla y una valija, va silbando una canción, tiene toda la ropa para pescar incluyendo un chaleco y un gorro marinero a juego.

Le gusta llegar temprano para escoger el mejor lugar y disfrutar un momento de esa tranquilidad, mientras otros duermen, prepara una linea y la tira al río atándola de una columna, acomoda su silla junto a ésta y cuando se da vuelta para buscar algo ve una escena que lo deja atónito, colgando del puente La Paz hay un cuerpo que las gaviotas picotean, se trata de Leonardo Bruno.

En el diario Meridiano de ese día anuncian que el río se va a encontrar picado.

En el piso del edificio, comienza la jornada entre idas y venidas. Laura está en su cubículo, trabajando con su computadora cuando su Rafael, su fotógrafo se acerca y le entrega un pen drive diciéndole que son esas las últimas fotos, ella se lo agradece y lo conecta a su computadora. Ellos conversan algunas cosas sobre el trabajo mientras Laura pasa las fotos del pen a su computadora.

-¿Elegiste algunas en particular? pregunta ella

El fotógrafo se acerca a la computadora y comienza a pasar imágenes, son fotos de la conferencia que dio Almado, de la llegada de Bruno al teatro Orfeo, del momento en que encontraron el cuerpo de Elisa en el escenario. Laura se queda mirando una foto donde está Almado conversando con Bruno y Simón.

-¿Quién es él?

-¿Quién?- pregunta el fotógrafo

Ella señala en la pantalla a Simón.

-El.

-Será un policía dice Rafael

-No, no tiene placa. Ya lo vi otras veces.

Ella abre un cajón donde tiene archivado varios diarios anteriores de Meridiano, toma uno en particular y comienza a revisarlo hasta que encuentra la hoja que busca y se la muestra de nuevo, se ve a Simón con Bruno, sentados sobre una patrulla.

-Acá de nuevo dice ella.

-No sé, aparece siempre con Philip Plass.

-Eso parece dice Laura mientras observa pensativa la foto del diario.

Almado se despierta en un sofá, mira a su alrededor confundido cuando se da cuenta que está en la casa de Florencia, su ex casa, y recuerda todo lo sucedido la noche anterior. Se levanta y se toca la cabeza dolorido, tiene resaca, hacía tanto tiempo que no sufría de una resaca... Se dirige a la cocina en búsqueda de agua cuando ve a Gabriel y Florencia besándose, él se va a ir cuando Gabriel lo detiene, se acerca a él.

-¿Cómo estás? ¿Mejor?

-Si, gracias. Perdonen lo de anoche.

-No pasa nada

Almado asiente aliviado y mira a Florencia que le sonríe

- Bueno, voy a prepara mis cosas- dice Gabriel y se dirige a la habitación, para darles un momento a solas.

-¿Quieres un café? pregunta ella

-Si, por favor.

El se sienta a la mesada, ella comienza a calentar el café. Almado le pregunta cuánto hace que viven juntos, ella lo mira y le pregunta si realmente quiere saberlo, Almado asiente.

-Hace cuatro meses, me ayudo mucho cuando vos y yo nos separamos

-No nos separamos, tú me echaste de casa.

Ella lo mira cansada, es sólo una diferencia en terminología. Florencia coloca dos tazas de café y la azucarera en la mesada.

-Te vi en la tele el otro día, que estás con un nuevo caso. Eso es bueno.

-Si, es una mierda, ya nada es igual

-¿Qué quieres decir?- pregunta ella

-Siento que perdí algo, ni siquiera sé como explicarlo, pero este tipo va siempre un paso adelante mío, es frustrante.

-Lo vas a atrapar

-¿Cómo estás tan segura?

-Porque siempre lo hiciste, con todos, porque sabes esperar y cuando surge la oportunidad, estás ahí listo para confrontarla. Excepto- Ella hace una pausa y lo mira

-¿Qué?

-Excepto que sigas así, bebiendo, tú no perdiste nada, solo que no puedes encontrarlo en ese estado.

-Florencia, no volví a tomar, lo juro. Sólo bebo un trago de vez en vez, puedo controlarlo

-Mmm, cuántas veces te escuche decir eso.

El café ya está caliente, Florencia toma la cafetera con cuidado y llena las tazas, Almado la observa siguiendo cada movimiento, le parece tan raro estar ahí, de nuevo, desayunando con ella.

-¿Azúcar? pregunta Florencia.

El asiente.

-Te amo ¿lo sabes? -dice Almado

Ella lo mira incómoda, sin saber que decir

-No espero que digas nada, sólo quiero saber que sos feliz.

-Lo soy, soy feliz -Florencia lo mira sonriendo, con los ojos lleno de lágrimas.

Simón apoya en el escritorio el papel con el nombre de Leonardo Bruno, Almado mira el papel y luego a Simón y a Bruno parado detrás. Se encuentran en la oficina de Almado, Simón y Bruno se ven agotados, tuvieron una noche agitada.

-¿Quién es? pregunta Almado

-Un niño que vivía con nosotros en el hogar dice SimónEncontramos su nombre en el cuaderno.

-¿Crees que puede tener algo contra él? pregunta Almado

-No lo sé, no éramos sus amigos, nos fastidiaban siempre, él y otro muchacho, Ricardo Levi dice Simón

Hay que encontrarlos, necesitamos difundir estos datos urgentedice Almado

-Se quién nos puede ayudar dice Bruno

Almado lo mira asintiendo, Bruno toma esto como un sí y sale de la oficina. Simón saca de su maletín el cuaderno y se acerca a Almado

-Hay algo más dice Simón

Abre el cuaderno en la página 17 y ve la misma página que en el crimen del estacionamiento, la mujer-payasa atada a la silla. Almado toma el cuaderno en manos y comienza a hojearlos

-¿Qué es este cuaderno?

-Es mi primer cuaderno de cuentos, lo tenía escondido en el hogar, es el que le dijimos que Benjamín Cabrera robo. Mire todos los dibujos que agrego... Dibujo partes de los cuentos y las transgiverso

Simón sigue dando vuelta la página y le muestra una joven muerta en la playa, una joven encerrada en un cofre, todas las escenas tal cuál las encontradas en los crímenes

-Maldito hijo de puta

-Ayer nos llamo dice Simón- Y me pidió que viera está página Simón da vuelta el cuaderno hasta la página 31, Almado lo mira, es un hombre corriendo en la playa mientras es atacado por gaviotas.