CAPÍTULO II “El hombre del sobretodo gris”
Una luz fluorescente titila en una sala de la morgue. El doctor Fernández es el único en el lugar, cincuentón, soltero y dedicando su vida exclusivamente a los muertos, no es el más popular entre sus amigos... Confía más en los muertos, que en los vivos, a los primeros los puede entender y saber que les paso. Los segundos, son siempre un misterio.
La chica rubia, se encuentra desnuda sobre una camilla, el doctor con los guantes de látex puestos, comienza a revisar el cuerpo de la víctima. Observa las heridas en las muñecas y tobillos, rozándolos lentamente con sus manos y toma nota en una agenda. Observa las marcas en su cuello, producto del estrangulamiento que acabo con su vida, probablemente hecho con una soga gruesa. Toma nota en su agenda.
Revisa el rostro de la víctima y ve algo en la boca que llama su atención, le abre la boca suavemente con los dedos y con un palillo de plástico, raspa los dientes de la víctima, que suenan ásperamente en el entorno. El doctor Fernández observa con inquietud, la materia tomada de los dientes, parecen trozos de piel muy pequeños.
A la madrugada no hay muchas criaturas dando vueltas. Suelen ser las mismas y se conocen e identifican. Las luciérnagas, que parece que siempre esperan poder compartir su luz en la oscuridad, las lechuzas, que desde la altura de un árbol observan con sus grandes ojos todo el panorama, los murciélagos, que salen a volar y desplegar sus alas y ese hombre de gris, que camina solitario por la calle. Cabeza gacha, fuma un cigarrillo pensativo.
Llega a una casa esquinera y saca, de abajo de una maceta, una llave con la que abre la puerta de entrada.
La casa es humilde y antigua, se encuentra en penumbras pero se puede distinguir los vestigios de otras épocas, en sus estructuras y sus muebles... El hombre del sobretodo gris se lo saca y se dirige a la cocina, apaga el cigarrillo en un cenicero y mete el sobretodo, manchado de sangre en el lavarropa. Se mira la camisa, también manchada de sangre y un poco pegada a la piel, se la saca con delicadeza y observa una herida llena de sangre, es una mordida humana, se pueden distinguir algunos dientes, marcados con ferocidad.
Al hombre se le cruzan por la cabeza, destellos de imágenes. Tomando por detrás a la chica rubia en el parque, una noche oscura. Luchando los dos en el piso, él intentando maniatarla, ella liberarse.
En un intento desesperado, la joven le muerde con todas sus fuerzas el brazo, hasta que el hombre grita de dolor y logra sacársela de encima.
-Perra-dice el hombre para sí.
Saca de un cajón una botella de alcohol y una venda, sin pensarlo dos veces, se chorrea alcohol en gran cantidad, sobre la herida limpiándola, hace una mueca de dolor, pero continúa vendando su herida con la mano libre, de la mejor manera que puede y se coloca una remera con un Mickey sonriendo.
Mete la camisa también al lavarropa y lo pone en marcha. Se dirige a la heladera y saca una cerveza en lata, mientras la bebe, se inclina sobre un hombre, que está atado a una silla, muy asustado. Tiene el uniforme de un correo “Express”, pantalón y camisa amarilla con gorrito a juego, tiene la boca tapada.
-¿Qué tal fue tu día? El mío de lo más interesante
El hombre del sobretodo gris, bebe un largo sorbo de cerveza.
A las diez de la mañana, el sol llega a una posición, en que hace unos hermosos reflejos en el río, pareciera como si centenares de diamantes, brillaran a través del agua, haciendo formas y mostrando un baile, para lo más atentos. Y lo más curioso, es que ese baile nunca se repite.
Philip está acostado en el sofá de su apartamento, con un amplio balcón que ocupa todo lo largo del mismo y con una vista impresionante, de la ciudad y el río.
El descansa en el sofá, con un cubreojos negro y, ajeno, se pierde del baile de los diamantes.
El apartamento, está ubicado en el onceavo piso, de un edificio de esos nuevos, que llaman inteligente. Con mas tecnología que inquilinos. El lugar es moderno, tiene costosas obras de arte decorativas, un hermoso piano blanco y una pared repleta de películas en DVD. Las palabras que mejor describen, el apartamento de Philip, son el estilo y la modernidad.
De fondo, se escucha una melodía de jazz, mientras Juan Cruz prepara unos licuados en la cocina, con una abundante mezcla de frutas, sirve dos copas y le alcanza una a Philip, preguntándole si se le paso la jaqueca, éste niega.
Suena el timbre, Philip molesto, dice que no quiere ver a nadie y bebe un sorbo del licuado.
Juan Cruz contesta el portero y al escuchar la voz del otro lado, les pide que lo dejen subir, Philip se saca el cubreojos y lo mira sorprendido.
-Menos mal que te dije que no quiero recibir a nadie.
-Es Baltazar dice Juan Cruz, mientras se dirige a abrir la puerta. Philip se incorpora al escuchar eso.
Baltazar J. Dolli, el presidente de la editorial “Eclipse”, cuna y gestora de la serie de libros de Lamarine, es un hombre de 60 años, un tanto inescrupuloso, codicioso, su vida pasa por y para su trabajo. Al instante, Juan Cruz regresa acompañado por Baltazar y su asistente, no parece muy contento.
-Baltazar, que bueno y raro recibirlo en mi casa.
-Asesinato, crimen en serie... ¿Por qué esas palabras se vieron envueltas con la presentación? ¿Se suspendió todo y nadie me aviso?
Baltazar, a medida que va preguntando eleva la voz, Philip lo mira confundido.
-Disculpe Baltazar, pero ¿cómo se entero?
Baltazar lo mira con poca paciencia, extiende la mano hacía atrás, donde el asistente deposita un diario del Meridiano. Baltazar se lo pasa a Philip, Juan Cruz se pega a su espalda para ver. En la primera plana, sale una foto de Philip con un escandaloso título “Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia” El aclamado escritor, Philip Plass, fue retirado y demorado ayer por la policía local, para ser interrogado por el crimen de una mujer, cometido horas atrás, a escasos metros de donde él se encontraba.
Philip repara, en que la autora del artículo es Laura y se lo señala a Juan Cruz, mira a su jefe, que los observa a los dos intermitentemente y continúa.
-Lamarine es el interés nº1 de Eclipse. Si Eclipse fuera un árbol, Lamarine sería nuestro oxígeno...¿Se entiende? Cualquier cosa, la más mínima que suceda, soy el primero que debe saberlo. Juan Cruz traga saliva, sin saber que decir, intimidado por Baltazar, no puede más que asentir. Baltazar se sienta frente a Philip.
-Ahora, ¿Me vas a explicar que sucedió?
Philip suspira y le cuenta brevemente, que los oficiales fueron a buscarlo para que lo ayudara con el caso, porque había una aparente vinculación entre el crimen y los libros de Lamarine. Baltazar escucha todo en silencio, analizando. Philip prosigue, explicándole que no notificarían nada a la prensa sobre eso, se manejaría todo con el más bajo perfil posible. Baltazar se levanta pensativo y camina alrededor de los dos hombres.
-Esto es perfecto dice Baltazar.
Philip y Juan Cruz se miran sin comprender. Baltazar habla en voz alta, más para si que para el resto.
-Philip Plass escritor de misterio y en su tiempo libre asesor de la policía. Eso es perfecto!! A la gente le va a encantar! Va a envolver a la serie de un aura de realismo, crímenes reales! se ríe- Si algo le faltaba a Lamarine...Vamos a hacer una entrevista con la prensa, donde vamos a informar tu posición en el caso... Juan Cruz temeroso levanta una mano, como pidiendo permiso para hablar
-Señor Dolli, la policía nos pidió total reserva en el caso, nos podemos hablar con la prensa.
Baltazar lo mira un momento en silencio y soberbio continúa
-De la policía me encargo yo, ustedes arreglen el contacto con la prensa.
Sin más, Baltazar sale del apartamento, seguido por su asistente. Philip vuelve a taparse los ojos y a recostarse en el sofá
-Cuando termine todo esto, voy a tomarme unas merecidas vacaciones
En una amplia oficina de la comisaría sexta, hay tres escritorios repletos de papeles y carpetas, cada uno con una computadora y ahora con los libros de la serie Lamarine, divididos entre los tres escritorios, abiertos, hojeados y con muchos “ayuda memoria”, pegados en sus páginas.
Un teléfono suena sin parar, mientras se ilumina su teclado. Almado está parado frente a una pizarra, abstraído del resto. La oficina está dividida de la comisaría, con unos paneles de vidrio que llevan persianas americanas, en ese momento están abiertas y se puede ver el trajín típico de la comisaría.
En la pizarra, hay pegadas varias fotos de la víctima del estacionamiento, las que tomo el oficial el día anterior. La chica sentada, las muñecas, los pies, su cuello, el número dos en la pared. La hoja del libro de la mujer-payasa, la frase que pendía del cuello de la chica. Almado observa todo pensativo, intentando sacar las primeras impresiones del caso, cuando la puerta se abre de golpe y entra el oficial Franco.
-Jefe, ¿Por qué no contesta?
Almado lo mira como si no comprendiera.
-Nos están llamando de la morgue, ya terminaron el informe.
Laura llega acompañada de su fotógrafo, al edificio de la editorial Eclipse, que se encuentra en una manzana privilegiada en el centro de la ciudad, un edificio lujoso y pulcro. Ella se anuncia en recepción: tienen una cita coordinada con el señor Philip Plass.
Esa mañana fue muy inusual para Laura, al recibir un llamado de Juan Cruz, diciéndole que querían coordinar una entrevista, en relación al crimen del estacionamiento, que el señor Plass los aguardaría al mediodía en la editorial y allí están, luego de una larga discusión con su jefe, que quería enviar al escritor de policiales, Laura dispuesta a obtener la nota, utilizo lo que para ella es una mentira piadosa y sumamente válida, diciéndole que sólo harían la entrevista con ella, ya que la conocían de hace tiempo. Su jefe a su pesar, acepto.
La recepcionista los guía hasta la sala de reuniones, en el tercer piso, que se destaca del resto del edificio que es más lúgubre, aunque un baño de elegancia, cubre todo el lugar, al entrar a este piso en particular, te recibe una suave música clásica que sale de las paredes, tres grandes ventanales llenan de luz natural el lugar y dan una vista impresionante de la ciudad.
Cuando llegan allí, la recepcionista les informa que el fotógrafo deberá aguardar afuera, Laura refuta
-Claro que no, necesitamos fotos
La recepcionista firme, se niega
-Déjenos su mail y le enviaremos todas las fotos que necesiten del señor Plass, ahora será sólo la entrevista.
Laura niega molesta y mira a su fotógrafo susurrándole
-Algo es algo. Salgo enseguida.
Ella entra a la sala de reuniones, al fondo de una mesa rectangular beben café conversando Philip y Juan Cruz, él primero al verla, no puede ocultar su incomodidad.
-¡¿Justo ella tenía que ser?! le susurra a Juan Cruz al oído.
-Tengo diez llamadas pérdidas por día de ésta mujer, ¿A quién creías que iba a llamar? le susurra Juan Cruz.
Laura al escuchar su torpe intento, de hablar a escondidas baja la vista, intentando controlarse. Tengo que ser amable, tengo que ser amable.
Juan Cruz se levanta a recibirla, estrechándole la mano.
-Laura, que bueno que haya podido venir y con tan poca anticipación.
-Si, me sorprendió mucho el llamado.
-Es que hay algunas dudas en relación al papel del señor Plass en el caso y queremos blanquearlas- dice Juan Cruz, Laura asiente.
-Genial Ella le estrecha la mano a Philip que le sonríe falsamente
-Un placer volver a verla- dice Philip
Laura, dejando en claro que escuchó toda la conversación, le contesta irónicamente.
-Si, claro.
-Bueno, ¿Quiere algo para beber? ¿Un café? - Juan Cruz le pregunta a Laura, ella niega- Los dejo trabajar entonces. Permiso. Juan Cruz se retira dejándolos a solas, Laura comienza a buscar en su bolso, hasta sacar un bloc.
-Espero que no vaya a improvisar ahora dice Philip
-Claro que no, tengo todo escrito dice Laura de mala manera.
-Sorprendente dice Philip mientras se reclina en su sillón, mirándola divertido.
Laura se lo quiere comer vivo, respira hondo e intenta ponerse en plan profesional.
-Un guardia de seguridad del estacionamiento Luz, de calle 3 de Febrero encontró el cuerpo de una chica, de aproximadamente treinta años asfixiada hasta la muerte Laura lee sus anotaciones en el bloc- Los empleados vieron salir a un hombre desconocido hasta el momento.
-¿Va a algún lado con todo esto? -pregunta Philip aburrido- Todo muy lindo, pero yo si tengo una vida
-Si, claro ella cierra el bloc y lo mira desafiante- A la hora de haber encontrado el cuerpo, dos oficiales lo fueron a buscar a usted señor Plass y lo llevaron del lugar, hasta la escena del crimen. Eso es muy sospechoso para mí.
Philip sonríe divertido y se reclina hacía adelante, mirándola fijo a los ojos
-Me encantaría escuchar su hipótesis –dice Philip
Ella lo imita y se reclina hacia adelante, quedando muy cerca uno del otro.
-Creo que usted tiene algo que ver con esto, lo van a tapar con lindas palabras, seguro... Pero no confió en usted ni un poco.
-¿Y para qué vino hasta acá entonces? pregunta Philip.
-Porque voy a desenmascararlo- dice Laura
Philip se ríe a carcajadas.
-No podría estar más errada! Ahora si está dispuesta, puedo contarle la verdad.
-Soy todo oídos.
-El motivo por el que la policía fue a buscarme, es porque necesitaban mi asesoría en el caso.
-Ah si?
-Si, eso mismo. No soy un improvisado, para escribir mis libros me asesoro, en las más sofisticadas técnicas de la criminalística, me llamaron para que de mi opinión al respecto, voy a ayudar a la policía en éste caso.
Laura lo mira, sin creerle ni una palabra.
-Debería chequear su fuente continua Philip- y no guiarse por las cosas absurdas, que hablan en esas revistas de chismes.
-Créame, esas revistas no son de mi mínimo interés.
-Entonces me pregunto, de donde saca sus ideas.
-Corazonada, llámele -dice Laura
Philip la mira asintiendo
-Así que... ¿Está es la versión oficial? dice Laura
-Es la verdad, siento decepcionarla
-¿Avanzaron algo con el caso?
-Nada concreto todavía.
-Um, se ve que su asesoría no ayudo en mucho.
-Hay cosas que llevan tiempo, estamos trabajando en conjunto con la policía para encontrar al asesino lo más pronto posible. Juan Cruz regresa y pregunta como va el asunto, Laura dice que ya tiene todo lo que quería, se levanta y toma sus cosas.
-Señor Plass, muchas gracias por su tiempo.
Philip la despide con una inclinación de cabeza, Juan Cruz la acompaña hasta la puerta y regresa junto al escritor.
-¿Qué tal fue todo?
-Es insoportable, no puedo ni pasarla.
Laura sale de la sala y se une con su fotógrafo, que aguarda en recepción.
-¿Ya terminaron? pregunta él
-Si, es insoportable. No puedo ni pasarlo.