CAPÍTULO XV

¿Saben realmente quién es Philip Plass?

Almado va manejando su auto de regreso a la comisaría, cuando le avisan por la radio que un hombre fue atacado en un bar, dice que reconoció al Estrangulador y éste lo ataco con una botella, lo trasladaron al hospital Cruz.

Almado sin demora, gira en U en la calle y se dirige directo al hospital, al llegar se encuentra en el pasillo a Carmen junto a una policía, que habla con ella intentando calmarla, cuando lo ve a Almado, se detiene.

-Señora Carmen, él es el oficial a cargo de la investigación Almado asiente y le estrecha la mano formalmente, preguntándole por su esposo, la mujer dice que se encuentra fuera de peligro.

-¿Puede contarme lo ocurrido?

-Si, yo presencie todo. Estaba ese hombre ahí, comiendo y cuando salió en el noticiero que la policía lo estaba buscando se puso como loco, quiso huir, mi marido lo quiso detener... Mi pobre marido! Y paf! Que le rompió una botella de vidrio en la cabeza, él pobre cayo redondo al piso.

Almado asiente comprensivo

-¿Algo más que nos pueda decir de Cabrera? ¿Era la primera vez que lo veía por ahí?

-No, claro que no- dice la mujer.

Almado la mira interesado y le da pie para que continúe.

- No es un cliente habitual, pero si fue cerca de cinco veces, nunca me olvido una cara! Siempre solía ir sólo, pero una vez fue con una mujer

-¿Una mujer? pregunta Almado.

-Si, una mujer dice Carmen, feliz de ser útil

-¿Cómo era?

Carmén se detiene pensativa y coloca la mano en su boca.

-No era muy grande... ni muy joven- dice la mujer- No era gorda, pero tampoco muy flaca

Almado la mira impávido.

Sonia se dirige a su habitación de las cabañas Mar y Sol conversando con una de sus compañeras, trivialidades sobre algo que estaban viendo en la televisión

-No me lo puedo creer dice la mujer riendo.

Apenas abren la puerta sienten una brisa fría que proviene de la habitación, la mujer le pregunta si dejo la ventana abierta a lo que Sonia niega. En cuánto encienden la luz, para sorpresa de ambas, la ventana se encuentra abierta de par y la cortina blanca, flamea por el viento.

Sonia se acerca a una mesita y encuentra sus ejemplares de los libros de Lamarine, todos rotos y los pedazos de hojas sueltos que vuelan por el viento. La mujer entra a la habitación y se detiene mirando hacía la pared.

-Sonia mira

Su amiga, todavía observando incrédula el desastre que hicieron con sus libros, se acerca a la mujer y observa en la misma dirección, igual de sorprendida.

En la pared hay un mensaje escrito con letra azul que dice ¿Saben realmente quién es Philip Plass?

Las dos mujeres se miran y gritan, mientras salen corriendo de la habitación.

El reloj de la avenida marca las once de la noche, cuando varias patrullas se estacionan alrededor, bajan una docena de policías, entre éstos Franco y Almado.

Almado se apoya sobre un capo y extiende un mapa, todos los hombres se acercan a él observando

-Sánchez y Uribe vayan por ésta, derecho al fondo. Cirutto y Menendez cinco cuadras adentro, Jiménez y Molina vayan para el lado del cine, Vergara y Carrizo recorran el sector comercial a medida que Almado dice todo ésto va marcando el mapa con círculosNosotros nos quedamos acá, con esto completamos un radio de 10 cuadras alrededor del bar, si éste tipo vive por acá, alguien tiene que haberlo visto

Los policías asienten, Almado continua

-Muestren las fotos, frenen a la gente, vamos que hoy se puede acabar todo.

Los policías comienzan a dispersarse hacía las zonas asignadas.

Benjamín va caminando por la calle de su casa, cuando ve una patrulla acercarse, se esconde entre unos matorrales. La patrulla pasa con mucha lentitud por la calle, observando los laterales. Se detiene a la altura de los matorrales y alumbran en esa dirección con linternas. Benjamín no puede verlos, pero los escucha hablar.

-Te digo que vi algo saltando- dice el policía uno

-Debe haber sido un gato- dice el policía dos

Para Benjamín los minutos se hacen eternos y se esfuerza por contener hasta su respiración. Mira a su alrededor, mientras piensa sus opciones más factibles, en caso de que los policías bajen.

Si baja, lo hará uno sólo, podre con el con facilidad pero el otro, podrá avisar a la brevedad a la central y esto estará lleno de policías en un parpadeo- piensa Benjamín- No, no deben verme. El mira los laterales de la calle, para cualquiera de los dos lugares para los que fuera, se vería expuesto a la mirada de lo policías y eso no podía terminar bien.

Escucha que la puerta de la patrulla se abre y los pasos sobre el asfalto, Benjamín esta preparado para pelear, a muerte, con el policía

-Ahí está- dice el policía

Benjamín se dispone a salir de su escondite, pero entre las arbustos, ve al policía agacharse y toma un pequeño gato negro.

-¿Viste? ¿Qué te dije? – dice el policía dos- Vamos

Benjamín no puede creer lo que acaba de pasar, esto debe ser a lo que la gente llama suerte.

El oficial Lupe entra a la habitación de Sonia llevando su arma en alto, las dos mujeres lo siguen pegadas a su espalda. El se agacha y revisa bajo la cama: nada. Abre de un golpe el armario: nada. Por último, se dirige al baño, corre la cortina de la ducha con el arma: nada. La habitación está vacía.

El oficial se acerca, cierra la ventana y observa la escena a su alrededor, los libros de Philip Plass destrozados, con hojas dispersas por toda la habitación y el mensaje en la pared. Las mujeres asustadas lo observan.

-Bueno, tranquilas señoras, no hay nadie en la habitación.

-Pero entro oficial, estuvo acá, toco nuestras cosas -dice Sonia enojada- yo no me quedo una noche más acá.

-Disculpe, yo tampoco. Estoy muy asustada, prefiero estar en mi casa, con mis cosas- dice la amiga.

Sonia asiente, se acerca y la abraza. El tumulto despertó al resto de las mujeres que, de a poco, van acercándose a la habitación y al ver lo sucedido, se suman al pánico general.

-Chicas, vayan preparando sus cosas. Volvemos ya mismo a la ciudad

-dice Sonia.

-No! -dice Lupe con firmeza, las mujeres lo miran sorprendidas

-Ustedes están acá bajo custodia policial, si quieren irse, van a tener que esperar a mañana y firmar frente a un juez que lo hacen por propia voluntad y bajo su responsabilidad.

-¿Dé que habla? ¿Custodia policial? Y un asesino anda jugando por los corredores a sus anchas -dice una de las mujeres.

-Está jugando con ustedes, esto es una provocación. Quiere asustarlas, quieren que se vayan de acá para tenerlas a su merced ¿no lo ven?

Las mujeres se quedan en silencio, analizando lo que oficial dice, parece que empiezan a considerar su teoría. Todas las mujeres miran de reojos a Sonia, quién evidentemente lleva la batuta.

-Esta bien, nos quedamos está noche. Mañana veremos.

-Necesito que evacuen la habitación y no entre nadie hasta nuevo aviso. Vamos a pedirles que nos habiliten la sala común y vamos a dormir todos allí abajo, lleven las cosas que necesiten y por favor, no anden solas -dice Lupe.

Las mujeres asienten y acatan lo que dice, Lupe mira el mensaje en la pared intrigado.

Juan Cruz entra al departamento de Philip, con varias bandejas de comida, él tiene un aspecto relajado y sonriente, pero Bruno y Simón se encuentran sumergidos entre papeles, cansados y preocupados.

-Si ustedes siguen así, no van a hacer ni un Philip Plass entre los dos. Vamos a comer algo y después seguimos

Juan Cruz se acerca a la mesa y deja las bandejas de comida. Bruno y Simón se miran, encogiéndose de hombros, cuando Juan Cruz tiene razón, tiene razón.

-Tallarines con salsa, pollo a la bolognesa y milanesa napolitana... para todo los gustos dice Juan Cruz

Bruno es el primero en elegir, toma la bandeja de pollo y agarrando una presa con las manos mira a sus compañeros

-Me moría de hambre

-Ah viste, viste- dice Juan Cruz

-Si, no trabajaba tanto desde que estuve en la facultad dice Simón No me da más la vista

El se saca los lentes y los limpia con un paño. Comienza a sonar el celular de Bruno, éste cierra los ojos cansado.

-No contestes dice Juan Cruz

-Si, claro... Llega a ser Almado, es capaz de meterme preso por no hacerlo

Bruno se limpia la mano engrasada en una servilleta y contesta sin prestar mucha atención, hasta escuchar la voz del otro lado, le hace seña a sus compañeros para que guarden silencio. Coloca el celular en altavoz en el centro de la mesa, observando directo a Simón. La misma voz electrónica que escucharan antes, se hace presente

-Están perdiendo tiempo valioso, buscando dónde no deben. Es sólo un aviso.

-¿Qué tiempo valioso?? Si no se comunicó con nosotros dice Simón enojado ¿Qué quiere que hagamos??

-Repito, están buscando donde no deben.

No más decir ésto, corta la comunicación, Bruno y Simón se miran. Juan Cruz se cubre la cara pensativo. Simón acelerado se levanta y comienza a caminar de un lado a otro.

-En el lugar equivocado, si dice que perdemos tiempo, es porque ya designo la hora de muerte para Elisa dice Simón y se sienta al sofá cubriéndose la cabeza pero ¿dónde? ¿Dónde?

-El manuscrito dicen Bruno y Simón al unísono y se miran.

Laura entra a su casa y llama a Godofredo que se acerca estirándose para saludarla

-Que buena vida la tuya le dice ella mientras le besa la cabeza, le llena el plato con comida y abre la heladera buscando ahora comida para la humana.

Se prepara un sándwich con restos de ensalada y fiambre que le quedo, vuelve a abrir la heladera y saca la última cerveza que le queda, hace una nota mental de que debe ir urgente al supermercado Se sienta a la barra de la cocina y come su improvisado sándwich con la cerveza, comienza a buscar su agenda en la cartera cuando encuentra el dibujo que se llevo de la casa de la familia Maldonado, con todo lo sucedido había olvidado que lo dejo ahí. Lo desdobla y vuelve a observar el dibujo familiar de un niño: Mamá, papá, Luciana, Jeremías y yo.

Laura se dirige a su computadora e ingresa a Facebook, pone en el buscador Jeremías Maldonado y le dice que la búsqueda no arrojo datos, ella borra el nombre de Jeremías y coloca el de Luciana. Le sale la foto de una mujer colorada, con pelo rizado. Laura comienza a hojear el perfil de la chica, hasta que encuentra algo que llama su atención, una publicación hecha hace unos días, anunciando que se cumplirá un aniversario más de la muerte de su hermano gemelo Jeremías, que sigue extrañándolo como el primer día.

Laura le saca una foto al dibujo con su celular y le manda un mail a Bruno, a quién ella tiene registrado como Philip Plass. Le envía el dibujo y le cuenta resumido todo lo que logró averiguar sobre la familia Maldonado.

Baltazar Dolli bebe una copa de champagne con una bata negra de seda, se encuentra sentado frente a un plasma viendo una película con su esposa, cuando suena el portero él ni se inmuta y sigue bebiendo de su copa, su mujer automáticamente contesta el portero

-¿Quién es? ¿A ésta hora? dice la mujer- No sé si podrá recibirlos

Baltazar al escuchar eso, se da vuelta y le pregunta con gestos a su mujer quién es, ella gesticula Philip Plass. Baltazar frunce el ceño pensativo.

Baltazar abre un portón de madera y se encuentra con Bruno, Simón y Juan Cruz a su puerta, éste último lo mira muy culpable

-Baltazar, mil perdones por la hora empieza Juan Cruz.

-Necesitamos el manuscrito lo corta Bruno

Baltazar lo mira sorprendido

-¿De qué hablan? pregunta Baltazar

Simón y Bruno, pisándose entre sí, le dicen que necesitan cuanto antes el manuscrito, que tiene información relevante para el caso, que es de vida o muerte...

Baltazar mira a cada uno de ellos pensativo, Juan Cruz niega lentamente

-Sentimos haber venido sin avisar

Bruno pone los ojos en blanco, al escuchar una vez a su amigo, pedirle perdón a Baltazar Dolli

-¿Ustedes vienen a mi casa a medianoche y quieren que les entregue en mano un manuscrito valuado en dos millones de pesos?

-Si dice Simón con un hilo de voz.

Baltazar lo mira molesto, al darse cuenta que no entendió su ironía

-Una vida depende de esto Baltazar- dice Bruno cortante.

-De todos modos, no lo tengo acá dice Baltazar

Bruno agotado, baja la cabeza

-Puedo hacerles, para mañana, una copia

-Eso suena bien dice Juan Cruz

-No, la necesitamos ahora-dice Bruno- La vida de una chica depende de lo que está escrito en ese manuscrito

Baltazar mira a Simón, para constatar si eso es cierto.

-El asesino puso información ahí que debía llegar a nuestras manos, ya perdimos mucho tiempo, no puede pasar de ésta noche Baltazar asiente.

El edificio de la editorial Eclipse se encuentra a oscuras y desolado a esa hora, una figura de negro entra y hace sonar la alarma en todo el lugar. Con toda cautela, prende las luces y coloca la clave de seguridad, apagando el estridente sonido. Es Baltazar, que mira hacía la puerta y le indica a Bruno, Simón y Juan Cruz que pasen.

-Por aquí dice Baltazar y los guía al ascensor.

La entrada de la oficina de Baltazar está asegurada con una tarjeta magnética, él la pasa por un scaner, que vislumbra una luz verde, antes de que Baltazar abra la puerta y entre a su oficina.

-Pasen y cierren la puerta les dice- De lo contrario, no podré abrir la caja fuerte

Los tres hombres pasan y se miran entre sí, sorprendidos por la seguridad con la que dispone el edificio y sobre todo, la oficina de Baltazar Dolli. ¿Qué guardará allí tan valioso?

Baltazar baja un cuadro de estilo gótico y detrás se encuentra una amplia caja de seguridad, en su centro tiene un tablero con dígitos, Baltazar observa a los hombres y cubre con la mano el tablero, antes de ingresar un largo número. Abre la caja fuerte y dentro sólo le encuentra el manuscrito de Philip Plass. Simón se sorprende ante ésto, estar tan alejado del mundo de Philip Plass y Lamarine, no le hacía tomar conciencia de la importancia de la serie para tanta gente. Baltazar le entrega el manuscrito a Juan Cruz

-Tú eres el único responsable de todo lo que ocurra con éste manuscrito, desde que pongan un pie en la calle

Juan Cruz asiente nervioso

-No sé preocupe Baltazar, va a estar a salvo.

Franco aguarda en la entrada de la comisaría a que llegue Almado, Bruno los llamo para avisarles lo del manuscrito y con la mayor rapidez que pudo, regreso a la oficina.

Almado estaciona su auto frente a la comisaría, Franco al verlo se incorpora y se acerca a él. Apenas baja del auto, Franco le siente olor a alcohol encima y la cara se le transforma.

-¿Qué me miras así? pregunta Almado

-Jefe, usted bebió dice Franco.

Almado hace un gesto como diciendo no digas barbaridades y se dirige hacia la comisaria, Franco bajando la vista lo sigue. Los dos policías entran a la comisaría, al pasar por el pasillo una voz los detiene. Cuando se dan vuelta se encuentran con el comisario de la seccional.

-¿Cómo va el caso? pregunta el comisario, mientras se acerca. Almado se aleja un poco, intentando mantener una distancia prudente.

-Tenemos poco tiempo ahora, vinimos a revisar unos papeles que trajo Philip Plass dice Franco

El comisario asiente

-Sepan que cuentan con todos los recursos de la comisaría para resolver este caso lo más pronto posible, pidan lo que necesitendice el comisario mirando a uno y a otro.

Almado lo mira extrañado.

-Lo vamos a tener en cuenta dice Franco e intenta llevar a su jefe hacía la oficina, pero el comisario vuelve a detenerlos

-Saben que éste es un caso importante, hay mucho intereses dando vuelta, no la caguen.

Almado no se aguanta más el silencio y le refuta.

-¿Qué quiere decirnos? pregunta Almado

El comisario lo mira sorprendido.

-Nada, les recuerdo lo importante que es éste caso y lo beneficioso que sería resolver esto lo más pronto posible, sin que pase a mayores

-¿Qué pase a mayores? dice Almado gritando, Franco intenta contenerlo- Murieron dos chicas, dos hombres

Los pocos policías que se encuentran en el lugar se dan vuelta para mirarlos.

-Hay otra chica secuestrada, de 22 años. ¿Cómo puede pasar a mayores?

-Ese es su trabajo Almado, resolver el caso. Les pido que sean criteriosos y que no se vea envuelta la verdadera identidad de Philip Plass en todo esto. Para todos el señor Bruno Gatti es el autor de las obras y así debe seguir.

Almado no lo puede creer, el comisario continua

-Que quede claro, que acá mando yo y ustedes obedecen

-Comisario, me importa un carajo si la gente se desilusiona de Philip Plass y no pueden vender más libros... Hay un desquiciado ahí afuera matando gente dice Almado, elevando la voz. El comisario lo observa en silencio, dejándolo terminar.

-No sé desubique Almado

Franco nota que la situación se ésta caldeando e intenta alejar a Almado. El comisario va a regresar a su oficina.

-¿Cuánto le dieron por su reserva? dice Almado

El comisario se da vuelta y en un impulso le da un puñetazo a Almado tirándolo al piso, éste no se queda atrás, se levanta y quiere arremeter contra el comisario, Franco lo detiene. Bruno, Simón y Juan Cruz salen de la oficina al escuchar el tumulto y sostienen a Almado

-Sáquenlo de acá, ya mismo dice el comisario- Está fuera de sí El grupo aleja a Almado, llevándolo hacía afuera. Simón los sigue, cargando el manuscrito bajo su brazo.

Almado duerme en el sofá de la sala de Philip Plass, Franco lo mira de mala manera, sentado a la mesa, cuando Bruno coloca frente a él una copia del manuscrito. Franco cierra los ojos cansado, al ver el tamaño del mismo.

Bruno coloca en la mesa tres copias más del manuscrito, Simón se sienta y toma una copia que comienza a hojear.

-Esto va a ir para largo, voy a preparar café para todos- dice Juan Cruz, mientras se dirige a la cocina.

En la mesa se encuentran dispersas varias tazas de café, vacías. Los hombres hojean los manuscritos y hacen anotaciones en sus los márgenes, todos en silencio, todos concentrados.

Las horas van pasando y el cansancio se hace sentir. Bruno se saca los zapatos y pone los pies en una silla, Franco bosteza y se esfuerza por no dormirse, Juan Cruz se quedo dormido sobre el manuscrito abierto, con la boca abierta. Bruno se levanta y estira las piernas.

-Voy a preparar otra tanda de café

-Ya está amaneciendo dice Franco, mirando hacía el balcón- Deberíamos cortar unas horas.

-Estoy de acuerdo, deberíamos descansar un poco- dice Bruno mientras toma la cafetera de la mesa.

Simón ajeno, da vuelta una página del manuscrito, frunce el ceño

-Esto está mal dice Simón

Los dos hombres lo miran interesado, Bruno se reclina sobre él para observar el manuscrito.

-¿Qué cosa? pregunta Franco

-Esto no era así, está todo cambiado Simón lee- “Lamarine y Anita recorrían el camino de tierra que llevaba a la casona vieja, cuál vaqueros. El camino estaba rodeado de espesos árboles, que intentado evitar la soledad unieron sus copas en lo alto, formando un puente en el camino. Se guiaban sólo por las luces de las estrellas que cubrían el firmamento, Anita le tomo la cintura a Lamarine, sobresaltada, cuando comenzó a escuchar, a lo lejos, las campanadas de un iglesia, que marcaban las ocho horas. El sonido retumbaba, devastador, por el campo, helando la sangre de las personas que se encontraban cerca”

-Ahí está, ocho horas- dice Bruno entusiasta

Juan Cruz se despierta sobresaltado y mira a sus compañeros

-¿Qué paso?- dice Juan Cruz preocupado

-¿Pero ocho horas de cuando? ¿Ayer? ¿Hoy? ¿Mañana?- dice Bruno

-Siempre pensemos que son las de hoy- dice Franco, mientras se levanta -Voy a ir hasta la comisaría para ver si obtuvieron algo con los rastrillajes. ¿Les dejo mi celular? Cualquier cosa, nos comunicamos

Bruno asiente y comienza a buscar su celular para agendar el número de Franco, al encontrarlo frunce el ceño al ver el mail que recibió.

-No puede ser, miren esto- dice Bruno

Franco se acerca y observa el mail que Laura envío, dónde se encuentra toda la información de los Maldonado y el dibujo de la familia.

-Mándamelo por mail, sigan con el manuscrito. Si tenemos hasta las ocho de ésta noche, nos quedan 14 horas. A trabajar.

Franco va a salir, cuándo Juan Cruz lo detiene.

-Disculpe, ¿no se lo va a llevar?- dice Juan Cruz señalando a Almado

Franco lo mira en silencio.

Franco y Almado salen del edificio de Bruno, ya comenzó a salir el sol, Almado cierra los ojos para protegerlos de tanta luz. Franco se dirige a su auto y sube, Almado va para el lado del acompañante e intenta subir, pero la puerta tiene seguro. El golpea la ventanilla, sin darse cuenta, que la intención de Franco es no dejarlo subir

-Tiene seguro, ábrame

-Jefe, ¿tiene para un taxi? Vaya a su casa y descanse. Almado no lo puede creer, se acerca a la puerta de Franco y golpea la ventanilla.

-¿Qué cree que hace? Ábrame

Franco resoplando baja la ventanilla del auto y mira a Almado.

-Jefe, no lo puede ocultar, por más que quiera, todavía huele a alcohol.

Almado sin decir palabra mira hacia otro lado, se siente como un niño al que lo encontraron haciendo una travesura. Sabe que se le salió de control, de tomar un vaso de cerveza, termino bebiendo diez y salió de ese bar, por algo sobrehumano, que lo hizo darse cuenta que la estaba embarrando de nuevo.

-Sólo bebí un trago dice Almado a modo de excusa.

-Como diga sentencia Franco sin creerle -Tómese el día, dese un baño, descanse y vuelva mañana renovado.

-Mira, Franco. Sé bien lo que hago y cuál es mi situación. Un chaval como tú, no va a venir a decirme lo que tengo que hacer. Soy un adulto y sé controlar mis actos. Si tome, es porque sé que puedo controlarlo dice Almado fuera de sí.

-¿Controlarlo? ¿No se acuerda lo que paso ayer? Casi baja de una piña al comisario... Si lo llegan a ver así hoy, lo van a echar. Hágame caso, tómese el día

Almado pone los brazos en jarra y mira a Franco alejarse con el auto.

Bruno y Juan Cruz recogen la mesa, dándole orden a la misma. Simón se quedo inmóvil observando el manuscrito.

-Deberías descansar un poco y después seguimos

Simón levanta la vista perplejo, tiene los ojos lleno de lágrimas. Bruno al notarlo, le pide a Juan Cruz que los deje solos.

-¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Simón niega repetidas veces.

-No sé si puedo seguir con esto ¿Sabes?

-Claro que puedes, si no estarías jamás habríamos descubierto lo del manuscrito dice Bruno- Tenemos que concentramos, si decaemos en éste momento, no vamos a poder ayudar ni a Elisa ni a nadie.

-Es que tu eres fuerte, pero yo no -dice Simón bajando la vistaNo sé si voy a ser fuerte para enfrentarme a todo esto

-Estamos juntos ¿vale? y tiramos todos para el mismo lado, qué no decaiga.

-No, no entiendes. Creo que para resolver esto, tengo que retrotraerme a mi infancia Simón lo mira- Y es un lugar al que jure que no iba a volver jamás.

Laura va en el ascensor que la lleva hasta el piso de Meridiano, lleva en su mano el celular que suena, ella ve que recibió un mail de Philip Plass y lo abre.

“¿Así que decidiste comenzar a andar dentro de los parámetros de la ley? La felicito señorita

Laura niega divertida y le contesta a la brevedad. “No, para nada. Sólo quería ponerlo en la posición de deberme un favor, ya voy a ver como me lo cobro”

Ella entra al piso de Meridiano y se saluda con algunos de sus compañeros para luego dirigirse a su cubículo, al hacerlo apresura el paso cuando ve que su teléfono está sonando y llega a contestar, justo antes de que cuelguen.

-Hola, buen día dice Laura al teléfono- Si, soy yo Ella escucha intrigada y saca un bloc del cajón- Si, pásame.

Ella escribe en el bloc y dice al teléfono que en media hora estará allí. Laura observa su anotación en el bloc que dice Cabañas Mar y Sol, Ruta 15, Kilómetro 87