CAPÍTULO XVI “El viajar es un placer”
Franco va manejando con su auto por la ruta, pasa un cartel que dice “Bienvenido a General Alvear”, es en ese pueblo donde vive la familia Maldonado. La entrada de un auto de otra ciudad, llama la atención de los pocos habitantes del lugar, Franco va avanzando por la calle buscando la dirección, y al pasar saluda con una inclinación de cabeza a los vecinos que desvían la mirada hacia él. Al encontrar la altura buscada, Franco se detiene y se acerca a una hermosa casa de dos pisos con un amplio jardín en la parte delantera, donde se encuentran esparcidos varios juguetes, el perfecto caos que solo los niños pueden crear. Subiendo las escaleras hacía la puerta, pisa un pato de goma que hace un sonido muy agudo, Franco se ríe al ver de donde proviene el sonido y le pide perdón al pato, mientras lo levanta del suelo.
Toca timbre a la casa y al instante, abre la puerta una mujer de unos setenta años pelirroja, ama de casa pero muy coqueta, al ver que el hombre lleva una campera de la policía, la mujer deja de sonreír. Su nombre es Pamela y lo mira secamente.
-Hola, ¿Acá vive la familia Maldonado?- pregunta Franco
-¿Esto tiene algo que ver con Benjamín Cabrera? dice Pamela Franco la mira sorprendido.
Almado está sentado en una plaza fumando un cigarrillo, cuando ve salir a una mujer de un local de antigüedades frente a la plaza, tira el cigarrillo y se levanta. Esta mujer es Florencia, Almado la observa escondido tras un árbol. Tras ella sale Gabriel Durbe que la toma por la cintura para besarla. Almado cierra los ojos, y se distrae cuando comienza a sonar su celular, contesta en forma automática.
-Almado dice al teléfono
Del otro lado, escucha la voz descontrolada del oficial Lupe, las mujeres están histéricas, alguien entro a las cabañas y quieren irse del lugar y regresar a sus casas.
-Pero contrólelas hombre, deben quedarse ahí
-Lo siento, ya hice todo lo posible. No hay forma, por favor envíen a alguien.
-Ok, en media hora estoy allá dice Almado antes de cortar. El observa una vez más a la pareja que se encuentra en frente y se aleja, Florencia se da vuelta, no llega a verlo, pero sintió que alguien los observaba y en el fondo, una certeza de que debía ser él.
La recepción de las cabañas es un caos, las diez mujeres que aún se hospedan allí tienen su equipaje disperso por el lugar, Almado intenta calmar a las mujeres diciéndoles que están entorpeciendo la búsqueda de Elisa, saber que ellas están allí, es una tranquilidad para ellos.
-Pero qué?!! Si el asesino sabe que estamos acá, se metió en mi habitación dice Sonia
No más decir esto, entre el grupo se vuelve a crear un murmullo absurdo e ininteligible, nadie escucha a nadie, Almado pide silencio varias veces pero no lo escuchan, finalmente levanta la voz pidiéndoles que se callen. Las mujeres lo miran
-Estamos haciendo lo imposible por resolver el caso... Piensen que el asesino quiso asustarlas nada más, si hubiese querido hacer algo, lo hubiese hecho, pero no lo hizo porque sabe que estamos nosotros. Créanme, éste es el mejor lugar en el que pueden estar. Permanezcan cerca del oficial Lupe y cualquier cosa que necesiten, lo hablan con él. ¿Quedo claro?
Las mujeres un poco más tranquilas asienten, Lupe se acerca a Almado nervioso y le pide perdón por haberlo hecho ir hasta ahí, ya no sabía que hacer. Almado le dice que no hay problema. Los dos hombres se quedan conversando un momento, cuando Laura va a entrar a las cabañas, al verlos, ella sale apresurada, sin ser vista, y se dirige a la parte trasera de las cabañas.
Pamela se sienta en un sofá con una bandeja en la que trae una tetera y tazas, alza a un niño de tres años y le besa la frente. Franco los mira sonriendo, sentado frente a ella y su esposo, Lucio que invita a Franco a hablar.
-Ante que todo ¿Cómo saben que vengo por Benjamín Cabrera? les pregunta.
Pamela le toma la mano a su esposo y es ella la que comienza a hablar.
-Hace treinta años murió nuestro segundo hijo. Había nacido con dificultades para respirar, en unos controles que lo llevamos a hacer, se contagio una bacteria en el hospital y murió, tenía tres años.
Pamela termina de hablar con los ojos en llantos, Lucio le aprieta más la mano, sin poder levantar la vista, se ve que intenta ocultar que a él le sucede lo mismo. Franco los mira con empatía, Lucio finalmente se arma de valor y continúa la historia.
-Era el gemelo de nuestra hija Luciana Lucio le señala una foto en una repisa, se ven dos niños pelirrojos- Éramos muy jóvenes y nos sentíamos vacíos. Decidimos adoptar un niño y así conocimos a Benjamín. Luciana no estaba de acuerdo, pero termino cediendo. Por amor- Lucio sonríe, nostálgico.
-Benjamín era muy violento, nunca logro adaptarse, lo llevamos a distintos psicólogos, pero ninguno ayudaba, su actitud no mejoraba dice Pamela.
-Imagínese, que en un caso así, nosotros nos sentíamos culpables, no podíamos ser buenos padres dice Lucio- pero la situación se fue de control cuando intento atacar a Luciana mientras dormía.
-No sabemos bien que le sucedió, pero escuchamos a nuestra hija llorar asustada y cuando entramos, él la amenazaba con un cuchillo. Llamamos a servicios infantiles, no podíamos tenerlo más... Nos pidieron que tuviéramos paciencia dice Pamela llorando pero estábamos tan asustados, Luciana no quería ni verlo.
El bebé al ver que Pamela llora, le pasa la manito por la cara y ella se la besa.
-¿Y volvió al hogar de niños? pregunta Franco
-Se le llama proceso de adaptación, como estábamos entre los primeros seis meses, legalmente podía volver a quedar bajo custodia de la justicia dice Lucio- Pero la cosa no quedo ahí, cada tres, cuatro meses Benjamín se aparecía en nuestra casa queriendo entrar. Se escapaba del hogar y venía a decirnos que iba a ser bueno, que lo sentía...
-Era un niño y nos desarmaba-dice Pamela- pero no sabíamos que hacer. Luciana comenzó a tener pesadillas, que venía él y le hacía daño. La priorizamos a ella y esa fue la primera vez que nos mudamos. La primera vez que huimos de Benjamín -sentencia la mujer.
Franco la observa en silencio.
Laura aguarda en la parte trasera de las Cabañas Mar y Sol cuando la puerta de servicio se abre y se encuentra con Sonia que le indica que entre en silencio, la toma de la mano y la guía por un pasillo, pasan por la recepción donde dos policías hacen guardia, intentando no hacer ruido y suben las escaleras.
Al llegar a la habitación de Sonia, la encuentran bloqueada por una cinta de seguridad de la policía, Sonia la ignora y corriéndola le abre paso a Laura, para que entre y la sigue. Laura se sorprende, cuando al entrar a la habitación ve al resto de las mujeres de OMS, sentadas en semi círculo.
-Señoras, ella es Laura Sánchez, creadora del blog Mujeres libres e independientes – dice Sonia sonriendo
Entre las mujeres se produce un aplauso silencioso, Sonia la mira admirada
–Te leo hace tantos años y me siento identificada con cada palabra.
-Gracias, es muy lindo cuando eso sucede.
-Creo fervientemente en eso de que somos todas para una y una para todas y que debemos ayudarnos Sonia le toma la mano a Laura y la levanta, como mostrando que están unidas, el resto de las compañeros se suman y hacen entre todas una ronda.
Entre las mujeres se sienten algunas voces emocionadas que dicen que pueden, que están juntas. Laura observa, un tanto incómoda, a las mujeres no comprendiendo su presencia allí, cuando ve el mensaje en la pared sobre Philip Plass y se pierde entre sus letras. Sonia lo nota y le dice que si, que por eso la llamaron.
Laura se sienta en ronda con las mujeres y las observa sorprendida, cuando estás acaban de contarles la historia de lo que viene sucediendo en las cabañas.
-Dicen que acá estamos a salvo, pero nosotras no nos sentimos seguras -dice Sonia y señala el mensaje en la pared- Ese hombre estuvo acá, se metió en nuestra habitación y denota un gran odio hacía Philip Plass
-Eso no me sorprende -dice Laura y la mirada de todas las mujeres recaen sobre ella, sonríe nerviosa- Es una broma -ella cambia de tema para aflojar la tensión La policía omitió esa información, están ocultando su ineptitud a la hora de llevar este caso y ponen en riesgo sus vidas.
-Amén. Sabía que nos ibas a entender dice Sonia y mira a sus compañeras- ¿No les dije que ella era la indicada?
-Queremos hacer público todo lo que está pasando -dice otra de las mujeres - No queremos más estar acá, encerradas.
-Y no vemos soluciones de parte de la policía dice otra de las mujeres- Qué el criminal está suelto y nosotras acá, encerradas Laura asiente comprensiva y dice que algo van a poder hacer.
Franco sigue conversando con el matrimonio Maldonado, éstos apesadumbrados continúan relatando la historia. Luego de haberse mudado la primera vez, no volvieron a saber de Benjamín durante diez años. Al tiempo, su hija Luciana, tuvo una hija llamada Melisa. No saben bien como sucedió, pero Benjamín los encontró y comenzó a mandarles cartas diciendo que en meses saldría del hogar al cumplir la mayoría de edad y quería volver con ellos... su familia.
No sabían que hacer, pero no estaban preparados para lidiar con eso y sobre todo querían proteger a su familia, a su hija, a su nieta... No podían enfrentar a Luciana a vivir otra vez una situación similar. Y decidieron mudarse, unos amigos le prestaron una casa hasta que regularizaran su situación.
Pero también los volvió a encontrar allí y así paso cada vez que se mudaron. Ellos fueron a la policía, necesitaban protección, que su domicilio no figurara en ningún lado, pero la policía no tenía fundamentos para intervenir en el caso, era sólo una persona que les enviaba cartas y las mismas las firmaba como Jeremías, a pesar de que ellos aseguraban que era Benjamín Cabrera.
-Eso es lo que nos dijeron por lo menos- dice Lucio, todavía molesto- y decidimos trasladarnos de ciudad.
-¿Y por qué firmaba con ese nombre? pregunta Franco
-Así se llamaba nuestro hijo- le dice Pamela dolida y baja la vista.
-En la nueva ciudad estuvimos en paz por tres años, sin saber nada de él. Hasta que un día, jugando con Melisa, pintamos unos dibujos y ella dibujo a su papá, a su hermana, a mi y a Benjamín... Melisa no lo conocía y nunca le hablamos de él- dice Lucio
-Cuando vi eso, me altere muchísimo dice Pamela- Era una locura, Benjamín se le apareció en la plaza hacía meses a Melisa y se hicieron amigos. Le había dicho que nos conocía y que nos iba a ir a visitar muy pronto.
-Y una vez más huimos, sin pensarlo, cargamos a los niños, subimos al auto y empezamos a anda y andar, no sabíamos a dónde dirigirnos, esto parecía no terminar y nadie iba a hacer nada, salvo que Benjamín atacará a uno de nosotros.
-Desde entonces, cada dos años, vamos cambiando de casa. No nos quedamos mucho tiempo en ningún lugar. Pero queremos quedarnos de una vez por todas en un sitio- ella le besa la cabeza al niño- este es mi segundo nieto Cristián, no queremos que corra con la suerte de Melisa, de cambiar de escuela y de amigos cada tantos años.
Franco asiente y les agradece su tiempo, dice que debe retirarse. Cuando sale, intenta llamar a Almado para contarle las novedades, pero al instante de empezar a hablar se queda sin batería y se le apaga el celular, simplemente no lo puede creer.
Melisa Favre tiene el pelo teñido de fuego
Cabello pelirrojo, sonrisa espontánea, sale del brazo de una amiga llamada Cristina al patio del colegio en cuánto suena el timbre, se acercan a unos amigos y conversan un rato con ellos. El patio está lleno de adolescentes
que van y vienen, algunos con patinetas, se divierten haciendo piruetas entre la gente.
Melisa Favre se sonríe tímida con un chico de la ronda que se llama Matías, Cristina insinúa algo y Melisa no tarda en ponerse colorada. Su amiga riendo la toma del brazo y con una deliciosa mueca, les dicen que deben despedirse, irán a comprarse vestidos para esa noche.
-Matías, tu vas a la fiesta? le pregunta Cristina. El observa a Melisa y ella a él.
-Claro que sí- dice el chico
Melisa intenta ocultar una sonrisa.
-Genial dice la amiga- allá nos vemos.
Las dos jóvenes se despiden y se alejan caminando.
-Ya te dije que no creo que mi mamá me deje salir a la noche dice Melisa.
-Vamos a encontrar la forma, de escaparnos le dice divertida, Melisa niega creyéndolo una mala idea y como siempre se deja tironear por su amiga, mientras avanzan por la vereda, sin notar que del otro lado de la calle, alguien las observa.
Melisa y Cristina están en una tienda de ropa, se separaron varios vestidos de fiesta y se los prueban observándose al espejo y opinando sobre la elección, es una típica salida de adolescentes. Cristina toma un vestido rojo y se lo coloca sobre la ropa a Melisa.
-Deberías llevar este, es muy escotado. Y hace juego con tu pelo. La chica le muestra que el escote llega casi hasta la cintura del vestido, Melisa se ríe tímida.
-Claro que no
-A Matías le encantaría -ella se apoya el vestido sobre sí, haciéndole burla a Melisa- Matías te gusta mi vestido? Si? Me lo compre para ti... puedes sacármelo cuando quieras...
Melisa le tira un vestido en la cabeza molesta, diciéndole que es una tonta, su amiga le devuelve el vestido riendo y se acerca a unas estanterías buscando más opciones. Melisa se coloca el vestido rojo analizando si puede ser apropiado para ella o no, se mira al espejo sonriendo, pensando que tal vez a Matías si le guste y Cristina tenga razón. Ve en el espejo a Benjamín observándola desde lejos, se da vuelta buscando alrededor, pero no ve a nadie.
-¿Qué? ¿Viste un fantasma? -dice su amiga al verle el rostro, Melisa niega.
-No, me tengo que ir a casa.
-Bueno, nos vemos más tarde.
Melisa cuelga los vestidos y lleva en su mano el vestido rojo escotado, su amiga se ríe.
-Descarada, te vas a llevar ese al final –
Melisa se aleja riendo
- Las calladitas son las peores, eh..-Nos vemos después...
El teatro Orfeo es uno de los edificios más antiguos y valorados de la ciudad, conocido por haberse representado en su escenario las obras más proclamadas de todo el mundo, con textos de Shakespeare, Moliere, Marlowe... poseedor de una acústica impecable que lo hizo entrar en el ranking de los cincuenta mejores teatros del mundo.
Esa noche, se celebra la colecta anual del teatro, apadrinado por Philip Plass y con la puesta en escena de una de sus obras más celebres: “La trampa mortal”
Esta fiesta es de un gran prestigio entre la gente adinerada de la ciudad, los cuáles se pelean desde meses antes para obtener una entrada, con un precio que ronda los cuatro dígitos.
En el escenario del teatro, se está efectuando el último ensayo antes del estreno, dos bailarines zapatean mientras una muchacha que trabaja en un bar intenta correrlos para limpiar. Los zapateos en el piso se funde con otro golpe constante, que queda en segundo plano… Metros bajo el escenario se encuentra Elisa atada a los tirantes, que golpea el piso con insistencia para ser escuchada. Se detiene cuando entra Adriana al sótano y la mira sonriendo.
-¿Estás lista? le pregunta Adriana
Elisa la mira asustada.
En el hall del teatro, un gran número de personas aguardan el inicio de la obra, cuando entra Bruno acompañado por Simón enseguida se genera un revuelo a su alrededor, como siempre conservando la etiqueta, un grupo de personas lo rodean saludándolo con un ¡Qué bueno que vino señor Plass! Cómo siempre un placer verlo! ¡Leímos su último libro, es genial! Simón pegado a Bruno escucha los comentarios sonriendo por lo bajo, Bruno lo mira de reojos para ver su reacción.
Un grupo de fotógrafos retratan a Bruno, no más entrar, entre éstos se encuentra Rafael, el fotógrafo que trabaja con Laura. Desde el interior de la sala, Juan Cruz les hace señas para que se acerquen, Bruno se disculpa con el grupo que lo rodeo y se dirige hacía allí, a su paso la gente lo va frenando para saludarlo.
-Siempre es así -dice Bruno Al ser famoso la gente está todo el tiempo diciéndote cosas buenas, por más que no las crean. Simón se ríe, Juan Cruz cierra la puerta tras ellos y los saluda.
-El director pensó que sería lindo que saludaras a los actores antes de la función -dice Juan Cruz
-Si, vale
-Están en los camerinos.
Bruno asiente y se dirige hacía allí. Simón se acerca a las puertas que dan al hall del teatro y espía al público que aguarda. ¿Qué pasaría si el tomara un micrófono y en ese mismo momento les develara que él es Philip Plass? Probablemente se irían todosdice una voz en su cabeza.
Franco regresa a la casa del matrimonio Maldonado y les dice que se quedo sin batería, si puede hacer un llamado. Lucio le dice claro y le abre la puerta. Franco le agradece cuando el hombre lo dirige hasta el teléfono, él llama a su mujer avisándole que se quedo sin batería y que llegará un poco más tarde ese día, mientras conversa por teléfono, Franco escucha que alguien entra a la casa cerrando la puerta de golpe, llorando llama a gritos a sus padres, él le dice a su mujer que debe colgar.
Franco se asoma lentamente, cuando Pamela se acerca y abraza a su hija que llora desconsolada.
-Mama, lo vi! Estaba en la plaza, me vio y me siguió! Es el mamá! Es Benjamín!
Pamela abraza a su hija intentando contenerla y mira de reojos a Franco, suplicante.