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Nadie lo sabía, pero Taro nunca perdió contacto con su hermano; si bien era cierto que no estaba de acuerdo con sus actividades delictivas, Kisho era su único hermano y sabía que en el fondo no era mala persona. Hacía tiempo que no pensaba lo mismo de su hijo Miki, a quien ya solo lo movía el dinero y el poder a cualquier precio. Cuando supieron del asesinato de Andrés Pedraja, Yori movió sus contactos para averiguar el nombre del responsable: Jiro; quien cegado de odio por la muerte de Kisho había accedido a colaborar en la venganza de Miki; sin embargo, una vez estuvo frente a Taro y Yori se vio obligado a reconocer que se había sumado a una venganza sin sentido.

En las noticias dijeron que Miki Shiraoka había muerto por un ajuste de cuentas y se cerró el caso.

Carlos aceptó la invitación de Yori para conocer Japón. Nunca supo que la misma persona que lo había salvado era el asesino de su padre; y fue mejor así, ya que Jiro, con el alma atormentada, les dijo que haría un viaje que tenía años planeando y nunca más volvieron a saber de él.

Debido a que se filtró la información del atentado al instituto tuvieron que cerrarlo hasta que se encontrara otro lugar que garantizara la seguridad de los internos, a quienes dispersaron en diferentes lugares.

Martín regresó a su casa, pero no era el mismo. Un día, lleno de rabia por el recuerdo de la noche en que disparó a un ser humano, arrojó su gps al mar y ninguno de los chicos volvió a saber nada de él.

Alejandro fue a vivir a casa de Carlos y, junto a Roberta, esperó a que Carlos regresara de su viaje a Japón.

Carlos, por su parte, se sentía tranquilo. Por las noches platicaba con Yori de su padre, de quién conoció nuevos aspectos de su vida; cosas simples, pequeños detalles de cuando era todavía un adolescente como él; una vida que en lo esencial no distaba mucho de la suya y, a su vez, descubrió en Yori al muchacho que valía tanto que su padre arriesgó su vida para devolverle la libertad.

Roberta le prometió que lo llevaría a conocer a sus padres —a quienes Andrés no conoció— cuando volviera a México. Por las noches, cuando estaba solo, solía oprimir el botón de su localizador para observar el punto verde que representa a Rusia, sin saber que ella hacía lo mismo.

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