9. LOS MISTERIOS DE SUDAMÉRICA Y OTRAS CURIOSIDADES
Aunque enfaticé que no es mi intención poner en duda la historia de la humanidad en los últimos 2000 años, creo que los dioses griegos y romanos y casi todas las figuras de las sagas y leyendas están rodeados por el aliento del muy remoto pasado. Desde que la humanidad existe, las tradiciones antiguas han vivido entre los varios pueblos. Las culturas más recientes, también, nos proveen con indicaciones que apuntan al remoto, desconocido pasado.
Las ruinas de Guatemala y Yucatán pueden ser comparadas con los edificios colosos de Egipto. El área de la base de la pirámide de Cholula, 60 millas al sur de la capital de México, es más grande que la de la pirámide de Keops. El lugar de las pirámides de Teotihuacán, 25 millas al norte de la ciudad de México, cubre un área de casi 8 millas cuadradas, y todos los edificios están alineados según las estrellas. Los textos más antiguos sobre Teotihuacán nos cuentan que los dioses se reunieron aquí e hicieron un concilio sobre los hombres, aún antes de que el homo sapiens existiera.




Pirámide de Cholula. La iglesia está construida sobre la pirámide, recubierta de tierra y vegetación.



Teotihuacán - Pirámide de la luna.

Pirámide del sol.







Tikal, Copan (Honduras).







Palenque (México).
El calendario de los mayas, el más exacto del mundo, ya ha sido mencionado. Hoy en día se probó que todos los edificios de Chichen-Itza fueron construidos de acuerdo con el fabuloso calendario maya, Los mayas no construyeron pirámides porque las necesitaban; no construyeron templos porque los necesitaban; construyeron templos y pirámides porque el calendario decretaba que un número fijo de escalones de un edificio debía ser completado cada 52 años. Cada piedra tiene su relación con el calendario; cada edificio terminado está conformado exactamente con un cierto requerimiento astronómico.
Pero un hecho absolutamente increíble sucedió cerca del 600 a. C. De repente, y sin razón aparente, un pueblo entero dejó sus trabajosa y sólidamente construidas ciudades, con sus ricos templos, artísticas pirámides, plazas alineadas con estatuas, y estadios grandiosos. La jungla comió su camino a través de edificios y calles, quebró la piedra y transformó todo en un panorama de ruinas. Ningún habitante retornó.
Supongamos que este evento, una enorme migración nacional, sucedió en el antiguo Egipto. Durante generaciones la gente construyó templos, pirámides, ciudades, canales de agua, y calles de acuerdo a las fechas del calendario; maravillosas esculturas fueron laboriosamente talladas en la piedra con herramientas primitivas e instaladas en magníficos edificios; cuando este trabajo, que llevó más de un milenio, fue terminado, dejaron sus hogares y se mudaron al árido norte. Semejante procedimiento, traído un poco más cerca en el curso de los eventos históricos que nos son familiares, parece increíble porque es ridículo. Cuanto más incomprensible un proceder, más numerosas las vagas interpretaciones que intentan explicarlo. La primera versión dijo que los mayas pudieron haber sido desalojados por invasores extranjeros. ¿Pero quién pudo derrotar a los mayas, que estaban en el pico de su civilización y cultura? No hay huellas de un enfrentamiento militar. La idea de que la migración pudo ser causada por un importante cambio en el clima es válida para ser considerada. Pero no hay signos que le den base. La distancia cubierta por los mayas desde el antiguo territorio hasta el nuevo reino es de 220 millas —una distancia inadecuada para escapar de un cambio catastrófico en el clima. La explicación de que una devastadora epidemia provocó la huida también debe ser seriamente analizada. Aparte de que es una explicación de tantas, no hay la menor prueba de ello. ¿Hubo una batalla entre generaciones? ¿Los jóvenes se levantaron contra los viejos? ¿Hubo una guerra civil, una revolución? Si optamos por esta posibilidad, es obvio que sólo una parte de la población, los derrotados, hubieran dejado el territorio y los victoriosos habrían permanecido en el antiguo lugar. Las investigaciones de los sitios arqueológicos no han dado la menor prueba de que un solo maya se haya quedado. Todo el pueblo emigró de repente, dejando sus lugares sagrados abandonados en la jungla.
Me gustaría introducir una nueva nota en el concierto de opiniones, una teoría que no está más probada que las otras interpretaciones. Pero, sin tomar en cuenta las probabilidades, aventuro a hacer mi contribución audazmente y con convicción.
En algún momento de un período muy temprano, los ancestros de los Mayas tuvieron una visita de los «dioses» (que supongo viajeros espaciales). Dada una serie de factores se puede sostener la idea de que los antecesores de los pueblos desarrollados de América tal vez vinieron del antiguo Oriente. Pero en el mundo de los mayas había sagradas tradiciones estrictamente guardadas sobre astronomía, matemáticas y el calendario. Los sacerdotes guardaron el conocimiento tradicional porque los «dioses» les habían dado su palabra de que regresarían. Crearon una grandiosa y nueva religión, la religión de Kukulkan, la serpiente emplumada.
De acuerdo a la tradición de los sacerdotes, los dioses volverían de los cielos cuando las construcciones estuvieran terminadas de acuerdo con las leyes del ciclo del calendario. Entonces, la gente se apuró a completar los templos y pirámides de acuerdo con este ritmo sagrado, porque el año en que se completaran sería un año de regocijo. El dios Kukulkan volvería de las estrellas, tomaría posesión de los edificios, y de allí en adelante viviría entre los hombres.
El trabajo se terminó, el año del regreso del dios llegó —pero nada pasó. La gente cantó, rezó y esperó un año entero. Esclavos y joyas, maíz y aceite, fueron ofrecidos en vano. Los cielos siguieron sordos y sin un signo. Ningún carro celestial apareció, no podían oír el distante trueno. Nada, absolutamente nada, pasó.
Si le damos una oportunidad a esta hipótesis, la desilusión de los sacerdotes y la gente debe haber sido tremenda. El trabajo de siglos fue hecho en vano. Comenzaron las dudas. ¿Había un error en el cálculo del calendario? ¿Habían aterrizado los dioses en otro lugar? ¿Habían todos cometido un terrible error?
Debo mencionar que el año místico de los mayas, en el que el calendario comienza, es el 3111 a. C. Hay pruebas de ello en las escrituras mayas. Si aceptamos este año como comprobado, entonces hay sólo cien años entre él y el comienzo de la cultura egipcia. Esta legendaria fecha parece ser genuina porque el más que ajustado calendario maya lo dice una y otra vez. Si es así, el calendario y la migración nacional no son los únicos datos que me hacen escéptico. Porque un descubrimiento relativamente nuevo trae otras dudas.
En 1935 un relieve tallado en roca que probablemente represente al dios Kukumatz (en Yucatán, Kukulkan) fue encontrado en Palenque (Antiguo Reinado). Una mirada genuinamente sin prejuicios haría al más escéptico de corazón duro parar y pensar.


Allí se sienta un ser humano, con la parte superior de su cuerpo inclinada hacia delante como un motociclista en una carrera; hoy en día cualquier niño identificaría su vehículo con un cohete. Es puntiagudo en el frente, luego cambia a extrañas formas, se ensancha y termina en la cola con una llama. El ser encogido está manipulando él mismo un indefinido número de controles y tiene el talón de su pie izquierdo en un tipo de pedal. Su ropa es apropiada, pantalones cortos con un ancho cinturón, una chaqueta con un moderno cuello japonés y bandas ajustadas en brazos y piernas. Con nuestro conocimiento de figuras similares, nos sorprendería que faltara la complicada estructura en la cabeza. Y allí está, con sus tubos y algo como una antena en la parte superior. Nuestro viajero espacial —es representado como tal— no sólo está inclinado hacia adelante en tensión, sino que también mira intensamente un aparato que cuelga frente a su cara. El asiento delantero está separado por postes de la parte de atrás del vehículo, en la que están arregladas simétricamente cajas, círculos, puntas y espirales.
¿Qué nos dice este relieve? ¿Nada? ¿Todo lo que cualquiera relaciona con un viaje espacial es una estúpida pieza de imaginación?
Para continuar con nuestras preguntas no respondidas. ¿Por qué los mayas construyeron sus ciudades más antiguas en la jungla, y no en un río o al lado del mar? Tikal, por ejemplo, yace a 109 millas del Golfo de Honduras, al norte del Océano Pacífico. El hecho de que los mayas estaban familiarizados con el mar se ve en los objetos hechos en coral, conchas y moluscos. ¿Por qué, entonces, se fueron a la jungla? ¿Por qué construir reservas de agua cuando pudieron establecerse al lado del agua? En Tikal solamente, hay 13 tanques de reserva de agua con una capacidad de 214 504 yardas cúbicas. ¿Por qué tenían que vivir, construir y trabajar acá y no en un lugar ubicado con más lógica?
Después de un largo viaje, los desilusionados mayas fundaron un nuevo reino en el norte. Y nuevamente ciudades, templos y pirámides se levantaron de acuerdo a las fechas prefijadas en el calendario.
Para dar una idea de la exactitud del calendario maya, aquí están los períodos de tiempo que utilizaron:
20 kins = 1 uinal o 20 días
18 uinals = 1 tun o 360 días
20 tuns = 1 katun o 7200 días
20 katuns = 1 baktun o 144 000 días
20 baktuns = 1 pictun o 2 880 000 días
20 pictuns = 1 calabtun o 57 600 000 días
20 calabtuns = 1 kinchiltun o 1 152 000 000 días
20 kinchiltuns = 1 atautun o 23 040 000 000 días
Pero los escalones de piedra basados en las fechas del calendario no son lo único que se eleva sobre el techo verde de la jungla, porque también construyeron observatorios.




El observatorio de Chichen en el primer y más antiguo edificio redondo de los mayas. Incluso hoy el edificio restaurado parece un observatorio. El edificio circular se eleva por encima de la jungla n tres terrazas, adentro hay una escalera caracol que lleva a la parte superior, en la cúpula hay aberturas dirigidas a las estrellas que dan una impresionante vista del firmamento en las noches. Las paredes exteriores muestran máscaras del dios de la lluvia… y la imagen de una figura humana con alas.
Admitido: el interés de los mayas en la astronomía no es motivación suficiente para nuestra hipótesis de relación con inteligencias de otros planetas. La abundancia de preguntas sin respuesta hasta ahora es asombrosa. ¿Cómo sabían los mayas de Urano y Neptuno? ¿Por qué los puestos de observación del observatorio de Chichen no están dirigidos a las estrellas más luminosas? ¿Qué significa el relieve en piedra del dios manejando un cohete de Palenque? ¿Cuál es el motivo del calendario maya con sus cálculos para 400 000 000 de años? ¿De dónde sacaron el conocimiento necesario para calcular los años solares y venusinos con cuatro decimales? ¿Quién les transmitió su inconcebible conocimiento astronómico? ¿Cada hecho es un producto de la casualidad del intelecto maya o cada hecho, mejor dicho la suma de los hechos, esconden un mensaje revolucionario para un muy distante futuro, visto desde su momento en el tiempo?
Si ponemos todos los hechos juntos y separamos la paja del trigo, hay tantas inconsistencias y absurdos que nuestra investigación no debería estar satisfecha con lo llamado «imposible».
Tengo una historia más para contar, la historia del pozo sagrado de Chichen Itza.

De su lodo, Edward Herbert Thompson excavó no sólo joyas y objetos de arte sino también esqueletos de jóvenes. De acuerdo con antiguas historias, Diego de Landa estableció que en tiempos de sequía los sacerdotes hacían peregrinajes al pozo para aplacar la ira del dios de la lluvia arrojando a él niños y niñas durante una solemne ceremonia.
Los hallazgos de Thompson corroboran lo que sostiene el Dr. Landa. Una historia horripilante, que trae más preguntas desde el fondo del pozo.
¿Cómo llegó allí el agua del pozo? ¿Por qué se lo declaró sagrado? ¿Por qué éste precisamente, dado que hay muchos como él?
La exacta contraparte del pozo sagrado de Chichen Itza existe, escondida en la jungla, apenas a 76 yardas del observatorio maya. Custodiado por víboras, ciempiés venenosos y otros insectos problemáticos, el agujero tiene las mismas medidas que el pozo «real»; sus paredes verticales están igualmente gastadas por el clima, y hechas pantano por la jungla. Los dos pozos se parecen admirablemente. El agua es de la misma profundidad y su color cambia de verde a marrón. Sin duda los dos pozos tienen la misma edad, y posiblemente los dos se deben a impactos de meteoritos. Pero, los eruditos sólo hablan del primer pozo de Chichen Itza; el segundo pozo, tan similar, no calza en sus teorías, aunque ambos están a 984 yardas del tope de la pirámide más alta, el Castillo.



Esta pirámide pertenece al dios Kukulkan, la serpiente emplumada.
La serpiente es un símbolo en casi todos los edificios mayas. Esto es asombroso, porque uno podría esperar que un pueblo rodeado por flora exuberante dejara motivos florales en los relieves de piedra también. Pero la desagradable serpiente nos confronta por todos lados. Desde tiempo inmemorial la serpiente hizo su camino entre el polvo y la suciedad en la tierra. ¿Por qué alguien le asumiría la capacidad de volar? Primitiva imagen del mal, la serpiente es condenada a arrastrarse. ¿Por qué alguien adoraría esta repulsiva criatura como un dios, y por qué podía volar? Entre los mayas, podía. El dios Kukulkan (Kukumatz) presumiblemente corresponde al posterior dios Quetzalcóatl. ¿Qué nos cuenta la leyenda maya de este Quetzalcóatl?


Vino de un desconocido país del sol naciente, con un traje blanco, y tenía barba. Enseño a la gente todas las ciencias, artes y costumbres y dejó leyes muy sabias. Se decía que bajo sus directivas el maíz creció alto como un hombre y el algodón crecía ya coloreado. Cuando Quetzalcóatl completó su misión, volvió al mar, predicando y enseñando en su camino, y abordó un barco que lo llevó a la estrella de la mañana. Casi me da vergüenza decir que el barbudo Quetzalcóatl también prometió volver.
Naturalmente, no faltan explicaciones para la apariencia del sabio anciano. Se le atribuye un papel mesiánico, dado que un hombre con barba no es una ocurrencia de todos los días en estas latitudes. ¡Hay incluso una arriesgada versión que sugiere que el viejo Quetzalcóatl fue un primitivo Jesús! No me convence. Cualquiera que hubiera llegado a los mayas desde el antiguo mundo conocería la rueda para transportar gente y objetos. Seguramente una de las primeras acciones de un dios como Quetzalcóatl, quien aparece como un misionero, doctor, instructor de leyes, y consultor en muchos aspectos prácticos de la vida, hubiera sido instruir a los pobres mayas en el uso de la rueda y el carro. De hecho, los mayas nunca usaron ninguno de los dos.
Vamos a completar esta confusión intelectual con un compendio de curiosidades del difuso pasado.
En 1900, buzos griegos buscando esponjas, encontraron un antiguo naufragio cargado con estatuas de mármol y bronce de Antikythera. Los tesoros artísticos fueron rescatados y las investigaciones posteriores mostraron que el barco debía haber encallado alrededor del tiempo de Cristo. Cuando todo fue rescatado, se encontró un masa sin forma que terminó siendo más importante que todas las estatuas juntas.


Después de ser tratado con cuidado, los eruditos descubrieron una hoja de bronce con círculos, inscripciones y ruedas dentadas y pronto se dieron cuenta que las inscripciones debían estar relacionadas con la astronomía. Cuando las partes separadas se limpiaron, se vio una extraña construcción, una máquina regular con punteros movibles, complicadas escalas de cuadrantes y placas de metal con inscripciones. La máquina reconstruida tenía más de veinte pequeñas ruedas, un tipo de engranaje diferencial, y una rueda dentada. En un lado había un eje que ponía todos los cuadrantes en movimiento a velocidades diferentes tan pronto como era girado.



Los punteros están protegidos con coberturas de bronce en las que se pueden leer largas inscripciones. En el caso de la «máquina de Antikythera», ¿hay alguna duda de que mecánicos de precisión de primera clase estaban trabajando en la antigüedad? Sin embargo, la máquina es tan complicada que es probable que no sea la primera de su tipo. El profesor Solla Price interpretó el aparato como una máquina de calcular con cuya ayuda se podía obtener los movimientos de la luna, el sol y probablemente otros planetas.
El hecho de que la máquina tenga como año de construcción 82 a. C. no es tan importante. Sería más interesante encontrar quién construyó el primer modelo de esta máquina, este planetario a pequeña escala.
El emperador de Hohenstaufen, Federico II, aparentemente trajo una carpa muy inusual desde el este cuando volvió de la quinta cruzada en 1229. En el interior de la carpa se colocaba un motor regulado por reloj, y la gente veía las constelaciones en movimiento a través del techo en forma de cúpula de la carpa. La idea de un antiguo planetario nos irrita porque en la época de Cristo el concepto de un cielo con estrellas fijas tomando en cuenta la rotación de la tierra, no existía… Incluso del astrónomos chinos y árabes de la antigüedad no nos pueden dar ayuda en este hecho inexplicable, y no se puede negar que Galileo Galilei nació 1500 años después. Cualquiera que vaya a Atenas debe ir a ver la «máquina de Antikythera»; está expuesta en el Museo Nacional Arqueológico. Sobre la carpa planetaria de Federico II sólo tenemos relatos escritos.
Acá hay algunas cosas extrañas que la antigüedad nos ha legado:
Dibujos de animales que simplemente no existieron en Sudamérica hace 10 000 años, como camellos y leones, fueron encontrados en las rocas de la planicie desierta de Marcahuasi, 12 500 pies sobre el nivel del mar.





En Turkestán algunos ingenieros encontraron estructuras semicirculares hechas de un tipo de vidrio o alfarería. Su origen y significación no han podido ser explicadas por los arqueólogos.
Las ruinas de una ciudad antigua que debe haber sido destruida por una gran catástrofe existen en el Valle de la Muerte, en el Desierto de Nevada. Incluso hoy se pueden ver huellas de rocas derretidas y arena. El calor de una erupción volcánica no hubiera sido suficiente para derretir rocas —además, el calor hubiera quemado los edificios primero. Hoy en día sólo el rayo láser produce esa temperatura. Extrañamente, ni una brizna de pasto crece en el distrito.

Hadjar el Guble, la Piedra del Sur, en el Líbano, pesa más de 2 000 000 libras. Es una roca decorada, pero manos humanas ciertamente no pudieron moverla.
Hay marcas creadas artificialmente, y aún sin explicación, en rocas extremadamente inaccesibles en Australia, Perú y al norte de Italia.
Textos en placas de oro, encontradas en Ur de Caldea, cuentan de «dioses» parecidos a hombres que vinieron de los cielos y presentaron esas placas a los sacerdotes.
En Australia, Francia, India, Líbano, Sudáfrica, y Chile hay extrañas rocas negras ricas en aluminio y berilio. Las investigaciones más recientes mostraron que esas rocas deben haber sido expuestas a un bombardeo altamente radioactivo a altas temperaturas en el pasado muy remoto.
Tablas cuneiformes sumerias muestran estrellas fijas con planetas.
En el Museo Británico el visitante puede leer los eclipses pasados y futuros de la luna, en una tabla babilónica.