— Seis meses después —

 

Adriana y Sofía estaban tumbadas en un enorme sofá frente a una chimenea que les daba calor. Era diciembre y se encontraban en aquella acogedora casa de campo que Edu y Álex habían alquilado para pasar las navidades juntos. Nevaba. Ambas embarazadas de siete meses, Adriana de un niño y Sofía de una niña. Recordaban la gran boda de ella y Álex meses atrás viendo el álbum que les habían entregado aquella misma mañana. Fue una boda espectacular, con más de quinientos invitados. Adriana llevaba un vestido blanco, parecía una princesa y Alba llevaba otro igual de espectacular. Disfrutó enormemente en la boda de sus padres, para ella fue todo un acontecimiento. Estaba feliz de tener un hermanito y un primito, no se cansaba de decir que los iba a cuidar ella, al igual que hacía con sus muñecos.

Sofía y Adriana reían con el álbum entre sus manos, recordando pasadas anécdotas, cuando por la puerta entraron Edu, Álex, Anabel y Alba, todos llenos de nieve y sonrientes. Alba quería hacer un muñeco de nieve y habían estado en ello durante media mañana. Al entrar, Edu y Álex se dirigieron a sus esposas, les dieron un beso y se calentaron junto a la chimenea. Se habían convertido en dos maridos muy atentos, no se los podían quitar de encima ni por unos segundos. Estaban encantados con su reciente paternidad.

Álex fue junto a su esposa.

—Acabo de recibir esta postal —se la extendió a Adriana y ella la leyó—.

Era del padre de Adriana. En esa postal personal a su yerno, le felicitaba la Navidad y le decía que iría el día de reyes allí junto a su nieta. Adriana sonrió. Era la forma de su padre pedirle permiso a Alejandro para ir a ver a su nieta y pasar el día junto a ellas.

Alejandro nunca olvidaría lo que su suegro le hizo cinco años atrás. Sin embargo, aceptó sus disculpas y su disposición de tolerarse educadamente por el bien de Adriana y Alba. Ambos las amaban a las dos y querían que fuesen felices, por ello Alejandro aceptó convivir con su suegro en las ocasiones que estuviesen juntos, por el bien de su familia. El día antes su boda con Adriana, se presentó en casa de Alejandro y le pidió perdón por lo que hizo años atrás. Le pidió que comprendiese su actitud, ahora Alejandro era padre y podía llegar a comprender cómo había actuado años atrás, por proteger a su hija del que creía un mal hombre para ella. Hasta cierto punto Álex lo excusó. Sin embargo, para él era más importante la felicidad de su hija y su esposa que verse embargado por odios del pasado. Quería ser feliz y sabía que en esa felicidad iba implícita que Alba y Adriana siguiesen manteniendo relación con Jorge. Jamás se lo prohibiría, a ninguna de las dos.

Adriana lo miró y esperó una respuesta con una enorme sonrisa.

—Dile a tu padre que hay habitaciones libres —pronunció con resignación—. Y que él entra dentro del concepto “navidades en familia”. Puede venirse, si lo desea, mañana con Berta, Julio, Pablo, Daniel y mi madre, a pasar Nochebuena, fin de año y reyes. ¡Qué remedio!

Adriana abrió sus brazos invitándolo a ellos y le dijo cuando estaba junto a ella;

—¿Será por estas cosas por lo que te amo tanto? —y lo besó apasionadamente—.

 

Deseos del destino
titlepage.xhtml
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_000.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_001.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_002.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_003.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_004.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_005.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_006.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_007.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_008.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_009.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_010.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_011.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_012.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_013.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_014.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_015.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_016.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_017.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_018.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_019.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_020.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_021.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_022.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_023.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_024.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_025.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_026.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_027.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_028.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_029.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_030.html
CR!SAEJK9HHP54VB4FJ3ZYD5W6GQXA1_split_031.html