Capítulo 44
A diez mil metros sobre Virginia Oeste
—¿Otro zumo de tomate, señor?
—No, gracias. No deseo nada más.
—Como guste. —La azafata siguió su recorrido por el pasillo central.
En su asiento de primera clase, Pendergast examinó el amarillento documento que, tras varias horas de agotadora búsqueda, había encontrado al fin en el sitio más inesperado: enrollado dentro del cañón de una vieja escopeta. Otra prueba de lo poco que conocía a su esposa.
Sus ojos releyeron de nuevo el documento.
República Federativa do Brasil
Registro Civil das Pessoas Naturais
Certidao de Nascimento
Nome: Helen von Fuchs Esterhazy
Local de Nascimento: Nova Godói, RIO GRANDE DO SUL
Filiação Pai: András Ferenc Esterhazy
Filiação Mai: Leni Faust Schmid
Helen había nacido en Brasil, en un lugar llamado Nova Godói. Nova Godói, Nova G. Recordaba el nombre del requemado trozo de papel que él y Laura Hayward habían encontrado entre las ruinas del laboratorio farmacéutico de Longitude.
Mime le había dicho que la lengua materna de Helen era el portugués. Todo encajaba.
«Brasil», pensó Pendergast. Helen había pasado casi cinco meses en ese país antes de casarse con él, durante una misión para Doctors With Wings. Al menos eso fue lo que ella le dijo entonces. Había aprendido por las malas que no podía estar seguro de nada que concerniera a Helen.
Contempló de nuevo la partida de nacimiento. Al final de la página había un recuadro titulado OBSERVAÇÕES /AVERBAÇÕES (observaciones/anotaciones). Lo examinó con detenimiento y acto seguido sacó una lupa de bolsillo para verlo más de cerca.
Lo que había habido en el interior de aquel recuadro no había sido simplemente borrado: habían recortado con mucho cuidado el papel y lo habían sustituido por un fragmento en blanco del mismo tipo, con la misma marca de agua, que habían cosido microscópicamente con la mayor precisión. Era el trabajo de un verdadero profesional.
En ese momento aceptó por fin que en realidad no había conocido a su amada esposa. Como a tantos otros seres humanos, el amor lo había cegado. Ni siquiera había logrado penetrar el misterio de su identidad.
Con un cuidado rayano en la reverencia, dobló el certificado y se lo guardó en lo más profundo de un bolsillo de su traje.