Jesús, en efecto, había ordenado al espíritu impuro que saliera de aquel hombre del que se había apoderado tiempo atrás. Y aunque lo ataran con cadenas y grilletes para sujetarlo, él rompía sus ligaduras y el demonio lo arrastraba a lugares desiertos. Jesús le preguntó:
—¿Cuál es tu nombre?
—Legión —respondió, porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.
Evangelio según San Lucas, 8, 29-30
Para los dioses somos como las moscas para los niños traviesos.
Nos matan por diversión.
Shakespeare, Rey Lear