Viuda
La
negra

Océanos de brea
1er diaro
C. Santana
La viuda negra
C.Santana
Océanos de brea - 1
© C. Santana
Todos los derechos reservados
Khabox editorial
CODIGO: KE-004-0021
© Diseño de portada: Fabián Vázquez
© Edicion: Khabox editorial
Primera Edición, Noviembre 2015
ISBN-13: 978-84-608-3045-0
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Glosario
Alfanje: sable, corto y corvo, con filo solamente por un lado, y por los dos en la punta.
Arcabuz: arma antigua de fuego, con cañón de hierro y caja de madera, semejante al fusil, que se disparaba prendiendo la pólvora del tiro mediante una mecha móvil colocada en la misma arma.
Arpeo: instrumento de hierro con unos garfios, que sirve para rastrear o para aferrar dos embarcaciones.
Brulote: barco cargado de materias combustibles e inflamables, que se dirigía sobre los buques enemigos para incendiarlos.
Calafatear: cerrar las junturas de las maderas de las naves con estopa y brea para que no entre el agua.
Carenar: reparar o componer el casco de una nave.
Chartie partie: código de conducta que se redactaba en un barco antes de un combate, donde cada tripulante lo juraba. Se reflejaba lugar y fecha, nombre del barco, objetivos de la empresa, relación de fraternidad entre la tripulación y el reparto del botín (sueldo del carpintero y del cirujano, media parte para los aprendices, una parte para cada marinero, dos para el capitán y otras dos para el contramaestre. Había también una indemnización para los mutilados: 600 reales de a ocho por un brazo derecho, 500 por la extremidad superior izquierda, 500 por la pierna derecha, 400 por la pierna izquierda y 100 por un ojo).
Colina marina: nombre que se le dio a los icebergs hasta finales del siglo XVIII.
Coy: trozo de lona o tejido de malla en forma de rectángulo que, colgado de sus cabezas, sirve de cama a bordo. En los combates, se enrollaban y se colocaban dentro de las batayolas para evitar el fuego de los mosquetes y arcabuces.
Culebrina: antigua pieza de artillería, larga y de poco calibre.
Gallows Point: punto situado en la isla de Jamaica donde eran colgados los piratas apresados, permaneciendo sus cuerpos a la vista para que otros desistieran del filibusterismo.
Juego de los cientos: juego de cartas donde cada jugador hacía una oferta. El participante con más puntos ganaba. Se llamó así porque uno de los mayores objetivos del juego era llegar a 100 puntos.
Leontina: cinta o cadena colgante de reloj de bolsillo.
Mosquete: arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil, la cual se disparaba apoyándola sobre una horquilla.
Obús: pieza de artillería de menor longitud que el cañón en relación a su calibre.
Par del reino: títulos nobiliarios que otorgaba el rey de Inglaterra: Duque, Marqués, Conde, Vizconde y Barón.
Patente de corso: documento entregado por los monarcas o gobernadores a los propietarios de un navío, otorgándoles permiso para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas. De esta forma, el propietario se convertía en parte de la marina del país. Fueron muy utilizadas entre los siglos XVI y XIX, cuando las naciones no podían costearse flotas propias.
Real de a ocho: moneda antigua de plata, que valía ocho reales de plata vieja y acuñada por el Imperio español. Fue la primera divisa de curso mundial al utilizarse en Europa, América y extremo oriente.
Tahalí: tira de cuero, ante, lienzo u otra materia, que cruza desde el hombro derecho por el lado izquierdo hasta la cintura, donde se juntan los dos cabos y se pone la espada.
Talabarte: pretina o cinturón, ordinariamente de cuero, que lleva pendientes los tiros de que cuelga la espada o el sable.
TIPOS DE PIRATERÍA
Piratas: hombres que robaban por cuenta propia, sin estar adheridos a alguna bandera u organización. Atacaban barcos comerciantes o portadores de tesoros, sin diferenciar entre un pabellón u otro.
Corsarios: marinos contratados y financiados por un determinado Imperio con el fin de atacar a los barcos y ciudades enemigas del país que les cedía la patente de corso. El corsario debía seguir los usos de la guerra y daba una fianza en señal de que respetaría dichas leyes. La actividad corsaria terminaba en el momento en que se firmaba la paz entre las potencias en guerra, aunque muchos de ellos obviaban estas treguas.
Bucaneros: personajes propios del Caribe. Cazaban el ganado cimarrón de la isla La Española y copiaron la técnica de los nativos de salar y ahumar la carne, que llamaron “bucan”. Eran cazadores y comerciantes de carne.
Filibusteros: personajes propios del Caribe. En 1620, los españoles de La Española expulsaron a los bucaneros de la isla y estos huyeron a Tortuga. Allí, dejaron el comercio de la carne y abrazaron la piratería, reagrupándose y fundando La Cofradía de los Hermanos de la Costa, organización formada por fugitivos, desertores, expresidiarios, delincuentes, vagabundos y esclavos africanos.
TIPOS DE BARCOS
Bergantín: buque de dos palos, de vela cuadrada o redonda. Eran barcos muy ligeros, utilizados para el comercio y por los filibusteros en sus abordajes.
Chalupa: embarcación pequeña que puede ir con remos o con un palo para la vela.
Fragata: buque de tres palos de vela cuadrada, utilizada tanto para la guerra como para el comercio. La de guerra tenía solo una batería de cañones.
Galeón: buque de tres palos de vela cuadrada. El de guerra podía llegar a tener hasta cuatro cubiertas de batería de cañones. Fue uno de los barcos más grandes que surcaron los océanos desde el siglo XVI hasta el XIX.
Navío de línea: buque de guerra, de tres palos y vela cuadrada, con dos o tres cubiertas de batería de cañones. Su nombre vino dado por una nueva formación de combate donde las naves se alineaban una detrás de otra para romper la posición del enemigo.
PARTES DE UN BARCO
Aleta de babor/estribor: Parte del costado de un buque comprendida entre la popa y el punto que corresponde a la primera parte de la batería.
Amura de babor/estribor: parte de los costados del buque donde este empieza a estrecharse para formar la proa.
Aparejo: conjunto de palos, vergas, jarcias y velas de un buque.
Arboladura: conjunto de palos y vergas de un buque.
Babor: lado o costado izquierdo de la embarcación.
Batayola: caja cubierta con encerados que se construyen sobre la regala de los buques, a lo largo de esta, y donde se acomodan o recogen los coyes de la tripulación.
Castillo de popa: parte del barco que comprende la toldilla, el alcázar, los jardines y espejo de popa.
Castillo de proa: parte de la cubierta alta o principal del buque, comprendida entre el palo trinquete y la proa.
Cofa: meseta colocada horizontalmente en el cuello de un palo para fijar los obenques de gavia, facilitar la maniobra de las velas altas, y antiguamente, donde se colocaban los vigías para el avistamiento de barcos.
Cuaderna: cada una de las piezas curvas cuya base o parte inferior encaja en la quilla del buque y, desde allí, arrancan a derecha e izquierda, en dos ramas simétricas, formando las costillas del casco.
Cubierta de primera y segunda batería: cubiertas inferiores del navío donde se situaba la artillería de cañones. En esta parte del barco, la tripulación colocaba los coyes para su descanso.
Cubierta de sollado: cubierta inferior del buque donde se solía instalar los pañoles de víveres, aguada, y herramientas del carpintero y cirujano.
Cubierta de toldilla: cubierta parcial y más elevada que tienen algunos buques a la altura de la borda, desde el palo mesana al coronamiento de popa.
Cubierta del alcázar: elevación trasera de la cubierta principal de un barco, compuesta o no por una primera cubierta llamada toldilla. En esta zona se encuentra el camarote del capitán, la sala de consejo, el timón y la bitácora.
Cubierta del combés: espacio en la cubierta superior que va desde el palo mayor hasta el castillo de proa.
Enjaretado: tablero formado de tabloncillos intercalados colocados en forma de cruz.
Escala: escalera de mano hecha de madera o cuerda que comunicaba las distintas cubiertas de un buque.
Espejo de popa: elemento estructural de una embarcación que se encuentra ubicado en la zona de popa. Es en general el extremo popel del cuarto de alojamiento de la máquina del timón.
Estribor: lado o costado derecho de una embarcación.
Jarcias: conjunto de cuerdas y cabos de un buque.
Jardines de popa: pequeño añadido a babor y estribor de la balconada de popa donde los oficiales hacían de vientre.
Jardines de proa: añadido a babor y estribor del principio de la proa donde la marinería hacía de vientre.
Línea de flotación: la que separa la parte sumergida del casco de un buque de la que no lo está.
Mesa de guarnición: especie de plataforma que se coloca en los costados de los buques, frente a cada uno de los tres palos principales, y en la que se afirman las tablas de jarcia respectivas y los obenques de cada palo.
Obenques: cada uno de los cabos gruesos que sujetan la cabeza de un palo o de un mastelero a la mesa de guarnición o a la cofa correspondiente.
Palo bauprés: palo grueso, horizontal o algo inclinado, que en la proa de los barcos sirve para asegurar los estayes del trinquete, orientar los foques y algunos otros usos.
Palo mayor: el más alto del buque y que sostiene la vela principal.
Palo mesana: mástil que está más a popa en el buque de tres palos.
Palo trinquete: palo de proa, en las embarcaciones que tienen más de uno.
Pañol: cada uno de los compartimentos que se hacen en diversos lugares del buque, para guardar víveres, municiones, pertrechos, herramientas, etc.
Pasamanos: paso que hay en los navíos de popa a proa, junto a la borda y a través del combés.
Popa: parte posterior de una embarcación.
Porta: cada una de las aberturas, a modo de ventanas, situadas en los costados y en la popa de los buques, para darles luz y ventilación, para efectuar su carga y descarga y, principalmente, para colocar la artillería.
Proa: parte delantera de una embarcación.
Quilla: pieza de madera o hierro, que va de popa a proa por la parte inferior del barco y donde se asienta toda su armazón.
Regala: tablón que cubre todos los maderos de las cuadernas del buque en su extremo superior, y que forma el borde de las embarcaciones.
Santabárbara: pañol o paraje destinado en las embarcaciones para custodiar la pólvora.
Sentina: cavidad inferior de la nave, que está sobre la quilla y en la que se reúnen las aguas que, de diferentes procedencias, se filtran por los costados y cubierta del buque, de donde son expulsadas después.
Velamen: conjunto de velas de un buque.
Verga: palo perpendicular a cada uno de los palos de un navío donde van sujetas las velas.
Somos mar, somos brea,
somos océanos de marea.
Marea negra, marea roja,
un oleaje que no moja.
Brava resaca, fuerte corriente,
impenetrable para el más valiente.
Lucha o muere, únete o perece,
no tendrá cielo el que desmerece.
Saloma pirata.
Los jadeos comenzaron a llenar la habitación. El sudor empañaba el cristal de la ventana por la que un tímido haz de luna se abría paso como única iluminación. Sobre el colchón del camastro tres cuerpos retozaban, no sabiéndose dónde empezaba uno y acababa otro. Una mano rozaba un pecho, una boca mordía un pezón, dos lenguas saboreaban un falo. Los gemidos aumentaban, el choque de carne contra carne retumbaba, el eco de succiones reverberaba. Y fue entonces cuando…
—¡Por Dios! ¡Cierra la boca de una vez! ¡Estoy intentando dormir!
Ana detuvo su relato cuando su compañero de piso apareció en el salón con el pelo revuelto, vistiendo únicamente unos minúsculos calzoncillos que poco dejaban a la imaginación y con los ojos inyectados en sangre, sin dejar claro si era producto del sueño interrumpido o de la furia que emanaba de ellos.
Ana sostenía una espada de plástico en alto. Un gorro pirata del Todo a 100 ocultaba parte de su melena morena, y un camisón con dos enormes ojos dibujados sobre los pechos, bajo los que se podía leer: “Mírame a los ojos”, completaba su estrafalaria vestimenta.
—Lo siento. Pensé que no estabas —se disculpó—. ¿No tenías turno de mañana en el hospital?
Saúl gruñó y se frotó los párpados.
—No, he hecho el turno de noche porque lo cambié con un compañero. Y, visto lo visto, hubiera preferido hacer el de mañana antes que escucharte a ti berrear guarradas. ¿Falo? ¿Quién coño dice hoy “falo”? —refunfuñó molesto, al mismo tiempo que se dirigía a la cocina.
Ana lo siguió. —Estoy ensayando para el certamen de cuentos erótico-históricos que se celebrará durante la noche de La Luna Mora. No quedaría bonito que soltase “polla”, ¿no crees?
—No será por falta de vocablos que tenemos para nombrarla… —ironizó Saúl, mirándola de reojo y cogiendo una taza para prepararse un café, sabiendo ya que no recuperaría su fase REM. Apoyó su cadera sobre la encimera y cruzó sus brazos, a la espera de que la cafetera se pusiera en marcha—. ¿Y vas a ir con esas pintas? —le preguntó mientras la recorría de arriba abajo, haciendo una larga pausa en el dibujo del camisón.
Ante el exhaustivo examen a su parte delantera, Ana elevó sus labios en una sonrisa taimada y posó la punta de la espada que aún llevaba consigo bajo el mentón del impertinente, obligándolo a levantar la vista y advirtiéndolo con la mirada.
Su compañero sonrió con picardía. —¿Qué? Soy un hombre muy obediente. Sigo a rajatabla las instrucciones sugeridas en la ropa. Me las tomo muy… a pecho. —Con tono sugerente, enfatizó las dos últimas palabras.
—Esto solo es provisional —dijo Ana, bajando la espada—. La Escuela de Arte Dramático nos proporcionará la indumentaria adecuada. Yo voy a narrar una de piratas.
—¿En serio? Más bien parece que vayas a contar un capítulo de Bob Esponja —malmetió, observando con escarnio el gorro del Todo a 100—. Eres igualita al tipo del principio.
El pitido de la cafetera sonó y cortó toda respuesta mordaz que Ana pudiera haber ideado. Saúl vertió el café en la taza y regresó al salón mientras ella contemplaba su trasero. El residente de proctología tenía una lengua descarada, pero lo eran aún más su culo embutido en aquel bóxer pequeño y su cuerpo torneado, magnífico para llenarlo de bocaditos indecentes. Su compañero de piso no se destacaba por ser una persona pudorosa, y le era indiferente estar en paños menores delante de ella; más incluso cuando todavía no había recibido su dosis de cafeína.
—¿Vendrás a verme? —le preguntó Ana, a la vez que se sentaba junto a él en el sofá.
—Tengo turno esa noche —contestó Saúl, bebiendo de su taza.
—Podrías cambiarlo —le sugirió.
—¿Y escuchar cochinadas a base de falos? No, gracias. Prefiero hacerle un tacto rectal a Eulalio, un hombre de sesenta años que, además de sufrir gases, su culo es una fiesta almorranera por todo lo alto.
—Oye —comenzó Ana, intentando echar al olvido ese último comentario—, ya que estás despierto y no tienes pensamiento de cambiar el turno, ¿te importa que practique contigo mi relato?
Saúl dejó su taza sobre la mesa del salón y la miró. Con sarcasmo, dijo:
—¿Qué parte de “falos no” no has entendido?
—Saúl, por favor —suplicó Ana—, necesito practicar. ¿Y si se me traba la lengua delante de todos?
—Pues haces como que uno de tus personajes se está atragantando con uno de esos falos. Así incluyes efectos especiales. Serás la sensación del certamen.
—Saúl… —insistió Ana.
Su compañero de piso puso los ojos en blanco y soltó un suspiro derrotado.
—De acuerdo, pero me debes una.
Ana sonrió abiertamente y aclaró su garganta.
—Bien, te pongo en situación. Estamos en la edad dorada de los piratas, alrededor de 1692, dos siglos después de que Cristóbal Colón descubriera América. Los llamados lobos de mar son los dueños de los océanos y campan a sus anchas por las aguas caribeñas. Isla Tortuga es su reducto, donde anclan sus barcos y malgastan en tabernas y burdeles los tesoros robados. Se ha idealizado erróneamente la imagen de la piratería, cuando la realidad era bien distinta, pues no hay que olvidar que los piratas eran lo que eran: asesinos, mercenarios y ladrones a los que solo el oro y el pillaje importaba. La historia siempre ha resaltado las hazañas y leyendas de hombres piratas, pero también las hubo de mujeres, tan indómitas y despiadadas como ellos. Y, esta, es la leyenda de una de ellas. Una que tuvo que amoldarse a un mundo de hombres. Una para la que la venganza era el pan nuestro de cada día. Una que descubriría sentimientos por un capitán que siempre quiso mantener encerrados con el fin de no caer bajo el yugo opresor del hombre…, pero que falló estrepitosamente en su intento.