NOTA DEL TRADUCTOR A LA QUINTA EDICIÓN INGLESA

La segunda edición inglesa del libro Los Trece Capítulos, de Cheng Man-ch'ing, coincide con el veinte aniversario de su "misión" en Occidente y el décimo aniversario de su muerte. En sus escritos, Cheng hablaba a la vez como profeta y como embajador cultural. (Como profeta rogaba apasionadamente a sus compatriotas que volviesen a sus mejores tradiciones y, como embajador cultural, empleó con destreza las artes chinas para promover un reconocimiento de la cultura china en Occidente). Estas dos vertientes son consistentes con el compromiso confuciano de preservar y transmitir las tradiciones de "alta" cultura y extender su "civilizadora" influencia al resto del mundo. De esta manera, Los Trece Capítulos no sólo proporcionan una visión microscópica del arte del Tai-chi chüan, sino también una visión general de todo el paisaje de la herencia intelectual china. El Tai-chi es una maravillosa ventana para explorar este área -filosofía, arte y ciencia, todos están ahí- y ¿qué mejor guía que Los Trece Capítulos?

La amplitud de la erudición de Cheng y el alcance de sus logros (caligrafía, pintura, poesía, artes marciales y medicina) hacen de Los Trece Capítulos una obra excepcionalmente rica y formidable. La enseñanza de Cheng era el fruto del gran árbol de la cultura china. Las notas añadidas a esta edición de Los Trece Capítulos intentan esbozar las muchas ramas del conocimiento que producían y sostenían ese fruto. Porque sus principios son universales, Los Trece Capítulos no es una obra desfasada. Las notas adjuntas pueden ayudar a proporcionar una perspectiva histórica -un sentido de las raíces de la obra- y como ésta responde a las necesidades de la nación. Lejos de surgir en un vacío histórico, Los Trece Capítulos fueron escritos en 1946, un intenso período social de agitación política: diez años de ocupación japonesa, veinte años de guerra civil y unos cien años de intervención occidental. De hecho, la vida de Cheng abarca desde los últimos años de la dinastía Manchú hasta la época de los Señores de la Guerra, República, República Popular, exilio en Taiwán y la conquista del Nuevo Mundo. Las exigencias de la época, fácilmente ignoradas sin anotaciones que las secunden, se reflejan de forma sutil pero ingeniosa en la obra.

Nacido en 1900, cinco años antes de la abolición del examen del sistema imperial, los escritos de Cheng son obviamente el resultado de una temprana educación clásica. Curiosamente, su pensamiento estaba más cercano a los reformistas visionarios de una generación anterior -hombres como K'ang Yu-wei, T'an Ssu-t'ung y Liang Ch'i-ch'ao, quienes reinterpretaban la tradición en orden a resucitarla- que al de los radicales iconoclastas de su propia generación cuyo Movimiento del Cuatro de Mayo (1919) exigía la occidentalización total y la destrucción de cada artefacto de la sociedad "feudal". Esta tensión reaccionaria reformista se refleja en el estilo de la escritura de Cheng, arcaica e irreconciliable con el movimiento vernáculo de la literatura, incluso mientras absorbía de la terminología occidental e innovaba la tradición nativa. Los matices del lenguaje expresan un importante aspecto del carácter de Cheng y una actitud filosófica y requiere un tratamiento sensible en el estilo y dicción de la traducción.

El formato de estos Trece Capítulos comentados con anotaciones e índice responde a un número de propósitos específicos. Primero, desde la publicación de nuestra anterior edición y posteriores traducciones de la familia Yang y el material adicional de Cheng, se ha hecho patente que lectores cada vez más preparados exigen las fuentes de información originales presentadas de una manera consistente con los niveles de la erudición moderna. Basado en el profundo conocimiento que tenía el autor en historia, filosofía, meditación, medicina y en el Tai-chi chüan, Los Trece Capítulos son un desafiante trabajo incluso para los lectores chinos. Para los occidentales, las anotaciones son indispensables para no perder en la oscuridad o en el desconocimiento mucha de la terminología especializada, citas y referencias. En segundo lugar, la traducción es intrínsecamente un acto de interpretación. Si queremos que el nivel de la traducción sea elevado a la par que otras disciplinas, entonces las selecciones críticas que todo traductor hace para el lector deben ser compartidas y justificadas ante el lector. Esta es una contribución que la traducción puede hacer no sólo a los lectores sino también a la dignidad del propio Tai-chi chüan. Un tercer motivo para esta edición comentada de Los Trece Capítulos es ayudar a volver sobre los pasos del pensamiento del autor y revelar la forma de su mente. Sin vislumbrar el proceso de creación del Profesor Cheng y la compleja síntesis de ciencia que lo producía, ¿podemos esperar comprender la obra, y mucho menos, ser sus dignos sucesores?

Para escribir Los Trece Capítulos, Cheng se basó en dialectos de diferentes provincias. Primero están las alusiones históricas y literarias que formaban el bagaje de los literatos chinos durante casi tres mil años. Algunas de éstas están claramente presentadas como citas en el texto, pero la mayoría son sencillamente el lenguaje inconsciente de la élite culta. Éstas son principalmente referencias históricas a figuras y expresiones o pasajes del Confucianismo y del Taoísmo clásico. Un gran número han sido identificadas y anotadas en esta nueva edición, tanto para iluminar las fuentes del pensamiento de Cheng como para estimular el interés en un futuro estudio de la historia y filosofía de China. Los clásicos del Tai-chi y la especial terminología de las artes marciales son otras fuentes de lenguaje que se han utilizado. De nuevo, Cheng intercala estos términos dentro de su propio texto, bien como cita, o sencillamente de pasada, mostrando tanto el máximo respeto hacia esta escasa colección de obras canónicas como el grado de su asimilación dentro de su propio pensamiento. Estas citas han sido destacadas y las fuentes comentadas con el fin de permitir que los lectores interesados clarifiquen el texto original. Una tercera fuente de lenguaje, utilizada por Cheng en sus Trece Capítulos, es el argot metafísico derivado del I Ching y desarrollado más tarde por comentaristas y filósofos tales como Chou Tun-i y Shao Yung. El Tai-chi, el yin-yang, los trigramas, los hexagramas, y los "Cinco Elementos" son para la ciencia china lo que las matemáticas para la ciencia occidental, y Cheng hace un uso extensivo de éstos para expresar tanto los vínculos en las artes marciales, como los aspectos meditativos del Tai-chi chüan. Otro vocabulario especializado perteneciente a la subcultura autocultivada taoísta, a menudo, requiere notas aclaratorias. Esta es la más arcana de las áreas lingüísticas y se apoya firmemente en el simbolismo del mito, la alquimia, y el I Ching para expresar lo sobrenatural, los estados psíquicos y el movimiento y transformación de la energía interna del cuerpo. El lenguaje de la Medicina Tradicional China, es igualmente inaccesible sin detallados comentarios. El Profesor Cheng, fue un destacado médico capaz de integrar la medicina y las artes marciales con tal grado de introspección y originalidad que redefinió el convenido del Tai-chi chüan. Una última área de lenguaje proviene de la ciencia occidental, sobre todo de la medicina y de la física, que Cheng utilizaba de forma ambivalente tanto para apoyar su propia afirmación como para menospreciarla en comparación con la antigua ciencia de China.

Escritos sobre el Tai-chi chüan han desarrollado un número distinto de géneros a lo largo de los interminables períodos de su existencia. Es posible distinguir al menos tres grandes fases en el desarrollo de la literatura, una progresión que es paralela al cambio desde la difusión privada a la publicación de textos. Al igual que con otras artes chinas como la poesía, la pintura o la caligrafía, formas anteriores son conservadas acumulativamente, mientras formas más modernas de presentación simplemente aumentan el repertorio. La literatura de las artes autodidácticas chinas, aún siendo difíciles de clasificar en términos tradicionales occidentales, revelan algunos de los más sólidos y poderosos usos de los lenguajes jamás concebidos. La primera fase genética del Tai-chi literario, incluye posturas o secuencias (p'u), clásicas (ching), tratados (lun), versos nemotécnicos (chüeh) y canciones de entrenamiento (ko). Éstos se caracterizan por su alta densidad, formas de versos de medida variable, o prosa rítmica paralela. Muchos de estos versos son difíciles de fechar, a veces anónimos, o indistintamente atribuidos a diferentes maestros en distintas fuentes de información. Es más seguro decir que la mayoría existían como transmisiones orales u olográficas antes de publicarse en imprenta. La siguiente fase incluye comentarios de maestros posteriores o de esforzados discípulos por registrar metódicamente los principios y métodos de enseñanza de sus profesores. El último género en surgir consta de nuevas formas marciales sintetizadas de varias escuelas o la extensión creativa de una línea de transmisión expuesta en un estilo moderno o literario. Estos tres géneros han utilizado ilustraciones gráficas y más tarde fotografías además del texto escrito.

Los Trece Capítulos en su totalidad contienen elementos de todas las tres fases del desarrollo de la literatura del Tai-chi. Cheng reproduce la recensión de la familia Yang de los "clásicos" y además incluye transcripciones de algunas de las enseñanzas orales de Yang Ch'eng-fu junto con su propio comentario. El núcleo de Los Trece Capítulos contiene infinidad de citas de los clásicos del Tai-chi, mientras que la sección de "Preguntas y Respuestas" de la obra completa es esencialmente un comentario escogido de los clásicos en forma de diálogo con los estudiantes. Lo que hace único a Los Trece Capítulos es que va más allá de los previsibles tópicos metafísicos y la pura descripción mecánica de una "Forma" marcial a una detallada exposición de principios tradicionales y técnicas de enseñanza junto con su propia y destacada original colección de nuevos instrumentos conceptuales para trabajar en el medio del movimiento. Sólo una conexión directa con la fuente era capaz de producir tanta agua fresca. Los escritos publicados por autores contemporáneos tan relevantes como Sun Lu-tan (1919), Hsu Yü-sheng (1921), Chen Wei-ming (1925), Wu Tu-nan (1925), o Sung Shih-yüan (1946), aparecen en contraste sin color y unidimensionales. El uso de Cheng de la medicina, la meditación, la herencia occidental y el patriotismo imprescindible es también mucho más amplio y penetrante.

Los Trece Capítulos, de Cheng Man-ch'ing, es una obra compleja y con varios niveles de lectura. En términos muy ortodoxos, él lucho para alinear el Tai-chi chüan con la iniciativa del amplio Confucianismo y temprano Taoísmo de sabiduría y gobierno. Para reunir lo civil y lo marcial y, de una vez por todas, quitarle el estigma de clase baja. Yendo más allá, ofreció la posibilidad de realizar la posterior meta de la inmortalidad del Taoísmo esotérico a través de las técnicas de la alquimia interna. Él además estaba capacitado como nadie para desarrollar la aplicación teórica y práctica del Tai-chi chüan en la medicina preventiva y terapéutica. A través de sus enseñanzas y escritos ayudó a establecer el Tai-chi chüan como parte del programa popular de fortalecimiento nacional, y como un modelo de estrategia militar (con éxito). Finalmente, como demostración de las artes chinas tradicionales sobre las técnicas occidentales, tanto para animar a sus paisanos como más adelante elevar a Occidente.

Esto es susceptible de análisis, pero nunca debemos pasar por alto su genialidad, su profundo conocimiento del arte y su capacidad para comunicar sus principios en un lenguaje apropiado. La contribución de Cheng va más allá de sus escritos, más allá de su misión pionera en América, no sólo por el número de profesores que entrenó, su muy imitado concepto de una Forma simplificada, e incluso los sutiles cambios estilísticos introducidos por él en la Forma, sino que llegó a la propia esencia del arte. Sus cambios no consistían en "pintar patas a las serpientes", sino en dar una imagen más verdadera de la serpiente. La función de los profesores de Tai-chi es señalar hacia el Tao. El estudiante maduro no se aferra al dedo que señala pero lo sigue como la aguja de una brújula. Como ejemplo, el maestro puede ser comparado con la escuadra del carpintero, la cual es inmóvil, subjetiva y tan buena sólo como lo que crea. No obstante, el nivel y la plomada, siempre se refieren directamente a la naturaleza. El nivel se localiza en la cabeza y la plomada en la columna vertebral. Cheng llegó a ser un gran Maestro porque fue un estudiante destacado. Aprovechó al máximo la escuadra de Yang Ch'eng-fu mientras cultivaba su propio nivel y plomada. Un bailarín no debe parecer la marioneta del coreógrafo, sino el creador de la danza, y no sólo el creador, sino el creador en el momento de la interpretación. Cheng utilizaba la metáfora tradicional "combustible y fuego" para describir el proceso de transmisión del maestro al discípulo. Podemos ampliar esto diciendo que una llama pura es capaz de encender a la vez combustible crudo y refinado e igualmente a una llama impura. Una llama pura puede quemar las impurezas del combustible para producir otra llama pura, e incluso, una llama pura en contacto con combustible muy refinado puede producir una llama pura. Yang Ch'eng-fu fue quizás el más puro y poderoso combustible en su día y sin duda Cheng Man-ch'ing fue el más refinado carburante. Su llama a su vez ha acercado el arte un paso más al Tao, y nos da una visión momentánea de lo que Chuang Tze llamaba "cabalgar sobre las leyes del universo".

Profesor Douglas Wile

Brooklyn College

Invierno de 1985

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CHANG SAN-FENG