BIOGRAFÍA DEL MAESTRO CHENG MAN-CH ING
En mi juventud asistí a la escuela cerca de la montaña Kuanlu (1) y en mi tiempo libre solía visitar los antiguos templos budistas. En el Templo de Hai-hui conocí a un anciano monje de Hopei que tenía entonces 80 años. Jamás comía después de las doce del mediodía y tenía la piel como la de un niño. Era maestro de artes marciales. La parte de atrás del Templo daba a los "Cinco Picos Antiguos", cuyos laterales escarpados estaban cubiertos por una especie de hongo comestible. Nadie excepto el monje, quien los recolectaba a menudo, podía acceder a ellos. Con la facilidad de un ágil mono o de un pájaro en vuelo, trepaba agarrándose a los pinos y a la maleza. Más tarde visité el pico Ching-cheng (2) donde en el monasterio de Chang-tao conocí a un maestro taoísta llamado Hung. Tenía cerca de setenta años. Me di cuenta de que por la noche se retiraba a un lecho de madera donde sin edredón ni almohada se sentaba a regular la respiración. Me dijo que esto era su costumbre desde hacía cuarenta años. Tenía el pelo y la barba negros como la laca y su voz era muy resonante.
Si tuviera que contar los hombres extraordinarios que he conocido a lo largo de mi vida, Man-jan sería el tercero. De niño era muy alegre y juguetón, seguía sus impulsos dondequiera que le condujeran. Era inteligente, sensible y reaccionaba rápidamente a los sucesos. Un día, mientras jugaba, un muro en mal estado se derrumbó sobre él hiriéndole en la cabeza y afectando a sus facultades mentales. Más adelante, contrajo la tuberculosis. Al aprender el Tai-chi chüan, recobró sus facultades mentales y su estado físico mejoró a diario. Después de varios años de práctica, incluso las personas de un físico impresionante parecían débiles a su lado. Igualmente demostró aptitudes para la medicina, la pintura, la caligrafía y los estudios clásicos. Le encantaba viajar y ningún bello paisaje ni valle apartado le parecían inaccesibles. En una ocasión se encontró de frente con un tigre, pero dada su gran fortaleza interior, jamás mostró tener miedo, permaneciendo impasible. Fue un médico excelente y siempre decía que las drogas sólo podían controlar las enfermedades mientras que el Tai-chi podía eliminarlas. ¿Cómo se salva de la humillación una nación de enfermos? Aunque poseyera armas de guerra sería igual que no tener ninguna si los soldados no fueran suficientemente fuertes para empuñarlas. Es verdad que las enseñanzas de Confucio se basaron en las Seis Artes, pero si uno se olvida de entrenarse en tiro con arco o en carruajes, no habrá oportunidad para ritos, música, caligrafías, o matemáticas.
Nuestras costumbres son distintas a las de Occidente. Por eso, también debe haber un tipo de ejercicio distinto para lograr la salud que sea adecuado para nuestra gente. La elección fue el Tai-chi. Esta fue la convicción de Man-jan y lo comunicó incansablemente a todos con quien hablaba. Sus alumnos sumaron casi diez mil; deseaba que la gran mayoría de las masas participaran de los beneficios del Tai-chi chüan. Por esta razón escribió Los Trece Capítulos donde delimitaba bien la materia y expone claramente sus principios.
Sin ocultar nada, revela los secretos del pasado y comparte la esencia de su propia experiencia. El Arte de la Guerra, de Sun Tzu(3), se compone de trece capítulos. Aunque su autenticidad no ha sido verificada, es un libro indispensable para todo alumno de la estrategia militar. Quizás la intención de Man-jan al titular su libro Los Trece Capítulos fue que quería que sirviera como base para estrategas militares y como guía para hombres de estado. El mundo está lleno de problemas y nuestra nación aún no está en paz. Así, se hace evidente el propósito de Man-jan. Él consideraba que los monjes recluidos y los religiosos se habían desentendido de la lucha a muerte de la nación y de la preocupación por los sucesos mundiales.
Man-jan era nativo del condado de Yung-chia en Chekiang. Su apellido era Cheng, su nombre Yue y su estilo Man-ch'ing. hace mucho tiempo Chu-ko Liang(4) alabó las pastillas (jan) de Kuan Chuang-mou(5) porque le distinguieron de los demás. Siguiendo este ejemplo, Man-jan tomo "jan" como nombre.
Mín Hsía-chí de Chiuchiang,
provincia de Kiangsi
MAESTRO CHENG MAN-CH'ING
El PROFESOR CHENG PRACTICANDO EL LÁTIGO SIMPLE BAJANDO
Ta Mo (Bodhidharma) Introductor del Ch'an en China