Capítulo 1

Una mañana en Józefów

A primerísima hora del 13 de julio de 1942, los soldados del Batallón de Reserva Policial 101 se levantaron de sus literas en el gran edificio de ladrillo de la escuela que les servía de barracón en la ciudad polaca de Bilgoraj. Eran padres de familia de mediana edad de clase trabajadora y de clase media baja de la ciudad de Hamburgo. Como se les consideraba demasiado mayores para ser útiles en el Ejército alemán, en lugar de eso habían sido destinados a la Policía del Orden.[1] Muchos eran reclutas novatos sin experiencia previa en el territorio ocupado por Alemania. Habían llegado a Polonia apenas tres semanas antes.

Todavía era de noche cuando los soldados subieron a los camiones que esperaban. A cada uno de los policías se le había dado munición suplementaria y también se habían cargado unas cajas adicionales en los vehículos.[2] Se dirigían a su primera acción importante, aunque todavía no se les había dicho qué se iban a encontrar.

La caravana de camiones del ejército salió de Bilgoraj antes de amanecer con rumbo hacia el este por una desigual carretera de grava llena de baches. Iban a un ritmo lento y tardaron de una hora y media a dos horas en llegar a su destino, el pueblo de Józefów, que estaba sólo a treinta kilómetros de distancia. Se trataba de una típica población polaca de modestas casas blancas con los tejados de paja. Entre sus habitantes había 1.800 judíos.

El pueblo estaba totalmente en calma.[3] Los soldados del Batallón de Reserva Policial 101 descendieron de los camiones y se reunieron formando un semicírculo alrededor de su comandante, Wilhelm Trapp, un policía profesional de cincuenta y tres años que entre sus hombres era conocido de forma cariñosa como «Papá Trapp». Había llegado el momento de que Trapp se dirigiera a la tropa y les informara de la misión que el batallón había recibido.

Pálido y nervioso, con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos, era evidente que a Trapp le costaba controlarse mientras hablaba. El batallón, dijo de forma lastimera, tenía que ejecutar una tarea terriblemente desagradable. Esa misión no era de su gusto, de hecho era sumamente lamentable, pero las órdenes provenían de las más altas autoridades. Por si eso les facilitaba de algún modo la tarea, los soldados tenían que recordar que en Alemania las bombas caían sobre mujeres y niños.

Entonces volvió al asunto que les ocupaba. Un policía recordaba que Trapp dijo que los judíos habían sido los instigadores del boicot norteamericano que había perjudicado a Alemania. Según otros dos, explicó que en el pueblo de Józefów había judíos que se relacionaban con los partisanos. Ahora al batallón se le había ordenado reunir a esos judíos. A los hombres judíos en edad de trabajar tenían que separarlos de los demás y llevarlos a un campo de trabajos forzados. A los otros (mujeres, niños y personas mayores) tenían que matarlos de un disparo ahí mismo. Una vez hubo explicado a sus hombres lo que les esperaba, Trapp hizo una oferta extraordinaria: si alguno de los soldados con más edad no se veía con ánimos para realizar esa tarea podía dar un paso al frente.[4]