ESCENA XIII
NICOMEDES, Nicanora, Petray Eudosia
NIC.: (A su hija que sale.) Ya lo has oído.
PETRA: (Llorando furiosa.) ¡Granuja, canalla, arrastrao, perro, ladrón! ¿Conque si, eh?... ¿Conque no das exclusivas? ¿Conque te ríes de este cariño que llena mi corazón y que era mi orgullo?... Bueno. Tié usté razón, padre; hay que escarmentar a este hombre. Estoy decidida. No puedo ni quiero dejar de ser honra, pero un susto de muerte sí le doy: por estas cruces. (Lo jura.)
NICANORA: ¿Lo estás viendo? Que no tomes relente... ¡el muy postinero!... ¡Su sangre perra!... ¡A estas preciosidades no se las domina más que con un escarmiento ejemplar!
PETRA: ¡Pues a ello! Voy a empezar hoy mismo y si no le hago rabiar de celos, que me machaquen el corazón.
EUDOSIA: Bien hecho.
PETRA: Hala, Udosia, vamonos a casa. ¡Acompáñeme usté, madre! (Se ponen ios mantones.) ¿Conque no das exclusivas, eh?... ¡Pos ya verás canelita en rama!... Hasta luego, padre.
NICANORA: ¡No tardo, Nicomedes!... ¡El tío lila, que no coja relente la chica!... ¡Ya verás, ya!... Menudo reuma vas tú a pasar!...
EUDOSIA: ¡Usté lo pase bien!... ¡Mi marido tenía que ser!... ¡Ya le hubiá yo puesto las narices que se tendría que sonar con papel secante!