ESCENA II

Nicomedes y Nicanora

NICANORA: (Entreabre quedamente la puerta de la alcoba y llama en voz muy baja.) Nicomedes.

NIC: ¡Arrope... mi mujer! (Se tapa la cabeza y todo)

NICANORA: (Insistiendo.) ¡Nicomedes!... Está hecho un leño entavia el bigardo este... ¡Maldita siá!...

(Cierra de nuevo la alcoba. Entreabre un balcón, haciéndose mayor claridad en el comedor y se ve a través de los visillos la silueta de la mujer que deja sobre la mesa un junco de buñuelos y una cacharrilla de leche.)

NIC: Pos si que me choca que s'haiga conformao. ¿Habrá ido a coger los zorros como otros días pa ayuda del despertador

NICANORA: (Entreabriendo otra vez la alcoba y asomando la cabeza.) ¡Nicomedes!... (Más fuerte.) ¡Nicomedes!... (Gritando, entra furiosa.) ¡Pero, Nicomedes!...

NIC: (Fingiendo que despierta sobresaltado.) ¿Qué pasa? ¿Hay fuego?

NICANORA: Hay poca vergüenza. Eso es lo que hay.

NIC: Como me llamas con esas prisas.

NICANORA: Amos, hombre, ¿pero no te da lacha?

NIC.: ¿A mí, de qué?

NICANORA: ¡Que van a dar las diez!

NIC.: ¿Y qué culpa tengo yo? Que den cuando quieran. ¿Es que yo me opongo?

NICANORA: ¡Camará, tu eres como las casas de la Gran Vía, hijo! Pa levantarte a ti hacen falta seis cuadrillas de obreros.

NIC.: Que soy espacioso y monumental.

NICANORA: fresco.

NIC.: Istálame la calefacción.

NICANORA: Si se estilara la de leña, de buena gana... que me repudres la sangre de una forma, que hay que ver... porque luego es la una y la casa empantana, y viene cualquiera y la vergüenza la paso yo.

NIC.: ¡Pero es que no le puede uno tomar apego ni a la lana siquiera, señor!

NICANORA: ¡A más; que lo que me puede es ver la pachorra que tienes! Tú ahí tumbao a la gandola y la prendería abandona; al cuido de tu hermano, que hace u deshace lo que se l'antoja pa que te enteres.

NIC.: Mi hermano es más honrao que una lata sardinas; que no hay más que mirarla pa saber lo que tié dentro. Y ya hemos quedao en que él estará al frente de la tienda por las mañanas y yo por las tardes... después de la siesta. Eso ha hecho toa su vida la razón social Alpedrete hermanos, prenderos, desde su fundación hasta nuestros días, no festivos. De forma que...

NICANORA: Lo que es si Nuestro Señor Jesucristo te llega a decir a tí aquello que le dijo a Lázaro de «levántate y anda...», le pones en ridículo.

NIC.: Pero, ¿qué voy a hacer yo con un suizo a estas horas?... Si me lo trajeras al menos con una Cristina o con una francesilla, que sabes que me gustan...

NICANORA: De eso no hay.

NIC.: Pues café con bolas.

NICANORA: Mejor será el café, a ver si te espabilas. (Abre la ventana.)NIC.: ¡Maldita sea! Está visto que en esta casa no se pué dormir... arriba de diez u doce horas.

NICANORA: Oye, a propósito... ¿sabes a quién me he encontrao en la buñolería?

NIC.: ¿A Romanones?

NICANORA: Habla en serio alguna vez, hombre.

NIC.: Si es que no caigo, señor.

NICANORA: Pues al Chinas, que m'ha dicho que el llunes se casa con la Isidora, a las seis de la mañana.

NIC.: ¡Caray, qué horitas!

NICANORA: Que si queremos ir, que es en San Lorenzo, y pa mi que s'ha dajao de caer a ver si le regalamos algo. Pero figúrate tú, ¿qué le vamos a regalar?

NIC.: Oye, ¿y por qué no le regalas el despertador?

NICANORA: Eso quisiás tú, so ladrón, pero te avierto que estoy ahorrando pa comprar otro.

NIC.: Lo creo. ¡Qué tripitas!... señor, tan orientales como son las posturas apaisadas!... Porque tú fijate a ver si esta figura no es mora.

NICANORA: ¡Mora!... De jardín (Tirándoselos a la cara.) ¡Ponte los calcetines y alza pa arriba, son gandumbas!