ESCENA VII
NICOMEDES, Petra, Nicanora y Eudosia
NICANORA: ¡Ladrones, asquerosos, indecentes!... No llores, hija, no llores.
NIC.: ¡Qué mañanita, Dios mío!
EUDOSIA:!Pero qué peste de hombres!... ¡Miá si pudiésemos pasarnos con un Charlot de cinco céntimos, qué bien! No llore usté, señorita, que no se lo merece.
NICANORA: Déjalo, hija, déjalo, que vaya enhoramala y reviente de una...
PETRA: (Llorando.) Sí, déjalo, déjalo... Eso se dice muy pronto... ¡déjalo... pero si no puedo, madre, si no puedo dejarlo!
NICANORA: ¿Y por qué no puede?
PETRA: ¿Por qué va a ser? Porque le quiero con toa mi alma. ¡Mia también... paece usté tonta!
NICANORA: ¡Tonta, tonta... maldita sea!. . Lo que me pasa a mí es que esto de ver a una hija recomiéndose y esgarrándose a llorar por un tío golfo y no poder valerse de ninguna cosa pa remediarlo... ¡Amos, que esto clama a Dios! (Desesperada, al marido.) Piensa algo, hombre, piensa algo, pa que la chica no sufra lo que está sufriendo... ¡piensa algo!,..
NIC.: ¡Pero qué quiés que piense un hombre que no le dejan dormir!
NICANORA: Que también es triste ver a una hija sufrir de esta manera y no poder hacer náa. (Llora.)
NIC.: ¿Tú te crees que no lo siento yo? Si a mí me se ocurriera algo, algún remedio... pero... (Queda pensando.)
EUDOSIA: Y yo les digo a ustés mi verdá, sí, señora, que a mí de too esto lo que más me recome son las injusticias que se ven en el mundo, sí, señora... Porque ahí lo tié usté; él se va con unas y con otras y encima amenaza. Pero quisiá yo que fuese al revés, que él la viera a usté con uno de por ahí y ya veríamos...
NIC.: (Dando un grito y un salto en la cama.) ¡Ay, Eudosia!
NICANORA: ¿Qué te pasa?
PETRA: ¿Qué es, padre?
NIC.: ¡Ay, esa chica, qué idea m'ha dao!
EUDOSIA: ¿Qué dice que le ha dao?
NIC.: ¡De Brúnete tenías que ser! ¡Ay, qué idea m'ha dao con eso que tus dicho!
PETRA: Pero, ¿qué idea es esa, padre?
NIC.: Callarse, que es una cosa que ha sío como un relámpago. Me se ha ocurrido de pronto, y pué ser la salvación pa tu vida y el remedio pa tus penas, ni más ni menos.
PETRA: Pero, ¿qué dice usté, padre?
NIC.: Que si tuviás valor pa hacer lo que me s'acaba de ocurrir, yo te juro que te vuelvo a tu marido como un guante.
NICANORA: ¿Qué estás diciendo, Nicomedes?
NIC.: Lo que oyes, Nicanora.
PETRA: Pues yo, padre, por recobrar el cariño de mi Manolo, ir descalza por las calles, pedir de puerta en puerta, rodar que me mandase usté, todo, todo...
NIC.: Ni una palabrita más. La semana que viene, ese golfo de tu exclusiva pertenencia. Yo te lo juro.
NICANORA: Pero, ¿es que te has vuelto loco, Nicomedes?
NIC.: ¿Loco?... Lo que hay es que Salomón, inteleztualmente era una tortuga a mi lao. Oírme y almirarme.
PETRA: A ver...
NIC.: Mira, hablemos claritamente, hija mía. Tu marido te toma el pelo porque está convencido de que te ha chalao y de que te tié más segura que el deo meñique. Pos güeno, qué crees tú que le pasaría a Manolo, con lo engallao que está de que le quieres y que le adoras, si de repente en vez de llorarle, te viese cantando y riendo y que no le hacias caso, y que no le preguntabas de dónde venía ni a dónde iba y te viese siempre muy repeina y con muchos perifollos, balconeando y saliendo a la calle por tu cuenta tóos los días, ¿vamos a ver?
NICANORA: ¡Ya la he cogido! Tú lo que quieres es que ésta le inquiete, le dé una mijita de celos, ¿no es eso?
NIC.: Ni más ni menos.
PETRA: Ay, bueno, pero pa esas mañas yo no tengo valor, padre!
NIC.: Pues entonces, hija, aguántate con la vida que te da, porque si no quiés pan y no te gusta el caldo, ¿cómo te voy a hacer sopas?
NICANORA: En eso tié razón tu padre.
EUDOSIA: Pos ya lo creo que la tiene, sí, señora, que el que algo quiere algo le cuesta.
PETRA: No, nada, nada, que por esas maneras yo no me atrevo.
NIC.: Bueno, pues vamos a hacer otra cosa. Apuremos toos los medios razonables, pa que te convenzas. Voy a volver a hablar a Manolo a ver si por derechas lo traigo al buen camino. Tú, escondía, oyes la conversación, y según las resultas, determinas. Que él se viene a buenas, a buenas. Que no, pues pruebas con lo mío, que en too lo que yo haga no pué haber más que el cariño de un padre inventando locuras pa ver a una hija feliz y contenta.
PETRA: Ya lo sé, padre, ya lo sé.
NICANORA: Sí hija mía, si la intención es honra, too es bueno en el mundo pa que la mujer atraiga al maridó. Conque a ello.
NIC.: Pues no perder tiempo. Irse pa tu casa y decirle a la portera que si está Manolo entavía que le suplique de mi parte que venga, que tengo que darle una cosa.
NICANORA: ¿Y qué le vas a dar?
NIC.: Nada; pero cuando le dices a cualesquiera que le vas a dar algo, no te falla la visita.
PETRA: Pues vamos allá, madre; yo me quedo en la esquina y usté entra.
NICANORA: Dame el mantón, Udosia.
EUDOSIA: Sí, señora, aquí lo tié usté, (se lo pone.)
PETRA: Hasta luego, padre.
NIC.: Buena suerte. ¡Ah, oye!... Hacerme el favor cuando paséis por la barbería, de decir a Conesa que suba a afeitarme.
NICANORA: Descuida, (vanse.)