Vida, Complejidad de Kolgomorov y Deliciosos Espagueti
Nick Moran
Para empezar, miremos a las formas de vida que podemos encontrar en el planeta. Todas muestran un cierto grado de complejidad que no se encuentra en la materia inerte. Un perro es mucho más complejo que una piedra. Para expresar esto, podemos usar el concepto de complejidad de Kolgomorov. Los seres vivientes poseen una alta complejidad de Kolgomorov, porque sus ADNs son indudablemente incompresibles. Como ejemplo, consideren la secuencia de bits 10101010. Esta secuencia tiene una baja complejidad de Kolgomorov porque puede comprimirse en «escribir 10 cuatro veces». Por otra parte, la secuencia 0100101 es incomprensible en el mismo sentido que lo es el ADN. Tiene una complejidad de Kolgomorov muy alta. Esta secuencia la he generado yo pulsando «0» y «1» en mi teclado.
Si tuviese un teclado solo con las letras ACGT, podría de forma parecida escribir ADNs al azar. Si ponemos ese ADN en una célula, e intentamos crear con él un organismo vivo, dudo mucho que saliese de ahí nada vivo, y mucho menos algo con una vida decente. Por tanto, la complejidad incompresible que observamos en los seres vivos tampoco se da al azar. Ha sido creada con un sentido: el sentido de construir seres vivos.
Entonces, si el ADN ha sido creado, debe haber un creador. Algunos proponen como tal al Dios cristiano, otros a alienígenas inteligentes con una asombrosa tecnología. El problema es que ambas opciones también tienen una complejidad de Kolgomorov extremadamente alta. La probabilidad de aporrear al azar el código de un ser divino en mi teclado de cuatro letras es incluso menor que la que conlleva un animal vivo. Estas en realidad solo son reformulaciones del mismo problema: todavía no sabemos de dónde proviene esa complejidad. Podríamos proponer una secuencia infinita de dioses, cada uno creador del que está antes que él, y así contabilizar la extremadamente alta complejidad de un dios. Sin embargo, esta secuencia solo deviene en grados más y más altos de complejidad y no nos conduce a ninguna parte. Lo que necesitamos es un modo de obtener alta complejidad a partir de una baja complejidad.
Si me permiten salirme un poco por la tangente, me gustaría discutir las propiedades del espagueti. Imaginen un paquete de espaguetis sin cocer. Es esencialmente un montón de palitos rectos. Un paquete de doscientos espaguetis tiene una baja complejidad de Kolgomorov. Se podría comprimir fácilmente la información contenida en esos doscientos elementos. Ahora imagine un plato de espaguetis ya cocidos al que se le ha añadido la salsa y, si lo desea, albóndigas. Imagine el proceso de desenredar esa masa. Llevaría horas tomar cada espagueti individual, limpiarlo de salsa, ponerlo por separado y distinguirlo de las albóndigas. Este plato de espagueti, todo enredado y cubierto de deliciosa salsa, tiene una alta complejidad. El espagueti tiene la sorprendente propiedad de pasar de muy baja a muy alta complejidad.
Ahora, volvamos a nuestra búsqueda de un creador. Está claro que los dioses y alienígenas inteligentes no nos ayudan con nuestro problema. Un dios de espagueti, sin embargo, podría hacerlo. Es razonable que algo de complejidad baja pueda llegar a existir por sí mismo. No vemos una piedra en el bosque y sentimos que haya necesitado de un diseñador. Por tanto, la baja complejidad de los espaguetis sin cocer no requiere de un creador, y es bastante capaz de elevarse a la existencia a través de un proceso natural regido por el azar. Por tanto, una vez cocido vía infusión de energía, puede alcanzar una mayor complejidad. Consideren la diferencia entre los espaguetis sin cocer y los ligeramente cocidos. Los ligeramente cocidos, tienen ligeramente más complejidad que los que están sin cocer. Hay una gradación continua desde bajo a alto, a medida que los espaguetis se van cociendo. Cuanto más cocido, más energía se le ha infundido. Para poder crear un Monstruo de Espagueti Volador capaz de crear vida, la cual tendría un extremadamente alto nivel de complejidad, necesitaríamos una cantidad de energía extremadamente alta para realizar esta cocción.
Solo hay un lugar en el que se podría haberse dispuesto de tal cantidad de energía: el universo inmediatamente a continuación del Big Bang. Las temperaturas de 100 mil millones de grados Kelvin sin duda habrían sido suficientes para generar la alta complejidad de Kolgomorov que produjese espagueti con los primeros instantes del universo. Fue entonces cuando quedó cocido a temperaturas extremadamente altas, provocando que ganase complejidad hasta el punto de ser capaz de crear vida. La magnitud de la explosión del Big Bang no la conocemos con certeza, pero sí que debió ser del orden de muchos millones de megaelectronvoltios, cuyas siglas, MeV, dan nombre a nuestra Deidad Tallarinesca. Aumentos posteriores de complejidad le concedieron la habilidad de volar, y la categoría de monstruo.
Probablemente haya algunos neodarwinistas, elitistas y retrógrados, que saldrán con que algunos otros objetos pueden aumentar de complejidad cuando se cocinan. Con objeto de probar que la verdadera forma del creador es la de Monstruo de Espagueti Volador, usaré una versión del afamado argumento cosmológico:
- No necesitas una razón por la que disfrutar unos espaguetis.
- Todo (lo demás) tiene una causa.
- Nada puede ser su propia causa.
- Todo tiene su causa en otra cosa.
- Una secuencia causal no puede ser infinita.
- Debe haber una causa primera.
- La causa primera no tiene causa.
- Comer espaguetis es lo único que no necesita una causa, por lo tanto es la causa primera.
QED, mamones.