El Fideo Santo

El Primer Día: la Luz

Entonces el MEV dijo: «Hágase la luz», y la luz se hizo. Y el MEV ajustó sus gráciles pedúnculos oculares y vio que la luz era buena; y el MEV separó la luz de la oscuridad. Y Él llamó a la luz «El Día» y a la oscuridad la llamó «La Noche» o «Prime Time». Así hubo una tarde y una mañana: y este fue el primer día.

El Segundo Día: el Firmamento

El MEV se cansaba de volar y Él no era capaz de estar ocioso durante mucho tiempo, así que dijo: «Hágase el firmamento entre las aguas, y que el firmamento forme calas para que un día proporcionen un puerto seguro a los Piratas (no, espera, “firmamento” es una tontería de palabra, que se le llame “tierra”, porque “firmamento a la vista” suena incluso más estúpido que “firmamento” sin más) y que esta tierra separe unas aguas de otras. Y hágase un volcán del que mane cerveza, pues parece ser una buena idea». Y del volcán manó cerveza, Él la probó y declaró que era bastante buena. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.

El Tercer Día: la Tierra y la Vegetación

Cuando el MEV se despertó, estaba algo acarajotao y no sabía dónde se encontraba. Con algo de resaca, y en algún punto en medio del Océano Índico, el MEV se encontraba un poco confundido respecto a lo que había creado el día anterior; y, consciente de su mala conducta la noche anterior Él empezó a espetar órdenes Divinas para intentar restablecer Su poderío, y entonces Él decidió organizarse. Y Él dijo: «Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo los cielos, y que aparezca el suelo firme» (se le había olvidado lo que había dicho sobre el firmamento el Día Dos), y llamó al suelo firme Tierra (habiéndose inventado la palabra «Tierra» tan solo un día antes), y a la reunión de las aguas las llamó Mares. Y el MEV secó Sus Apéndices Tallarinescos bajo el calor de la Luz, y Él vio que era buena, pero que había un pequeño problema, porque ahora Él tenía una superficie llena de Tierra y Firmamento, pero con eso no llegaba. Así que levantó el firmamento del Día Dos hacia los cielos y lo renombró Cielo. La tierra del Día Tres la dejó donde estaba. El cielo parecía el lugar más agradable, y el MEV decidió que Él viviría allí, y que viajaría a la tierra cuando le apeteciera. Entonces el MEV dijo: «Que de la tierra brote hierba, trigo duro, arroz, y cualquier otra cosa que pueda convertirse en comida que se parezca a Mis Apéndices Tallarinescos», y Él vio que esa era una idea innovadora, y realmente buena. Esa noche bebió un poco menos del Volcán de Cerveza, al que reubicó en el Cielo junto con el resto de firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.

El Cuarto Día: el Sol, la Luna, las Estrellas

A estas alturas, el MEV estaba un poco dolorido por el sobreesfuerzo. Le fue difícil encontrar una postura cómoda para descansar durante la noche, que era más oscura de lo que la pasta de tinta de calamar sería cuando la inventasen. Así que Él dijo: «Que haya luces en los cielos, y que haya dos grandes luces más: la mayor para presidir el día, y la menor para presidir la noche». Y como tenía grandes planes para el día siguiente, se acostó pronto. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.

El Quinto Día: el «Big Bang»

El quinto día iba a ser tremendo, así que el MEV se levantó pronto. Entonces, Él dijo: «Que en las aguas abunde la vida, que los cielos se llenen con aves, que la tierra produzca toda clase de criaturas, cada una según su especie. Que se hagan mimitos y que sean fecundos». Y Él vio que esto era bueno, y Él se sintió bastante orgulloso de Sí Mismo, así que aquella noche pimpló bien del Volcán de Cerveza.

Más tarde, aquella noche, Él se cayó de la cama y aterrizó muy duramente en el firmamento, y esto, estimado lector, fue el verdadero Big Bang. Sentía una extraña sensación, y se dio cuenta, en Su sopor etílico, de que no solamente había construido una fábrica en el Cielo que producía mujeres apenas vestidas y con medias transparentes, sino también que había creado un retaco en la tierra, a quien Él llamó el Hombre. Y Él dijo: «Vaya. Puede que con esto Mi Apéndice Tallarinesco haya ido un poco lejos» y, sin siquiera estar seguro de que día era, Él decidió tomarse un largo descanso de todo esto de la creación, dio una rápida bendición y declaró: «A partir de ahora, cada viernes es fiesta».

El Jardín de los Olivos del Edén

Pero el retaco era un escandaloso de narices. El MEV no podía con la vida por todas las quejas que provenían de la tierra, así que el Señor MEV llamó al retaco, diciendo: «Escucha esto… ¿por qué no cosechas todo el trigo duro, arroz, y cualquier otra cosa que se te ocurra para hacer pasta a mi imagen? Para eso están. Te llenas la boca con ella y así te quedas quieto y calladito un rato. Pero ten cuidado con el olivo, pues la oliva es buena, pero su hueso es duro como una piedra y podrías ahogarte o romperte un diente, y entonces te parecería mala. Si te ahogas con ella morirás, lo que querría decir que he malgastado un tiempo de cojones en ti, aunque la verdad es que estoy empezando a pensarme mejor todo esto».

El Hombre no estaba demasiado emocionado por comer pasta siete noches por semana, así que el MEV cedió y le llevó todos los animales, y el Hombre los renombró a cada uno según los grupos de alimentos. Al ganado lo llamó «filetes». A los cerdos los llamó «magro», «jamón» o «tocino». Cosa rara, el Hombre se quedó con que el pollo era «pollo». Quizá el Hombre en ese momento ya estaba cansado y había perdido el impulso creativo.

El MEV sugirió que el Hombre se echase una siesta, y él así lo hizo. Cuando se despertó, el MEV dijo: «Hombre, tengo una sorpresa para ti. Mira esto: ¡una Mujer!».

El retaco se quedó mirando embobado un momento, y dijo: «¿Me la puedo quedar?». Y el MEV dijo: «De ahora en adelante el hombre abandonará la casa de su padre y de su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne», y entonces el MEV pensó para Sí Mismo: «Esto va a ser interesante».

«Te debo una», dijo el hombre-retaco. No mucho después, el Hombre se rompió un puñetero diente con un hueso de aceituna, y el MEV dijo: «¿No te di orejas para que me oyeses?». Y el Hombre dijo: «¿Tengo orejas?». Y terminó por encontrarlas a los lados de la cabeza, pero no antes de descubrir un pequeño Apéndice Tallarinesco entre las piernas, que se dio cuenta de que era infinitamente más pequeño que el más corto de los apéndices del MEV, y comprendió que su mujer parecía estar pensando lo mismo, por lo que el hombre-retaco dijo: «Pásame una de esas hojas de parra, ¿quieres?».

Después la mujer sugirió que el Hombre no necesitaba una hoja tan grande, y dio a entender que quizá habría otro Hombre en alguna parte de la tierra, o que quizá el Edén tenía un jardinero en algún sitio, y el hombre retaco la miró de arriba abajo y dijo: «Una palabra, cariño: celulitis».

Entonces los ojos de los dos se abrieron, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosieron varias hojas de higuera y se hicieron vestiduras. Y oyeron el sonido del MEV flotando por el Jardín del Olivo, se ocultaron y dijeron: «¿Qué haces aquí?». Entonces el MEV dijo: «¿Dónde estáis?». Y el Hombre dijo: «Te oí cuando flotabas sobre nosotros, me asusté porque estaba desnudo y me oculté».

Y el MEV dijo: «Está bien, ¿pero puedes decirme dónde habéis escondido esos deliciosos colines? No he comido ni uno desde la Creación».

«Nos los hemos comido todos», mintió el hombre retaco. «Ya no quedan colines».

El Diluvio

Entonces el MEV vio que la perversidad del Hombre era grande sobre la tierra, y que cada pensamiento del pequeño retaco se regía por su estómago.

Y el MEV dijo: «Bien, pues cocinaré para mí mismo», y Él fabricó un gran Colador de la Bondad y tomó agua en una enorme olla, que Él puso a calentar. Y metió en ella una gran porción de pasta y lentamente hizo a fuego lento la salsa tanto tiempo que los humanos originales ya no estaban allí cuando Él por fin lo tuvo todo listo para comer. Y Él echó los espaguetis y el agua en el Colador de la Bondad, con cuidado para asegurarse de que el agua se iba por el desagüe de Su fregadero. Estaba Él comiendo, cuando distraídamente consideró a dónde terminaba dando el desagüe al final, y el MEV dijo: «Uh oh».

Afortunadamente los hijos de Noé: Té, Jamón y Café, la mujer de Noé y las mujeres de sus tres hijos con ellos, habían estado trabajando en el «Gran Espectáculo de Animales Flotante de Noé», que tenía lugar en una arca gigante diseñada por el mismo Noé. Ese día surgió agua de las simas de las profundidades de los océanos, y se abrieron todo los desagües del cielo. Y la lluvia cayó sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y el arca flotaba, aunque menuda peste había dentro.

Después de varias batallas con los Piratas el arca por fin se posó sobre el Monte Ararat, y cuando las aguas retrocedieron a Noé y a su familia todavía les quedó un largo camino a pie hasta casa. Y nadie supo localizar al par de unicornios, pero descubrieron al hijo de Noé, Té, en un camarote del arca, hurgándose en los dientes con un palillo enorme que se parecía extraordinariamente a un cuerno.

La Torre de Scrapple

Como Noé, sus hijos eran verdaderos emprendedores, y se separaron. Té se fue a las naciones del sur e inició la tribu de los telitas, Jamón se fue a las naciones del centro e fue el inicio de los jamonitas, y Café viajó en dirección al norte y fuel el inicio de los cafelitas. Por allí establecieron tascas familiares para dar de comer a los lugareños.

Té, que era un poco liante y siempre miraba cómo exprimir unos euros de más de donde fuera, se decidió a desarrollar un comestible que se pudiera hacer de los morros de cerdo sobrantes y de otras piltrafas que normalmente irían al cubo de la basura de la tasca. Trituró juntos todos estos desperdicios y lo llamó «scrapple».[61] Y buscó la ayuda de Nimrod para que le echase una mano vendiéndolos. Ni que decir tiene que no fue fácil de vender, y el scrapple se apilaba afuera de la tasca, y bajo el sol terminó por convertirse en una especie de torre con muy mal aspecto.

Como no podían venderlo como comida, Nimrod sugirió que lo llamasen la Torre de Scrapple, y cobrar una bonita suma a los ciudadanos por contemplar su grandeza. «Nace un tonto cada minuto», dijo a Té, y este le dio la razón.

Poco después, el MEV empezó a darse cuenta de que en el firmamento olía bastante mal. Bajó flotando y declaró: «El pestazo de esa cosa, y lo que digo es literal, llega hasta al séptimo cielo. ¿Qué creéis que estáis haciendo?». Pensando rápidamente, Nimrod dijo con aire de duda: «Lo hemos construido como homenaje a tu grandeza». Pero el MEV no se lo tragó. «Pensaba que os había dicho que fueseis fecundos y que llenaseis la tierra», dijo a Nimrod. «Y no con moscas, sino con gente». Nimrod no supo qué responderle, así que el MEV le dijo: «La tiras y sanseacabó».

Como la Torre de Scrapple no fue la atracción turística que esperaba, Nimrod se plegó a los deseos del MEV. Por desgracia inhaló demasiados vapores de scrapple rancio en el proceso, lo que lo convirtió en un idiota que farfullaba solo.

Mosey

Y las tascas prosperaron, y la población se divirtió y creció en número hasta que hubo tantos cocineros de servicio rápido que Phil, el gerente nocturno, se temió una revuelta contra su autoridad.

Y ordenó que no se contratase a más cocineros de servicio rápido, pero un chico llamado Mosey, todo un polvorilla que siempre estaba dándole a la húmeda, consiguió el trabajo afirmando que era capaz de cocinar «el mejor rollito de papiro con centeno a este lado del Éufratres».

Mosey cocinaba un papiro de veras excelente, y aunque era un artista con la freidora se cansó de las muchas horas y de otros abusos, y un día irrumpió en el despacho de su encargado, tiró al suelo el mandil y dijo: «Estoy cansado de esto de nueve a cinco. Me largo para hacerme Pirata».

Esto llamó la atención del MEV, y no le quitó el ojo de encima a Mosey. De hecho, años después, el MEV, que se había ido cansando de los abuso de Phil con los cocineros de servicio rápido, y poniéndose de mal humor en general, encontró a Mosey acampando en el desierto, haciendo planes para un gigantesco Barco Pirata, y el MEV habló a Mosey a través de un malvavisco ardiente que el chico estaba tostando, y le ordenó volver y guiar a todos los cocineros de servicio rápido lejos del control de Phil. El MEV conminó a Mosey a contratar a los cocineros y a empezar su propio restaurante, preferiblemente uno especializado en comidas de Su gusto. «Quizá lo podrías llamar Jardín de los Olivos. Tú podrías dirigir al personal de cocina», dijo el MEV. Pero cuando Mosey volvió a la tasca, Phil se negó a pagar el finiquito a los cocineros de servicio rápido si seguían a Mosey.

Entonces el MEV sí que se cabreó con Phil, y Él lo castigó con las siguientes plagas:

  • Una lluvia de salsa de espagueti.
  • Granizo de lingüini.
  • Hacer que continuamente sonase en la cabeza de Phil la versión de In the ghetto del Rey Gitano.

Phil cedió, y el MEV ordenó a los cocineros de servicio rápido celebrar anualmente la Pastua, en la que el ángel de cabello de pasta de la muerte pasó de largo de las casas que tenían una mancha de salsa en el marco de la puerta.

Y el MEV habló a Mosey y le dijo: «Este mes empezarás tu nueva franquicia de restaurantes; será el primer mes del resto de tu vida. Habla a todos los cocineros de servicio rápido, y diles: “Empezad vuestra salsa el décimo día de cada mes. Cada hombre preparará una salsa, removiéndola de vez en cuando. Si no tenéis bastante gente que la coma, llevadla a casa de vuestros parientes políticos”.

»Cocinarás la salsa hasta el decimocuarto día del mismo mes, tomarás un poco del puchero y con ella harás una señal en el marco de tu puerta. Entonces lo que quede lo servirás sobre un gran cuenco de la pasta de tu elección, y os la comeréis.

»Con el cinturón ceñido al talle, un parche en el ojo y un machete en la mano, comeréis la pasta. Pues ya no sois cocineros de servicio rápido, ¡sino que la salsa en la puerta dice que ahora sois Piratas!».

Aunque de mala gana, Phil había accedido a pagar las últimas nóminas, pero tan pronto como Mosey llevó a los cocineros de servicio rápido fuera de la tasca cambió de opinión. Phil salió tras ellos, hasta llegar a un gigantesco charco rojo de salsa de espagueti que había quedado de la primera plaga. El MEV dividió el charco rojo para Mosey, pero no se dio cuenta de que Phil estaba pisándole los talones. Por desgracia, a Phil se lo tragó el charco, y una albóndiga gigante le pasó por encima.

Mosey se convirtió en «el Pirata Mosey», y posteriormente la pasta seca cayó del cielo como el maná, que en hebreo significa «monstruo».

Los ocho «De veras preferiría que no»

El pirata Mosey deseaba de verdad una nave pirata, y dejando todos los problemas laborales a un lado, declaró que él y su banda ahora eran Piratas, y llevó a los Piratas a la cima del Monte Salsa, donde le pareció que podría haber una buena oportunidad de encontrar el barco pirata que había estado buscando durante todos estos años.

Sin embargo, no encontraron la nave, y la gente no sabía comportarse como piratas (al fin y al cabo en realidad eran solo un montón de cocineros de servicio rápido) y el MEV bajó y declaró que sería mejor que empezaran a espabilar, porque los verdaderos Piratas pertenecían al mar abierto, no a una montaña. Y el Pirata Mosey se sintió avergonzado y no bajó de la montaña, a pesar de que el resto de su banda siguió el consejo del MEV y bajó a la ciudad a la falda del Monte Salsa a esperar a su capitán.

Instantánea de la entrega de los diez «De veras preferiría que no»

Al final, el MEV se hartó del todo, visitó a Mosey en la cumbre y le dijo dónde encontrar el mar, y, después de admitir que había sido un largo recorrido desde la Creación, y que tal vez incluso cabría replantearse algunas de Sus decisiones si tuviera que hacerlo todo de nuevo, le dio algunos consejos al pirata Mosey, que llegaron en forma de diez tablas de piedra.

A estas tablas Mosey las llamó «Mandamientos» (ya que tenía un sano sentido del drama), aunque los cocineros de servicio rápido se confundieron y los llamaron erróneamente «Condimentos», y tal como los redactó el MEV se refiere a ellos como los «De veras preferiría que no». Por desgracia, Mosey perdió dos de ellos bajando por la montaña, lo que explica en parte los laxos principios morales del pastafarianismo, pero el resto se pueden leer como sigue:

  1. De veras preferiría que no actuaras como un imbécil santurrón que se cree mejor que los demás cuando habla de Mi Tallarinesca Santidad. Si alguien no cree en mí, no pasa nada. En serio, no soy tan vanidoso. Además esto no va sobre ellos, así que no cambies de tema.
  2. De veras preferiría que no usaras mi existencia como un medio para oprimir, subyugar, castigar, eviscerar o… ya sabes, ser malo con los demás. No pido sacrificios, y la pureza es para el agua potable, no para las personas.
  3. De veras preferiría que no juzgases a la gente por su aspecto, o por cómo visten, o su forma de hablar, o, bueno, mira, sencillamente pórtate bien, ¿de acuerdo? Ah, y que te entre en la cabeza: mujer = persona, hombre = persona. Lo mismo es lo mismo. Uno no es mejor que el otro, a menos que estemos hablando de moda, porque entonces lo siento, pero eso se lo dejé a las mujeres y a algunos chicos que distinguen entre el aguamarina y el fucsia.
  4. De veras preferiría que no te abandonaras a conductas que te ofendan a ti mismo, a tus gustos o a tu pareja mentalmente madura y con edad legal para tomar sus propias decisiones. En cuanto a cualquiera que quiera objetar algo, creo que la expresión es «que te jodan», a menos que lo encuentren ofensivo, en cuyo caso pueden apagar el televisor y salir a dar un paseo, para variar.
  5. De veras preferiría que no desafiaras las ideas fanáticas, misóginas o discursos de odio de los demás con el estómago vacío. Come, y luego ve a por esos malnacidos.
  6. De veras preferiría que no construyeras multimillonarias iglesias, templos, mezquitas o santuarios a mi Tallarinesca Santidad, cuando el dinero podría ser mejor gastado en (puedes elegir):
    • Acabar con la pobreza.
    • Curar enfermedades.
    • Vivir en paz, amar con pasión, y bajar el precio de la televisión por cable.

    Puede que sea un ser omnisciente basado en carbohidratos complejos, pero me gustan las cosas sencillas de la vida. Se lo que digo. Soy el Creador.

  7. De veras preferiría que no fueras por ahí diciendo a la gente que hablo contigo. No eres tan interesante. Madura de una vez. Y te dije que amaras a tu prójimo. ¿Es que no captas las indirectas?
  8. De veras preferiría que no les hicieras a los otros lo que te gustaría que te hiciesen a ti si te fueran las… ejem… las cosas que usan mucho cuero / lubricante / Las Vegas. Si a la otra persona también le va el rollo, (de conformidad con el nº 4), entonces disfrutadlo, haceos fotos, y por el amor de Peich, ¡USAD UN CONDÓN! En serio, es un trozo de goma. Si no quisiera que lo disfrutarais al hacerlo, al crearlo le habría añadido pinchos, o algo así.

RAmén.

El Evangelio del Monstruo de Espagueti Volador
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