21
“Donald”
Mi paciencia estaba al límite esperando en el altar. Cuando comenzó a sonar la marcha nupcial y la vi caminar hacia mí tomada del brazo de su tío, mi alma volvió al cuerpo. Me enamoré más de ella en ese momento. Ella era la mujer de mi vida, la dueña de mí. Voltee a ver a mi hijo y sonreí. La amé más al saber que mi pequeña Anna me había obsequiado ese hermoso ser al que orgulloso llamo hijo. Le lancé una última mirada de amor a mi hijo y volví a ella.
Cuando ya estaba a mi lado, le susurré al oído lo hermosa que se veía y ella citó las mismas palabras. El sacerdote comenzó con su habitual discurso y nosotros en ningún momento dejamos de mirar nuestros brillantes ojos.
–Donald Bouffart. –Dijo el sacerdote–. ¿Acepta usted a Annabelle Polliensky Giordano como su legítima esposa, para amarla, honrarla, respetarla, hasta que la muerte los separe?
–Acepto. –Respondí sin titubear.
–Y Usted. –Se dirigió a Anna–. Annabelle Polliensky Giordano, ¿Acepta a Donald Bouffart como su legítimo esposo para ama…
–Acepto. –Dijo ella sin esperar que él terminara la pregunta. Varios rieron por su impaciencia.
–Entonces, por el poder que me confiere la ley, los declaro marido y mujer. –Antes de que pudiera siquiera decir el típico “puede usted besar a la novia” me lancé a sus labios. Los aplausos no se hicieron esperar.
–Te amo, señora Bouffart. –Declaré sobre su boca.
–Te amo, señor Bouffart. –Soltó ella.
Todo ese día fue hermoso. Verla sonreír, con su hermoso vestido blanco, con mi hijo en brazos es la mejor escena del mundo. Completo, por fin me sentía completo en la vida. Con mi esposa, y mi pequeño ángel.
La luna de miel fue un sueño hecho realidad, si bien Anna se la pasaba preocupada por el pequeño Jamie, tratamos de despejarnos y mimarnos.
Egipto era realmente precioso. Fue una buena inversión venir de luna de miel a este magnífico país. Lo recorrimos lo máximo que pudimos. Le hice el amor en todos los lugares aptos para hacerlo-Y en algunos no aptos también. Amaba sentirla mía y sentirme en su interior. La maternidad le hizo muy bien. La dejó más hermosa. Ahora sus curvas eran pronunciadas lo cual me volvía loco.
Después de 10 días de amor sin frenos, volvimos a nuestro hogar en Nápoles. En cuanto nació James dejamos mi departamento para mudarnos a la casa que compramos para ambos.
No era enorme ni pequeña, simplemente era perfecta para nuestra, por ahora, pequeña familia.
Estábamos descansando en nuestra habitación cuando sentimos un vidrio romperse. Nos asustamos y en silencio nos levantamos de la cama. Estaba por asomarme en la puerta cuando algo impactó en mi cabeza. Acompañado del grito de Anna diciendo mí nombre. Para cuando reaccioné, todo me daba vueltas, Anna no estaba en la habitación y me desesperé, fui donde se encuentra el cuarto del niño y tampoco estaba. Se me apretó el pecho. “Annabelle, Annabelle” gritaba una y otra vez recorriendo cada rincón de la casa hasta que la encontré atada y amordazada en el sillón. Su cara estaba marcada, la habían golpeado. Corrí hacia ella para soltarla y en cuando quité la cinta de su boca, soltó las palabras que nunca hubiera querido escuchar…
–Se lo llevaron, Donald, se llevaron a Jamie. –Dijo mi esposa rompiendo en llanto.
– ¿Quiénes? ¿Qué pasó? ¿Qué te hicieron? ¿Los viste? –Yo estaba al borde de la histeria.
–No, no sé… no sé quiénes eran. No reconocí sus nombres ni vi sus rostros. Me golpearon y cuando caí al suelo vi a alguien con mi bebé en brazos. –Llanto–. Se… se acercaron a mí y me dijeron “visualízalo bien porque jamás volverás a verlo”. –Rompió a llorar más fuerte–. Mi bebé… búscalo, amor…
–Hay que llamar a la policía. –Me separé de ella y cogí el teléfono. Luego de dar aviso a la policía, avisé a la familia de Annabelle y a los chicos de la banda quienes de inmediato llegaron a hacernos compañía.
Ha pasado no sé cuánto tiempo y no hemos tenido noticias de su paradero. Annabelle está mal y tengo miedo de que se derrumbe. Nos hemos mantenido encerrados, luchando por no caer en el vicio y rogando por tener noticias de él… las esperanzas se estaban acabando hasta que recibimos una esperada y esperanzada llamada…