Pulgar
El dedo gordo o pulgar es en varias culturas símbolo de voluntad, de intención y de fuerza. Hay quienes creen equivocadamente que toda la mano es dominada por el pulgar. Se piensa que en él reside la posibilidad y el derecho de apretar. «La pinza de la mano» no existe sin el pulgar. Es, dicen, el dedo que mata.
Pero también simboliza la destreza y la sutileza. Las cosas pequeñas se sostienen con la punta de este dedo y con el que sigue. Así lo sutil gira, lo diminuto es acercado al ojo. Fuerza, pero también precisión.
En una tribu saudiana se dice que alguien «es buen amante, como dedo gordo». Por eso tal vez en varias culturas es el dedo de la pasión. Es la razón, acertada o absurda, que ve al mismo tiempo al deseo y a sus objetivos, y puede darle perseverancia. Es el dedo de las obsesiones, de la vitalidad obcecada.
En la mitología de la evolución se sostiene que el salto del mono al hombre se da cuando este dedo comienza a ejercer todas sus posibilidades. Y que hay una relación muy estrecha entre las habilidades de este dedo y el desarrollo de una parte del cerebro. Es un mito, dicen sus detractores, imaginado por alguien que sin duda se chupaba el dedo.
También se relaciona al pulgar con el destino, porque desde antes del circo romano el destino de muchos hombres ha sido definido cuando el poderoso pone su dedo gordo hacia abajo o hacia arriba. Por otra parte, se llama del destino porque se supone que en él se combinan la voluntad de los humanos para sostener las cosas o soltarlas, el azar que lo hace encontrarse con ellas y las cualidades que los dioses les dieron. El camino único e irrepetible que los dioses han trazado a los humanos se dibuja enteramente en la huella digital de su pulgar.
El pulgar también se relaciona con la vitalidad, con la luz del sol, con el fuego. A su base carnosa en la mano se le llama Monte de Venus, la diosa del amor. Dicen que el humano comienza a usar el fuego justo cuando la movilidad y destreza del pulgar se lo permiten. Y luego inventa la cerámica, hermana del fuego, cuya forma el pulgar define. El pulgar enciende el fuego y luego quiere saber cómo dominarlo. Es el dedo donde el fuego y el amor se hacen uno. Es por eso el dedo que simboliza lo radicalmente indecible. El vuelo sin regreso de los insectos hacia la llama.
También simboliza, como dedo inicial, las explicaciones no pedidas pero dadas con cierto irresponsable desenfado, con ganas de desplegar un mapa de intenciones y goces. Y dicen que con ese dedo, en algunas vidas ardientes, todo comienza.