Conversando con Alí

LOS intervalos frente a la grabadora se abrían o cerraban de acuerdo con los itinerarios de Alí Rodríguez Araque, siempre a la vera de alguna crisis de dimensiones homéricas, que desataba las furias de la oposición venezolana, y que él enfrentaba desde una imperturbable serenidad. Estas conversaciones se prolongaron durante seis años y tuvieron por escenario La Habana y Caracas.

"Vivir en armonía no quiere decir que no tengas conflictos, sino que puedes convivir con ellos serenamente", me dijo, palabras más o menos, cuando terminamos la última sesión de entrevistas, en abril de 2012 y mientras remontábamos el Malecón habanero, rumbo a mi casa. Al rato cantábamos juntos una canción que él había aprendido quizás en la guerrilla y yo en la secundaria, cuando iba a la Escuela al Campo en Cuba:

Una mañana de sol radiante,

Oh, bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao,

una mañana de sol radiante

salgo a buscar al invasor.

Y si me matan en el combate, oh bella ciao, ciao, ciao...

Y si me matan en el combate, dejo en tus manos mi fusil.

Recuerdo este momento porque no habría querido mejor cierre para la larga entrevista que se inició a instancias de Bernardo Álvarez, hoy embajador de Venezuela en España. A él le agradezco conocer a un hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI, que sabe de música, literatura y pintura, tanto como de economía y filosofía, y el único ser humano que yo conozca que se haya leído decenas de veces y por puro placer los tres tomos de El capital, un teórico marxista devenido experto petrolero que, para colmo, se enfrascaba en un combate guerrillero con el FAL no demasiado lejos de un libro de Gabriel García Márquez. Un sabio cuyo signo de identidad ha sido estar siempre al lado de los pobres y en guerra declarada contra los aparatos de poder que multiplican miserables y concentran grandes fortunas en unas cuantas manos.

Esta incursión periodística ha sido para mí, además, el pretexto perfecto que me permitió seguir el hilo vital de una de las pocas personas en Venezuela que puede ayudar a comprender mejor los bastidores de la historia de ese país en el último medio siglo. No solo porque la ha estudiado a profundidad, sino porque ha sido uno de sus protagonistas y hacedores principales.

Siguiéndole la pista se puede ver a la nación venezolana, como en una secuencia cinematográfica, con sus hitos perfectamente delineados: el joven de las luchas estudiantiles contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez se convierte en el Comandante Fausto de la guerrilla, y más tarde demuestra inmensas dotes de negociador al coordinar con el gobierno de Luis Herrera Campins la pacificación de los grupos revolucionarios armados, para reaparecer unos años después dando la batalla en el Congreso Nacional contra la "Apertura Petrolera", escandalosa política privatizadora del principal recurso natural del país.

Advierto que este no es un libro biográfico, aunque los trazos de la vida personal de Alí estén en cada capítulo y él tenga la capacidad, al narrarnos sus aventuras, de transportarnos a Ejido —donde nació—, al liceo Lisandro Alvarado, de Barquisimeto, al Frente José Leonardo Chirino, en la Sierra de Falcón, o a varias oficinas ministeriales en Caracas, en la Presidencia del Comandante Hugo Chávez, líder al que admira y acompaña desde los días de la conspiración que conduciría a la rebelión militar del 4 de febrero de 1992.

Antes de comenzar a grabar, habíamos decidido que los sucesos más reconocibles de su biografía no serían la columna vertebral de estos diálogos. Nos concentraríamos en la intrahistoria de la cual hablaba Unamuno, los hechos permanentes y generalmente menos visibles de la vida nacional, que definen su alma y su cultura, sin desdeñar algunas reflexiones teóricas y una mirada internacional de fuerte anclaje latinoamericano.

Pero "hay un país petrolero dentro del país Venezuela", como diría Rómulo Gallegos, de modo que en este libro no se reconocería al primer ministro de Energía y Minas del gobierno del Presidente Hugo Chávez, sin el mineral fósil, o para ser precisos, sin el análisis del problema de la renta petrolera. "Me he dado cuenta de que los marxistas de América Latina no le han dedicado tiempo al estudio de la renta de la tierra, que es crucial para entender los problemas en nuestra región", me comentaba Alí con preocupación durante uno de nuestros encuentros más recientes, en los que releíamos las primeras preguntas y respuestas, ya casi olvidadas.

Por eso él vuelve una y otra vez a meditar sobre el tema, siempre desde una perspectiva diferente, y en este ámbito sus reflexiones son, a mi juicio, un aporte excepcional a la teoría marxista y al pensamiento latinoamericano.

También conversamos más de una vez que en ochenta y tantas horas de grabación se corre el riesgo de hablar demasiado, de modo que un buen día paramos la máquina para no convertir Antes de que se me olvide en una enciclopedia interminable. A propósito no quise hacer más correcciones que las imprescindibles en la transcripción. He preferido mantener el tono, la cadencia de la palabra de Alí, tal y como yo la escuchaba, fresca y honesta, sentada frente a él, como su propia explicación de por qué fue posible la Revolución Bolivariana, resultado de la voluntad de cambio de un liderazgo concertada con la necesidad de cambio de una inmensa mayoría del pueblo, ajena a cualquier ley determinista, una revolución que depende de los hombres que en ella participan, de su capacidad de sacrificio, de su ética.

En cuerpo y alma, está en estas páginas, el revolucionario que en las líneas finales nos confiesa que "vive la vida con autenticidad y fruición" y que ofrece, desde el principio hasta el final, el lúcido testimonio de una de las grandes conciencias contemporáneas que ayuda a entender el pasado, el presente y el futuro de Venezuela.

Rosa Miriam Elizalde

Antes de que se me olvide
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012_split_000.xhtml
sec_0012_split_001.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml