Prólogo
I
ESTAMOS ante un libro real y verdaderamente excepcional. Excepcional, subrayo, tanto por la calidad del entrevistado como por la calidad de la entrevistadora.
Quiero hablar, en primer término, de la entrevistadora, de mi querida y admirada Rosa Miriam Elizalde. Y no puedo dejar de evocar aquellas largas y memorables jornadas de trabajo que realizamos, junto a mi no menos querido y admirado Luis Báez, y que se convirtieron en la larga y, en mi criterio, magnífica entrevista a este servidor que cierra el libro Chávez nuestro (2004).
Digno de todos los elogios es el trabajo realizado aquí por Rosa Miriam Elizalde. Su acuciosidad como periodista se pone nuevamente de manifiesto para ofrecernos, a través del arte de la conversación, el retrato de un hombre y su tiempo; el retrato de este venezolano ejemplar llamado Alí Rodríguez y de su complejo y fecundo periplo vital pero, atención, inserto dentro del transcurrir histórico que le da sentido y razón y, al mismo tiempo, lo trasciende.
Revelador es el título de este libro: Antes de que se me olvide. Alí nos señala que es una expresión corriente entre las y los combatientes de la guerrilla venezolana de los años 60 del siglo pasado: una expresión que apunta hacia la urgencia y la necesidad de hacer memoria.
Bien puede decirse, entonces, que Rosa Miriam y Alí emprendieron una búsqueda apasionada e infatigable por los caminos de la memoria: de la memoria personal y de la memoria colectiva. Y esta memoria no solo sabe contarse espléndidamente a sí misma, sino que, también, sabe reflexionar hondamente sobre sí misma.
Rosa Miriam nos advierte que este no es un libro biográfico. Ciertamente, las trazas biográficas de Alí, las huellas de todo lo vivido, se nos van presentando con extraordinaria amenidad y pareja lucidez. Pero, igualmente, en estas páginas queda admirablemente recogida la inmensa riqueza del pensamiento revolucionario de Alí quien es, sin duda alguna, en Venezuela, uno de los mejores conocedores de la obra de Marx. En lo personal, a mí siempre me ha asombrado la vastedad de la cultura de este gran camarada y amigo. Y lo más importante es que este lector infatigable, este hombre de ideas, se ha consagrado a lo largo de su existencia toda a unir indisolublemente teoría y praxis.
Ya he comenzado a hablar del entrevistado pero quiero volver a la entrevistadora. Hablaba un poco más arriba del arte de la conversación. Bien puede decirse que el gran conversador que es Alí encontró en Rosa Miriam a su interlocutora ideal: una interlocutora que sabe oír, que sabe plantear las preguntas pertinentes y formular los comentarios oportunos.
II
Hay vidas que al volver a ellas nos van iluminando una época, nos revelan una historia al punto que la persona que la vivió, sin proponérselo, acaba siendo el testigo de una conciencia vigilante, de un pulso existencial que impulsa y esclarece. Tal es el caso de Alí Rodríguez Araque, quien, al desnudar su memoria y dar cuenta de lo que en ella conserva, nos la convierte en una experiencia — como la consideraba el poeta Rainer María Rilke — que ya no es solo suya: una experiencia que sirve para reconocernos y reconocer a la Venezuela de nuestros desvelos; la Venezuela bolivariana que tiene en este hombre a uno de sus hijos más ilustres y abnegados.
Yo conozco la calidad revolucionaria —para usar la expresión de nuestro Maestro, de Alí y mío, Alfredo Maneiro - que ha sabido encarnar este gran camarada. La calidad revolucionaria, digo, de Alí como militante, como combatiente, como servidor público y, en no menor medida, como pensador. He tenido en él a un magnífico colaborador que siempre ha demostrado ser un hombre de las dificultades: basta con recordar su brillante actuación al frente de PDVSA, enfrentando resueltamente el paro petrolero de diciembre y enero de 2002-2003, y convirtiéndose en uno de los artífices de aquella gran victoria popular.
Y puedo dar fe, igualmente, de su condición de cultor de la amistad: el más diáfano afecto y la más plena identificación nacieron entre Alí y este servidor desde que nos conocimos allá por el año 1988. (Siempre rememoro con emoción aquel primer encuentro entre el curtido guerrillero y el joven militar revolucionario). Nos ha tocado enfrentar toda clase de vicisitudes, nos ha tocado batallar incesantemente, y nuestra amistad no ha tenido ni una sombra, ni una grieta. Me honra sentir y saber que este hombre, tan valiente como lúcido, es uno de mis seres más cercanos.
Seguir párrafo a párrafo el transcurrir histórico que Alí nos hace ver es recuperar, a plenitud, lo que el gran Augusto Mijares definió como "lo afirmativo venezolano": esos rasgos distintivos del alma del pueblo de Simón Bolívar que son decisivos en esta hora en la que darle rostro propio a la patria sigue siendo una exigencia ineludible.
Antes de que se me olvide es mucho más que el registro de un diálogo, es, para decirlo con Unamuno, la comparecencia de un hombre de "carne y hueso" tratando de hallar su "trascendencia" desde los "hechos" que nos van conformando y no desde los asuntos subalternos que la cotidianidad termina arrimando al olvido. Todo en él se nos vuelve sustantivo por el peso humano que lo sostiene, por la fuerza que alcanza en cada reflexión, por el vuelo emotivo desde donde se da cuenta de una existencia al igual que se plasman las razones de haber vivido lo que se ha vivido.
En cada una de las reflexiones y remembranzas de Alí se nos aparece esa Venezuela a la que pocas veces se alude, y que él se ha empeñado en hacérnosla ver, como si con su insistencia quisiera señalarnos un destino; eso que se nos vuelve sagrado al instante de ver y de vernos en la historia y que hay que expresarlo a la manera del elocuente título de este portentoso libro: antes de que se nos olvide y, agrego yo, para que nunca se nos olvide. Pero además y sobre todo, tenemos que advertir que quien se nos muestra en esta larga y acuciosa entrevista es un revolucionario a carta cabal, un revolucionario a conciencia y de hecho, y probado en los más diversos terrenos. En Alí reconocemos una curtida sabiduría política que solo es comparable con su proverbial bonhomía. Su humildad y su tenacidad, al igual que su serenidad a prueba de bombas, le han servido para ser quien es hoy: uno de los hombres que con más pasión vive la dignidad de haber nacido en esta tierra y de ser legítimo heredero y continuador de todas nuestras luchas libertarias.
Este libro, esencial para conocer a la Venezuela contemporánea, devela para el lector venezolano, cubano y nuestroamericano, no solo al genuino protagonista que es Alí Rodríguez Araque del devenir de la Revolución Bolivariana, sino que nos coloca ante una agudísima inteligencia que ilumina los problemas y las dificultades de la vía venezolana al socialismo, pero también su arraigo popular, su fuerza histórica y, por supuesto, sus avances. Igualmente, la visión de Alí proyecta todo lo que está por hacer, con plena conciencia de que el socialismo apenas ha comenzado a implantar su dinámica en Venezuela.
Quiero destacar una problemática, tan concreta y trascendente, a la que el pensamiento de Alí vuelve, una y otra vez, en el transcurso de este extraordinario diálogo: la necesidad de transformar a fondo el modelo rentista que heredó la Revolución Bolivariana al convertirse en gobierno; la necesidad de acelerar el tránsito y la transición de la Venezuela rentista a la Venezuela productiva. Por eso mismo, el petróleo y la forma como ha determinado el destino de Venezuela tienen un peso fundamental en estas páginas. Alí es un gran conocedor de esta materia, y todo lo que aquí dice debe ser objeto de la reflexión colectiva de los hombres y de las mujeres que hemos hecho nuestra la causa de la liberación nacional y del socialismo.
III
Al recorrer ese inmenso e inconmensurable arco que va desde su infancia en su Ejido natal hasta su desempeño actual como secretario general de la Unasur, Alí nos muestra una vida apasionada y apasionante a través de la cual hallamos la clara huella de quien nació y ha vivido para servir al pueblo.
Recuerdo aquellas palabras de Walt Whitman: "Camarada, esto no es un libro. El que lo toca, toca a un hombre". Aquí está un hombre que, desde niño, imaginaba un ;país en el que "nadie tiene derecho a tomar de la sociedad, si no está contribuyendo positivamente con ella"; aquí está un hombre que, con la plena conciencia que da la vida revolucionaria, sostiene que el sentido primordial de la lucha reside en comprometerse, en cuerpo y alma, con un "proceso en el cual el ser humano se vaya liberando de las cadenas que lo atan a sus necesidades materiales, para conquistar grados cada vez más elevados de libertad y el sentimiento de felicidad que esto comporta". Hay, pues, en cada fragmento de esta memoria recuperada, cómo decirlo, una confesión vital que nos acerca, con la pasión que solo Alí le sabe poner a todo cuanto hace, al sentir auténtico de un verdadero y entrañable combatiente que, como quería el Che, nunca ha dejado de sentir bajo sus talones el costillar de Rocinante, y siempre ha vuelto al camino, con la adarga al brazo, para deshacer entuertos y agravios. No en vano los viejos cimarrones de la Sierra de Coro que cerraron filas con él en el Frente José Leonardo Chirino en los años 60 del siglo pasado, lo siguen llamando hoy, respetuosa y afectuosamente, con su nombre de guerra: Fausto.
Los valores cultivados en la infancia; las inquietudes políticas e intelectuales de su adolescencia, donde abrazó el comunismo como bandera contra la dictadura de Pérez Jiménez; su prolongada formación y estudios que tan honda huella han dejado en su alma; su paso decidido por las montañas como guerrillero, donde se hizo adalid de la dignidad; su labor como parlamentario, defendiendo, con firmeza y valentía, nuestra soberanía petrolera; su leal compromiso con la resurrección de la patria junto a los militares rebeldes en 1992; su desempeño como servidor público de primera línea, ejerciendo diversos cargos en el Gobierno Bolivariano; en fin, uno, todos y el mismo Alí, testigo y partero de la patria socialista, de la patria libre, soberana e independiente.
Me permito recomendar la lectura detenida de Antes de que se me olvide. En especial, pienso que todo hombre y toda mujer que se identifique con nuestra Revolución Bolivariana, encontrará en estas páginas enseñanzas y orientaciones de la mayor importancia. La necesaria e inacabable labor de pensar a la Revolución, esto es, de pensarnos a nosotras y nosotros mismos, recibe un sólido impulso con la aparición de este extraordinario libro.
Voy a culminar este prólogo citando unas palabras de Alí que me conmueven profundamente. Haciendo un balance puntual de su vida como revolucionario, nos dice: "Lo mejor es lo que he hecho, actuar en cada momento de acuerdo con mi conciencia, de acuerdo con mis principios y de acuerdo con mis convicciones, que han guiado las decisiones de mi vida, tratando siempre de hacerlo con la mayor humildad, y siempre pensando en la suerte de la gran mayoría de nuestra gente, un pueblo que en el pasado apenas si recibía migajas de la gran riqueza extraída de las entrañas de su propia tierra. Aún hoy, con todo lo que se ha mejorado, es duro y empinado el trayecto que falta por recorrer. Hablar de lo que habría hecho mejor sería especular, pues hoy tengo mucha mayor experiencia y sentido de la realidad, sin renunciar a los sueños, que siguen siendo los mismos".
Necesito agregar algo a lo que está tan bien dicho, y lo hago dirigiéndome a mi querido Alí: los sueños, los irrenunciables sueños de siempre, se están haciendo realidad y tú, hermano mío, has contribuido grandemente a que así sea. Por eso mismo, la gratitud te es tan debida como la admiración.
Hugo Chávez Frías