CAPÍTULO III
Para Moreta, que había asistido a muchas Fiestas, la de Ruatha en aquel momento del ocaso fue la que mejor plasmó la esencia de una Fiesta: habitantes de los weyrs y de los fuertes y artesanos reunidos para comer, beber, y disfrutar de la compañía de los demás. Las cestas de fulgor en lo alto de los soportes emitían retazos de luz dorada sobre las mesas llenas, los bailarines, los grupos de personas que paseaban y conversaban y los círculos que rodeaban los barriles de vino. Precursoras siluetas de niños aparecían en los retazos de luz y, de vez en cuando risas y gritos infantiles, interrumpían la música y el sordo sonido producido por los que bailaban. El olor a carne asada, el cálido aire nocturno, el polvo y los agudos resplandores, el vino… todo ello reforzaba las perspectivas de diversión.
Nueve músicos ocupaban el tablado y otros cinco estaban sentados a la espera de su turno. Moreta no pudo ver a Tirone, aunque quizá el Maestro Arpista estaría pasando entre las mesas. Aunque el Maestro Arpista no era del agrado de Alessan, cumpliría sus obligaciones primera Fiesta del nuevo Señor del Fuerte. Moreta y Oklina habían llegado a la línea de espectadores, que se apartaron murmurando respetuosos saludos mientras las dos mujeres avanzaban hacia la plaza de xxx(81)
Tras guiar a Moreta a la mesa principal, frente al estrado de los arpistas, Oklina se dispuso a marcharse, pero Moreta cogió de la mano a la joven. Cuando Alessan se levantó e indicó a Moreta que tomara asiento junto a él, la Dama del Weyr de Fort obligó a la muchacha a sentarse, haciendo caso omiso de las protestas de ésta.
- Hay sitio suficiente, ¿no? -dijo Moreta, lanzando una significativa mirada a Alessan-. Ella se ha portado tan bien esperándome…
- Sitio suficiente, por supuesto -replicó graciosamente Alessan, que hizo gestos a los otros comensales para que corrigieran su posición.
Mientras Moreta se sentaba, Alessan la contempló. Un gesto ceñudo había empezado a arrugar sus cejas.
- ¿Es eso lo mejor que podían ofrecerle? -Alessan pellizcó la manga con aire de disgusto.
- Me sienta muy bien. Es mucho más indicado para bailar que mi vestido. Pero he tenido un gran número donde elegir -añadió apresuradamente al comprender la razón del disgusto de Alessan-. Creo que deberé acostumbrarme a llevar dos vestidos a las Fiestas: uno para ver las carreras -sonrió maliciosamente- y otro para que me miren a mi. -Dio a su barbilla una arrogante inclinación y fingió altivez.
Tranquilizado, Alessan devolvió la sonrisa y ordenó que llenaran de vino la copa de Moreta.
- Tengo más blanco de Benden para usted. -Alzó su copa en un rápido brindis.
Moreta apenas había dado un sorbo cuando los arpistas iniciaron la interpretación de una rítmica y vivaz tonada de baile.
- ¿Quiere hacerme el honor de bailar conmigo, Dama del Weyr? -preguntó Alessan, que se había puesto en pie de un brinco y tenía la mano extendida.
- ¿Para qué otra cosa estoy aquí? -Volvió la cabeza, sonriente, hacia Oklina-. Guárdame el sitio y la copa.
Aceptó la mano de Alessan y se dejó arrastrar hacia la plaza, donde se adaptó al ritmo de la melodía y empezó a bailar junto al fuerte cuerpo de un hombre que poseía manos firmes para guiarla.
A Moreta le gustaba bailar y, aunque en el Weyr había músicos y canciones nocturnas de vez en cuando, los bailes solían reservarse para las festividades de la Puesta. Algunas veces los cabalgadores de azules y verdes se entregaban a locas acrobacias, sobre todo cuando llevaban bastante vino en el cuerpo tras una mala Caída o la muerte de un dragón y su cabalgador, pero Moreta sentía espanto por esos bailes. Leri y L'mal opinaban que tales excesos eran una purga para los cabalgadores, pero Moreta prefería ausentarse y emprender el vuelo con Orlith para estar lejos del enloquecedor toque de tambor y la extravagante danza.
No obstante, la música de la Fiesta no tardó en conjurar tales recuerdos y Moreta ya estaba sin aliento cuando Alessan la llevó de nuevo hacia la mesa sin dejar de aplaudir la música de los arpistas, las dulces, sencillas, divertidas y familiares canciones.
- Ahora debo bailar con Falga -dijo Alessan en cuanto a Moreta estuvo sentada-, pero si usted pudiera reservarme otro baile…
- ¿Le ha gustado bailar con Alessan? -preguntó Oklina en tímido y nostálgico tono mientras ponía ante Moreta la copa de vino de Benden.
- Sí, mucho. Tiene los pies ligeros y baila muy bien.
- Alessan me enseñó a bailar. Cuando hay música en el Salón, siempre me pide un baile, por lo menos. Pero esta noche no espero que lo haga, con tantas mujeres…
- En ese caso te buscaré otra pareja. -Moreta volvió la cabeza en busca de algún cabalgador desocupado.
- Oh, no debo hacerlo. -Oklina estaba asustada y su mirada revoloteaba nerviosamente sobre la plaza llena de gente donde estaba iniciándose otro baile-. Debo atender a los invitados.
- Ya lo haces, estás asegurándote de mi bienestar y guardando mi copa de Benden. -Moreta sonrió cariñosamente a la joven-. ¡Pero esta noche tienes que bailar!
- ¡Moreta! -Una fuerte mano aferró el hombro de Moreta, que al levantar los ojos vio a B'lerion, el cabalgador de las Altas Extensiones que montaba al bronce Nabeth-. Hay buena música que implora tu participación. ¡Y la mía!
El jinete del bronce no esperó su consentimiento, sino que cogió la mano a Moreta y la atrajo hacia él sin dejar de reírse.
- Sabía que no podrías resistirte. -Y por encima del hombro de Moreta hizo un guiño a la asombrada Oklina mientras arrastraba a la Dama del Weyr hacia el rectángulo.
Moreta se había percatado de la expresión, del interés que reflejaba el semblante de la joven, pero era normal que B'lerion afectara así a las mujeres. Era un hombre apuesto y alto y tenía un cuerpo vigoroso, unos chispeantes ojos oscuros, una expresión versátil y una risa fácil. Siempre tenía a mano una observación graciosa y un caudal de noticias más o menos picantes. Moreta y él habían mantenido una breve relación cuando ella llegó al Weyr de Fort, y Moreta estaba segura de que B'lerion era el padre de su tercer hijo. Lamentaba haber tenido que confiar sus hijos a otras mujeres, pero ella siempre había sido la curadora y dicha tarea era prioritaria. Aunque B'lerion no tenía el mismo calibre de jefe de escuadrilla de Sh'gall, Moreta había confiado en que Nabeth se apareara con su reina durante el crucial vuelo nupcial. Pero era el dragón más fuerte y más inteligente el que se apareaba con las reinas: ese era el único modo de mejorar la raza. Kadith de Sh'gall era doblemente fuerte y rápido. O así lo creía Moreta.
B'lerion estaba de buen humor; no había bebido mucho vino todavía porque hablaba con claridad y su paso era firme. Se había enterado del remojón de Moreta, se burló de ella diciéndole que monopolizaba al joven Señor del Fuerte, le dijo que su amor a las carreras la llevaría a la ruina y preguntó por qué Sh'gall no estaba allí para defender sus intereses.
- Nunca he comprendido por qué dejaste que Kadith cubriera a tu reina. Orlith habría estado mucho mejor con Nabeth y yo sería Caudillo del Weyr de Fort. Yo ofrezco más alegría que Sh'gall. Eso es lo que tú solías decirme.
Dado el intenso brillo de sus ojos y la firmeza con que sostuvo la cintura de Moreta durante la última figura del baile, B'lerion parecía hablar en serio, según pensó Moreta. Pero también pensó que B'lerion siempre hablaba en serio mientras duraba un determinado encuentro. Era un oportunista que no limitaba sus actividades a un Weyr o Fuerte concreto.
- ¿Qué? ¿Tú, Caudillo del Weyr de Fort? A ti no te gusta demasiado la responsabilidad.
- Contigo como Dama del Weyr, habría progresado sin límites. Y sólo quedan ocho Revoluciones para que todos podamos divertirnos. -Apretó con más fuerza a Moreta-. Antes lo pasábamos bien juntos, ¿recuerdas?
- ¿Cuándo no lo has pasado bien tú?
- Siempre, es verdad, y esta noche está ideada para divertirse, ¿no?
Moreta se echó a reír y se libró de un abrazo que era preferible romper. Las atenciones de B'lerion podían interpretarse mal. Ella debía ayuda incondicional a Sh'gall, al menos hasta que finalizara la Caída. B'lerion la siguió hacia la mesa, sonriendo a Oklina con su eterno buen humor. Moreta lamentó que el cabalgador no se hubiera alejado al comprobar la sofocada reacción de la joven cuando él tomó asiento sin ningún protocolo junto a ella.
- ¿Puedo contar con usted para el próximo baile, lady Oklina? Moreta puede explicarle que soy inofensivo. Y además soy B'lerion, cabalgador del bronce Nabeth de las Altas Extensiones. ¿Me permite un sorbo de su vino?
- Oh, es el vino de lady Moreta -protestó Oklina, intentando recobrar la posesión de la copa que B'lerion había cogido.
- Ella nunca me negaría un sorbo de vino, pero brindaré por usted y por sus ojazos oscuros.
Mientras dominaba su expresión, Moreta observó la de Oklina y vio la ruborizada confusión de la joven ante los cumplidos del cabalgador. Incluso se dio cuenta de la excitación que latía en el esbelto cuello de le muchacha, en su acelerada respiración. Oklina no podía tener más de dieciséis Revoluciones. Criada en una fortaleza, no tardaría en casarse con algún Señor de Fuerte granjero o maestro artesano del sur o del este, lejos de Ruatha, para reforzar la casta. Cuando concluyera la Pasada, Oklina tendría hijos y ya habría olvidado aquel día de Fiesta. O tal vez lo recordaría siempre gracias a las atenciones de B'lerion. Moreta sonrió cuando los arpistas iniciaron una lenta y solemne interpretación y B’lerion condujo hacia el rectángulo a la encantada muchacha.
Puesto que mucha gente creyó que sus conocimientos de la danza eran apropiados para aquel baile, las mesas se vaciaron. Lady Orna quedó en un extremo, prestando convencional atención a una Dama de Fuerte ricamente vestida. Al ver que ambas sonreían con aire indulgente, Moreta observó la plaza de baile y localizó a Alessan, que guiaba sosegadamente a una joven. ¿La hija de la Dama de Fuerte, quizá posible candidata a segunda esposa? La suave sonrisa de lady Orna era especulativa. Mientras Moreta efectuaba su evaluación personal, la joven, bonita y poseedora de un cabello oscuro y rizado, sonrió tontamente al Señor del Fuerte. Alguien así nunca atraería a Alessan, y, como Señor del Fuerte, podía elegir a quien quisiera en cualquier reducto o vivienda del continente. En ese momento Moreta reparó en S'peren, un cabalgador de bronce del Weyr de Fort que estaba contemplando el baile. Ella creía que S'peren estaba en Ista.
- ¿Tan pronto ha terminado la Fiesta de Ista? -le preguntó sorprendida.
- Un poco decepcionante, sí, después de haber llevado a los animales. Ninguna carrera. -S'peren sonrió con aire tolerante-. No había ni la mitad de gente que en Ruatha… -Señaló con la cabeza, satisfecho, la atestada plaza de baile-. Y tampoco había tanta alegría. Hay enfermedades en Igen, Keroon y Telgar.
- ¿Los corredores? -El recuerdo de la inesperada caída del animal se hizo presente en la mente de Moreta.
- ¿Los corredores? No. Gente. Una fiebre, me han dicho. Había rumores de que el maestro Capiam estaba por allí, pero yo no lo he visto.
- ¿Se encuentran bien los gobernantes de Ista? -F'gal y Wimmia habían sido buenos amigos suyos durante las Revoluciones que Moreta pasó en el Weyr de Ista.
- Sí, y te envían sus mejores deseos, como es normal. Ah, a propósito, te traigo saludos de un curador de animales llamado Talpan. Dice que te conoció en el reducto de tu padre.
¡Qué extraño!, pensó Moreta mientras se levantaba tras un intercambio de frases con los cabalgadores de las Altas Extensiones que conversaban con S'peren, hacía mucho tiempo que no se acordaba de Talpan, hacía Revoluciones que no pensaba en él, pero aquel día lo había recordado, y ahora recibía sus saludos.
El baile terminó y Moreta intentó localizar a Alessan para bailar otra vez con él. Era un excelente acompañante. Por fin lo vio en el rectángulo de baile, como pareja de una joven cuyo largo cabello negro hizo pensar a Moreta que estaba bailando con Oklina. La muchacha se volvió un poco y Moreta advirtió que el Señor del Fuerte estaba cumplimentando a otra casadera. Ella sentía gran simpatía por Alessan porque recordaba el acoso a que la habían sometido los cabalgadores de bronces antes de que Orlith realizara el vuelo de apareamiento dos Revoluciones antes.
Moreta apuró la copa y a continuación se dispuso a buscar más vino u otra pareja. Deseaba volver a bailar pero antes se detuvo junto al tonel de vino más próximo. El mozo le llenó rápidamente la copa y ella le dio las gracias. Tras el primer sorbo, Moreta comprendió su error: aquel vino dejaba un regusto ácido. Era vino de Tillek, no el espeso vino de Benden cuyo rico sabor se esparcía por todo el paladar. Estuvo a punto de escupirlo.
En aquellos momentos se estaba bailando una danza breve y movida; era tan divertido bailar como ver perder el equilibrio a la gente. Tras la apoteosis final, los arpistas interpretaron los acordes anunciadores de un descanso. Había llegado la hora de las canciones. Moreta casi esperaba la aparición de Tirone, porque él debía ser el principal cantante en una Fiesta de Ruatha, pero fueron otros los que subieron al estrado.
Al mirar hacia la mesa principal, Moreta vio a Alessan flanqueado por dos bonitas jóvenes, una de ellas pelirroja. Indudablemente lady Orna no estaba perdiendo el tiempo en la Fiesta. Reacia a volver a la mesa principal, Moreta ocupó una silla que encontró libre a su paso.
Escuchó la primera canción, una balada, y participó en el coro con tanta vehemencia como los que la rodeaban. Las afinadas voces de las proximidades le ayudaron a captar la armonía, puesto que su tono no era bastante agudo para mantenerse en la línea de una soprano. Ya iniciado el segundo coro, Moreta percibió los pensamientos de Orlith.
También te gusta cantar, ¿eh?, transmitió a la reina.
Cantar es una ocupación agradable. Aligera la mente y la une con las de los que participan.
La voz de Moreta vaciló con la risa, una risa que se apresuró a contener porque no era correcto, aunque se tratara de la Dama del Weyr, reírse en medio de una canción seria.
Los arpistas continuaron la Fiesta con cuatro canciones tradicionales, todas ellas cantadas con creciente deleite mientras los bailarines recobraban el aliento. El joven arpista ruathano, excelente tenor, interpretó una canción poco conocida que anunció haber encontrado mientras repasaba viejos documentos. La melodía era obsesionante y el intervalo entre notas, inesperado. Una canción muy vieja, pensó Moreta, aunque bien elegida dada la voz del tenor. A Orlith también le gustó.
Nuestros gustos suelen coincidir, dijo Moreta.
No siempre.
¿Qué quieres decir con eso?
Los arpistas cantan, replicó Orlith, evasiva, y Moreta comprendió que no iba a obtener una respuesta directa.
Acto seguido los arpistas solicitaron canciones favoritas del público. A Moreta le habría gustado pedir algún sencillo cántico de su Keroon natal, pero se trataba de tonadas nostálgicas poco apropiadas para el buen humor de la noche. Talpan acostumbraba a canturrearlas siempre. ¡Otra coincidencia!
Concluida la serenata, Alessan subió al estrado para dar las gracias a los arpistas y dedicar cumplidos a su interpretación y a su presencia. El Señor del Fuerte les ordenó hacer uso del vino ruathano, tanto como fuera preciso para que siguieran tocando hasta que el último bailarín abandonara el rectángulo. Todo el mundo aplaudió ruidosamente, prorrumpiendo en vítores y golpeando las mesas y toneles para manifestar su aprecio a un Señor de Fuerte que no reparaba en gastos en su primera Fiesta. Los aplausos rebasaron con mucho los límites de lo que podía haber sido un cortés exceso y acompañaron a Alessan en su vuelta a la mesa.
Los arpistas iniciaron la siguiente tanda con un baile circular que permitió al Señor del Fuerte acompañar a las dos jóvenes. B'lerion se puso en pie nuevamente en compañía de Oklina. Lady Orna no se percató de ello, tan concentrada estaba su atención en las parejas de Alessan.
Con la garganta seca tras cantar y vitorear, Moreta decidió encontrar más vino de Benden. Al aproximarse a la mesa principal, fue abordada por varios hacendados que se interesaron por Leri y Holth y expresaron su sincero pesar por la ausencia de la Dama del Weyr.
Transmite el saludo, Orlith. Les gustará saber que aquí se les echa de menos.
Tras una pausa, Orlith replicó que Holth se alegraba de no tener que pasar una larga noche sentado en una fría roca.
Pero tú tienes frío, ¿verdad?, preguntó ansiosamente Moreta.
Las ignicimas conservan el calor del sol, y Nabeth y Tamianth me mantienen caliente. Deberías comer. Tú siempre me dices que coma. Ahora te lo digo yo.
Moreta consideró divertido el tono de superioridad del dragón. Actitud que estaba justificada, porque el áspero vino de Tillek empezaba a producir efectos en Moreta. Notaba ruidos sordos en el estómago y era preferible que comiese algo antes de que concluyera la danza circular. Fue a buscar una fuente de wherry asado, tubérculos y otros tentadores bocados. Mientras se abría paso hacia la mesa principal, donde le aguardaba más vino de Benden, la danza circular terminó. Alessan acababa de inclinarse ante sus compañeras cuando lady Orna le presentó a otra joven. En ese momento, Moreta se dio cuenta de que lord Tolocamp se dirigía hacia ella, y cambió de dirección fingiendo que no lo había visto. La expresión de Tolocamp era demasiado seria y ella no iba a soportar el relato de sus preocupaciones en una Fiesta. Por tanto, se escurrió entre el gentío y pensó en detenerse en la mesa de los arpistas porque éstos tendrían el mejor vino, pero decidió que allí no estaría a salvo de Tolocamp. Además, los arpistas debían estar hartos de él ya que el Taller del Arpista se hallaba muy cerca del Fuerte de Fort. De modo que Moreta se escabulló detrás del estrado, parándose un instante para acostumbrar sus ojos a la sedante oscuridad.
Estuvo a punto de tropezar con las sillas de las monturas, amontonadas detrás de la tarima. Puso derecha una para improvisar un asiento y se alegró mucho de su soledad y de haber eludido a Tolocamp. Cuando finaliza la Pasada, aquel hombre se iba a tornar sumamente importante, y Moreta no creía que Sh'gall pudiera tratarle tan bien como trataba a Fall.
¡Estupendo, estás comiendo!, dijo Orlith.
Moreta dobló hábilmente un filete de wherry asado y dio un enorme bocado. La carne era tan tierna y suculenta como anunciaba su aroma.
¡Está buenísimal, comentó a su reina.
Comió afanosamente y se chupó los dedos, ya que no deseaba desperdiciar ni gota de salsa. Alguien apareció tambaleándose y Moreta, sosteniendo la fuente y maldiciendo la intrusión, se deslizó hacia una zona más oscura.
¿La había seguido Tolocamp? ¿0 se trataba de alguien que estaba satisfaciendo sus necesidades naturales?
Alessan, le indicó Orlith, cosa que sorprendió a Moreta porque su reina no destacaba mucho cuando se trataba de recordar nombres de personas.
- ¿Moreta? -Alessan no parecía muy convencido de encontrarla-. Ah, sí está -agregó mientras se acercaba-. Creí haberla visto dirigirse aquí cuando trató de evitar a Tolocamp. Vengo cargado de comida y bebida, ¿estoy contrariando sus deseos de soledad?
- No, siempre que haya traído más vino de Benden. Mire, el Tillek que están sirviendo no es malo…
- …pero no puede compararse con el Benden y confío en que no habrá mencionado la diferencia a nadie.
- ¿Qué? ¿Para ver reducida mi parte? ¡Y ha traído más wherry! Felicitaciones a su cocinero. El asado es fabuloso y estoy muerta de hambre. Venga, siéntese en una silla de montar. -Moreta se acercó a Alessan y, tras apurar su copa, la levantó ante él-. Más Benden, por favor.
- Tengo un odre lleno. -Alessan escanció cuidadosamente el vino en la copa de Moreta.
- Pero tendrá que compartirlo con sus otras acompañantes…
- No se preocupe… -Alessan extendió la mano, fingiendo quitarle la copa.
- No he sido justa. Usted estaba cumpliendo sus obligaciones como Señor del Fuerte; y muy atentamente, si me permite decirlo.
- Bien, he cumplido mis obligaciones como Señor del Fuerte y ahora proseguiré en su cumplimiento acompañándola a usted. Volveré a disfrutar de la Fiesta.
- Los anfitriones raramente lo consiguen.
- Mi madre, mi buena y respetada…
- …y concienzuda…
- …ha hecho desfilar a todas las jóvenes casaderas del oeste, y he tenido que bailar con todas. No puedo decir gran cosa de ellas. A propósito, ese cabalgador de bronce que ha monopolizado a Oklina… ¿es un hombre amable y honorable?
- B'lerion es amable, y su compañía es muy divertida. ¿Conoce Oklina las inclinaciones de los cabalgadores?
- Como cualquier jovencita de fuerte, educada con decoro. -Alessan respondió con sequedad, como si estuviera al tanto de los caprichos y flaquezas de los cabalgadores.
- B'lerion es gentil y hace muchas Revoluciones que lo conozco -continuó Moreta para tranquilizar a Alessan.
La adoración que sentía Oklina por su hermano estaba justificada ya que éste se tomaba la molestia de hablar con una Dama del Weyr sobre un cabalgador de bronce que prestaba especial atención a su hermana.
Comieron en amistoso silencio, ya que Alessan tenía tanto apetito como Moreta. De pronto los arpistas acometieron la interpretación de otra tonada. Era una danza más vivaz, una carrera de acuerdo con especiales normas que exigían lanzar por los aires, hacer dar vueltas y recoger a la pareja. Moreta advirtió el brillo desafiante de los ojos de Alessan; sólo los jóvenes y expertos solían arriesgarse a la acrobacia de aquel baile. Moreta impidió que la risa brotara de su garganta. No era una tímida adolescente, insegura de sí misma, no era una decorosa mujer de fuerte, con la vitalidad y el cuerpo muertos tras constantes partos. Ella era la cabalgadora de un dragón reina y podía bailar mejor que cualquier hombre, fuera habitante de un fuerte, artesano o cabalgador. Además, Orlith estaba animándola.
La Dama del Weyr y el Señor del Fuerte fueron la única pareja que sobrevivió a los rigores de aquella danza sin incidentes. Vítores y aplausos premiaron su agilidad. Casi sin aliento y esforzándose en no tambalearse a causa del mareo provocado por los giros finales, Moreta se alejó de la plaza. Le pusieron un vaso en la mano y antes de probarlo ya sabía que iba a beber vino de Benden. Brindó por Alessan, que estaba junto a ella con el pecho agitado y las mejillas rojas dada la sangre que había afluido a ellas, pero no menos complacido por su actuación.
- ¡Por el Cascarón, con la pareja adecuada puedes demostrar tu categoría! -gritó Falga mientras se acercaba a ellos-. Esta noche estás curiosamente en forma, Moreta. Alessan, es la mejor Fiesta que he visto desde hace Revoluciones. Ha eclipsado a su padre, al que a partir de ahora no añoraremos más. El hizo grandes celebraciones, pero ninguna comparable a esta. S'ligar lamentará no haberla presenciado.
Los cabalgadores que acompañaban a Falga alzaron sus copas hacia Alessan.
- Nos veremos en Crom -dijo Falga a Moreta al separarse en cuanto los arpistas empezaron a tocar una melodía suave y antigua.
- ¿Puede moverse? -preguntó Alessan a Moreta, inclinado para hablarle quedamente al oído.
- ¡Claro que puedo! -Moreta miró en la misma dirección que el Señor del Fuerte y vio a lady Oma acompañada de una joven.
- ¡Esta noche ya me han dado suficientes patadas en la espinilla!
Alessan agarró con fuerza a Moreta, con la mano derecha pegada al omoplato de la Dama y los dedos de la otra mano entrelazando los suyos mientras la guiaba hacia el centro de la plaza de baile.
En el instante en que se entregaba al oscilante paso y al deslizamiento de la majestuosa danza, Moreta entrevió por un momento el serio semblante de lady Oma. Notó el latido del corazón de Alessan, tan fuerte como el suyo dados los esfuerzos del baile anterior, pero poco a poco aquel ruido fue suavizándose, sus mejillas se enfriaron y sus músculos dejaron de estar tensos. Moreta se dio cuenta de que no había bailado aquella melodía desde que se fue de Keroon… desde la última fiesta en que había participado, acompañada de Talpan, hacía muchas Revoluciones…
- Está pensando en otro hombre -musitó Alessan, con los labios muy cerca de la oreja de Moreta.
- Sí, en un muchacho que conocí en Keroon.
- ¿Y lo recuerda con cariño?
- Ambos íbamos a recibir instrucción del mismo Maestro Curador. -¿Había captado tono de celos en la voz de Alessan?-. El siguió en el oficio. A mí me llevaron a Ista e impresioné a Orlith.
- Y ahora cura a los dragones. -Alessan la soltó un momento aunque, al parecer, solamente para sujetarla con más fuerza-. Baila, Moreta de Keroon. Las lunas están en lo alto. Podemos bailar toda la noche.
- Quizá los arpistas tengan otros planes.
- No mientras duren mis reservas de vino de Benden…
De modo que Alessan permaneció junto a ella, asegurándose de que tuviera el vaso siempre lleno e insistiendo en que probara los pasteles aromatizados que servían a los cada vez menos numerosos invitados. Y Alessan no accedió a que bailase con quienes lo solicitaron.
El vino acabó con los arpistas antes de la llegada del nuevo día. Incluso la increíble reserva de energía de Alessan estaba flaqueando cuando Orlith se posó en la plaza de baile.
- Ha sido una Fiesta memorable, lord Alessan -dijo formalmente Moreta.
- Su presencia ha hecho que sea memorable, Dama del Weyr -replicó él mientras la ayudaba a subir a la pata delantera de Orlith-. ¡Cascarones! No vaya a resbalarse. ¿Podrá llegar a su weyr sin quedarse dormida? -Su voz reflejaba cierta ansiedad pese a lo despreocupado de sus palabras.
- Siempre puedo llegar a mi weyr.
- ¿Puede hacerlo, Orlith?
- ¡Lord Alessan! -Qué audacia la de aquel hombre, dirigirse a Orlith en presencia de Moreta…
Orlith volvió la cabeza, mostrando sus adormecidos ojos dorados. Sus intenciones son buenas.
- ¡Sus intenciones son buenas! Eso dice Orlith. -Moreta sabía que la fatiga estaba atontándola e hizo un esfuerzo para reír. No deseaba terminar aquella maravillosa noche más que con alegría.
- Sí dama del dragón dorado, mis intenciones son buenas. ¡Buen regreso!
Alessan saludó por última vez y se alejó lentamente entre la confusión de bancos caídos y mesas desordenadas, hacia la vacía senda donde casi todos los puestos de venta habían sido ya desmantelados y recogidos.
- Volvamos al Weyr de Fort -se dijo suave y tristemente Moreta.
Le pesaban los ojos, su cuerpo estaba flácido a causa de la fatiga, una fatiga placentera pero total. Le costó mucho pensar en la forma de las Rocas Estelares del Weyr de Fort. Después Orlith se elevó sobre el rectángulo. Los adornos se agitaron dada la fuerza del impulso de la reina para remontar el vuelo. Cabalgadora y dragón se elevaron y Ruatha fue alejándose. La oscuridad sólo era interrumpida por los escasos resplandores que aún permanecían.