Joan Perucho

EL REPTANTE ALEGRE

De corpacho voluminoso, este animal es, no obstante, transparente y deja entrever su corazón multicolor parecido a una estrella de mar girando como si fuera la maquinaria de un reloj. En lo alto de la cabeza —y estructurándola— se aloja, a modo de apéndice, un parásito desconocido y amable, de largas orejas elegantísimas que otorgan a los desplazamientos del conjunto una «allure» aristocrática.

Estos desplazamientos se efectúan reptando por encima de un cojín de aire caliente, muy suave. Al desplazarse, silba melodías sentimentales así como óperas italianas, aprendidas al oír las transmisiones de las emisoras de radio y televisión durante la noche, cuando estas se filtran a través de las ventanas de las casas de campo y los chalets de la sierra.

Con estas aficiones. «El reptante alegre» lo es verdaderamente.

Joan Perucho, Tres monstruos felices para Antonio Beneyto.

EL CHUPADO

Es un animal invisible y, por lo tanto, nadie sabe cómo es. Se supone que vive en las habitaciones con calefacción pues consta que es muy friolero y estornuda con mucha frecuencia. Le gusta mucho hacerse un ovillo ante los pies de las amas de casa, limpias e irreprochablemente ordenadas, cuando estas, en sus momentos de ocio, se sientan en sus butacas (también en sillitas de costura) confeccionando, con largas agujas y lana dulce, jerseys para sus chiquillos. Me olvido hacer constar que es un animal muy fiel.

Joan Perucho, Tres monstruos felices para Antonio Beneyto.

Emilio de Rossignoli, en su libro Io credo nei Vampiri, Milán, 1961, estudia la leyenda según la cual el primer vampiro surgió de Adán. Este, antes de la cremación de Eva, vivía naturalmente solitario, pero con el deseo subconsciente de una compañía femenina. Durante el sueño y sin existencia de pecado, este deseo provocó en Adán el orgasmo. El principio de vida que ello suponía quedó estéril aunque con una fuerza desesperada de supervivencia. En realidad, era una media alma que anhelaba encontrar la otra mitad que le faltaba. Rossignoli dice: «E da questo desiderio disperato di esistere nasceva la prima forma vampirica e la sua legge: sopravivere a ogni costo». Después, la tradición popular atribuye a las poluciones frustradas en su fin natural, el germen del vampirismo. Entonces, cuando el germen encuentra un cadáver, nace el vampiro.

Joan Perucho, Los vampiros.

La mano de la hormiga
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