ESCENA VI

Natalia Stepánovna y Lómov.

LÓMOV (entra, abatido). Tengo unas palpitaciones espantosas... La pierna se me ha entorpecido... qué punzadas en el costado...

NATALIA STEPÁNOVNA. Perdón, nos hemos acalorado, Iván Vasílievich... Ahora lo recuerdo: el Pradillo de los Bueyes realmente es suyo.

LÓMOV. El corazón me palpita de manera terrible... El Pradillo es mío... Noto un tic en los dos ojos...

NATALIA STEPÁNOVNA. Es suyo, el Pradillo es suyo... sí, señor. Siéntese. (Se sientan.) Nosotros no teníamos razón...

LÓMOV. Yo, por principio... La tierra no me importa, lo que me importa es el principio...

NATALIA STEPÁNOVNA. Desde luego, el principio... Bueno, hablemos de alguna otra cosa.

LÓMOV. Tanto más, cuanto que tengo pruebas. La abuela de mi tía dio a los campesinos del abuelo del padre de usted...

NATALIA STEPÁNOVNA. Basta de esta cuestión, basta... (Aparte.) No sé cómo empezar... (A Lómov.) ¿Se dispone a ir pronto de caza?

LÓMOV. Quiero ir a la del urogallo, mi muy respetable Natalia Stepánovna, después de la siega. ¡Ah! ¿Se lo han dicho? ¡Figúrese qué desgracia la mía! Mi perro Adivina, que usted se digna conocer, cojea.

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Qué pena! ¿Y a qué se debe?

LÓMOV. No lo sé... Se habrá dislocado una pata o lo habrán mordido otros perros... (Suspira.) ¡Es el mejor perro del mundo, por no hablar de lo que me costó! Pagué por él a Mirónov ciento veinticinco rublos.

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Lo pagó muy caro, Iván Vasílievich!

LÓMOV. Pues, a mi modo de ver, fue muy barato. El perro es maravilloso.

NATALIA STEPÁNOVNA. Por Escapa, papá dio ochenta y cinco rublos, ¡y Escapa es mucho mejor que su Adivina!

LÓMOV. ¿Escapa mejor que Adivina? ¡Qué ocurrencia! (Se ríe.) ¡Escapa mejor que Adivina!

NATALIA STEPÁNOVNA. Naturalmente, es mejor. Escapa todavía es joven, cierto, aún no es un perro hecho, pero por su esbeltez y su agilidad no se encontrará otro mejor ni entre los perros de Volchanietski.

LOMOV. Perdón, Natalia Stepánovna, pero usted olvida que Escapa es corto de mandíbula, y un perro corto de mandíbula es siempre de poca presa.

NATALIA STEPÁNOVNA. ¿Corto de mandíbula? ¡Es la primera vez que lo oigo decir!

LÓMOV. Se lo aseguro, la mandíbula inferior es más corta que la superior.

NATALIA STEPÁNOVNA. ¿Las ha medido usted?

LÓMOV. Las he medido. Para matear, vale, claro, mas, para cobrar la pieza, difícilmente...

NATALIA STEPÁNOVNA. En primer lugar, nuestro Escapa es un perro de raza y de mucho pelo, es hijo de Brinca y Escoplo, mientras que su bermejo pío no se sabe de qué raza es... Además, es viejo y feo, como un penco...

LÓMOV. Viejo, sí, pero no lo cambiaría ni por cinco Escapas como el suyo... ¿Acaso es posible? Adivina es un perro, mientras que Escapa... hasta es ridículo discutirlo... Perros como su Escapa los tiene a docenas cualquier montero de traílla. Veinticuatro rublos ya sería por él un precio excelente.

NATALIA STEPÁNOVNA. Hoy, Iván Vasílievich, se le ha metido en el cuerpo el espíritu de contradicción. Tan pronto se figura que el Pradillo es suyo como que Adivina es mejor que Escapa. No me gusta que un hombre diga lo que no piensa. Usted sabe perfectamente que Escapa es cien veces mejor que su... que ese tonto de Adivina. ¿Para qué, pues, decir lo contrario?

LÓMOV. Ya veo, Natalia Stepánovna, que me tiene usted por ciego o por imbécil. ¡Pero comprenda de una vez que su Escapa es corto de mandíbula!

NATALIA STEPÁNOVNA. No es verdad.

LÓMOV. ¡Corto de mandíbula!

Natalia Stepánovna (grita). ¡No es cierto!

LÓMOV. ¿Por qué chilla, señorita?

NATALIA STEPÁNOVNA. ¿Por qué dice usted cosas absurdas? ¡Es indignante! ¡A su Adivina ya habría que pegarle un tiro, y usted lo compara con Escapa!

LÓMOV. Perdone, no puedo continuar esta discusión. Tengo palpitaciones.

NATALIA STEPÁNOVNA. Ya lo he observado: los cazadores que más discuten son los que menos entienden.

LÓMOV. Señorita, se lo ruego, cállese... El corazón me estalla... (Grita.) ¡Cállese!

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡No me callaré mientras no reconozca usted que Escapa es cien veces mejor que su Adivina!

LÓMOV. ¡Cien veces peor! ¡Ojalá reviente su Escapa! La sien... el ojo... el hombro...

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Y su estúpido Adivina ni necesita reventar, pues ya sin ello está reventado!

LÓMOV (llora). ¡Cállese! ¡Se me parte el corazón!

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡No me callaré!