ESCENA X
Los mismos y Popova.
POPOVA (entra con las pistolas). Aquí están las pistolas... Pero antes de batirnos, hará el favor de enseñarme cómo hay que disparar... En mi vida he empuñado una pistola.
LUKÁ. Sálvanos, Dios del cielo, y concédenos tu gracia... Voy a buscar al jardinero y al cochero... ¡Qué desgracia se nos ha venido encima!... (Sale.)
SMIRNOV (examinando las pistolas). Verá, existen varias clases de pistolas. Las hay especiales para batirse en duelo, son las pistolas con cápsula Mortimer. Pero lo que usted tiene son revólveres del sistema Smith y Wesson de triple acción, con extracción y percusión central... ¡Magníficas pistolas!... Por lo menos valen noventa rublos el par... Hay que coger el revólver así... (Aparte.) ¡Qué ojos! ¡Qué ojos! ¡Mujer incendiaria!
POPOVA. ¿Así?
SMIRNOV. Sí, eso es... Luego levanta usted el gatillo... apunta, así... ¡La cabeza un poco atrás! Extienda bien el brazo... Así... Luego, con este dedo apriete aquí, y ya está... Lo principal es no perder la sangre fría y apuntar sin prisas... Esforzarse para que la mano no tiemble.
POPOVA. Está bien... Batirse en una habitación no es cómodo, vamos al jardín.
SMIRNOV. Vamos. Pero le advierto que yo dispararé al aire.
POPOVA. ¡Sólo faltaba esto! ¿Por qué?
SMIRNOV. Porque... porque... ¡El porqué es cosa mía!
POPOVA. ¿Tiene miedo? ¿Sí? ¡A-a-a-ah! No, señor. ¡No me venga usted con escapatorias! ¡Haga el favor de seguirme! No estaré tranquila mientras no le atraviese la frente... ¡sí, esta frente que tanto odio! ¿Tiene miedo?
SMIRNOV. Sí, tengo miedo...
POPOVA. ¡Miente! ¿Por qué no se quiere batir?
SMIRNOV. Porque... porque... usted me gusta.
POPOVA (con maligna risa). ¡Que yo le gusto! ¡Se atreve a decir que yo le gusto! (Señalando la puerta.) Puede irse.
SMIRNOV (deja la pistola en silencio, toma la gorra y da unos pasos; se detiene cerca de la puerta; los dos se quedan medio minuto mirándose, sin decir nada; luego, él habla, acercándose indeciso a Popova). Oiga... ¿Aún está usted enojada?... Yo también estoy endiabladamente furioso, pero, comprenda usted... no sé cómo expresarme... La cuestión es que, verá usted, una historia de esta clase, hablando en propiedad... (Grita.) Bueno, sí, ¿acaso tengo la culpa de que usted me guste? (Se agarra al respaldo de una silla; la silla cruje y se rompe.) ¡Mil diablos! ¡Qué muebles más quebradizos tiene usted! ¡Usted me gusta! ¿Comprende? Yo... ¡yo estoy casi enamorado!
POPOVA. Apártese de mi lado, ¡le odio!
SMIRNOV. ¡Dios, qué mujer! ¡En mi vida había visto algo semejante! ¡Estoy perdido! ¡Sin remisión! ¡He caído en la ratonera, como un ratoncito!
POPOVA. ¡Apártese de mi lado, o dispararé!
SMIRNOV. ¡Dispare! Usted no puede comprender qué felicidad es morir fulminado por las miradas de estos maravillosos ojos, morir por la bala de un revólver empuñado por esa manita de terciopelo... ¡Me he vuelto loco! Reflexione y decida ahora mismo, porque si salgo de aquí, ¡jamás volveremos a vemos! Decida... Soy noble, soy un hombre de bien, tengo una renta de diez mil rublos al año... acierto con una bala a una moneda de kopek lanzada al aire... tengo excelentes caballos... ¿Quiere ser mi esposa?
POPOVA (indignada, agitando el revólver). ¡A batirse! ¡Le desafío!
SMIRNOV. Me he vuelto loco... No comprendo nada... (Grita.) ¡Eh, agua!
POPOVA (grita). ¡Le desafío!
SIVÍIRNOV. Me he vuelto loco, me he enamorado como un muchacho, como un imbécil. (La coge de la mano, ella lanza un grito de dolor.) ¡La amo! (Se hinca de rodillas.) ¡La amo, como nunca había amado! He abandonado a doce mujeres, nueve me han abandonado a mí. Pero no he amado a ninguna de ellas como la amo a usted... Me he vuelto de limón, me he vuelto de horchata, he perdido la voluntad... estoy de rodillas como un estúpido y le pido la mano... ¡Qué vergüenza, qué bochorno! He estado cinco años sin enamorarme, me juré no hacerlo, y de pronto me encuentro hundido como la vara de un carro en la caja de otro. Le pido la mano. ¿Sí o no? ¿No quiere? ¡Ni falta que hace! (Se levanta y se precipita hacia la puerta.)
POPOVA. Espere...
SMIRNOV (deteniéndose). ¿Qué?
POPOVA. Nada, váyase... Aunque, espere... No, ¡váyase, váyase! ¡Le odio! O no... ¡No se vaya! ¡Ah, si supiera usted, qué furiosa estoy, qué furiosa! (Arroja el revólver sobre la mesa.) ¡Se me han hinchado los dedos con esta porquería!... (Desgarra un pañuelo de rabia.) ¿Qué hace usted ahí parado? ¡Márchese!
SMIRNOV. Adiós.
POPOVA. ¡Sí, sí, váyase!... (Grita.) ¿Pero adónde va? Espere... Aunque, váyase. ¡Ah, qué furiosa estoy! ¡No se acerque, no se acerque!
SMIRNOV (acercándosele). ¡Qué furioso estoy contra mí mismo! Me he enamorado como un colegial, me he puesto de rodillas, hasta se me pone la carne de gallina... (Groseramente.) ¡La amo! ¡Qué necesidad tenía yo de enamorarme de usted! Mañana he de pagar los intereses, ha comenzado la siega del heno, y sale usted... (La agarra por el talle.) No me lo perdonaré nunca...
POPOVA. ¡Apártese! ¡Fuera las manos! Yo, a usted... ¡le odio! ¡Le desafío! (Largo beso.)