ESCENA IV

Los mismos y Chubukov.

CHUBUKOV (entrando). ¿Qué ocurre? ¿Qué gritos son éstos?

NATALIA STEPÁNOVNA. Papá, por favor, explica a este señor a quién pertenece el Pradillo de los Bueyes: ¿a nosotros o a él?

CHUBUKOV (a Lómov). Pollito, ¡el Pradillo de los Bueyes es nuestro!

LÓMOV. Por favor, Stepán Stepánovich, ¿de dónde saca usted que es suyo? ¡Por lo menos usted sea razonable! La abuela de mi tía cedió el Pradillo de los Bueyes en usufructo temporal y gratuito a los campesinos del abuelo de usted. Los campesinos se aprovecharon de la tierra durante cuarenta años y se acostumbraron a considerarla como suya, pero cuando salió la ley emancipando a los siervos...

CHUBUKOV. Perdón, carísimo... Usted se olvida de que precisamente los campesinos no pagaban a su abuela de usted y así sucesivamente porque el prado se hallaba entonces en litigio y demás... Pero ahora no hay perro que no sepa, eso es, que es nuestro. ¡Usted no ha visto el plano!

LÓMOV. Pues yo le demostraré que es mío.

CHUBUKOV. No lo podrá demostrar, mi joven predilecto.

LÓMOV. ¡Sí, se lo demostraré!

CHUBUKOV. Madrecita mía, ¿para qué gritar tanto? Gritando, eso es, no demostrará nada. Lo suyo no lo quiero, pero tampoco tengo la intención de perder lo mío. ¿A qué santo? Ya que a esto se llega, simpatiquísimo, si tiene usted la intención de disputarme ese prado y demás, antes lo regalo a los mujiks que a usted. ¡Ya lo sabe!

LÓMOV. ¡No lo comprendo! ¿Qué derecho tiene usted a regalar propiedad ajena?

CHUBUKOV. Permítame, eso de si tengo derecho o no es cosa mía. Eso es, joven, precisamente yo no estoy acostumbrado a que conmigo se hable en este tono y demás. Yo, joven, soy dos veces más viejo que usted y le ruego hable conmigo sin agitarse y así sucesivamente.

LÓMOV. Nada, ustedes me toman, sencillamente, por imbécil y se ríen de mí. Dicen que mi tierra es suya y aún quieren que conserve la sangre fría y que hable sin sulfurarme. ¡Los buenos vecinos no se comportan de este modo, Stepán Stepánovich! ¡Usted no es un vecino, es un usurpador!

CHUBUKOV. ¿Cómo? ¿Qué ha dicho usted?

NATALIA STEPÁNOVNA. Papá, ¡manda en seguida segadores al Pradillo!

CHUBUKOV (a Lómov). ¿Qué ha dicho usted, muy señor mío?

NATALIA STEPÁNOVNA. El Pradillo de los Bueyes es nuestro y muy nuestro, ¡y yo no lo cederé, no lo cederé, no lo cederé!

LÓMOV. ¡Esto lo veremos! En los tribunales les demostraré que es mío.

CHUBUKOV. ¿En los tribunales? ¡Puede usted acudir a los tribunales, muy señor mío, y así sucesivamente! ¡Puede hacerlo! Yo a usted le conozco, lo que usted espera es encontrar una ocasión para querellarse y demás... ¡Lioso que es usted! ¡Toda su familia ha sido trapisonda! ¡Toda!

LÓMOV. ¡Le ruego que no ofenda a mi familia! En la familia de los Lómov, todos han sido honrados, ni uno ha sido llevado a los tribunales por malversación de fondos, como su tío.

CHUBUKOV. ¡Pues los Lómov, de su familia, han sido todos unos locos!

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Todos, todos, todos!

CHUBUKOV. Su abuelo era un borracho perdido y su tía menor, Nastasia Mijáilovna, huyó con un arquitecto y demás...

LÓMOV. Y su madre era renca. (Se lleva una mano al corazón.) ¡Ay, una punzada!... la cabeza se me va... ¡Madrecita!... ¡Agua!

CHUBUKOV. ¡Y su padre era un jugador y un glotón!

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Y su tía, una chismosa como hay pocas!

LÓMOV. Se me ha paralizado la pierna izquierda... Y usted es un intrigante... ¡Oh, el corazón!... Y no es un secreto para nadie que usted, antes de las elecciones... Veo como chispas en los ojos... ¿Dónde está mi sombrero?

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Todo esto es vil, indecoroso, sucio!

CHUBUKOV. Y usted, sí, señor, ¡usted es un hombre dañino, un hombre de dos caras y enredón! ¡Eso es!

LÓMOV. Aquí está el sombrero... El corazón... ¿Por dónde se pasa? ¿Dónde está la puerta? ¡Oh!... Me parece que voy a morirme... Esta pierna no me obedece... (Se dirige hacia la puerta.)

CHUBUKOV (gritándole, tras él). ¡Y que no vuelva usted a poner los pies en mi casa!

NATALIA STEPÁNOVNA. ¡Acuda a los tribunales! ¡Ya veremos!

(Lómov sale, tambaleándose.)