AGRADECIMIENTOS

 

 

 

 

La serie de los hermanos Sullivan comenzó allá por el mes de agosto de 2015, cuando yo aún estaba bajo la tormenta emocional que supuso la publicación de mi primera novela, Pecado, penitencia y expiación. Quería experimentar con el new adult y escribí un relato de menos de diez mil palabras que parecía destinado a acabar en la carpeta “Proyectos” de mi portátil. La primera persona que lo leyó me animó a publicarlo en Amazon «a ver qué pasa». Y pasó que mucha gente, muchísima más de la que nunca pude imaginar, se puso en contacto conmigo para decirme que ese relato, Parker y Amy: el pasado presente, los había dejado con ganas de más. Y, ¿sabéis qué? Yo también me había quedado con ganas de más, de mucho más.

Desde entonces, ha pasado casi medio año y más de ciento diez mil palabras. Han pasado Travis y Emily, Preston y Lisa, Mark y Alice. Han pasado muchas cosas. Y todas y cada una de ellas no habrían sido posibles sin esos mensajes de lectoras que me animaban a continuar con las aventuras de los hermanos Sullivan y sus historias de amor. Por ello, mi primer agradecimiento tiene que ser para todas esas personas que han leído la serie y se han emocionado, han opinado, han elegido a su hermano favorito, han pedido que la serie terminara con una novela más larga que las anteriores y que lo contara todo… Gracias, sobre todo, a quienes se han tomado unos minutos de su tiempo para hacerme llegar sus opiniones. De todo corazón, muchas gracias.

Escribir los agradecimientos de una novela siempre me ha parecido la hoja en blanco más difícil. No querría olvidarme de nadie, así que vaya por delante mi disculpa si ocurre.

A mi familia y amigos, como siempre, por su apoyo incondicional. No tengo palabras para expresar todo lo que significa para mí tenerlos a mi lado en esta aventura loca –y solitaria– de escribir. A mi madre, muy especialmente, por no desmayarse cuando me da la locura de dejarlo todo por perseguir un sueño. A mi mayor fan, él ya sabe quién es, porque siempre será la primera persona a la que le envíe mis manuscritos, por muchos avatares que nos presente la vida. Y, con toda mi alma, al club del manguito, porque, sin ellas, nada tendría sentido.

A toda esa gente maravillosa que he ido conociendo desde que, hace menos de un año, me embarqué en la locura de escribir. A las blogueras que han escrito sobre mis obras; a las compañeras que me han ayudado, apoyado y animado; a las profes que me han enseñado tantas cosas sobre materias de las que casi ni había oído hablar. A Érika Gael, porque todo lo que escriba tendrá siempre una deuda con ella. Y por esos whatsapps a horas intempestivas en los que me responde a dudas ridículas. Y, con mi mayor gratitud, a Altea Morgan, que “desatascó” esta historia a fuerza de chats de madrugada.

Sin todos vosotros, Mark y Alice no estarían aquí. Puede que ni siquiera Abril Camino estuviera aquí.