Emilio Gamboa
El broker
JENARO VILLAMIL
Emilio Gamboa Patrón siempre saluda agitadamente, reparte sonrisas aun a sus más incómodos críticos, contesta decenas de llamadas a su celular, al tiempo que está pendiente de las conversaciones circundantes Jamás pierde la compostura, aunque siempre ande con prisa. Es un correcaminos de la política. Hábil para olfatear algún asunto que necesite de sus artes como «operador político», veloz para ofrecer sus servicios de intermediación. Eficaz y discreto, según sus seguidores.
Sin embargo, aquella mañana del 12 de septiembre de 2006 el buen semblante le cambió, la indiscreción estalló y se perdieron sus fórmulas de cortesía. Recién nombrado coordinador de los diputados del PRI para la legislatura que culmina en el 2009 y presidente de la Junta de Coordinación Política de San Lázaro, Gamboa Patrón enfrentaba un sonoro escándalo. Una grabación telefónica lo vinculaba con Kamel Nacif, el «Rey de la Mezclilla», cuyo rastro corruptor llegaba hasta la red de pederastas de Jean Succar Kuri en Quintana Roo.
En esa mañana fatídica, el noticiero radiofónico Hoy por Hoy, conducido por Carmen Aristegui, y el periódico La Jornada difundieron la mentada conversación:
—Papito, ¿dónde andas cabrón? —saluda Emilio Gamboa Patrón.
—Pues aquí estoy en este pinche pueblo de los demonios, papá —le responde con voz ronca Kamel Nacif.
—Pero ¿dónde andas mi rey? Porque habla uno todo el día bien de ti, pero te pierdes, hijo de la chingada.
—Pues ando chingándole, no queda otra… ¿y cómo estás tú, senador?
—Uy, a toda madre, aquí echando una comida con unos senadores, que si te cuento te… (inaudible), cabrón.
—¿De dónde?
—Vamos a sacar la Reforma del Hipódromo, cabrón, ya no del juego… del Hipódromo.
—¿Para qué?
—Para hacer juego ahí, cabrón.
—¿Cómo…? Bueno…
—¿Cómo lo ves?
—No, no la chingues.
—Entonces, lo que tú digas, cabrón, lo que tú digas, por ahí vamos, cabrón.
—No, dale pa’tras, papá.
—Pues, entonces va pa’tras, esa chingadera no pasa en el Senado, eh.
—¡A huevo!
—Ok.
—¡Pues a huevo!
—Te mando mi cariño.
—¿Cuándo nos vemos? —pregunta inquieto Nacif. Cuando quieras mi Kamelito.
—Pues cuando tú digas… Regresando, yo me vaya Washington a ver a unos cabrones, pero regresando te veo… Regresando yo te llamo… créeme que yo te llamo… ya no me llames… yo te llamo, amigo.
—Órale senador.
—Un abrazo.
—Estáte bien, bye.
La grabación se interrumpe. En otra llamada, se escucha a Kamel Nacif hablar con su hija.
—¿Qué pasó, mi amor?
—Nada papi, ¿qué haces…?
—Estaba hablando con el Gamboa y con otro senador.
—Ah, y ahora, ¿qué traes problemas?
—No. Me buscan todos para ver de a cómo le caigo.
—(Risas) Ah, bueno. En el momento de la difusión de esta conversación telefónica, Emilio Gamboa Patrón había conseguido por quinto sexenio mantenerse en un lugar privilegiado, a pesar de la derrota del PRI, su partido, en la disputa por la Presidencia de la República. El político tenía una posición clave en el Congreso. Al mismo tiempo, mantuvo durante tres años, hasta el 2009, el fuero legislativo, que en México se traduce en un código de impunidad, en una regla no escrita sobreviviente de la era priista.
No era la primera vez que Gamboa Patrón estaba en el centro de una tormenta política. El Pemexgate del 2000, sus vínculos y favores a Televisa, su conflictiva relación con el clan de los Salinas, las acusaciones en su contra por quebranto patrimonial en Fonatur o las reiteradas versiones en la prensa estadounidense que lo vinculaban con el crimen organizado, han sido algunos de los asuntos polémicos que lo han ido señalando en casi treinta años de carrera política.
Tampoco era la primera ocasión que su voz aparecía grabada en una conversación telefónica para intercambiar favores políticos por beneficios económicos. Sin embargo, fue la primera vez que tuvo que admitir ante una nube de reporteros la veracidad de la conversación con Kamel Nacif. «No me avergüenza; es una canallada, una acción concertada; no vaya renunciar (a la coordinación de los diputados priistas)», afirmó en aquella tumultuosa rueda de prensa en la que a duras penas podía sostener su congelada sonrisa.
Gamboa Patrón reconoció que conocía, de varias décadas atrás, a Kamel Nacif. En otras declaraciones exculpatorias soltó una frase enigmática: «existen por lo menos tres grabaciones más» que lo vinculaban al empresario textilero radicado en Puebla, protegido y financiador de las campañas de varios candidatos priistas, incluyendo al «góber precioso» de Puebla, Mario Marín.
El 9 de julio de 2008, dos años después de este escándalo, Gamboa Patrón insistió en considerarse víctima del espionaje telefónico. Su «investigación personal» estableció que la mala relación de Nacifcon su esposa fue la causa de que se grabara la conversación telefónica. «Fue la esposa de Kamel», dijo. Sintomáticamente, el jefe de la bancada priista no negaba el fondo de la conversación con el Rey de la Mezclilla: el presunto tráfico de influencias.
Gamboa se colocó como víctima y evitó también referirse al caso de la red de pederastas en la que ha sido involucrado junto con Kamel Nacify Miguel Ángel Yunes, director del ISSSTE, y eterno candidato a la gobernación de Veracruz.
Por tercera ocasión desde la investigación del escándalo sobre el Pemexgate y el quebranto en las cuentas de Fonatur, la administración foxista, en pleno ocaso, demostró que no estaba dispuesto a llamarlo a cuentas. La exoneración oficial se produjo al día siguiente de la difusión de su conversación con Kamel Nacif. El procurador general de la República, Daniel Cabeza de Vaca, afirmó que no existía ningún indicio que involucrara a Gamboa Patrón con hechos de pederastia.
La agencia oficial de noticias Notimex difundió la condena de Cabeza de Vaca a la intercepción de llamadas. El abogado de la nación evitó mencionar algo sobre el intercambio de favores y de presiones que revelaba la conversación entre un senador y un empresario con fama pública de corruptor.
«Nosotros reprobamos esos hechos (la intercepción de llamadas), creo que se debe respetar la privacidad de las personas. Esperaremos si los interesados quieren presentar alguna denuncia para proceder a investigar», afirmó el último procurador de la era foxista.
Gamboa Patrón también negó que hubiera existido algún intento de reformar la Ley Federal de Juegos y Sorteos durante los seis años que estuvo en el Senado (2000-2006). Mucho menos, que se buscara beneficiar a empresarios como Kamel Nacif.
No obstante, la llamada es anterior a la reforma del reglamento de la Ley Federal de Juegos y Sorteos (septiembre de 2004), que fue impugnada ante la Suprema Corte de Justicia, luego de que los ministros la hubieran aprobado. Esta reforma, impulsada por Santiago Creel, se realizó sin necesidad de pasar por el Congreso. En mayo de 2005, la Secretaría de Gobernación otorgó 198 permisos para centros de apuestas remotas y salas de juego a siete consorcios. La compañía Apuestas Internacionales, filial de Televisa, fue la más beneficiada con 130 permisos. Gamboa Patrón no protestó. En 2003 él había impulsado una reforma legal para permitir que empresas extranjeras pudieran invertir en casinos e hipódromos.
El escándalo del dale pa’tras, papá aminoró con el tiempo, pero para todos los observadores políticos resultaba un hecho que Gamboa Patrón estaba nuevamente «tocado» por su propia y compleja trayectoria. El gran operador político priista estaba desnudo ante la opinión pública. Ya no contaba con aquel caparazón de protección de la censura velada que le permitió a lo largo de su trayectoria en ocho cargos de primer nivel —desde secretario privado de la Presidencia de la República, titular de Comunicaciones y Transportes, hasta subsecretario de Gobernación— evadir una respuesta pública a las constantes menciones de su nombre en operaciones de dudosa legalidad. Consultado por este reportero, el político Porfirio Muñoz Ledo afirmó en aquella ocasión que el diálogo entre Kamel y Gamboa Patrón respondía a «una subcultura del narco, del cachondeo que revela la promiscuidad de intereses».
«Lo que pasa con Gamboa Patrón es extremadamente grave», insistió el ex embajador de México ante la Unión Europea y ex presidente nacional del PRI y del PRD. Muñoz Ledo advirtió el siguiente escenario: «El riesgo es que se instituya la corrupción como método en el Congreso. Gamboa representa el fin del sistema de partido hegemónico que será sustituido por el sistema de dinero hegemónico. Ya lo vimos con la Ley Televisa».
El diálogo telefónico confirmaba el reinado del cabroñol, término acuñado por el escritor Carlos Monsiváis, como síntesis del español y de la «cabronería». Agudo observador del lenguaje de los poderosos, Monsiváis advirtió, desde la difusión de las llamadas entre Kamel Nacif y Mario Marín, la incorporación al argot político de las fórmulas de confianza e impunidad que denotaban la certeza de ser «intocables» e impunes.
La conversación entre Nacify Gamboa Patrón fue la confirmación de este fenómeno de interacción entre negocios, política y cultura de la impunidad, sintetizado en frases de impúdica confianza. No lo llevó a comparecer ante ninguna instancia judicial, pero la voz de Gamboa Patrón trascendió en el imaginario social a través de un rap que aún se puede escuchar en Internet.
El demonio en el Edén
El 6 de enero de 2004, la reportera Patricia Vázquez Pérez publicó en el efímero periódico El Independiente que «fuentes oficiales de la Procuraduría de Justicia del Estado de Quintana Roo afirman que el senador Emilio Gamboa Patrón y el diputado Miguel Ángel Yunes Linares y el empresario Kamel Nacif figuran en la lista de los asistentes a las fiestas del presunto pederasta de origen libanés, Jean Hanna Succar Kuri». «Presuntamente llegaba a Cancún a bordo de una aeronave privada para incorporarse a las fiestas en las que niñas de catorce años eran el atractivo principal», agregaba la nota periodística.
Al día siguiente, el 7 de enero de 2004, El Independiente publicó un desmentido «categórico» de Gamboa Patrón a lo publicado: «No conozco al señor Jean Hanna Succar Kuri» y «nunca asistí a la fiesta que hace mención la nota».
Un año después, en 2005, los nombres de Emilio Gamboa Patrón, de Miguel Ángel Yunes Linares y de Kamel Nacif volvieron a entrelazarse en el libro Los demonios del Edén, la investigación más completa publicada hasta ese momento sobre una red de pederastia y de pornografía infantil, con asiento en Cancún, Quintana Roo, y con extensas ramificaciones políticas.
La vida de su autora, Lydia Cacho, se transformó desde ese momento. No así la de los principales implicados, salvo Jean Succar Kuri, que estuvo prófugo del país y actualmente preso en el penal de La Palma, en Almoloya. Cacho fue detenida ilegalmente en Quintana Roo, torturada en su trayecto a Puebla y hostigada por el gobernador priista de esa entidad, Mario Marín, el Góber Precioso, cuya voz apareció en otra grabación filtrada a los medios de comunicación con Kamel Nacif[113].
La primera mención a Gamboa Patrón en el libro de Cacho aparece en la página 32, como presunto protector político de Succar Kuri. La referencia procede de la reproducción del testimonio de la joven Emma, una de las víctimas de la red de pederastia: «Yo estuve con el señor Miguel Ángel Yunes y con el señor Emilio Gamboa Patrón en una comida. John y me llevó con él al Distrito Federal, a un restaurante muy elegante de la avenida Insurgentes, donde fueron llegando varios señores. Me saludaron con mucha amabilidad».
El libro documenta los vínculos de negocios y protección existentes entre Gamboa Patrón y Alejandro Góngora Vera, ex director general de Fonatur y ex regidor de Cancún, presunto protector y miembro de la red de Succar Kuri. En el capítulo 8, «¿Políticos y Explotación Sexual?», Cacho va describiendo así los vínculos entre ambos personajes:
Entre los cargos públicos que ocupó Alejandro Góngora Vera figuran la delegación de Migración y del Seguro Social en Cancún, la dirección general de Fonatur en la misma ciudad y en fechas recientes (2001) el del primer regidor en el cabildo municipal. Durante aquella entrevista en el programa radiofónico Desde el Café, Góngora declaró que conoció a Succar Kuri cuando intentaba vender unos locales comerciales propiedad suya y del entonces senador priista Emilio Gamboa Patrón en el aeropuerto de Cancún.
Según él, el contacto inicial entre Succar Kuri y él ocurrió hace cerca de diez años y cultivaron una amistad que se consolidó a lo largo de una década, al grado que se convirtieron en compadres[114].
Desatado el escándalo mediático en tomo a Succar Kuri, quien se mantuvo en la prisión de Chandler, Arizona, tras su salida del país en 2004, la investigación en tomo a Alejandro Góngora Vera aportó varias pistas sobre una colusión de intereses más compleja con Gamboa Patrón. Cacho relató que la PGR se centró en la investigación de tres terrenos que ligaban a Góngora Vera con los demás personajes mencionados en las denuncias de las menores.
Cuando Emilio Gamboa Patrón fue director de Fonatur negoció con Lorenzo Zambrano, dueño de Cemex, una renta multimillonaria del predio que aún ocupa el parque acuático Wet’n Wild en Cancún… Aunque en 2001 el libanés Kamel Nacif ofreció comprar el predio de Wet’n Wild, no tuvo éxito…
El segundo predio que se investiga está en la segunda sección de la zona hotelera, lugar donde se ubica el restaurante La Destilería, perteneciente a dos socios, Mario Gamboa Patrón y Alejandro Góngora Vera. El primero es hermano del senador Emilio Gamboa Patrón…
El tercer predio relacionado es el que ocupa el hotel Dunas, construcción que se convirtió en un fraude hotelero cometido por el hasta hoy prófugo de la justicia, el español José Aldavero. Hoy se indica que fue vendido a Lorenzo Zambrano por Gamboa Patrón (bajo una licitación plagada de extrañezas). Pero el primero que tuvo el poder sobre ese predio era el dominicano Víctor Cabral Amieva, vendedor estrella de Fonatur y quien se hiciera famoso en México cuando se divulgó que le consiguió a Carlos Cabal Peniche un pasaporte falso de la República Dominicana, con el que el banquero pudo huir a Australia. Víctor Cabral era asiduo a las fiestas de Jean Succar Kuri cuando éste apenas había comprado un par de departamentos en Solymar[115].
El fraude en el hotel Dunas generó un quebranto por 18 millones de dólares, según el propio Alejandro Góngora Vera, ya que Fonatur tuvo que ceder el terreno, cubrir los gastos del juicio, los avalúos y demás procedimientos que se realizaron para resolver el litigio. Gamboa Patrón, como director de Fonatur, nunca rindió cuentas respecto a este caso.
«Un dato para el asombro —anota Lydia Cacho—: la directora de ventas de Fonatur en los tiempos de Gamboa Patrón era Guadalupe Rachí de Nacif, cuñada de Kamel[116]».
Los vínculos entre el Rey de la Mezclilla y el Rey de los Operadores Políticos iban más allá de llamadas telefónicas interceptadas. Emilio Gamboa Patrón ha negado insistentemente cualquier tipo de negocios con Kamel, uno de los empresarios que ha aportado más fuertes cantidades de dinero a las campañas de varios gobernadores del PRI, a cambio de prebendas, permisos, terrenos, negocios de dudosa legalidad.
Vivir en el presupuesto
La fortuna ha favorecido en su ascenso burocrático a este político nacido el 23 de agosto de 1950 en la ciudad de México. Egresado de la Universidad Iberoamericana como licenciado en Relaciones Industriales, Gamboa se enroló en el PRI en 1972, a los veintidós años, y su único objetivo fue el ascenso a la burocracia gobernante. Lo logró con creces.
Apoyado por su amigo Genaro Borrego, de la misma generación de la Iberoamericana, Gamboa Patrón fue secretario auxiliar de Ricardo Garda Sáinz, efímero secretario de Programación y Presupuesto en el sexenio de José López Portillo (1978); se distanció del ex director del Seguro Social para enrolarse en la corriente tecnocrática de Miguel de la Madrid, quien lo nombró su secretario particular en lugar de Alfonso Muñoz Cote, cuando aún era secretario de Programación y Presupuesto (1979).
Dueño del poder del picaporte, Emilio Gamboa Patrón se convirtió en pieza clave de lo que se conoció como la «familia feliz», denominación de la camarilla que gobernó con Miguel de la Madrid (1982-1988). A este grupo pertenecieron Eduardo Pesqueira Olea, coordinador de delegaciones de la SPP y luego secretario de Pesca; el canciller Bernardo Sepúlveda Amor; el secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Francisco Labastida Ochoa; Francisco Rojas, titular de la Contraloría y posteriormente director de Petróleos Mexicanos durante la última parte del sexenio de Miguel de la Madrid y los seis del salinismo; Alfredo del Mazo, ex gobernador del Estado de México y uno de los consentidos en el afecto presidencial; y, por supuesto, el joven secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, distanciado generacionalmente de Miguel de la Madrid, pero cercano en la aplicación de las medidas económicas de corte monetarista.
Como secretario particular, Gamboa Patrón benefició el ascenso del propio «grupo compacto» del titular de la SPP. A este grupo pertenecieron Manuel Camacho Solís, Pedro Aspe Armella, Ernesto Zedillo, José Córdoba Montoya, Luis Donaldo Colosio y Jaime Serra Puche.
A lo largo del sexenio de la «renovación moral», Gamboa Patrón utilizó su influencia para eliminar del camino a posibles competidores de Salinas de Gortari, como el joven ex gobernador mexiquense Alfredo del Mazo, el ex secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog y Manuel Bardett, ex secretario de Gobernación.
Su cercanía con Miguel de la Madrid fue acreditada por el propio ex presidente en sus memorias. El periodista Miguel Ángel Granados Chapa citó estas consideraciones de De la Madrid: «Emilio Gamboa desempeñó un papel crucial como transmisor de información. Es una persona que sabe suscitar la confianza de otros, por lo que puede obtener confidencias que siempre me comunicó. Mantuvo la confianza de sus interlocutores hasta el final, lo que demuestra que lo consideraban imparcial y discreto[117]».
Carlos Salinas de Gortari, en la entrevista que le concedió a Jorge G. Castañeda para el libro La herencia, describió así el grado de influencia de Gamboa Patrón: «era el termómetro del estado de ánimo de Los Pinos».
Ese «termómetro» fue esencial para que la sucesión beneficiara al titular de la SPP. Una anécdota referida por los miembros del gabinete de La Madrid retrata cómo operó Gamboa Patrón, el «imparcial y discreto» secretario particular, para acelerar el «destape». El hijo del presidente, Federico de la Madrid, muy cercano a Alfredo del Mazo, le preguntó al colaborador de su padre quién sería «el bueno». Mañosamente, Gamboa le dio una pista falsa. Le dijo que sería el procurador general de la República, Sergio Carda Ramírez.
Despistado, Del Mazo protagonizó el bochornoso episodio del «falso destape». Fue a felicitar a Sergio Carda Ramírez en su domicilio particular la mañana del 4 de octubre de 1987. La confusión duró toda la mañana, hasta que al mediodía Jorge de la Vega, presidente del PRI, destapó oficialmente a Salinas de Gortari.
En retribución a los favores, Gamboa Patrón ocupó durante el sexenio salinista las tres posiciones que había negociado con su aliado: director del Infonavit (1988-1990), director del Instituto Mexicano del Seguro Social (1990-1993) y secretario de Comunicaciones y Transportes (1993-1994).
Su capacidad para ser funcionario pluri nominal fue de la mano con su habilidad para estar siempre presente en las principales intrigas palaciegas y en los procesos de sucesión presidencial. Gamboa Patrón apoyó la candidatura de Luis Donaldo Colosio (1994), pero tras el crimen político del sonorense no tuvo mayor problema para enrolarse en el equipo de Ernesto Zedillo. Su audaz cambio de estafeta motivó que Carlos Salinas de Gortari lo considerara un «traidor».
En el zedillismo, Gamboa Patrón fue director de la Lotería Nacional (1994-1995), director de Fonatur (1996-1998), subsecretario de Comunicación de la Secretaría de Gobernación (1998-2000) y por tercer sexenio consecutivo le apostó a ser el consejero más importante del candidato presidencial del PRI: Francisco Labastida Ochoa (2000). Coordinó su campaña presidencial, marginando a la dirigencia del partido, encabezada entonces por su contemporánea y paisana, Dulce María Sauri, ex gobernadora de Yucatán.
La derrota del PRI en las elecciones presidenciales del 2000 no descobijó a Gamboa Patrón, a diferencia de muchos otros priistas. Durante seis años estuvo en el Senado de la República, como el vice coordinador y operador de la frustrada candidatura presidencial priista de Enrique Jackson. Gracias a su apoyo a la Ley Televisa y a su inocultable favoritismo con los concesionarios de radio y televisión, Gamboa Patrón logró colarse en la campaña de Roberto Madraza (2006), garantizando su permanencia como candidato a diputado plurinominal por Yucatán.
Con el calderonismo, Gamboa Patrón comparte con su viejo amigo y compadre, Manlio Fabio Beltrones, la coordinación de las bancadas priistas en el Congreso y el papel de oposición «socialmente útil» al proyecto económico del PAN.
Sin ser economista o abogado ni tener grandes dotes intelectuales, Emilio Gamboa Patrón ha logrado convertirse en pieza clave de las camarillas que transformaron el modelo económico mexicano, al tiempo que mantuvieron las reglas no escritas de la impunidad como manto protector de lo que aún denominan como «el Sistema».
Transexenal su trayectoria, metapartidista su poder, Gamboa Patrón ha logrado la hazaña de casi tres décadas de permanencia ininterrumpida haciendo suya la máxima de Carlos Hank González, el político al que él ha afirmado que más admira: «un político pobre es un pobre político».
La ostentación de recursos públicos y de contratos polémicos han sido las constantes en los diversos cargos que ha desempeñado. Por supuesto, el dinero que le sirve para operar tan hábilmente siempre proviene del erario y no de su fortuna personal.
En la entrevista con el blog Galería de triunfadores, en octubre de 2007, Gamboa Patrón definió así sus cualidades: «Soy una persona de resultados. Así me considero. Estoy desde 1981 en los primeros niveles de la política de mi país. En política se hacen adversarios, no digo enemigos, yo no los tengo, no los considero… Lo más importante en política es ser eficaz y eficiente con un instrumento fundamental: la lealtad a mis jefes, a mi partido y a mis principios».
Esa lealtad ha sido puesta en duda no pocas veces. Su ex jefe y aliado, Carlos Salinas de Gortari, lo acusó de traidor en el capítulo doce de sus memorias México, un paso difícil hacia la modernidad. En una nota al pie de página, el ex presidente le pasa la factura a Gamboa por su alianza con Ernesto Zedillo: «Quienes traicionan a un amigo, no merecen otras palabras que las expresadas por el ex presidente de España, Felipe González, a propósito de la traición que él mismo padeció: “la pasión por subirse sobre el que ha caído para parecer más alto está muy extendida. Los que se suben suelen ser los que limpiaban con la lengua los zapatos del caído[118]”». Ese sería el caso de la traición que padecieron, entre otros, Jaime Serra y José Córdoba, dos amigos íntimos de Zedillo. «En mi caso, algunos amigos no se comportaron correctamente, entre otros, Manuel Camacho y Emilio Gamboa[119]».
Catorce años después del distanciamiento público y ocho después de que Salinas publicara su voluminoso libro, Gamboa Patrón y el ex presidente se encontraron públicamente el 28 de junio de 2008 en la boda de la hija de Manlio Fabio Beltrones, el coordinador de los senadores del PRI, aspirante a la Presidencia de la República y amigo de ambos.
Crónicas periodísticas como las de Joaquín López Dóriga, publicada en Milenio Diario el3 de julio, refieren que Gamboa y Salinas estuvieron juntos hasta el amanecer y no se separaron hasta llegar a la Fuente de Petróleos, quizá alguna metáfora no explícita de que la reconciliación más bien es una alianza forzada por la reforma energética del calderonismo.
En la página 880 de su libro auto justificatorio, Salinas de Gortari revela otro elemento de su presunto distanciamiento con Gamboa Patrón. En medio del luto por el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, la antítesis del salinismo en el interior de las camarillas priistas, se presentó en el salón Morelos de Los Pinos. Así rememora Salinas el encuentro con Echeverría: «Me expresó su pena. Sin esperar más, me propuso que el relevo de Colosio fuera, según sus palabras, “alguien que no hubiera tenido que ver nada”. Se manifestó a favor de mi colaborador Emilio Gamboa, secretario de Comunicaciones y Transportes. Me sorprendió mucho su propuesta, en medio del luto[120]».
«¿Usted cree, como Hank González, que “un político pobre es un pobre político”?» le preguntó José Martínez Bolio en el blog Galería de triunfadores. Magnánimo y sencillo, Gamboa Patrón respondió: «La política me ha dado la posibilidad de vivir bien, pero nunca en los treinta y cinco años de funcionario público he hecho un negocio, ni tengo socios, pero se me acredita que era dueño de Televisa, de TV Azteca y de Multivisión, también que el World Trade Center, el edificio, era mío. Ojalá tuviera una oficinita y ojalá tuviera el cero punto por ciento de las empresas donde se me ha mencionado». Habilidoso, Gamboa Patrón evade hablar sobre la principal acusación que acompaña su carrera política: el constante intercambio de favores y posiciones llevado a cabo en la opacidad. No se le acusa de ser propietario sino de ser el intermediario del dinero y el poder político. Un broker transexenal.
Ruta de escándalos
Durante el sexenio de Ernesto Zedillo, en mayo de 1995, la figura de Emilio Gamboa Patrón se vio envuelta en el mayor escándalo que hasta ese momento vinculara públicamente su figura. Se trata del denominado Affaire Bodenstedt. El14 de mayo de 1995, el suplemento «Enfoque» del periódico Reforma publicó una serie de llamadas entre el ex poderoso jefe de la oficina de la Presidencia, José Córdoba Montoya y Marcela Bodenstedt, ex locutora de Televisa y ex agente de la Policía Judicial Federal. La pista de Bodenstedt condujo pronto a la de Emilio Gamboa Patrón. Según la denuncia de Eduardo Valle, ex asesor del procurador Jorge Carpizo, tanto Bodenstedt como su pareja sentimental, el ex policía Marcelino Guerrero Cano, trabajaban como presuntos lavadores del capo del Cártel del Golfo, Juan García Ábrego. Marcelino Guerrero fue vinculado también con Jorge Hank Rohn, entonces dueño del hipódromo de Agua Caliente en Tijuana[121].
La revista Proceso reprodujo una carta de Valle dirigida a Salinas de Gortari en la que señala que Gamboa Patrón, como titular de Comunicaciones y Transportes, sostuvo un encuentro el8 de noviembre de 1993 con Marcela Rosaura Bodenstedt Perlick.
«No sé lo tratado y acordado», escribió Valle, conocido como «el Búho». «Además, me enteré mucho después, cuando preparaba un cateo a una de las casas de parcela en las calles de Tajín. En esa misma calle habíamos cateado la casa del Charro Blanco, para conocer reacciones. Lo cierto es que Marcela había presionado a su amigo (y quizá socio) Arturo Morales Portas —oficial mayor de la SCT— para conseguir la entrevista (con Gamboa). La SCT es una pieza estratégica y esencial, lo sabe usted mejor que nadie, para la seguridad del Estado. Tan lo sabe, ciudadano presidente, que ha colocado a su hombre de más confianza por muchos años en esa posición. Controla carreteras, puertos, aviones, telecomunicaciones, telefonía celular, espacios aéreos, radares, pilotos, compañías de trasporte (de carga o de personas). Y a la Policía Federal de Caminos y Puertos».
La periodista Dianne Salís publicó en The wall Street Journal que tanto Eduardo Valle como la de DEA coincidieron en vinculara Bodenstedt con García Ábrego y con Gamboa Patrón. Al detonarse el escándalo, Gamboa Patrón reconoció que conoció a Bodenstedt, pero que sólo sostuvo un encuentro con ella para «comprarle unas pinturas».
Para Eduardo Valle, «lo de menos que debió hacer la PGR con esta relación sospechosa de Marcela Bodenstedt y Emilio Gamboa Patrón era esclarecer cómo una supuesta vendedora de cuadros pudo tener acceso al secretario. ¿O cualquiera puede llamar a un secretario de Estado para venderle algo? Que no se burlen del sentido común[122]».
El periodista Raymundo Rivapalacio reveló que Emilio Gamboa presentó a Marcela, a principios del sexenio, a José Córdoba Montoya, el poderoso jefe de la Oficina de la Presidencia, y con quien sostuvo un presunto romance[123].
De este escándalo, Gamboa se salvó con explicaciones y contradicciones muy similares a las que reprodujo once años después, tras conocerse una conversación telefónica con Kamel Nacif.
No pocos analistas especularon que se trataba de un ajuste de cuentas entre Carlos Salinas de Gortari y su sucesor, Ernesto Zedillo y, de paso, con el propio ex secretario de Comunicaciones y Transportes que ya despachaba como titular de la Lotería Nacional.
En 1998, Gamboa Patrón volvió a los centros neurálgicos del poder, tras su paso por Fonatur y la Lotería Nacional. Francisco Labastida Ochoa, recién designado titular de Gobernación, lo nombró subsecretario de Comunicación, dada su añeja relación con los concesionarios de radio y televisión a quienes ha beneficiado y protegido invariablemente desde 1993 a la fecha.
El informe de Carla del Ponte
En octubre de 1998, el nombre de Emilio Gamboa Patrón volvió a aparecer en uno de los escándalos más sonados de la justicia internacional. En su informe presentado ante la prensa europea sobre «los nexos de Raúl Salinas de Gortari con el narcotráfico», la fiscal suiza Carla del Ponte, involucró al propio Emilio Gamboa Patrón junto con otros prominentes empresarios, políticos y militares en las actividades presuntamente vinculadas con delitos contra la salud.
El informe de Del Ponte se basaba en testimonios de narcotraficantes presos en Estados Unidos y de testigos protegidos. En específico, el nombre de Gamboa Patrón fue mencionado por un narcotraficante colombiano identificado como «el Brujo» y por otro de origen chileno, Jorge Pallomaris, presunto contacto de Amado Carilla Fuentes, jefe del Cártel de Juárez.
Este último relató reuniones en el rancho de Las Mendocinas, en 1990, y en Monterrey, donde estuvieron presentes varios integrantes del círculo político y empresarial del salinismo. En el expediente VI del informe de Carla del Ponte, otra fuente, Enrique Torres, relató el siguiente encuentro en la capital neoleonesa: «Yo recuerdo una reunión en Monterrey, previamente convocada por Carlos Salinas para contribuir con dinero a la campaña presidencial. Juan García Abrego, Jefe del Cártel del Golfo, estuvo presente. Gilberto Rodríguez Orejuela estuvo presente. No recuerdo en este momento a toda la gente. Lorenzo Zambrano, Emilio Gamboa Patrón, Domiro García Reyes, José Córdoba Montoya, una persona con nombre Mancera que no creo que fuera traficante de drogas. También estaban presentes Raúl Salinas, Carlos Salinas y su padre[124]».
La publicación de partes del expediente de la fiscal suiza cimbró las estructuras políticas. El entonces vocero de la Secretaría de Gobernación mantuvo un silencio sepulcral. Del Ponte resolvió que estos expedientes justificaban la confiscación de 114 millones de dólares depositados por Raúl Salinas de Gortari en la banca suiza, por tener un presunto origen ilícito.
El 3 de julio de 2000, Raúl Salinas se defendió ante las investigaciones de la justicia suiza. Afirmó que Carla del Ponte se basó en declaraciones «fabricadas», de testigos protegidos y narcotraficantes. Un año después, el 22 de julio de 2001, el juez Raúl Perraudin, sucesor de Del Ponte, ratificó la acusación en contra de Salinas de Gortari y realizó varias diligencias en México. Uno de los citados a declarar ante Perraudin fue Emilio Gamboa Patrón, senador de la República. Nunca trascendió el contenido de estas declaraciones. La justicia suiza delegó en las autoridades ministeriales mexicanas la investigación sobre el presunto origen ilícito de esos recursos.
Raúl Salinas de Gortari cumplió su condena de diez años y fue exonerado de la autoría intelectual del crimen contra Ruiz Massieu, por las autoridades foxistas. El 10 de julio de 2008, doce años después de confiscados, Suiza decidió liberar 105 millones de dólares asegurados al hermano presidencial, pero 74 millones de dólares fueron devueltos a la Tesorería de la Federación y sólo el empresario Carlos Peralta Quintero, quien acreditó la propiedad de parte de esos fondos, recuperó poco más de 74 millones de dólares.
Los polémicos expedientes de Carla del Ponte y las declaraciones de los implicados no volvieron a aparecer en la prensa mexicana. Gamboa Patrón, como casi todos los implicados, mantienen un silencio sepulcral en torno a este escándalo.
El Pemexgate
Emilio Gamboa Patrón fue el coordinador de la fallida campaña presidencial priista de Francisco Labastida Ochoa en el 2000. El triunfo de Vicente Fox estuvo acompañado de dos grandes escándalos de financiamiento irregular: el Pemexgate y las cuentas de los Amigos de Fox, red informal de simpatizantes del entonces candidato presidencial panista.
El Pemexgate apuntó a un quebranto de, por lo menos, 500 millones de pesos de recursos desviados de la paraestatal petrolera a la campaña de Labastida Ochoa. El nombre de Emilio Gamboa Patrón salió a relucir en las investigaciones.
Melitón Antonio Cazares, Alonso Veraza López y Andrés Heredia Jiménez, tres testigos protegidos, declararon ante la PGR que la triangulación de fondos del Pemexgate se instrumentó así: los recursos se recibieron en bolsas de plástico de la empresa Cometra a dos asociaciones civiles. Una de ellas, Impulso Democrático, era dirigida por el propio Emilio Gamboa Patrón, según consta en la escritura constitutiva 93641 que apareció en los expedientes del Instituto Federal Electoral. La otra asociación era Nuevo Impulso, dirigida por Guillermo Ruiz de Teresa, secretario privado de Labastida y responsable de Finanzas del CEN del PRI.
Las investigaciones acreditaron que tan sólo en junio de 2000, hubo transferencias por 500 millones de pesos a la campaña labastidista sin que se integraran a las cuentas del PRI, fiscalizadas por el IFE. Otro de los mecanismos para triangular los recursos fue a través de sorteos falsos como Milenio Millonario. Se imprimieron 25 mil boletos que nunca se vendieron y, según Veraza y Teódulo González, los fondos se enviaron a militantes priistas en varias entidades y se depositaron en bancos. Los fondos fueron a parar a las asociaciones civiles dirigidas por Gamboa Patrón y Ruiz de Teresa.
El ex coordinador de la campaña labastidista estuvo bien pertrechado por el fuero que le otorgó su condición de senador durante las investigaciones. El Pemexgate derivó en una millonaria multa del IFE al PRI que colocó al otrora «partidazo» en un déficit histórico.
El caso Fonatur
Otro expediente polémico volvió a vincular a Emilio Gamboa Patrón con manejo irregular de fondos públicos. En enero de 2001, la Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo (Secodam) lo investigó por el probable delito de daño patrimonial por 57 millones de pesos en perjuicio de la Secretaría de Gobernación, para beneficiar a Televisa, empresa con la que contrató la transmisión del Plan Nacional contra la Delincuencia, bajo la figura de «dación de pago», sin contar con la suficiencia presupuestal autorizada.
La Secodam, en ese momento encabezada por Francisco Barrio, indicó que el senador priista también había beneficiado a la empresa de la familia Azcárraga con el contrato de la transmisión de cobertura nacional de la sesión ordinaria del Congreso de la Unión, durante el informe presidencial de Ernesto Zedillo, el 1 de septiembre de 1998.
De nueva cuenta, Gamboa Patrón fue exonerado de toda responsabilidad. Funcionarios de menor rango como Jorge Cárdenas, ex oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, y Alfonso Bretón Figueroa, fueron sancionados por la Contraloría que se quedó sin ningún «pez gordo» de los que prometió atrapar al inicio del «gobierno del cambio».
Gamboa Patrón aclaró que «sólo cumplió órdenes del entonces secretario Francisco Labastida Ochoa, quien le asignó la función de planear, negociar y ejecutar la transmisión de programas televisivos oficiales con la empresa Televisa», según la investigación del periodista Miguel Badillo[125].
La Ley Televisa
En el 2006, Gamboa Patrón volvió a tener un papel estelar por partida doble: como promotor de la candidatura priista de Enrique Jackson, jefe de los senadores del tricolor, y como defensor de la polémica Ley Televisa, que se aprobó el31 de marzo, en medio del más fuerte escándalo generado en la opinión pública nacional, por el sometimiento del Congreso a los intereses de las televisoras.
Gamboa Patrón no ocultó su proclividad a los intereses de Televisa. En una reunión a la que asistieron los sesenta senadores del PRI, en vísperas de la aprobación de la iniciativa proveniente de la Cámara de Diputados, Gamboa Patrón le dio «línea» al senador Gil Elorduy, quien le advirtió a sus correligionarios: «sólo el que quiera que pierda Roberto Madrazo puede estar en contra de esta ley». En abril, Gil Elorduy fue impulsado por Gamboa Patrón, en alianza con Televisa, para integrarla Comisión Federal de Telecomunicaciones, a pesar de su nula experiencia en la materia[126].
El equipo de Roberto Madrazo, al igual que el de Felipe Calderón, habían pactado el apoyo de Televisa mediante anuncios televisivos y cobertura para su campaña, a cambio de que el PRI y el PAN respaldaran la iniciativa en el Congreso. Gamboa Patrón había cambiado una vez más de bando: de su apoyo inicial hacia Jackson se transformó en un «operador político» esencial para Madrazo y en elemento clave para convencer a los senadores panistas y vencer el bloque opositor a la ley, encabezado por Javier Corral. Para ello contó con los buenos oficios del coordinador de la fracción, Héctor Larios, coordinador ahora de los diputados del PAN, de Diego Fernández de Cevallos y de Jorge Zermeño Infante, el efímero presidente de la Cámara de Diputados en esta legislatura.
Todavía en junio de 2007, cuando la Suprema Corte de Justicia debía resolver la acción de anticonstitucionalidad interpuesta por 41 senadores que se opusieron a la Ley Televisa, Gamboa Patrón se presentó ante varios ministros para cabildear y explicar «la importancia de la convergencia» y del desarrollo tecnológico.
Cabildero en la Corte
En noviembre de 2007, los ministros de la Suprema Corte debían resolver la violación grave de garantías contra la periodista Lydia Cacho y la responsabilidad del gobernador poblano, Mario Marín, en la detención arbitraria de la autora de Los demonios del Edén.
Emilio Gamboa Patrón tenía un interés especial para que los ministros no abrieran la caja de Pandora. Las grabaciones que lo vinculaban con Kamel Nacify su relación con Alejandro Góngora Vera, protector de Succar Kuri, eran, por lo menos, dos poderosas razones para que el coordinador de los diputados priistas hiciera valer su influencia con los ministros de la Corte.
Testigos del máximo tribunal señalan que Gamboa Patrón no fue el único que se reunió con varios de los integrantes de la Sala Superior. También su colega y homólogo en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, sostuvo encuentros con los ministros.
El cabildeo rindió resultados. E130 de noviembre de 2007, por una votación cerrada de seis votos contra cuatro, el pleno de la Suprema Corte decidió que no existían evidencias contundentes para acreditar la responsabilidad de Mario Marín en la detención irregular de Lydia Cacho. La mayoría de los ministros, contra lo estipulado en el proyecto de resolución de Juan Silva Meza, consideró que no hubo violación grave de las garantías individuales de la periodista, a pesar de que, según la propia ministra Olga Sánchez Cordero, la autora de Los demonios del Edén sufrió «tortura psicológica».
El cambio de posición de la ministra Sánchez Cordero fue clave para constituir la mayoría de seis votos en un pleno de diez ministros. Junto con ella votaron Salvador Aguirre, Mariano Azuela, Margarita Luna Ramos, Sergio Valls y el presidente de la Corte, Guillermo Ortiz Mayagoitia. Los cuatro ministros que quedaron en minoría fueron Genaro Góngora, José Ramón Cosío, José de Jesús Gudiño y el propio Juan Silva Meza. A diferencia del caso de la Ley Televisa, el cabildeo de Gamboa Patrón prosperó ante varios integrantes de la Suprema Corte.
El broker
¿Cuál ha sido el secreto de la permanencia y de la condición de intocable, incombustible y hasta impecable que Emilio Gamboa Patrón ha mantenido en los círculos políticos, a pesar de la serie de escándalos que lo vinculan en expedientes poco claros? Conocedores del estilo de Gamboa Patrón y adversarios políticos de éste en momentos distintos de su trayectoria política, Porfirio Muñoz Ledo y Manuel Bardett coinciden en caracterizar al actual coordinador de los diputados del PRl como un broker político. «Él no es un operador político. Es un gran corruptor. Es un broker, un negociante», afirma Bartlett, quien sostuvo una relación difícil y tirante con Gamboa Patrón, primero en el gabinete de Miguel de la Madrid, posteriormente durante los últimos años que coincidieron en el Senado. «Durante cuatro años, Enrique Jackson y Emilio Gamboa me hostigaron porque quisieron avanzar en la privatización del sector energético, pero no pudieron, porque había un frente en el interior de la fracción del PRI», recuerda Bartlett. «Sin embargo —puntualiza—, durante la Ley Televisa rompieron ese trente y lograron la mayoría». El secreto de la «operación política» de Gamboa no es muy difícil de entender: prometió dinero, viajes y candidaturas políticas, al tiempo que lanzó amenazas veladas o abiertas. La mayoría de los once senadores del PRI que se opusieron a la Ley Televisa, fueron «congelados» políticamente. Y Gamboa Patrón obtuvo la coordinación de los diputados del tricolor.
Por su parte, Porfirio Muñoz Ledo, actual coordinador del Frente Amplio Progresista y ex dirigente nacional del PRI en tiempos del echeverrismo, describió así la forma de operar de Gamboa Patrón: «La gamboización es lavarle el cerebro a un jefe todos los días para manejar la agenda política de los intereses».
Un buen broker político es un intermediario entre diferentes grupos y camarillas. En este sentido, Gamboa Patrón jugó un papel importante para que a fines de los años ochenta el grupo de Carlos Salinas se aliara con la camarilla política más poderosa en ese momento: la del Grupo Atlacomulco, encabezada por Carlos Hank González, ex gobernador del Estado de México, ex regente de la ciudad de México, y titular de la Secretaría de Turismo y de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos durante el sexenio de Carlos Salinas.
Ideológicamente, nunca se ha contrapuesto a la línea dominante neoliberal de los gobiernos a los que ha servido. En sus tres posiciones durante el salinismo, Gamboa fue uno de los operadores privilegiados de las privatizaciones. En el Seguro Social privatizó prácticamente todo lo que pudo: desde los servicios de limpieza hasta la recolección de basura, sin excluir el manejo de pensiones y jubilaciones y las millonarias adquisiciones de medicamentos en beneficio de empresas cercanas a su entorno.
Como titular de la SCT, Gamboa emprendió la gran operación de privatización de carreteras, que dejó una estela de obras mal construidas y no pocos despilfarros, como ocurrió en el caso de la Autopista del Sol México-Acapulco, que inauguró el propio Carlos Salinas.
En octubre de 1994, al final del sexenio, Gamboa otorgó de manera discrecional 83 concesiones de Frecuencia Modulada a los principales grupos radiofónicos del país que operaban en Amplitud Modulada. Fueron las famosas «combos» que ahora pretende entregar el senador Manlio Fabio Beltrones a través de una reforma jurídica a la Ley Federal de Radio y Televisión. Además, Gamboa le entregó 62 concesiones a Televisa que le permitieron tener su segunda red nacional con el canal 9, mediante la incursión en 28 entidades. Favoreció la venta de Televisión Azteca al empresario regiomontano Ricardo Salinas Pliego, quien carecía de experiencia en el sector y que había contado con un jugoso «préstamo» de veintinueve millones de dólares de Raúl Salinas de Gortari, el hermano del presidente quien fungió también como broker durante el sexenio.
En declaraciones a Andrea Merlos, Gamboa Patrón explica así su mítica relación con el poder mediático: «Yo no encuentro alguien que quiera ser político sin ser amigo de los medios, pero no soy dueño de ningún medio, no tengo ninguna acción[127]».
Por supuesto, las ambiciones políticas de Gamboa Patrón se orientaron hacia la silla presidencial. Durante el sexenio de Miguel de la Madrid, aspiró a ser gobernador de Yucatán, pero su condición de nativo de la ciudad de México, a pesar de ser hijo de yucatecos, motivó una fuerte resistencia del cacicazgo local encabezado por Víctor Cervera Pacheco, su rival regional más fuerte.
Los cerveristas promovieron entonces el mote de «el Chupón», con el que se conoce en Yucatán al ex secretario privado de la madridista. Durante más de una década el control de los cerveristas impidió que Gamboa Patrón aspirara a la gubernatura, pero no evitó que expandiera sus redes, sus negocios y su influencia en toda la Península, particularmente en Quintana Roo. A finales del sexenio salinista, Gamboa Patrón aspiró a la candidatura del PRI, a sabiendas de que estaba en desventaja frente a los tres precandidatos más importantes: Luis Donaldo Colosio, Pedro Aspe y Manuel Camacho. A lo largo del sexenio, consolidó una alianza con el poderoso jefe de la oficina presidencial, José Córdoba Montoya y con el propio Colosio. Gamboa Patrón formó parte del grupo de los «otros» aspirantes «de relleno»: Emilio Lozoya Thalman, Ernesto Zedillo y Patrocinio González Garrido. El periodista Óscar Hinojosa calificó a Gamboa Patrón como el «caballo negro»: «La historia de Gamboa es una historia de dos sexenios, conectados como siameses. Secretario particular de Miguel de la Madrid a partir de 1979, se convirtió en un funcionario de gran poder. A diferencia de Rogelio de la Selva, secretario particular de Miguel Alemán hasta la muerte y de Humberto Romero Pérez, el segundo hombre en el gobierno de Adolfo López Mateos, el joven yucateco logró sobrevivir a su sexenio y figurar en el siguiente como aspirante a la presidencia. Es un récord en la historia política del México contemporáneo[128]».
La hazaña de Gamboa Patrón, recuerda Óscar Hinojosa, no se debió a su talento como conocedor o especialista de algún área del gobierno sino a sus artes palaciegas.
Él mismo artículo su pequeño grupo, dentro del gabinete salinista, para extender su influencia. Uno de los apoyos más importantes fue el de Manlio Fabio Beltrones, viejo conocido de Gamboa, segundo hombre en la red de Fernando Gutiérrez Barrios, el legendario «policía político» que estuvo al trente de la Secretaría de Gobernación durante la primera mitad del sexenio salinista. Beltrones llegó a la gubernatura de Sonora y jugó un papel clave en la detención de Mario Aburto, el asesino de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas.
La alianza Gamboa-Beltrones se ha mantenido, con altibajos, desde el final de la era salinista. Ambos se han convertido en los políticos priistas con mayor poder en el sexenio de Felipe Calderón, a partir de su posición como «factores-bisagra» y del control que ejercen sobre sus bancadas en la Cámara de Diputados y en el Senado, respectivamente.
La derrota del 2000 del PRI no dejó descobijados a ninguno de los dos. Gamboa Patrón tuvo otra intervención estelar, en vísperas de las elecciones de aquel año, como broker entre la campaña presidencial de Francisco Labastida y las televisoras.
Francisco de Paula León, hombre cercano a Vicente Fox durante la campaña y amigo de Delfín Sánchez Juárez, padrastro de Emilio Azcárraga Jean, relata en su libro Los hilos secretos de las élites un episodio nunca desmentido por Gamboa Patrón. En vísperas de las elecciones, el coordinador de la campaña de Labastida presionó para que las televisoras difundieran el triunfo del candidato del PRI, sin importar los resultados. «La presión que provenía del PRI —rememora de Paula— se concentraba en la idea de transmitir en cadena nacional el2 de julio, a las 15 horas —sin importar los resultados reales— el triunfo del candidato del PRI a la presidencia. Videos, satélites, trasnponders y toda una parafernalia tecnológica se preparaban febrilmente para confrontar y contradecir el anuncio del IFE, que informaría que Fox había ganado las elecciones: la idea era levantar en los medios a los priistas, defender los derechos políticos adquiridos en setenta años de gobierno. La tesis era que, en medio de aquella confusión inesperada, el camino por tomar de las autoridades sería, en el peor de los casos, la invalidación política de la jornada. El tiempo ganado, asumían, podría dar al PRI una ventaja estratégica para pertrecharse y jugar así una segunda vuelta.
»Esa tarde, en mi casa, sin saber todavía qué hacer, sonó el teléfono y era Javier Moreno Valle (dueño de canal 40). Me citaba urgente en su casa para comentarme un incidente importante.
»Javier, coincidiendo con la información de Sánchez Juárez, me dijo (por segunda vez en Un día) que Emilio Gamboa, coordinador de la campaña del PRI, esa mañana le solicitó unirse a ese montaje mediático, programado para anunciar que el candidato del PRI había ganado las elecciones. Javier me dijo, muy preocupado, que al otro día desayunaría con Gamboa para ofrecerle una reacción a su propuesta. La encrucijada era aceptar o negarse a participar, sin dejar de temer las consecuencias.
»Mi reacción fue decirle a Javier que lo dicho por él coincidía con la información que recibí de Sánchez Juárez y le sugerí convencer por la vía legal a Emilio Gamboa, arguyendo las graves consecuencias que su partido y las instituciones políticas de México podrían tener derivadas de una acción de esa naturaleza…
»—Dile Javier —le comenté, reflexionando—, que el propio presidente está ya psicológicamente preparado para aceptar la eventual derrota de su partido y no convendría crear en el país un clima postelectoral de confrontaciones. Esa noche decidí hablar directamente con el secretario particular del presidente (Liébano Sáenz)».
Francisco De Paula relata que la gestión de Liébano Sáenz fue clave también para comunicar a Ernesto Zedillo con Emilio Azcárraga Jean y señalarle que ignorara cualquier presión política, aun si ésta emanaba de las altas esferas de su partido.
«Tu padre —me afirmó que le dijo el presidente— me encargó, antes de morir, que te ayudara en estas circunstancias. Mi compromiso es primordialmente con el estado de derecho. Me aseguró también que el presidente habló con Emilio Gamboa para comunicarle su postura intransigente acerca del asunto[129]».
El estilo personal
Incontables anécdotas han confirmado a lo largo de su dilatada trayectoria la capacidad de seducción y de presión que Gamboa Patrón, como buen broker político, utiliza simultáneamente para conseguir sus objetivos.
Las historias llegan hasta el mundo de la farándula. A finales del sexenio de Miguel de la Madrid, conocedor del mito de secretario particular clave, Gamboa Patrón le pidió un favor especial a la cantante Lola Beltrán, la gloriosa intérprete de José Alfredo Jiménez, Tomás Méndez y Cuco Sánchez, entre otros clásicos de la música ranchera: que le grabara una canción de la autoría de su madre, doña Cuquita Patrón.
«Mira Lola, si me grabas esta canción, te ayudo en este asunto», recordó Beltrán que le dijo Gamboa Patrón. No fue fácil convencerla. Gamboa Patrón la cortejó, la aduló. Finalmente Lola Beltrán grabó la canción en 1987. La cantante nunca más volvió a tener problemas con la Secretaría de Hacienda, confirman quienes vivieron de cerca este episodio.
El arte también le ha interesado, no sólo para entrar en contacto con mujeres bellas como Marcela Bodenstedt. Cuando estalló el conflicto entre el pintor Rufino Tamayo y Emilio Azcárraga Milmo, el Tigre, por el control del museo del artista oaxaqueño, Gamboa Patrón vio la oportunidad de que el dueño de Televisa le donara una hermosa obra de Tamayo.
Al enterarse de este intercambio, Tamayo se quejó en un encuentro privado con el presidente Miguel de la Madrid. Le pidió que su secretario devolviera el cuadro a la colección del museo, en litigio con Televisa. Veloz como un correcaminos, antes de que De la Madrid le reclamara, Gamboa Patrón le mostró una carta, firmada por Azcárraga Milmo, en la que el Tigre restituía al acervo del musco la pintura «donada» a su secretario particular.
«Creo que no asusto a nadie. El problema es que he estado dieciocho años en la cúspide del poder. Conozco por dentro y por fuera las entrañas de Los Pinos, de Palacio Nacional, de la Secretaría de Gobernación. Conozco perfectamente los factores del poder del país, a los personajes más importantes del país», ha dicho Gamboa Patrón para justificar su eficacia.
En una entrevista con Ciro Gómez Leyva, Gamboa se auto halagó y describió una fascinación muy particular por la cultura del poder:
«Abrí la puerta del presidente de la República durante seis años, jugué la sucesión con Luis Donaldo Colosio. Me convertí en un issue porque después de ser secretario particular esa figura se desvanecía». En realidad, no ha dejado de ser un issue, una versión mexicana de Fouché, el habilidoso e intrigante consejero de Napoleón Bonaparte, pero tampoco ha ocultado su gusto por la buena vida, típica en los brokers, capaces de introducirse en las élites más cerradas.
Quienes lo conocen en privado, relatan que es el único personaje que se atreve a presumir ante sus invitados que todos los vinos de su cava particular han sido regalos. «Nunca he tenido que comprar una sola botella», se jacta Gamboa Patrón, quien aprendió el arte de impresionar a partir de estos gestos privilegiados. Aficionado al tenis, Gamboa Patrón suele practicarlo con sus allegados en el Deportivo Chapultepec, cada fin de semana que le permiten sus ocupaciones como coordinador de la bancada del PRI en San Lázaro. Llega a apostar hasta 12 mil dólares por partido y pobre de aquel que se «deje vencer» ante el poco habilidoso toque de raqueta del yucateco.
Cuando sus paisanos lo cuestionan por su origen y su trayectoria, Gamboa Patrón niega tajantemente pertenecer a la élite peninsular. «No soy rico. La política me ha dado para vivir dignamente… No soy de la casta divina. Me llevo bien con los de arriba, pero tengo posibilidades de comunicarme, llevarme y ayudar a los de abajo», declaró en una entrevista laudatoria para el portal yucateco Galería de Triunfadores.
Emilio Gamboa Patrón se considera un triunfador nato de la política. No niega haber aspirado a ser gobernador de Yucatán ni tampoco haber acariciado la nominación priista a la Presidencia de la República, pero el verdadero juego en donde demuestra su maestría es en los procesos de sucesión presidencial. Ha sido protagonista clave en cuatro desde 1982 hasta 2006 y busca colocar sus piezas para el 2012.
Su último logro fue instalar a su ex jefe de asesores en el Senado, Francisco Javier Guerrero, como uno de los tres consejeros del Instituto Federal Electoral elegidos en junio de 2008. Esta posición la pactó con su homólogo Manlio Fabio Beltrones, quien le dejó este espacio a Gamboa Patrón ante la imposibilidad de levantar el veto partidista y mediático contra Jorge Alcocer, artífice de la reciente reforma electoral.
En enero de 2008, Gamboa Patrón prometió que «este año habrá reforma energética». Beltrones y Gamboa se aseguraron de ser los factores decisivos en una política petrolera que se le salió del control al presidente panista Felipe Calderón. Cumplieron.
También advierte que el proceso electoral de 2009 será clave para garantizar el ascenso del PRI como segunda fuerza legislativa. Trabaja para las próximas candidaturas y para su propio futuro. Para mantenerse en el candelero, cuenta con el apoyo de su principal respaldo: el poder mediático. A menos que una grabación incómoda, vuelva a ordenarle dale p’a tras papá.
JENARO VILLAMIL es periodista y analista de medios, trabaja en la revista Proceso. Es egresado de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y profesor en el posgrado de periodismo de la Escuela Carlos Septién. Ha laborado en los periódicos El Financiero y La Jornada. Colabora en diversas revistas especializadas en medios de comunicación como Zócalo, Revista Mexicana de la Comunicación y ha participado en distintos foros académicos sobre el tema. Colaboró con Carlos Monsiváis en Por mi madre bohemios. Es autor de los libros Ruptura en la cúpula, El poder del rating y la televisión que nos gobierna. Coautor de La guerra sucia del 2006 y de Los amos de México (Planeta, 2007).