Jorge Hank Rhon

Rojo y caliente

MARCO LARA KLAHR

El rojo denota una personalidad voluntariosa, excéntrica, agresiva, competitiva y propensa a la apetencia, a la excitabilidad y al ejercicio autoritario[78]. A su paso, Jorge Hank Rhon lo ha coloreado todo con el tono granate, incluidos su imperio corporativo global de apuestas —Grupo Caliente—, la ciudad de Tijuana cuando alcalde, sus campañas electorales, lo relacionado con su equipo futbolístico Xoloitzcuintles, la Hummer de su colección, su misma vestimenta y hasta el tequila que bebe. A este personaje lo envuelve un espectro rojo. ¿Esta proclividad por el color encarnado vivo nos dice algo sobre sus adentros? Quizá el test de los colores de Max Lüscher respondería que por supuesto. Hasta la fama pública del hijo del Profesor de Santiago Tianguistenco se halla salpicada del mismo color en tono subido, hecho que, por lo demás, ni le va: por caso, sobre las versiones sobre su supuesta proximidad con los Arellano Félix, responde, «Mitos. Las campanadas, como las recordadas de mamá, son para el que las quiere oír[79]».

Lo han hecho millonario, formalmente, las apuestas remotas y los sorteos de números. Son los suyos unos establecimientos donde el transcurrir de la vida exterior se antoja banal. Por lo visto, lograr que las personas se piquen es un arte donde, aparte de la adrenalina, tienen gran papel el decorado y el servicio. Las alfombras acallan el andar, que entonces no distrae. La luminosidad de las consolas (para sorteos de números) contrasta con las atmósferas de suave luz artificial, acá verde, allá azul. Los monitores (para las apuestas remotas) atraen la de pequeños grupos. Las manos sudan y los ojos apenas parpadean. La crispación mengua cuando las manos hurgan en carteras y bolsillos. A una simple señal, aparece una servidumbre que puede resolverlo todo. La mayor parte del día y de la noche (de nueve a cinco de la mañana, en muchos casos), conforma su clientela una comunidad de solitarios que vienen felices y ávidos, aunque al cabo seguro pierdan mucho más de lo ganado.

Un tercio de los veinticuatro permisos de apuestas remotas y sorteos de números que existen en México pertenece a Hank Rhon. A través de sus empresas Grupo Caliente S. A. de C. V., Turística Akalli SA de C. V. y Jomaharho S. A. de C. V., posee ochenta y siete centros en funcionamiento (aunque tiene autorización para decenas más), registrados bajo las permisionarias Grupo Océano Hamán S. A. de C. V., Espectáculos Latinoamericanos Deportivos S. A. de C. V., Hipódromo de Agua Caliente SA de C. V, Impulsora Géminis S. A. de C. V., Libros Foráneos S. A. de C. V., Operadora Cantabria S. A. de C. V., Operadora de Apuestas Caliente S. A. de C. V., y Operadora de Espectáculos Deportivos S. A. de C. V. El siguiente dato sirve para dimensionar lo que podría estar ganando al menos de manera oficial: en el primer semestre de 2007, según los estados financieros entregados por dichas empresas a la Secretaría de Gobernación, sus centros de apuestas remotas y sorteos de números tuvieron ingresos de siete mil millones de pesos[80].

Esta corporación del juego ha ido ampliándose también hasta volverse global; si bien Hank Rhon lamenta no tener la propiedad, acepta ser concesionario o franquicitario de centros de apuestas en otros 13 países de Centro y Sudamérica y Asia, «y espero que en un futuro no lejano comencemos en España».

A finales de los años noventa, dos periodistas revelaron en Estados Unidos y México incidencias de la Operación Tigre Blanco (White Tiger Operation[81]), del Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos, dirigida a Carlos Hank González y sus hijos Carlos y Jorge Hank Rhon. Ente otras cosas, tal investigación oficial precisaba que Grupo Caliente «representa la sede de la corporación [de los Hank] y el centro de las actividades delictivas, incluido el lavado de dinero y el almacenamiento de drogas», A través de Mm by Marketing, subsidiaria de aquella empresa en Estados Unidos (con oficinas en San Diego), Jorge Hank Rhon monopolizaba, según dicho documento, la transmisión televisiva satelital de las carreras de los hipódromos estadounidenses y retrasaba la transmisión simultánea para poder tomar apuestas a sabiendas de los resultados: «Con la habilidad de retrasar las señales durante el tiempo necesario para hacer apuestas con garantía de triunfo y derrota, el lavado de dinero se vuelve una operación sencilla[82]».

Además de su negocio mundial de apuestas, el hijo de Hank González es propietario en Tijuana del Hotel y Plaza Pueblo Amigo (Zona de Río) y de una gama de negocios dentro del predio de seiscientos mil metros cuadrados que originalmente eran parte del Hipódromo de Agua Caliente, los cuales incluyen el Galgódromo, el Colegio Alemán Cuauhtémoc Hank, el Club Hípico Caliente Jocke y Club, un zoológico con más de veinte mil especies, el equipo y estadio de Primera División A, Club Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente, una plaza de toros y el restaurante Mujeres divinas, dentro del centro de apuestas Caliente.

Detrás de su escritorio, ríe con cierta ambigüedad cuando escucha la suma a la que, dicen versiones periodísticas, llega su fortuna: 3 mil 500 millones de dólares. Enseguida, piensa un segundo y se pone de pie convertido en un marchante: «¡Si me dan la mitad, les vendo! […] Pero si a alguien le interesara comprar todo el negocio, su valor comercial andaría como en mil millones».

El Profe

La historia de los Hank —o el Grupo Hank, como lo denominaba aquel documento del Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos[83]— comenzó cuando Carlos Hank González y Guadalupe Rhon procrearon seis hijos, a partir de 1947: Carlos, César (muerto tras meses de nacido), Jorge, Ivonne, Marcela y Cuauhtémoc (fallecido en un accidente a los veintinueve años). Luego, las existencias de Carlos y Jorge fueron siendo beneficiadas especialmente por los sexenios presidenciales, primero debido al ascenso político del padre —que de profesor rural llegó a burócrata priista poderoso y millonario— y más tarde en virtud de su propia capacidad para hacer negocios de cualquier manera y capitalizar las relaciones políticas heredadas y propias. Es claro que los Hank en modo alguno ven incompatibles los negocios y el ejercicio de la política, adonde incursionan según su conveniencia.

Hijo de Julita González Tenorio y el coronel bávaro Jorge Hank Weber, nacido en 1927 en Santiago Tianguistenco, Estado de México, Carlos Hank González emprendió su carrera como político en Atlacomulco, a mediados de los cincuenta. Recién egresado de la Escuela Normal Superior del Estado de México y al tiempo que se iniciaba en el magisterio de Atlacomulco, fue secretario de la Federación Juvenil Mexiquense (1944) del Partido Revolucionario Institucional y una década más tarde (1954) ocupó su primer cargo de gobierno, como tesorero municipal de Atlacomulco. Es un misterio si aprendería ahí lo que resumió más tarde en una frase que, según Julio Scherer, le escuchó decir Fernando Elías Calles: «Mientras más obra, más sobra[84]».

Es el caso que un año después se convirtió en alcalde de Toluca, la capital del estado (1955-1957). Al mediar su trienio de gobierno, el 28 de enero de 1956 nació su hijo Jorge, quien cincuenta y dos años y medio después refiere la escena de la víspera de su alumbramiento tal como se la contaron sus padres: «El 27 de enero del 56 estaban cenando en la casa […] mi papá, Fidel [Castro], creo que el Che [Guevara], mi tío y dos o tres personas más […] en ese momento mi mamá se fue al hospital para tenerme, ¡nací el 28 a la una de la tarde!».

Al año siguiente su padre despachaba ya como director de Gobernación del Estado de México (1957-1958) ya finales de los cincuenta irrumpió en la política nacional con los sucesivos cargos de diputado federal (1958-1961); director general de Conasupo (1964-1969), gobernador de su estado (1969-1975); regente del Distrito Federal (1976-1982) durante el gobierno nacional de José López Portillo, secretario de Turismo (1988-1990) y de Agricultura y Recursos Hidráulicos (1990-1994) durante el salinismo[85].

Alguien como el llamado Jefe del Grupo Atlacomulco —que habría sido un poderoso cártel de políticos— empresarios priistas mexiquenses al cual entre 1960 y 1990 se le atribuía el control político absoluto del país, incluidas diversas actividades proscritas y cuya existencia Hank González negó siempre podría haber llevado de la mano a sus hijos por los palacios de la familia revolucionaria.

Sin embargo, según Jorge Hank Rhon, su padre optó por separar los ámbitos de la familia y el trabajo, manteniendo a aquélla en un ambiente de gueto. «Mi papá decía que, en términos políticos, era soltero, de modo que mi mamá no iba a casi ninguna cosa oficial con él. Siempre fui un poquito irreverente; yo tenía catorce o quince años y cuando era gobernador, una vez en un desayuno ahí en la casa de gobierno le dije: “Oye, tú eres muy bueno y todo mundo habla maravillas de ti y eres súper organizado; si eres lo máximo como papá, en la política ni se diga. Y me has platicado que esto es porque sabes escoger gente. Pues yo estoy acostumbrado a tener a mi mamá en mi casa. ¿No serás tan bueno que puedas conseguir a alguien para el DIF y me dejes a mi mamá en mi casa?”. Desde entonces ella nunca volvió al DIF y se quedó en la casa con nosotros. Mi mamá siempre fue de mi casa, yo siempre sabía que llegaba y ahí estaba ella».

Carlos Hank González se retiró de la vida pública en 1995, meses después de su último cargo público (el de Secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos del presidente Carlos Salinas de Gortari). Por lo visto, se quedó con las ganas y sintiendo que, a no ser por las restricciones constitucionales para hijos de extranjeros (Artículo 82), pudo haber sido presidente de México. A Fernando Benítez le confesó en obsequiosa entrevista: «… mi padre era el alemán. Mi padrastro era Trinidad Mejía, mexicano puro. Si mi mamá hubiera aceptado que me adoptara, como él quería, yo me habría llamado Carlos Mejía. Y a lo mejor entonces no hubiera tenido impedimento para ser candidato a presidente de la República. ¡Fijate qué curiosa es la vida!»[86].

Entre su retiro y el inicio de su carrera como profesor rural en Atlacomulco y su liderazgo en las juventudes priistas mexiquenses (1944) había transcurrido poco más de medio siglo, así como 41 años desde que asumió su primer puesto de gobierno (1954). La precariedad de mentor rural con la que emprendió su vida matrimonial con Guadalupe Rhon, a mediados de los cuarenta, con alrededor de 20 años de edad, queda retratada en el siguiente testimonio de Jorge Hank Rhon: «Carlos, mi hermano mayor, nació cuando mi papá estaba todavía en una situación muy, muy precaria, como director de una escuela de Atlacomulco […]nos platican que la primera cuna de Carlos fue una caja de botas de madera a la que mi tío le puso unos palitos para que se hiciera como mecedora. Vivían en una trastienda, entonces a él sí le tocó verla difícil». Pero una década más tarde la pobreza se acabó para siempre: «Yo ya nací en pañales de seda, ya fui hijo del presidente municipal [de Toluca], ya la tenía hecha». Y al pasar a retiro, a sus sesenta y ocho años de edad, Hank González poseía oficialmente la concesión de la Mercedes Benz en México y una gama de negocios en el sector financiero, entre otros negocios. A finales de los noventa Forbes calculaba su fortuna en 1,300 millones de dólares.

Simbólicamente, sirve advertir que a lo largo de esos 41 años en la política acumuló un promedio de 31.7 millones de pesos por año. Pero él no relacionaba el origen de tal fortuna con su carrera política, sino con su visión empresarial, que se reveló por primera vez, dijo a Benítez, cuando asociado con un amigo «montamos una fabriquita de dulces. Empezamos haciendo chiclosos y natillas. Con el tejocote hice ate y jalea, luego corazones de chocolate rellenos de tejocote. […] Empecé vendiendo en Atlacomulco y después en los pueblos de alrededor. Más tarde fui a vender a México. […] Para entonces ya estaba más desahogado: tenía la pequeña fábrica y había comprado una camionetita vieja en la que distribuía mis productos[87]». Y así, se supone, hasta los 1,300 millones de dólares.

Murió el 11 de agosto de 2001, no sin conocer que su capital era visto por el rabillo del ojo entre ciertas agencias estadounidenses. Los meses de marzo y mayo de 1999, como se ha dicho[88], en Estados Unidos y México fue revelada por los periodistas Jamie Dettmer y Dolia Estévez, entre otros, la investigación del Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas (perteneciente al Departamento de Justicia) intitulada Operación Tigre Blanco, dirigida al Grupo Hank, a petición de las oficinas en San Diego de la Agencia Federal Antidrogas y el Buró Federal de Investigaciones. Se basaba en el análisis de setenta mil páginas relacionadas con casos criminales atendidos por la Agencia Federal Antidrogas, el Buró Federal de Investigaciones, el Servicio de Aduanas, el Servicio de Recaudación de Impuestos y la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

Se presumía que de todo ese esfuerzo investigativo resultó un documento cuyo resumen de diecinueve páginas fue revelado por los periodistas y según el cual «Carlos Hank González, sus hijos, Carlos y Jorge Hank Rhon y sus socios criminales, representan una amenaza significativa para Estados Unidos», en virtud de que «supervisan una vasta red de personas y empresas que ayudan a las organizaciones narcotraficantes mexicanas a lavar dinero y transportar grandes cargamentos de droga» a aquel país. Específicamente, se les relaciona con los cárteles de Tijuana y Ciudad Juárez, y se reitera que «varios años de investigaciones de inteligencia apoyan firmemente la conclusión de que la familia Hank ha lavado dinero, asistido a organizaciones de narcotraficantes en el transporte de remesas de droga, y practicando corrupción pública». Y tras diversas consideraciones acerca de la relación entre los Hank y la política mexicana, el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas estadounidense concluía que «Jorge Hank Rhon lava dinero, distribuye cocaína y se entrevista con prominentes narcotraficantes para hacer negocios […]es más abiertamente criminal que su padre o su hermano, y se lo considera peligroso y propenso a la violencia contra sus enemigos[89]». La relación de negocios de la familia Hank con narcotraficantes, asienta dicha investigación, data de principios de los años ochenta, comenzando por la protección que Carlos y Jorge Hank Rhon brindan a los hermanos Arellano Félix[90] entonces líderes del Cártel de Tijuana.

Fechado el 20 de enero de 2000, un documento oficial de la Corte de Distrito en Alejandría, Virginia, permite dimensionar adecuadamente la sostenibilidad legal y, en consecuencia, periodística de las revelaciones hechas por los periodistas Dettmer y Estévez en 1999. Se trata de una copia certificada[91], obtenida y hecha pública por el reporte virtual estadounidense Corruption on the Border[92], que contiene la declaración de Michael T. Horn, director del Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas, en el juicio iniciado por el Departamento de Justicia contra Donald Schulz, señalado como responsable de haber sustraído el resumen que sirvió de base para los reportajes de los periodistas citados.

En dicha declaración, Horn afirma que en noviembre de 1997 el Centro que dirige recibió, en efecto, una solicitud de la Agencia Federal Antidrogas y el Buró Federal de Investigaciones en San Diego para iniciar una investigación que involucraba cincuenta y seis expedientes de diversas agencias gubernamentales sobre blanqueo de dinero y facilitación en el tráfico de drogas a través de una red en Estados Unidos, México, Colombia, Perú, Costa Rica y eventualmente en países europeos, dirigida por mexicanos implicados con las organizaciones de narcotraficantes. Al cabo, añade, la operación fue denominada White Tiger Project [Proyecto Tigre Blanco], tuvo un costo de 750 mil dólares, y en 1999 arrojó un borrador de aproximadamente ochocientas páginas.

Michael T. Horn no precisa si la investigación se enfocaba principalmente en la familia Hank, ni cita nombres o apellidos específicos; tampoco niega o afirma que los Hank formaran parte de los mexicanos investigados como parte del Proyecto Tigre Blanco. Además, insiste en que se trataba de un borrador con opiniones de investigadores que no necesariamente reflejaban la posición del Centro a su cargo y que al ser revelado prematuramente afectó a personas que podrían ser inocentes ya la propia comunidad de inteligencia de su país. Los periodistas mencionados, añade, habrían obtenido la información de un resumen ejecutivo del borrador en cuestión. A la siguiente pregunta de Julio Scherer, «Señora, [Jorge] Hank Rhon sostiene que no tienen problema alguno con el gobierno de Estados Unidos. Cita que de la investigación conocida como White Tiger, salió limpio, cerrado el expediente», Adela Navarro, directora del semanario tijuanense Zeta, se apresura a responder: «Hank Rhon dice parcialmente la verdad: White Tiger es una pesquisa congelada, pero eso no significa que el caso esté cerrado[93]».

El 20 de febrero de 2002, el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, emitió una alerta («Periodistas citados por reportajes acerca del narcotráfico en México»), «alarmado por las citaciones notificadas recientemente a varios periodistas mexicanos y estadounidenses, a quienes se les ordenó entregar material relacionado con artículos de 1999 sobre la familia Hank, de México, la cual ha sido vinculada con el narcotráfico». Los periodistas llamados por un tribunal del este de Virginia a propósito de aquellas revelaciones sobre el Proyecto Tigre Blanco fueron los propios Dettmer (Insight on the News) y Estévez (El Financiero), así como Tracey Eaton (The Dalias Morning News)[94].

Carlos Hank Rhon, el hermano mayor de Jorge, los había demandado, lo mismo que a Schulz, por difundir la información del Proyecto Tigre Blanco. Este último se disculpó públicamente y al cabo el juicio no prosperó.

Welcome to Tijuana

En muchas cosas, Tijuana y Jorge Hank Rhon han ido mimetizándose. Algunos años después de terminar Ingeniería Industrial en la Universidad Anáhuac —a finales de 1970— él decidió establecerse en esa ciudad de frontera, para dirigir el Hipódromo de Agua Caliente, propiedad de su padre, indeciso todavía entre su carrera profesional, los negocios, la política o la paternidad. Llegó el 30 de enero de 1985 sin conocer siquiera la ubicación exacta de la empresa que le fue encomendada. «Tanto conocimiento tenía yo del asunto, que llegué a la casa de San Diego con tres de mis hijos aún muchachitos, mi perro y mis maletas, los instalé y me vine a Tijuana; subo por la Calle Primera y dos cuadras antes de la Revolución, sin tener idea, me orillo y pregunto a un policía por el Hipódromo de Agua Caliente. Se suponía que era el atractivo turístico número uno y el policía no sabía de él. Me sigo por la Revolución y me meto en el Club Campestre. Creí que era ahí, pero me dijeron que estaba unos quinientos metros adelante. Bueno, ¡no sabía siquiera qué cosa era Tijuana!». Hoyes, probablemente, el empresario político más emblemático de la compleja y desconcertante cultura política tijuanense.

Cuando tenía alrededor de los veinte años, evoca Hank Rhon, «estábamos en el sauna y mi papá me dijo, “¿Ya pensaste qué quieres ser?”. Le dije: “Ingeniero industrial. Mira, tengo dos ejemplos en mi vida, reales, claros y tangibles: tú y mi hermano, que es al que entrenaste, por si te ibas, para que se hiciera cargo de la familia. Es un empresario exitoso, se pone lo que quiere, anda en el carro que quiere, sale de vacaciones cuando y adonde quiere, con su familia; tiene sus tres hijos y los disfruta. Y tú, que eres el político, te vistes como debes, andas en el carro que debes porque los buenos los tienes en el rancho para usarlos para dar la vueltecita allá dentro; tus chamarras son las que te regala Carlos; tus viajes son siempre de la polaca, conoces bien poquito mundo por lo mismo”; una vez le pregunté por qué no viajaba y su respuesta fue: “No, porque luego, cuando regresas se dan cuenta de que funciona mejor si no estás”. Aparte, no disfrutas a tu familia. Te respetamos y nunca te hemos reprochado nada, pero a mí me encantan los niños y cuando los tenga quiero disfrutarlos, cargarlos, cambiarlos». Sin embargo, dos años después de llegar a Tijuana sintió que le gustaría ser presidente municipal, o ser gobernador de Baja California, y dejó crecer ese sentimiento.

Al incorporarse a la sociedad tijuanense, el joven y extravagante fuereño que era, de ojos verdeazules, alto, delgado, con chaleco de piel animal, gesto huraño, el aire bávaro del abuelo paterno y el tono imperativo de voz, ha ido alimentando la idea del hijo descarriado del magnate prócer de Santiago Tianguistenco que llegó atraído por esa ciudad de mala reputación —aunque sólo muy parcialmente merecida—, inspiradora de Manu Chao en una canción con el evocador estribillo welcome to Tijuana, tequila, sexo y mariguana.

Rápido fue construyendo la senda que desde aquel extremo de México lo convertiría en un importante operador de apuestas a nivel global y quizás el hombre más rico e influyente de su ciudad adoptiva, no sin sombríos episodios relacionados lo mismo con la —cuando menos— controvertida propiedad del Hipódromo de Agua Caliente y el extenso predio donde se asienta, que con el ejercicio habitual de la violencia, el tráfico de drogas, el blanqueo financiero y la corrupción política.

La historia que cuenta Hank Rhon acerca de la concesión del hipódromo tijuanense y la privatización paulatina del terreno de propiedad federal en el que está situado, tiene más que ver con una amistad afortunada que con la mezquindad y el despojo. «Don Fernando González Díaz Lombardo, que en paz descanse, había venido a Tijuana en 1972, 1973, porque el señor presidente [Luis] Echeverría le había dado la concesión y luego la facilidad de vender un terreno para con eso construir el hipódromo, porque el antiguo se había quemado. Mi papá, que siempre fue dado a apoyar a sus amigos, lo empezó a ayudar financieramente».

A finales de los setenta don Fernando le dijo, «Carlos, tú eres dueño de la mitad». «No, yo no soy dueño de nada, te presté, ahí luego me pagarás». «¡No, tú eres dueño de la mitad y aquí están las acciones, no me digas que no!». Luego don Fernando tuvo un problema personal y se fue a Europa un año, y cuando regresó le dijo a mi padre, «¿Sabes, Carlos?, soy un hombre rico, pero no disfruto mi dinero, te vendo». […] Total, mi papá le compró y estuvo tratando de vender el hipódromo cuatro años, del 79 a184, aunque desde el 78, en que me hizo favor de invitarme al Consejo de Administración, le decía: «Dame chance de manejar esto». […] Yo sentía que mi papá encontró en el hipódromo el negocio perfecto para mí, porque yo ya tenía tiendas de animales, ranchos, clínicas veterinarias. […]. Los caballos me encantan y aquí había carreras de caballos. Los perros me fascinan y había carreras de perros. ¿La comida?, ¡soy tragonsísimo y aquí había restaurante! La bebida me encanta y teníamos ocho bares dentro de las instalaciones. Y, finalmente, yo salí con 8.75 de la carrera de ingeniero industrial a volados y jugando a la rayuela, le ganaba a los profesores, entonces la apuesta me encanta.

La versión de su hijo es que al principio a Carlos Hank González le chocaba que relacionaran a su familia con un negocio tan abiertamente controversial como el de las apuestas. «En 1982 me dijo: “No nos conviene que esté uno de los Hank en eso, ya no me insistas”. Pero al poco tiempo sale del Departamento del Distrito Federal, según él con la idea de no volver nunca a la política, y en 1984, en un viaje a Washington para visitar a don Antonio Ortiz Mena, andábamos caminando por Georgetown cuando me pregunta si verdaderamente quería ir al hipódromo y me dice: “Pues órale”. Vendí mi casa, empaqué y aquí estoy desde entonces». A petición de Julio Scherer, el ex secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz escribió una versión dirigente de la misma historia, basada en su larga experiencia burocrática y en documentos oficiales que el periodista afirma poseer. Coincidieron que el presidente Luis Echeverría concesionó a Fernando González Díaz Lombardo el Hipódromo de Agua Caliente —a través de la Secretaría de Gobernación, en el primer lustro de los años setenta—, y añade que esto ocurrió mediante una decisión traslúcida; está de acuerdo también con Hank Rhon en que Carlos Hank González prestó a González Díaz Lombardo los millones necesarios para la construcción del nuevo hipódromo (el anterior se había incendiado), pero refiere que «posteriormente […] le demandó […] el pago del préstamo, y al no poder liquidarlo, el profesor tuvo a bien quedarse con la concesión[95]».

Además, está la paulatina privatización de la propiedad federal dentro de la cual se hallaba originalmente el Hipódromo de Agua Caliente y en la actualidad es el sitio donde Hank Rhon ha concentrado la operación de su corporativo Grupo Caliente y el resto de los negocios. Scherer antecede con esta acusación la versión de Bartlett Díaz sobre la historia de la concesión: «Con la complicidad de Carlos Hank González y la cadena de presidentes que va de Luis Echeverría a Vicente Fox, Jorge Hank Rhon fue el beneficiario del despojo a la nación de una superficie de 203 mil metros cuadrados, ubicados en la zona de oro de Tijuana, que colinda con San Diego. El atraco descomunal le permitió montar, a través del Hipódromo Agua Caliente, un centro de apuestas que abarca la república y se extiende por el mundo[96]».

El Gato Félix

Sólo tres años después de la llegada de Jorge Hank Rhon a Tijuana, el 20 de abril de 1988, la ciudad vivió uno de sus episodios de mayor crispación: la muerte del director adjunto y frívolo columnista del semanario local Zeta, Héctor Félix Miranda, abatido en la calle, a tiros de escopeta 12 milímetros. Era pública la amistad entre ambos, pero también su distanciamiento personal por las críticas que Félix hacía en su columna a la operación del hipódromo y a la vida social del empresario fuereño. Jesús Blancornelas, socio y director de Zeta, escribió cientos de páginas, en textos periodísticos y libros, acusando a Hank Rhon de ser autor intelectual del asesinato. Aún ahora, veinte años después, fallecido Blancornelas y bajo la dirección de Adela Navarro, el semanario sigue dedicando en cada entrega una página con fondo negro para recordar a sus lectores que el homicidio no se ha esclarecido, con el dramático encabezado «JORGE HANK RHON: ¿Por qué me asesinó tu guardaespaldas Antonio Vera Palestina?», una fotografía de la víctima y la siguiente cita de quien gobernaba Baja California, Ernesto Ruffo, a propósito de aquellos hechos: «Todos los caminos conducen al Hipódromo de Agua Caliente».

«¿Habló usted alguna vez con Blancornelas?». Para responder, Hank Rhon trae a cuento su relación con Félix Miranda: «Con don Jesús, que en paz descanse, hablé una sola vez, hace como veintidós años, casi recién que llegué. […] Nos juntó un amigo. Fui y platiqué con él; en algún momento me dice: “Oye, no te enojes con el Gato” [mote de Félix Miranda]. Le respondo: “No, pues si es mi cuate, lo invito a las pachangas y va, ahí anda en todas partes, lo que pasa es que se le brincan los cables de repente, pero ni me va ni me viene”. Blancornelas me advierte: “Así es él”. Y le respondo: “Sí, ya sé, no hay ningún problema”».

El ex policía judicial Victoriano Medina Moreno y Antonio Vera Palestina fueron condenados por un juez y están en prisión como autores materiales del asesinato de Félix Miranda. El primero era guardaespaldas y el segundo jefe de seguridad y compadre de Hank Rhon, quien hoy opina que el verdadero problema es que «me tocó bailar con la más fea, dijeron que fueron mis gentes. Yo sigo confiando en mis autoridades del sistema judicial de mi país, pero de repente cometen errores y yo insisto en que el que está adentro no fue el que privó de la vida al Gato. […] Yo nunca me vi implicado, pero, bueno, a final de cuentas se le metió en la cabeza a don Jesús [Blancornelas] que habían sido mis gentes. No lo puedes corroborar ahora, pero él decía [en privado], “Yo sé que no fue él, pero yo sé que él sabe quién fue”».

Cierto mediodía dominical, en el intermedio de un partido de los Xoloitzcuintles de Caliente como locales, Elvia Amaya de Hank se aparta un momento del palco familiar para conversar acerca de su esposo, con las ensordecedoras porras como tondo[97]. Está convencida de que las historias lóbregas en tomo de Jorge Hank Rhon son «leyendas populares, no pasan de ahí». Para ella, el caso específico de Félix Miranda es en sí mismo controversial: «Aunque nos duela cómo hayan sucedido las cosas, porque es algo que no le deseamos a ningún ser humano, podríamos pensar que así como ofendió al ingeniero [se refiere a su esposo], ofendió a muchas personas en la comunidad: a señoras, a clubes sociales, a organismos que se han dedicado toda la vida el bienestar social. Si usted se va a los ejemplares [del semanario Zeta] que salieron antes de su muerte, vamos a decir, un año antes, ¡lastimó a tantísima gente!, ¡hay tanta gente que pudiera haber tenido muchas razones para hacerle daño! […] Yo me recuerdo. Aunque en aquellos entonces yo no conocía bien al ingeniero, había leído mucho el semanario y era la constante en las columnas… era simpático, ocurrente, nos entretenía mucho, pero llegaba a lastimar mucho también».

Eso que Elvia Amaya denomina «leyendas populares» de cierto modo ha dictado su propia sentencia acerca del brutal acallamiento de Héctor Félix Miranda. En el corrido El Gato Félix, Los Tigres del Norte versifican con ciertas inferencias populares, metaforizando la conclusión de Blancornelas y su semanario en cuanto al crimen y la responsabilidad del dueño del Hipódromo de Agua Caliente y magnate de las apuestas.

«De una forma traicionera, / le llegó al Gato el final, / de una vez y de a de veras, / en caballo de carreras, / la muerte corrió a ganar».

El animalero

Jorge Hank Rhon despacha en una oficina que podría considerarse modesta para alguien con su fortuna, situada en el corazón del predio del Hipódromo de Agua Caliente; ocupa el fondo de la planta superior de una construcción cúbica, con paredes en tono ahuesado. El humo de sus Marlboro Light disimula la atmósfera que crea alguien que vive rodeado de animales. Trinan pájaros. Revolotean pericos y loros. Perros Chihuahua, xoloitzcuintles —incluido Bolex, un animal enorme y vivaz que llamó así «porque es el Rolex de los xoloitzcuintles»— y un pastor alemán transitan desde la parte posterior sorteando el mobiliario, hasta la recepción, a través de la trampilla inferior de la puerta principal. Esto es realmente su mundo, enrejado pero limpio de guardaespaldas, tráfago y miradas indeseadas. Se antoja una extensión en miniatura de su zoológico de 20 mil especies, instalado a unos metros, dentro de la misma propiedad. En muebles y paredes lucen los retratos familiares, al estilo de un clan. Y posee un recuerdo vivo y coleando llamado Amigo, aquel pastor alemán, de ocho años. Se lo ofreció como regalo a su padre, quien lo bautizó así. Se quedó con él dos meses para entrenarlo, pero no pudo dárselo ya porque Carlos Hank González murió antes.

A veces puede ser bonachón. En esa faceta de personalidad explica su filia por los animales: «con este tema siempre me regaña mi mamá, porque le digo que lo que pasa es que en su vientre jugaba siempre con las lombrices. No sé, desde que salí lo traigo. ¿Cómo? Quién sabe. ¿Por qué? No sé; creo que mi abuelo era muy animalero». Repite también una de las frases que ha agitado recientemente las aversiones locales en su contra: de todo el reino animal, el que más le gusta es «la mujer» y dice que no le gusta venderlos, que no son un negocio para él.

Si es pasión o negocio quizá no sea importante, sino que eso lo ha conducido por los peligrosos filos de la trata de animales. En agosto de 1991, durante un registro agentes aduanales estadounidenses lo sorprendieron cuando volvía de San Diego con una cachorra de tigre blanco, que The San Diego Union (hoy Union-Tribulle) describió como «blanca rara, con rayas marrones, ojos de color azul claro y nariz rosa», de «apenas unos meses de nacida». Según el mismo diario, Hanky su abogado expusieron que originalmente había sido llevada de Tijuana a San Diego, donde permaneció en la casa de la hermana del empresario llamada Ivonne, en la zona de Coronado, y que las autoridades aduanales la encontraron ya de regreso[98]. El animal, tasado en 45 mil dólares y que pertenece a una especie en extinción, fue requisado y enviado al zoológico de aquel puerto californiano, e impuesta a Hank Rhon una multa de 25 mil dólares. En mayo de 1995, siete años después del asesinato del periodista Héctor Félix Miranda —cuyo caso se reaviva con frecuencia— y cuatro después del incidente con la cachorra de tigre blanco, el segundo hijo vivo de Carlos Hank González fue detenido en el aeropuerto internacional de la ciudad de México al volver de Japón, cuando pretendía introducir ilegalmente una docena de maletas con abrigos de piel y figuras de marfil de especies en extinción.

Son públicas dos cartas personales de Carlos Hank González a su hijo Jorge[99]; ambas exhiben esa retórica edificante de profesor de Santiago Tianguistenco que no abandonó ni cuando se hizo magnate y jefe del Grupo Atlacomulco. Escribió la primera —fechada en Toluca, en 1974— a propósito de la mayoría de edad del hijo, instándolo a ser de sí mismo «la obra más perfecta de la naturaleza: un Hombre».

La segunda, veinticinco años después, agradeciéndole haber asistido «a una cena familiar en que platicamos sobre alguna aportación importante para mi pueblo, nuestro pueblo, Tianguistenco», para lo cual «Recorriste más de 3 mil kilómetros…» y volvió de madrugada… «para cumplir con tus responsabilidades y compromisos». En esta última misiva alude a la primera cuando le agradece «haber convertido al adolescente de hace veinticinco años en la obra superior: un Hombre», y «doy gracias a la vida por haberme regalado entre tantos bienes, el más importante: un Hombre que es un hijo extraordinario». Está fechada el 26 de febrero de 1999, mientras se aproximaba el escándalo de alcances internacionales que produjo la revelación periodística, en marzo del mismo año, del Proyecto Tigre Blanco, del cual es probable que los Hank tuvieran al menos noticia antes de que la sociedad supiera de su existencia.

Estas cartas no muestran que el padre hable a un hijo fuera del redil ni dejan entrever la amargura y frustración que un hijo fuera de control puede producir. Hacen creíble esta afirmación de Hank Rhon: «Mi mejor amigo siempre ha sido mi padre». Entre la primera y la segunda carta media la etapa de la vida en donde éste acumuló su propio capital y se erigió en el más importante inversionista del mercado mexicano de las apuestas. Puede aventurarse que las acusaciones públicas contra el hijo a resultas de la muerte violenta de Félix Miranda, el tráfico de animales, la operación financiera de Grupo Caliente y la relación con los Arellano Félix —de la que daba cuenta el Proyecto Tigre Blanco—, así como la revelación de un informe de diputados federales perredistas en 1998, según el cual recibió créditos del Banco Unión por 63 millones 969 mil pesos que acabaron siendo cargados al Fobaproa, no hicieron mella en Carlos Hank González, en quien parece haber prevalecido el espíritu de clan. Eso, sin contar con que en la vida hay quien suele justificar las consecuencias de ciertos actos atribuyéndolas a gajes del oficio.

El Schwarzenegger de Ti

Como en Fantasía de Michael Ende, el rojo de su chaleco de piel salvaje fue extendiéndose por Tijuana, coloreándola. Jorge Hank González se afeitó y suavizó el trato. No abandonó los automóviles suntuosos ni los guardias personales, pero se arremangó para meterse como nunca en las colonias que miserabilizan los cerros y hondonadas. Ello fue porque recién cumplidos los cuarenta y ocho años, en enero de 2004, jorge Hank Rhon se convirtió en candidato a la alcaldía tijuanense por el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, tan apaleado en Baja California desde que en 1988 debió ceder el gobierno estatal a Ernesto Ruffo Appel, del Partido Acción Nacional. Lo designó su viejo y desprestigiado amigo Roberto Madraza Pintado, entonces presidente priista y quien había estado en la ciudad dos semanas atrás gozando de su hospitalidad.

El publicista Carlos Alazraki capitaneó el marketing político, imponiendo al discurso del candidato un tufo machista reivindicativo, reduccionista frente a los problemas sociales y de mano dura, que Hank Rhon protagonizó con naturalidad, en spots televisivos salpicados de coloquialismo, como aquellos donde aparece diciendo que «para luchar contra la inseguridad se necesita inteligencia y muchos… ¡de éstos!, mostrando enseguida un plato de huevos, y que contra los vendedores de drogas “¡no me va a, temblar la mano!”».

Durante su campaña electoral una de las mayores presiones que Hank Rhon debió aguantar no se originó entre sus adversarios políticos, sino en el homicidio de Francisco Ortiz Franco codirector del semanario local Zeta, la mañana del 22 de junio de 2004, en las calles de Tijuana. Entonces, el prestigioso periodista estaba a cargo de los esfuerzos de la Sociedad Interamericana de Prensa para reabrir la investigación penal por el homicidio de Héctor Félix Miranda (abril 1988), a partir de nueva información probatoria. Públicamente, autoridades de las procuradurías General de la República (en particular, jasé Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada) y General de justicia del Estado reconocieron que una de las líneas de investigación conducía al candidato a la presidencia municipal, tal como en el caso del Félix Miranda. De cualquier modo, el 1 de agosto (2004) fue elegido presidente municipal de Tijuana, tras quince años de gobiernos panistas. Fascina la cultura política tijuanense, que condujo al Ayuntamiento al controvertido empresario de las apuestas. Intriga la manera en la que embonaron el perfil de un hombre, un publicista cuyo negocio y fama es apelar a la mezquindad humana y una época en la vida local, donde vastos segmentos de la sociedad sucumbieron a la cultura del entretenimiento A petición expresa, el ensayista, poeta, catedrático y novelista Heriberto Yépez, autor de A. B. U. R. T. O, Aquíes Tijuana/Here is Tijuana, Made in Tijuana y Tijuanologías, reflexiona no sobre Hank Rhon como persona u hombre público, sino como figura simbólica, como construcción del imaginario colectivo y, tal vez, también como síntoma cultural.

«Para explicar a Hank hay que salir de las interpretaciones usuales del fenómeno. Vamos preguntándonos algo más hacia el fondo de esto: ¿Qué es lo que provoca que un gran número de individuos apoye a una figura identificada con la corrupción, el asesinato y, en general, lo peor de la política mexicana? Son factores psicohistóricos los que lo explican.

»Voy al grano: Hank encarna un tipo psicológico con el cual se identifican muchas personas en la frontera; ese tipo psicológico es la construcción frustrada de lo masculino. No se puede decir esto sin decir esto otro: no sabemos quién es psicológicamente Hank; no podemos decir nada de su vida real, lo único que importa aquí es cómo es imaginado por la población.

»Hank simboliza a un hombre que enfatiza su masculinidad —a través de su poder, su vestimenta, sus anécdotas, los mitos en torno a su vida— y, sin embargo, junto a ese ideal de una masculinidad fuerte (violenta, impositiva, temible) existen estos otros factores de cierto malogro —haber echado abajo el hipódromo como empresa, no haber ganado las elecciones[100], ser identificado como el asesino del Gato Félix—, y ambas partes integran la fórmula de su popularidad, ya que la población se identifica con ese símbolo ambivalente: el súper macho y el macho en desventaja.

»A largo plazo, haber perdido la elección se convirtió en un factor de popularidad para Hank. Fortaleció lo que él simboliza, como decía: el intento de construcción de una masculinidad imponente, en medio de serias dificultades.

»El perfil psicológico del tijuanense es la de un under dog que para triunfar incrementa los rasgos machistas de su ser, queriendo sobreponerse a las desventajas —frente al “gringo” y al “chilango”—. El tijuanense y el fronterizo, en general, se sienten obligados a incrementar sus fantasías de ego, para compensar sus desventajas geopolíticas.

»En otras palabras, quizá más duras: Hank representa a un machote y ese machote levanta la admiración de miles de hombres y mujeres apocados de la frontera, que ven en Hank no sólo lo que desean ser, sino también los rasgos de sus propios malogros, es decir, si Hank fuera solamente un ganador no sería tan popular.

»Hank representa al chingón y por eso sus bases populares son los apocados psicológicamente, es decir, los que provienen de estructuras familiares autoritarias, en donde sus padres (especialmente la figura masculina), los ningunearon, los descalificaron o, como decía Laing, los invalidaron. Por eso Hank puede maltratar a sus seguidores (a través de su lenguaje o actitud) y no los pierde: sus seguidores están compuestos de seres acostumbrados a la invalidación por parte de la figura de autoridad.

»Hank, claro, es popular gracias a su personalidad. Como político no tiene logros. El apoyo que posee, por supuesto, en el contexto del gobierno y los medios los puede (o no) tener con base en el dinero, como se alega, pero ¿Por qué miles de personas lo apoyan? Para responder a esa pregunta, hay que acudir a por qué se identifican (psicológicamente) con su figura. Ahí está la mitad de la clave de Hank. La otra mitad es el dinero, el funcionamiento de la política mexicana, pero la clave de su popularidad es otra. Se trata de la dependencia y la identificación psicológicas que su figura de millonario excéntrico, chingón, mandamás, freguetas, cabrón, súper macho genera.

»Ahora, pasando al lado más convencionalmente político hay algo que ha pasado inadvertido: Hank no pertenece exclusivamente a la política regional de la frontera; es la versión fronteriza del post-PRI. Por post-PRI me refiero a la estructura psicológica y social del PRI operando como oposición, que fue en el marco en el cual ya se desarrolló Hank como político (desde finales de los ochenta, en Baja California el PRI se convirtió en oposición). En cierta medida, Hank podría convertirse en uno de los modelos a seguir dentro de la política nacional, ya post-priista en su generalidad.

»¿Cuál es la plataforma de popularidad de Hank? Se adelantó a Schwarzenegger: basar su carrera política en una carrera espectacular. Hank se hizo popular a través de los espectáculos del hipódromo, del mundo de la música pop y norteña que promovió a través de su empresa, a través de los casinos, el jai Alai, es decir, a través de la plataforma del espectáculo, la “fiesta”. Esto, creo, no lo han notado los analistas políticos mexicanos. No en balde y nótese lo claro que él tiene esta visión de la popularidad para alcalde de Tijuana en las elecciones Hank designó como candidato al principal conductor de noticias de Televisa. No hay que perder de vista esto: con Hank estamos en la tele política mexicana.

»Y estos dos elementos —la clave psicológica de la popularidad de Hank— y su plataforma espectacular no ser un político de raíz, sino un hombre del espectáculo social convertido en político, con quien pueden identificarse muchas capas de la población fronterizase complementan perfectamente.

»¿Puede ganar Hank en el futuro? Si la frustración de la construcción del proyecto masculino —tanto en mujeres como en hombres aumenta o continúa, por supuesto que sí. Si la población capta que falta “mano dura” o falta “un verdadero hombre” en el poder, Hank se hará más popular. Y es que Hank al ser objeto de ironía por parte de sus adversarios, por ser impune, por imponerse a pesar de todo, por perder y ponerse de pie de nuevo, encarna lo que una vasta mayoría de la población fronteriza mexicana no sólo desea ser (el chingón) sino también es (el que, sin embargo, no lo logra). Ésta es la base del poder psicológico, es decir, la popularidad psicológica de Hank[101]».

El alcalde

Este alcalde marcó hitos o se los impusieron otros: todo su poder económico y político, por ejemplo, no impidió que los editores de Zeta siguieran publicando semanalmente la página incriminatoria sobre el crimen contra Héctor Félix Miranda y se negaran a contratar espacios publicitarios con el Ayuntamiento local mientras él lo presidiera, así como a entrevistarlo.

En su primer día de funciones, el 1 de diciembre de 2004, llegó al Palacio Municipal acompañado de Amigo y lo primero que dijo fue que renunciaba a su salario y al pago de seguridad personal con fondos públicos. Se fue a las calles, para encabezar los actos oficiales, conduciendo algunos de los costosos automóviles de su colección, que había sido engrosada por ocho que heredó de la de su padre, como el Maybach 57S azul marino, de más de tres y medio millones de pesos, a bordo del cual llegó a la presentación pública del Grupo de Reacción Inmediata de la policía municipal a mediados de febrero de 2006.

En agosto de 2005, Jesús Blancornelas publicó un completo reportaje sobre una primera derrota de Jorge Hank Rhon en un juicio de amparo contra la Secretaría de Gobernación, por haber otorgado durante la gestión de Santiago Creel Miranda permisos para 130 centros de apuestas remotas y salas de sorteos de números a la empresa Apuestas Internacionales S. A. de C. V., presidida por Emilio Azcárraga Jean. El periodista apuntó que en una entrevista concedida a Zeta, Creel Miranda, convertido ya en pre-candidato presidencial panista, había reconocido que su decisión de otorgar los permisos a favor del dueño de Televisa pretendía «pisar los callos» a Jorge Hank Rhon e hizo notar esta paradójica situación: «El ayuntamiento de Tijuana, que preside el ingeniero Jorge Hank Rhon, deberá autorizar [a la empresa de Azcárraga] la instalación de los centros de apuesta remota y salas de sorteos de números. En el caso de que como funcionario niegue al empresario y competidor permiso en negocios que le afectan, dejará ver que mezclará sus asuntos empresariales con los gubernamentales. Si no autoriza las instalaciones de Televisa, estará virtualmente censurando las propias[102]».

Durante su trienio como alcalde no creció la economía. Tampoco la infraestructura tuvo un desarrollo notable. No se tienen noticias de que haya mejorado la calidad de vida de los tijuanenses, pero puesto que le encantan las fiestas masivas se convirtió en el presidente más pachanguero de la historia local, secundado por las iniciativas filantrópicas de su esposa, entonces presidenta del DIF municipal. Su toma de posesión (con misa celebrada por el arzobispo tijuanense, juegos mecánicos, antojitos, fuegos artificiales y gran algarabía), Navidades, Años Nuevos, cabalgatas de Reyes Magos, festivales del Día del Niño, de la Madre y del Padre, y espectáculos y cenas de gala destinados a recaudar fondos para el DIF local, muchos de ellos en el predio de Grupo Caliente, dieron a la ciudad cierto toque festivo contrastante con una violencia, una inseguridad pública y una corrupción policial que, por ejemplo, en 2006 costó al menos trescientas vidas.

El4 de enero de 2007 ocurrió la virtual ocupación militar y el desarme —durante un inesperado operativo que encabezaron agentes federales— de la policía municipal, al sospechar la Procuraduría General de la República que muchos de sus miembros trabajaban también para el Cártel de Tijuana. De todas formas, al caer la tarde del día posterior, los Reyes Magos recorrieron las calles montados en animales pertenecientes al zoológico de Hank Rhon después de ser bendecidos por el arzobispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz, íntimo de la familia Hank. Entre la incertidumbre por la irrupción de las fuerzas federales, decenas de miles de tijuanenses se concentraron en los alrededores del Palacio Municipal para evadirse con los Reyes Magos, recibir regalos y comer rosca gratis, como en festejo virreinal.

Semanas más tarde, en febrero, el alcalde de las fiestas callejeras dejó a sus gobernados; obtuvo licencia de su cargo para aspirar a la candidatura priista a la gobernación de Baja California, después de enfrentar dos nuevos escollos políticos: el impedimento de la Constitución local para pasar de un puesto de elección popular a una candidatura (la llamada «ley antichapulín») y el que antes de marcharse decidiera colocar por todo el municipio propaganda acerca de lo que consideraba sus logros de gobierno, lo cual produjo protestas entre los opositores. En el primer caso, el 21 de junio, el Tribunal de Justicia Electoral de Baja California anuló su registro como candidato ante el Instituto Estatal Electoral por considerarlo anticonstitucional, pero menos de un mes después, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación revocó la decisión del órgano local y ordenó la restitución de su candidatura, arguyendo, entre otras cosas, que prevalecía el derecho a votar y ser votado consignado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Desde su cuartel general, montado en un espacio contiguo al Hipódromo de Agua Caliente, se reavivó la Ola Roja, como fue denominado el nutrido activismo corporativista a favor de la Alianza para que Vivas Mejor que formaron los partidos Revolucionario Institucional, Verde Ecologista de México y Estatal de Baja California para postular a Hank Rhon. Entretanto, el Partido Acción Nacional intensificó su estrategia para denostar al priista en spots televisivos como el que inicia, con fondo rojo, con en aparato telefónico y una copa de vino, mientras una voz entre cínica y siniestra responde a un supuesto llamado telefónico: «Gracias por llamar al Corporativo Hay, donde lo patrocinamos todo [carcajadas]. Para comprar gente, marque 1; animales exóticos, marque 2; para comprar jóvenes, marque 3; para comprar partidos políticos, marque 4; para comprar candidatos, marque 5; para convertir a Tijuana en San Diego, marque 6; para comprar restaurantes de comida china y hacerlos casas de gobierno, marque 7; para comprar su voto, marque 8; si como para mí, la mujer es su animal preferido [carcajadas], me encanta, marque 9, y para comprar gente como extras para mis anuncios, marque O; y nuevamente, muchas gracias por marcar, recuerde, yo, lo compro todo», para cerrar con la leyenda sobrepuesta «¿Tú vendes tu voto? Yo tampoco», mientras la toma se abre y aparece un chaleco rojo sobre un sillón.

Otros anuncios aluden al candidato priista como peligroso, misógino, violento, mafioso y diabólico, mientras él responde con los suyos propios, acusando a los gobiernos estatales panistas de incompetentes para abatir la delincuencia y la inseguridad, aprovechando para retomar el discurso machista que había iniciado como candidato a la alcaldía de Tijuana, con clichés del tipo de «Tú ya me conoces, yo no me rajo».

Aunque había gastado más de cien millones de pesos, Hank Rhon perdió las elecciones del 5 de agosto de 2007 ante el panista José Guadalupe Osuna Millán. Un año después, evocó su diálogo interno en medio de aquella derrota, «Me dije, ya perdí, ya ni pedo, se acabó, a otra cosa, mariposa[103]».

Otra mariposa

Jorge Hank Rhon ha hecho de su familia un clan monolítico que cogobierna con su esposa actual, la psicóloga Elvia Amaya, y está conformado por diecinueve hijos (diez de cuatro parejas anteriores, seis del primer matrimonio de ella, y tres con ella) de treinta a ocho años (los más pequeños, Nirvana y Jorge Carlos, gemelos), y cuatro nietos. Dos de sus hijos viven con su madre en Estados Unidos y llevan nombres que dan cuenta de la pasión del padre por los animales: Lobo, de quince años, y Tigre, de 16. A un costado de su despacho instaló un quirófano para que nacieran algunos de sus descendientes. Para Alejandro Amaya, su hijo adoptivo mayor, matador discípulo de Eloy Cavazos y que vive en España, edificó una plaza de toros en su propiedad del Hipódromo de Agua Caliente. Muy cerca de ahí se levanta también el estadio de futbol para su equipo Club Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente, presidido por su hijo Jorge Alberto Hank. Muy cerca se hallan el Colegio Alemán Cuauhtémoc Hank y el Club Hípico Caliente Jockey Club, donde han estudiado y entrenado algunos de sus hijos, y así van sus miles de millones de pesos materializando sueños tantas veces banales: la última semana de noviembre de 2006, semanas antes de que el Ejército ocupara Tijuana y él solicitara licencia como alcalde para asumir la candidatura priista a la gobernación, convocó a la aristocracia de Tijuana y Mexicali para celebrar la «recepción prenupcial» de Mara Hank, su hija adoptiva, y el suizo Marc Moret —quienes se habían casado ya por el civil en Mónaco—. Luego, el 2 de diciembre la pareja contrajo matrimonio religioso en ceremonia oficiada por Rafael Romo Muñoz, arzobispo de Baja California, Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, y Abelardo Alvarado, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, para la cual fueron contratados el coro de Niños Cantores de Viena y Plácido Domingo. Más tarde, el banquete para varios cientos de personas tuvo lugar en la sede del Grupo Caliente, donde después de la una de la mañana Luis Miguel ofreció un concierto sorpresa.

Cada miembro de su nutrida familia se hace acompañar de guarda espaldas, algo que no parece trastornar sus vidas. «Antes teníamos choferes o uno o dos ayudantes, pero no necesariamente guardaespaldas ni en la cantidad en que los tenemos ahora. Yo creo que los tiempos han dictaminado muchas de nuestras actitudes y hoy en Tijuana desafortunadamente se tienen que traer guardaespaldas en esa cantidad. Cuando me casé con el ingeniero [once años atrás] traía un ayudante como anteriormente, y ahora ya tengo que traer cuatro, aparte de que mis hijos cada uno tiene que tener. Antes a cada uno lo manejábamos con choferes y las nanas, y ahora tiene que ser distinto […] la ciudad ha crecido mucho y se necesitan muchas otras cosas», dice Elvia Amaya de Hank[104].

Comojeque, Jorge Hank Rhon gusta de viajar en tribu. Su esposa cuenta asimismo que «hemos viajado hasta dieciocho, veinte personas, por ejemplo a los Juegos Olímpicos de Sidney [2000] o al Mundial de Francia [1998]», pero también a Sudamérica, Rusia, China y Japón.

«Viajamos con los hijos que pueden, según se los permiten sus trabajos o sus estudios, con mis papás, con sus papás [de Hank Rhon, cuando vivía su padre], e inclusive con compadres. Es un grupo muy bonito, es un ambiente muy familiar, únicamente en los viajes se convive de esa manera. Los hijos grandes atienden a los pequeños. Es una enseñanza de ida y vuelta. Sobre todo moverse en los aeropuertos con tanta gente, de saber viajar y convivir tan de cerca normalmente podría parecer difícil, pero en cambio nos ha enriquecido mucho como familia».

Procesada la derrota electoral del patriarca, la pareja dedica parte de su tiempo a la filantropía, a través de su Fundación de Apoyo para Niños Especiales, A. C., la Fundación Cuauhtémoc Hank (para becas escolares) y Caliente Ayuda (para construcción de vivienda y proyectos comunitarios de obra pública). Karla Carrillo Barragán, presidenta de la primera fundación y madre de un muchacho con discapacidad, afirma que recibe fondos del empresario desde 1994 y que todo eso es parte de «la filantropía secreta del señor Hank». De hecho, sobra gente dispuesta a hablar de lo que ha recibido y lo que, se supone, da con fruición. Uno de sus apologistas más animosos es monseñor Rafael Romo Muñoz, el arzobispo de Tijuana, quien se considera ya «amigo de la familia» y está convencido de que como alcalde «hizo un papel muy bueno, hubo detalles importantes en su gestión». Bendice el árbol navideño gigantesco y da un mensaje para abrir la celebración del 6 de enero que cada año los Hank ofrecen para los tijuanenses. Comocura de parroquia, oficia las primeras comuniones, los matrimonios, las misas y las ceremonias luctuosas de la familia, incluidas las que tienen lugar en el distante de Tijuana rancho de Tianguistenco y las de los aniversarios luctuosos de Carlos Hank González.

—¿Y qué piensa de quienes lo acusan de mafioso?

—Realmente en eso no me meto —responde el prelado—, no tengo detalles de que pertenezca a un grupo mafioso, tiene su línea de empresa con apuestas, juegos, carreras, el galgódromo, los centros Caliente de apuestas, supongo que no hay nada ilegal.

—¿Qué dice la Iglesia sobre la apuestas?

—Mientras yo no encuentre detalles contra la fe y las costumbres… No participo en apuestas, eso es negocio de ellos y está aprobado, está dentro de la legalidad.

Aparte de todo, los Hank de Tijuana se consideran personas sencillas. Ahora mismo, puesto que su mansión en las proximidades del Hipódromo de Agua Caliente está siendo remodelada, ocupan un piso en Pueblo Amigo, su hotel, próximo a la línea fronteriza. Prefieren la comida mexicana y en especial los platillos sonorenses, que Elvia Amaya aprendió a cocinar de una rama de su familia materna de ese origen. Algunas veces el matrimonio pasa un par de noches solo, en Ensenada o San Diego, porque, dice ella, «siempre nos hace falta que no nos interrumpa el teléfono, poder platicar nuestras cosas. Yo creo que eso ha enriquecido mucho nuestra relación, el poder darnos mutuamente todos los días algo, y pues sí, ciertamente, como decía don Carlos, mi suegro: “Pues ya empezaron muy grandecitos, ahora se tienen que cuidar mucho y tienen que, de alguna manera, complementarse para que esto les dure toda la vida”». Con frecuencia van a San Diego en familia a ver películas de acción y suspenso, aunque para ello tengan que cruzar la garita fronteriza como todo mundo, soportando filas, acelerones y chequeos, pues por alguna razón las autoridades migratorias estadounidenses han negado a Jorge Hank Rhon la autorización para utilizar la Sentri, esa costosa vía exprés de cruce fronterizo creada para el confort y presunción de la gente bonita.

MARCO LARA KLAHR es periodista con veintinueve años dedicado a cubrir temas de violencia, delincuencia y conflictos sociales. Ha publicado en Día Siete, Meta política, Replicante, Gatopardo, Letras Libres, El Universal, Proceso, La Jornada y El Financiero. Coordina El Rotativo en Canal22 y el Proyecto de Violencia y Medios en Insyde y es consultor de Open Society Justice Initiative. Entre sus libros: Prisión sin condena (coordinador, 2008), Más allá de víctimas y culpables (coautor, 2008), Los amos de México (coautor, 2007), Violencia y medios 3 (co-coordinador, 2007), Hoy te toca la muerte. El imperio de las Maras visto desde dentro (co-coordinador, 2006) y Diarismo (2005). Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2000.