Geoffrey Household

TABÚ

(c. 1939)

LOS Cárpatos, habitual refugio de vampiros, se convierte también en tierra de licántropos en el poco conocido cuento de Geoffrey Household «Taboo», que forma parte de su volumen de relatos The Salvation on Pisco Gahar & other Stories (1939), y representa al parecer la única incursión de su autor en el campo de lo sobrenatural.

De verdadero nombre Edward West (1900-1988), este novelista inglés educado en Oxford no aparece siquiera mencionado en ningún diccionario de autores dedicados a la literatura fantástica o de terror. Sus populares novelas de aventuras en la tradición de John Ruchan —como Rogue Male (1939), Watcher in the Shadows (1960), Dance of the Dwarfs (1968) o Rogue Justice (1982), secuela de la primera—, apenas le han reservado un minúsculo espacio en algunas (muy pocas) enciclopedias sobre literatura en general. Pese a ello, el cuento que aquí presentamos supone un nuevo paso adelante en el tratamiento moderno de la licantropía, entre tantos nuevos relatos y novelas que apenas han aportado nada al género, salvo repetir sus más clásicos ingredientes convertidos casi en tics.

Su principal contribución, luego saqueada hasta la saciedad por el cine, fue la invención de un nuevo e infalible antídoto contra el hombre-lobo: la pieza de plata (en este caso un dólar), recurso tomado en préstamo al folklore escocés (donde es usual la daga de plata bendecida por un sacerdote), que el guionista de origen alemán Curt Siodmak trocó en contera de bastón y bala del mismo material para la película hollywoodense El hombre-lobo (1941). Con todo, el mayor hallazgo dramático del cuento, que confiere a toda la narración un tono siniestro y horrible lejos del patetismo y la complaciente cosnmiseración que suelen ser norma en estos relatos, es su inesperada conclusión de que lo que más nos horroriza y a la vez nos atrae de la licantropía es la idea de «estar rompiendo un tabú», lo que justificaría el hambre voraz que asalta al hombre-lobo en sus momentos de crisis mucho más que la pretendida influencia de la luna, con que más modernamente se ha querido explicar este fenómeno una vez superados los argumentos primitivos, como el pacto satánico, la maldición de una bruja o el contagio casual al ser mordido por uno de ellos.