Introducción

Fantasma

1. m. Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía.

2. m. Visión quimérica como la que se da en los sueños o en las figuraciones de la imaginación.

3. m. Imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos.

4. m. Espantajo o persona disfrazada que sale por la noche para asustar a la gente. Era u. t. c. f.

5. m. Persona envanecida y presuntuosa.

6. m. Amenaza de un riesgo inminente o temor de que sobrevenga. El fantasma de la sequía.

7. m. Aquello que es inexistente o falso. U. en apos. Una venta fantasma. Un éxito fantasma.

8. m. Población no habitada. U. en apos. Ciudad, pueblo fantasma.

Estas son, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, las posibles definiciones de «fantasma». Como autor, siempre intento explorar más allá de las interpretaciones convencionales de cada tema que pretendo abordar, sobre todo si estamos hablando de una criatura fantástica, como es el caso del leitmotiv del tomo que tienes entre manos, estimado lector.

Otra de las definiciones que más me gustan de «fantasma» es la que aparece en muchos manuales de parapsicología: «error de percepción». A partir de esa premisa, las posibilidades a la hora de encarar historias de entes o apariciones son infinitas, se prestan a cualquier interpretación posible. Es la que más me inspira porque, como profesional de la creatividad, me ofrece de margen todo lo que mi imaginación pueda abarcar.

Hasta la fecha hemos visto, leído y escuchado infinidad de historias de fantasmas. Películas, novelas, leyendas populares o simples anécdotas familiares que versan sobre ellos. A la hora de abordar una nueva antología de cuentos sobre la temática, lo último que me interesaba era repetir patrones. Más bien me movía el espíritu de saber qué representaba la figura del fantasma para un puñado diverso y heterogéneo de autores de terror contemporáneos a los que les venía siguiendo la pista desde hacía tiempo.

La respuesta por parte de este sensacional grupo de escritores superó con creces mis expectativas. No sólo me encontré con relatos inquietantes, terroríficos o de carácter psicológico, sino que me brindaron toda una muestra de buen hacer literario, visiones tan personales que no se repite ni un solo enfoque entre los cuentos que conforman esta antología. Y eso es muy complicado de conseguir, ya que estamos hablando de una criatura sobre la que ya han corrido ríos de tinta, que está sumamente arraigada a la propia existencia del ser humano y cuyos mecanismos para generar miedo o tensión tenemos demasiado interiorizados, sobre todo gracias al (o por culpa del) cine americano.

Cuentos de suspense, de terror psicológico, viscerales, históricos, filosóficos o metaliterarios. Todo eso y más tiene cabida en este libro, que es con toda probabilidad la visión más amplia sobre el concepto de fantasma que se ha publicado hasta la fecha.

Claro que estas afirmaciones por parte del «padre» de la criatura pueden carecer de credibilidad. Si es el caso, si no te convence que el compilador de la antología te cante las virtudes de la obra, no tienes más que aventurarte entre sus páginas, ir siguiendo el recorrido del testigo que se van pasando de mano en mano unos escritores que ya están dejando impreso su sello en la historia de la literatura de terror contemporánea, y juzgar al final si mi entusiasmo era desmedido. Como mínimo, te garantizo que hallarás entre las hojas impresas de Fantasmagoría cuentos de fantasmas de los que todavía no habías escuchado hablar al calor del hogar, originales y evocadores.

Antes de continuar, te invito a que mires un momento por encima de tu hombro, que compruebes que estás solo en la habitación. No será la última vez que lo hagas antes de cerrar el libro.

Darío Vilas