capitulo XII
NO recordaba haber llegado a su cuarto, ni haberse desvestido o acostado y para cuando se despertó, ya bien entrada la mañana, estaba convencida de haber sufrido más de una pesadilla, aunque no conseguía acordarse de ellas, sin embargo estaba claro que no había dormido bien. Le dolía terriblemente la cabeza y el sol que entraba a raudales por la ventana no mejoraba la situación en nada. Se pasó la mano por la frente entreabriendo los ojos molesta, sin levantarse, estirándose en la cama ¿De verdad se había comprometido con Jason?
—Buenos días Madame y permítame felicitarla por su compromiso — Si, lo había hecho. OH Jesús.
Gimió como toda respuesta, y ocultó la cara bajo la almohada, no quería saber nada, ni comentar nada, solo morirse, enfrentar la realidad era demasiado duro. Había caído en una trampa, una perfecta trampa. Jason se casaba con ella, se haría con la naviera sin necesidad de firmar nada, ella perdía el control de todo... que iba hacer ahora? Mary abrió las ventanas y dejo entrar el aire fresco de la mañana. Luego se volvió y la miro sonriente
—Tiene que levantarse, Madame, el Capitán Neville y el reverendo Michaelson le están esperando en el comedor
—¿Quién? — Alex se había incorporado como propulsada por un resorte y quedó sentada en la cama. ¿Por qué no podía oír el nombre de Jasón sin perder la compostura? ¿Y quién era ese reverendo?
—Su prometido y el reverendo Michaelson— Repitió pacientemente la doncella, debía pensar que aún estaba dormida— Ha venido de la parte de la Señora Whitewater, para hablar de todo lo relativo a la boda, ya sabe....
—La boda... — Alex estaba más que pérdida
—Su boda, claro, como será en solo unos 10 días...
—10 días
—Es muy poco tiempo, pero creo que la mujer del juez, el reverendo y el Sr. Morris ya están preparándolo todo... usted solo tendrá que preocuparse de estar guapa — Así que era un complot, no podía escapar, todos estaban compinchados y no pararían hasta verla casada, atada de por vida a Jason, sin escapatoria. Empezaba a ahogarse, le faltaba el aire, tenía que salir de allí— Y si me lo permite le diré que sale ganando con el cambio — Le guiñó un ojo coqueta — El capitán Neville es mucho más guapo que Monsieur
Alex abrió la boca para protestar pero la volvió a cerrar inmediatamente. No había nada que decir. Se casaría con Jason y era mucho más guapo que Teo, era lo que todos decían. Debería de estar contenta, saltar de alegría, estaba enamorada de Jason, eso no lo podía negar, y se iba a casar con él, compartiría con él la cama, todos los días, sus besos y sus caricias... y sin embargo, todo ello tenía un regusto amargo: Jason se casaba con sus barcos y no con ella. Se miró al espejo esperando encontrar un mástil en su cabeza o algo parecido, ¿debería estar convirtiéndose en barco? ¿Tenía ya cara de naviera? A fin de cuentas es lo que Jason veía cuando la miraba. Una vez casados tomaría el control de la empresa y ella no sería más que una molestia. ¿La dejaría de lado? ¿Se buscaría una o varias amantes? Ella no podría soportarlo, es más, la sola idea le había producido un nudo en la garganta y una inmensa congoja. Por qué no había aceptado su propuesta de casarse firmando el acuerdo? Eso le hubiese demostrado que lo hacía por ella, no por los barcos...Pero eso no podía ser, era un atonta y una ilusa, Jason era un hombre de negocios y quería la empresa, ella solo era un accesorio. Se preguntó si la quería al menos un poco? No podía haber fingido todo, no en el barco... al menos debía desearla...Se sentía tan miserable que ni llorar podía. Dejó que Mary la vistiese y la peinase y bajó las escaleras despacio. No tenía hambre, pero aparentemente el COE, comité de organizador del evento, estaba reunido y la esperaban. Tenía la sensación de dirigirse al paredón.
El reverendo Michaelson, era un ser diminuto de pelo canoso, tan delgado y encorvado que a Alex se le antojó un pajarito. Estaba en el comedor frente a una taza de té, Jason a su lado escuchándole atentamente, como si de verdad le interesase lo que podía decir aquel pobre hombre, era increíble cómo podía llegar a ser educado y caballeroso cuando se lo proponía, disfrutaba de una opíparo desayuno. El bueno de Morris también estaba, comiendo a dos carrillos. El solo olor del tocino y los huevos le levantó el estómago, nunca se haría a la costumbre inglesa y americana de comer tanto por la mañana.
—Buenos días caballeros, por favor no se levanten — Intento sonreír pero le fue casi imposible.
Jason acudió a su encuentro de forma calmada y le retiro una silla, parecían una pareja normal de enamorados, una pareja en la que reinara la confianza, tenía una sonrisa encantadora y olía a agua de colonia. Alex pensó que iba a morir. Le apretó el hombro con confianza para darle seguridad
—¿Has pasado buena noche, Alexandra?
—Fantástica, gracias
—No tienes buena cara
—Tan galante como siempre — No quería ser cortante pero no sabía cómo reaccionar
El reverendo Michaelson se presentó y la felicitó por el maravilloso acontecimiento. Jason le había servido un plato solo con pan tostado y mermelada y una buena taza de café solo, que ella aceptó encantada. Al menos sabía lo que le gustaba, no lo había olvidado después de sus desayunos en el barco, el barco... que lejos parecía ahora todo aquello. Aquel hombrecillo seguía hablando pero ella no entendía nada de lo que decía. Se acordó de Nicole y su enorme apetito por las mañanas y de Tess que no hablaba hasta que no había bebido un enorme tazón de café con leche. Las echaba tanto de menos, y más en esas circunstancias, se iba a casar con un caza fortunas, lo que Nicole tanto había temido. Nunca habría imaginado su boda así, siempre pensó que se casaría en Paris, con el padre Andre y en la pequeña iglesia de al lado de casa, con sus amigas, con Armand y Max...Se sentía tan sola en aquella mesa, necesitaba a sus amigas. Las echaba terriblemente de menos. A fin de cuentas eran la única familia que había conocido en años y desde entonces no se habían separado. Estaba fuera de lugar allí... aquella no era su casa
—¿Alexandra? — Jason le había cogido la mano y la miraba preocupado — ¿Estás bien? — ¿Por qué diantre tenía que ser tan atento?
—Disculpen — Miro a todos los comensales sonriendo algo coartada — es que aún estoy un poco dormida, ¿que decían?
—Hablábamos de la boda
—AH, la boda...Lo que ustedes decidan estará bien — Jason frunció el entrecejo, no se le había escapado el suspiro y la expresión resignada, creía a estaba enfadada y lo hubiese preferido mil veces a aquella falta de interés
—¿Y para la recepción? La Sra. Whitewater...
—Preferiría que no hubiera recepción... algo intimo — Jason frunció el entrecejo aún más pero Alex no se sentía capaz de afrontar una nueva fiesta. Tanto el reverendo como Morris volvieron las miradas hacía él. Alex sintió que se le revolvían las tripas, la opinión de la novia no contaba aparentemente, ¿se haría siempre lo que Jason quisiera?
—Tienes razón — Le sonrió — Es tu boda y se hará lo que tu prefieras
Jason le apretó la mano con cariño, con aquel simple gesto le daba su apoyo y Alex le sonrió agradecida. Al menos no le imponía sus opiniones y respetaba sus deseos, ya era algo. Puede que no estuviese enamorado, que se casase con sus barcos pero al menos intentaba hacerle las cosas agradables o es que temía que se echase para atrás en el último minuto? No podía hacerlo, estaba atrapada y el debería saberlo. El reverendo volvió a su cháchara monocorde e interminable: las lecturas, la música... Pero Alex sentía la mirada inquisitiva de Jason clavada sobre ella, era como si pudiese leer sus pensamientos y eso le molestaba ¿Vería su tristeza? ¿Su desilusión? Cuando Finalmente se marcharon, Alex se dejó caer sobre el respaldo de la silla con un suspiro, hasta ese momento había estado en tensión sin darse cuenta. No había tocado su plato del desayuno.
—Esta bien Alexandra, ya se han ido, ¿qué diablos te pasa? — Jason no se había marchado, despidió a los invitados en la entrada y había vuelto al comedor,
—Nos vamos a casar, ¿no crees que podrías empezar a llamarme Alex? — Dijo tapándose la cara con el dorso de la mano. El sol era muy molesto para su dolor de cabeza — Todo el mundo lo hace
—Alex es nombre de hombre y, por ende, el de mi sastre, no me gusta llamar a mi esposa como a mi sastre — Alex no pudo evitar reír. Aquel hombre tenía la virtud de relajarle y darle seguridad. No podía entender por qué se sentía tan cómoda en su presencia sabiendo que se casaba con ella solo por la fortuna y los malditos barcos. Pero así era. Debía de ser tonta de capirote — Esta bien — Se resignó al ver que guardaba silencio — No me lo cuentes, lo tomaré como los nervios propios de la boda
Luego él se sentó a su lado y le cogió la mano, Alex entreabrió los dedos de la mano con la que tapaba la cara, para ver que hacía, pero no vario de postura. Jason sacó algo de su bolsillo y se lo puso en el dedo. Era un anillo, de oro viejo con una bonita esmeralda rodeada de pequeños diamantes. No era muy grande pero era precioso. Alex se irguió, miró el anillo y luego a Jason que le sonreía de una forma encantadora.
—Ayer no pude dártelo, no venía preparado
Alex se iba a poner a llorar, ¿Por qué demonios tenía que ser tan encantador? Era el anillo con el que siempre había soñado, era maravilloso...si solo pudiese estar segura de su amor, sería la mujer más feliz del universo.
—OH, Jason, es..., Muchas gracias — Le brillaban los ojos de la emoción y sin pensarlo más, se abrazó a su cuello.
—Parece que te queda un poco grande, pero podemos arreglarlo— Río Jason devolviéndole el abrazo, no se lo esperaba y casi se cae de la silla
—Es perfecto — Alex se separó de él y lo observó con una sonrisa idiota pintada en la cara
—También has de pensar en el traje...
—OH — Hizo un gesto de indiferencia sin poder dejar de mirar su anillo, un anillo de compromiso, un anillo precioso — Puedo ponerme cualquier cosa, tengo trajes que casi no he usado y...
—No — Ahora la miraba severo, la sonrisa de unos segundos antes se había esfumado — Puede que a ti no te importe mucho nuestra boda, o esa es la impresión que das, pero a mí me gustaría que fuese un día especial y que mi esposa fuese convenientemente vestida — Genial, ahora lo había ofendido, aquel hombre la desconcertaba, ¿porque era tan importante la boda para él si no estaba enamorado? No era más que un trámite para llegar a los barcos, y el Jason que ella conocía no se preocupaba de las apariencias en lo más mínimo
—Iré bien vestida — le miro con seriedad — Pero no hace falta que me haga un vestido especial, de todas formas no hay tiempo ¿Sabes cuánto se tarda en hacer un vestido de novia? Tengo vestidos que nunca estrené...
Ella le había cogido la cara con ambas manos para obligarle a que le prestara atención, Jason acabo por sonreír y la besó con ternura, Alex no lo había hecho con esa intención y enrojeció pero se dejó hacer y disfruto del momento, Jason besaba tan bien y a fin de cuentas era su prometido, en diez días sería su marido. Se suponía que era eso lo que hacían las parejas normales, aunque ellos no eran una pareja normal. Finalmente y a desgana, él se separó lentamente y volvió a su asiento.
—En todo caso, nada de escote — Alex río divertida — y que sea bien entallado
Esto sí que le sorprendió, los trajes entallados no estaban a la moda. El estilo imperio aún estaba en boga y el corte debía ser bajo el pecho. No tenía ningún vestido que no siguiese esa tendencia.
—¿Por qué?
—¿No sabes lo que se comenta? — Le sonrió pícaramente — que nos casamos tan rápido porque estas en estado de buena esperanza — Alex abriendo los ojos como platos, enrojeció hasta la punta del pelo. Era algo evidente, nadie se casaba tan deprisa si no había un motivo — No es el caso ¿verdad? — Jason parecía preocupado y Alex denegó con la cabeza, no se le había ocurrido que Jason no quisiese hijos, eso era un inconveniente porque ella si los quería.
—Bueno, ya pondremos remedio a eso... tenemos mucho tiempo — Le sonrió — Me gustaría tener un niña pelirroja y con pecas como tu... puedo asegurarte que nos pondremos manos a la obra en seguida...pondré todo de mi parte... — Un escalofrío le recorrió la espalda ante semejante insinuación, podía leer en sus ojos el deseo y eso hizo nacer el suyo propio como un latigazo que le puso todos los pelos de punta.
Debía ser la mujer más tonta del planeta, pero se sentía tan feliz con solo unas frases amables de Jason su conciencia quedaba aparcada, una voz desde el fondo le repetía que no la amaba, que había hecho lo necesario para casarse sin firmar el maldito acuerdo, que se haría con la naviera y ella no dispondría del dinero, que no podría enviar dinero a Paris..., No debía hacerse ilusiones. La caída sería muy dolorosa. Pero la imagen de aquella casa, con niños, niños parecidos a Jason le había hecho inmensamente feliz. Se limitó a abrazarlo con fuerza intentando olvidar todas sus dudas.
Dos días más tarde, Alex estaba en el despacho contestando algunas cartas cuando Teo le previno de que había llegado un paquete para ella. Era inmenso y el pobre Byron casi no podía llevarlo. Lo pusieron sobre la mesa del comedor y lo abrieron con expectación. Era de Jason, un precioso traje blanco de gasa y seda con manga larga, también había un velo de encaje, unos guantes y una tarjeta: "Nada de escote", como único texto. Alex rió encantada. Estaba tan feliz que sintió que le corazón le iba a estallar en el pecho.
—Es un traje precioso — Teo la miraba divertido — Y creo que ha captado bien tus medidas
—Si — se sonrojó Alex, y aclarándose la garganta, continuo — De todas formas me lo probaré
—Yo...yo puedo hacerle los arreglos necesarios — Mary estaba extasiada mirando el traje, no se había dado cuenta pero todo el servicio estaba presente sonriendo como bobalicones.
—Me alegro mucho de que te cases con Jason — Intervino Teo en francés
—No deberías, teóricamente tú eras mi prometido, no entiendo como se lo ha tomado tan bien Jason — Se encogió de hombros respondiéndole en el mismo idioma para que nadie le entendiese — Probablemente no le importe que sigamos siendo amigos puesto que no está enamorado de mi
—No seas idiota Alex — Le increpó Teo perdiendo la paciencia — Eso era lo que intentaba decirte en la fiesta, Jason sabía que no había nada entre nosotros y la noche de nuestra partida a Washington me sacó toda la información
—¿Y tú se lo contaste?
—Aprecio mi vida, Alex, y además... yo tenía razón, él no nos ha denunciado, más bien lo contrario, sigue queriendo casarse contigo
—No cambia mucho las cosas, Teo, cuando nos casemos él será el dueño y señor de la empresa. No me quiere, me lo ha dicho claramente, solo quiere los barcos
—¿Le has dicho tu acaso que le quieres? Que le quieres más que a esos estúpidos barcos? Que renunciarías a la herencia por él? — Alex no contesto, se limitó a mirar nuevamente el vestido en su caja. Si solo fuese por ella, lo haría, ya había vivido en la miseria y quería tanto a Jason que si estuviese segura de su amor bien podía arriesgarse a seguir así. Sí, podría renunciar a todo por Jason, pero no era solo ella... — Sois los dos unos tercos cabezotas y yo no podré ayudaros mucho más tiempo, después de la boda me volveré a Francia
—¡Teo! — Ahora estaba desolada
—Aquí no hago nada, Alex, he de volver. Ya he escrito a Armand, le he contado lo de tu boda y que me volveré unos días después. — Los capitanes de tus barcos son muy simpáticos y ¡son un excelente servicio de correos! Esta misma mañana sin ir más lejos salía un barco...he mandado noticias a Paris....
—¿Les has escrito?
—Bueno había que informales de las buenas nuevas, y de mi regreso, por supuesto... — Alex le dirigió una larga mirada, resignada pero triste
—Tengo que darte el dinero para tus viñedos — Suspiro por fin
—No — Negó varias veces con la cabeza — No me ofendas Alex, no he hecho nada y no tienes que pagarme — Alex se iba a poner a llorar — Unas semanas después de tu boda Phil parte para Europa, puedo irme con él.
Al ver la tristeza pintada en el rostro de su amiga, Teo la sentó en su regazo, y le acaricio el pelo, como si fuese una niña pequeña pillada en falta, intentando consolarla con ternura.
—No llores, Alex y acepta un consejo, deja de luchar contra Jason, no se casa por tus barcos, pudo comprarlos antes sin tener que cargar contigo — ella fue a protestar pero él la calló de un gesto — No seas cabezota. No se casa por eso, ten un poco de confianza en él y en ti y en tus capacidades de seducción. Y no te opongas a sus decisiones solo por orgullo, no buscaba los barcos al casarse pero será un buen naviero y tú no. Reconócelo y déjale dirigir la compañía, solo causaras problemas entre vosotros si te empeñas en dirigirla tu misma, y además ¡la llevarás a la ruina!
—¡Qué gran confianza en mis capacidades! — Hizo un mohín
—Ya sabes lo que quiero decir... — le abrazó él y ambos rieron
La boda se celebró un domingo por la mañana. Ya estaban a principios de noviembre y hacía frío. Alex hubiese querido que sus amigas estuviesen allí, con ella, que su madre y su tía pudiesen verla y eso le dio ganas de llorar. Pero no lo hizo, se limitó a mirar el anillo varias veces y a hacerlo girar en su dedo. Es cierto que le quedaba grande pero le gustaba el contacto del metal, le recordaba a Jason, y se prometió que, pasase lo que pasase, no se lo quitaría nunca. Jason podría buscarse mil amantes o abandonarla en una cuneta. Ese momento sería siempre suyo. Haría caso a Teo, intentaría ser feliz ¿Y por qué no? La boda era un hecho y en el fondo la deseaba, así que le sacaría el mejor partido. Podía ser una buena esposa, y puede que Jason no estuviese locamente enamorado pero la deseaba, eso era seguro, ella sabía lo que veía en sus ojos, sabía lo que había vivido en el barco. No era la mejor base para un matrimonio, pero era la única que tenía. El día que él se cansase de ella...ahogó un sollozo, ese día ya vería...
Fue Teo quien la condujo al altar, allí la esperaba Jason y Phil flamantes con sus uniformes de capitán. Como únicos invitados estaban Morris, Cameron, Los Whitewater y el servicio de la casa. Había flores blancas y la buena de Hortense no paró de llorar durante toda la ceremonia, tanto que Alex tuvo miedo de que le diera un sincope si no se calmaba. Jason la miraba con verdadera adoración pero Alex descubrió un punto de incertidumbre en sus ojos, como si dudase de algo. Por ello se obligó a sonreírle y a cogerle la mano. El respondió inmediatamente y la apretó con fuerza, tanto que le hizo daño en los dedos. Aun así no se quejó. Se oyó repetir como una autómata el "sí, quiero" y no reaccionó hasta que Jason le abrazó y la besó levemente en los labios.
Hortense y Byron habían preparado un almuerzo en la mansión Anderson, Alex casi no pudo comer y se repetía una y otra vez mirando el anillo que ya era la Sra. Neville, su vida había cambiado tanto en solo dos meses que le parecía imposible. La comida se prolongó más de lo esperado, varios amigos se acercaron a la casa a felicitar a los novios, entregar regalos y presentar sus respetos: toda la tripulación del Spectre, varias damas de la alta sociedad, gente del puerto y personas que Alex no había visto en su vida pero que parecían apreciar a Jason.
Al final de la tarde estaba tan cansada que no podía distinguir una cara de otra, la casa estaba inundada de flores y el olor empezaba a marearle. Hubiera dado cualquier cosa por poder sentarse en las escaleras del jardín y pasar a solas unos momentos, los pies la estaban matando, tenía sueño, y hambre y estaba harta de felicitaciones. No, ciertamente no era una novia muy romántica.
—Alex, está usted guapísima
Se volvió sintiendo que se le helaba la sangre en las venas; Paul estaba plantado frente a ella con su maravillosa sonrisa estampada a fuego en el rostro. Buscó nerviosa la cara de Jason entre la gente pero no la encontró. Desde la fiesta y el compromiso no habían vuelto a hablar del tema, pero era más que obvio que a Jason le molestaba sobremanera la presencia de Paul y que prefería que no se vieran. Por más que Alex había investigado nadie supo decirle a que remontaba la enemistad entre ambos capitanes, solo que era muy vieja y que se basaba en pequeñas peleas estúpidas. Varios robos de cargamentos, de mujeres, competiciones para llegar el primero a puerto y conseguir un contrato... eran rivales y la antipatía natural era mutua, pero nada explicaba la idea de tenerlo al margen de esa forma. Teo afirmaba que eran solo celos, pero aunque así fuese, Alex lo encontraba algo injusto y desmesurado.
—He venido a felicitar a la novia y a darle esto — Le tendió un paquete convenientemente envuelto y con un enorme lazo rojo — Supuse que las flores no serían muy originales
Alex no pudo evitar sonreír, a su alrededor solo había ramos y más ramos. Abrió el paquete inmediatamente y con premura, eran bombones. Tuvo ganas de besarlo, pero se limitó a reír divertida y a cogerle del brazo agradeciéndole el detalle. Era un encanto.
—Estoy cansada, ¿Le importa que nos sentemos?
—OH, por supuesto, que torpeza la mía — Paul la dirigió hacía una esquina donde había dos sillas libres, y ambos se sentaron — Pero tiene que dejarme probar los bombones... me muero de hambre — Se sirvió el mismo sin ser invitado en cuanto Alex abrió la tapa de la caja — Y dígame, como se comporta el dragón? — Alex volvió a reír, aquel hombre tenía la virtud de ponerla de buen humor con su sola presencia — Reconozca que yo hubiese sido un marido bastante más guapo
—Usted no me lo pidió, Paul
—No sea antigua, podía haberse lanzado usted
—Lo siento, soy una convencional
—Una pena, ¿otro bombón?
—Por supuesto
—OH, OH — Se concentró en la caja — Tenemos un problema a babor, el dragón se dirige hacia nosotros a toda vela, ¡no mire! — La recriminó al ver que pensaba volverse — compórtese con dignidad y si quiere calmarlo... No tiene más que tirarse en sus brazos — Le sonrió con total candidez guiñándole un ojo — Un beso de la princesa siempre calma al dragón, ¿no era así el cuento?
Alex iba a decirle que no conocía cuento alguno en el que la princesa se casase con el dragón pero no pudo pronunciar palabra porque Jason ya había llegado a donde se encontraban y la miraba de forma reprobadora.
—No creo haberte invitado, Longtown
—Y no lo hiciste, Neville, supuse que fue un error
—No, no hubo error
—Jason, por Dios...
—Pues vaya — Luego se volvió hacía Alex cogiéndole otro bombón — Un hombre encantador su esposo, querida,— Finalmente se puso en pie lentamente — Solo he venido a felicitar a la novia
—Pues ya lo has hecho, ahora márchate
—¿Puedo besar a la novia?
—No, si quieres salir de aquí por tu propio pie
Paul sonrió y haciendo una reverencia en dirección a Alex se alejó hacía la puerta con paso digno y seguro. Una vez se hubo marchado Jason se volvió hacía su ya mujer furioso. Alex aún estaba sentada con los bombones en el regazo. Ahora ella también empezaba a estar enfadada ¿Cómo podía ser tan desagradable y tan grosero? ¿Ni siquiera el día de su boda podía mantener la compostura?
—Jason, no entiendo tu actitud — Alex Se levantó y le miro desafiante, dejando los bombones sobre la silla con cuidado
—¿De veras querida?
—Solo me estaba presentando sus respetos, como los demás capitanes, de hecho. ¿Puedo saber que te ocurre con Paul?
—¿Ahora le llamas Paul? — OH, OH, estaba muy, muy enfadado, más que hablar siseaba y sus enormes ojos negros echaban chispas — Creo que no hemos dejado las cosas claras — la cogió por el brazo y la arrastró hacía la escalera — No quiero que ese... “Paul” — dijo el nombre recalcando cada letra y con un cierto tono irónico — Vuelva a poner los pies en esta casa
—Pero...
—No quiero que lo veas, ni que hables con él
—Pero ¿por qué? — Alex se sacudió de su férrea mano parándose al pie de la escalera y ahora lo miraba esperando una explicación — No entiendo, ¿qué tienes contra él? Dame solo una razón
—Te prohíbo que lo veas
—¿¿¿Tú me prohíbes???? — Alex empezaba a sentir que le faltaba la respiración ¿cómo se atrevía a prohibirle? ¿Pero quién diablos se creía que era? Así iba a ser su matrimonio? Porque no estaba dispuesta a...Pero su recién estrenado marido no le dio tiempo a pensar o contestar y le hizo subir el primer tramo de escaleras.
—Damas y caballeros — Jason no la dejo terminar, desde el rellano y cogiendo nuevamente a Alex del brazo, se dirigió a los asistentes levantando la voz— creo que ha llegado la hora de que los novios de retiren — Tenía una falsa sonrisa que Alex le hubiese borrado de un mamporro de buena gana — Muchas gracias por su presencia y por sus atenciones
Alex no pudo protestar, nuevamente se vio propulsada escaleras arriba, y solo pudo oír, a su espalda, las risas y los comentarios jocosos que acompañan siempre a los novios cuando se marchan. Algo que siempre había considerado de pésimo gusto, por otro lado. Jason la introdujo en su cuarto, gruñó algo incomprensible a Mary para que desapareciese y cerró la puerta tras ella. Solo entonces consintió en soltarla. Alex estaba más que enfadada, el hecho de que la manejase como si fuese una muñeca de trapo le sacaba de quicio y le causaba tal impotencia que pegó un gritó y agarrando un bote de perfume del tocador lo lanzó contra la pared. En ningún momento pensaba atacar a Jason sino solo descargar su rabia. Y sin embargo, tuvo el efecto de apaciguar también al ogro celoso e irracional que tenía por marido dejándolo sin palabras, así que, finalmente, puedo decir algo ella.
—Jason — Respiró con calma varias veces — A partir de ahora si tienes algo que decirme, intenta hacerlo sin arrastrarme por la casa, llevarme en volandas o empujarme, es francamente molesto y humillante — no se daba cuenta pero el tono de su voz iba subiendo poco a poco — y para tu información, no acepto prohibiciones, ¡Haré lo que me dé la gana, cuando y como me dé la gana¡— Ahora ya gritaba, respiró hondo nuevamente intentando mantener la poca calma que le quedaba — No soy una niña, puedes explicarme las cosas — Intentó volver a un tono normal
—No hay nada que explicar, Longtown es un pirata mujeriego, ladrón e irresponsable que haría cualquier cosa por dañarme, incluido conquistar a mi mujer. No quiero que lo veas o que hables con él, no quiero que tengas relación con él
Aquello estaba mucho mejor, seguía con las prohibiciones, prohibiciones que Alex no pensaba respetar por supuesto, pero hablaba con un tono normal y daba argumentos. Alex no pudo evitar un suspiro, ¿que había hecho ella para enamorarse de semejante ser? Un ser primitivo, celoso e irracional. Aún estaba enfadada pero al menos hablaba sin arrastrarla de un lado a otro y sin insultarla, las aguas iban volviendo a su cauce poco a poco. Iba a tardar mucho en educar y amansar a ese salvaje, pero lo conseguiría, Jason acabaría siendo un ser civilizado capaz de controlarse y explicar sus sentimientos, aunque le costase la vida.
—Estábamos en una sala llena de gente, tú estabas presente. — Le recordó — Y aunque no confíes en él, confía un poco en mí, no voy a lanzarme a los brazos de Paul...ni de nadie, ¿¿¿quién crees q soy????
—Yo...— Ese argumento le había descolocado
—Tengo que hablar con Paul, vive en la misma ciudad y es uno de mis capitanes. Si te hace sentir mejor, te prometo no verlo a solas, no lo buscaré ni le mandaré llamar ¿De acuerdo? A cambio tú intenta comportarte...
Jason estaba dispuesto a protestar, quería seguir la discusión pero Alex estaba cansada, deseaba que la abrazasen y la besasen, a fin de cuentas era su noche de bodas, que demonios, no la iba a pasar discutiendo de Paul y de celos absurdos y sin fundamentos. Recordó el consejo que éste le diese antes de verse obligado a partir y sonrió para sí, una idea le atravesó la mente, era una locura pero no perdía nada por intentarlo. Antes de que Jason soltase su réplica se lanzó a sus brazos y le abrazó con todas sus fuerzas hundiendo la cabeza en su pecho.
—No más discusiones, por favor, hoy no, es mi noche de bodas
Milagrosamente sintió que el cuerpo de Jason perdía tensión y se relajaba. Ninguna replica salió de su boca sino solo un suspiro. Luego él, poco a poco, respondió a su abrazo, pasándole la mano abierta por la espalda y apretándola contra su cuerpo. Después busco sus labios y la besó apasionadamente, como si hiciese siglos que no la veía.
Alex se dejó hacer, se quitó el vestido y las medias y le ayudo a desnudarse a él también, la cama estaba preparada y sobre ella un bonito camisón de encaje que ni siquiera miro, lo tiró al suelo y se acomodó esperando a Jason que se había parado un instante a contemplarla. Estaba completamente desnuda y era tan hermosa que le costó aceptar que era toda suya y para siempre. Su esposa.
Hicieron el amor despacio y con ternura. Alex sintió un placer al que nunca había llegado, como si en todas las ocasiones anteriores hubiese faltado la guinda en el pastel y por fin la hubiese encontrado. Alex se entregó a él sin reservas murmurando su nombre a cada beso. Se sentía tan feliz que se durmió en brazos de Jason con una enorme sonrisa pintada en el rostro.
Jason la miro dormir junto a él, todo era perfecto. Si solamente pudiese confiar en ella, pero su pasado y el hecho de que ella no terminase de confiarse a él, que nunca le contase ni le hablase de su vida en Paris, se lo impedían, por otro lado estaba aquel desmesurado interés por el dinero, por controlar la empresa. Debía ser un tonto redomado, debería confiar en ella y dar gracias a Dios por tenerla por esposa, pero no podía dejar de pensar que le ocultaba algo. Nunca hablaba de la casa de Madame Truchet, ni de la profesión que ejercía, ni que hizo ella mientras vivió allí. A veces llegaba a olvidarlo pero Longtown tenía la virtud de poner sus dudas en primer plano y eso le atacaba los nervios. Tarde o temprano tendría que abordar el tema con Alex, pero esa noche no. Le apartó un rizo castaño de la cara y le besó una a una las 3 pecas que aún no habían desaparecido por completo. Alex se despertó y le sonrió con cariño, hundiendo su cara en el pecho de su marido. No, no sería esa noche, ya tendrían tiempo de conversaciones desagradables. La abrazó con fuerza y la hizo girar hasta tenerla sobre él, ella rio y se apartó el pelo de la cara con un movimiento de cabeza que Jason ya empezaba a reconocer y que le volvía loco. Ella se sentó sobre él y volvieron a hacer el amor, esta vez Alex dirigiendo. Si, esa noche era para ellos y para nadie más.