capitulo IX

EL coche se bamboleaba por las calles mal adoquinadas como si fuese un sonajero de bebe. El Sr. Morris les miro algo avergonzado, como si fuese culpa suya el mal estado de las calles de Nueva York y murmuró una disculpa que Alex no pudo y no quiso entender, poco le importaba lo que pasase a su alrededor.

Thomas Morris era un sesentón grueso y rosado. Llevaba una levita pasada de moda de un verde horroroso, que hería la vista. De hecho, no debía estar muy acostumbrado a llevarla porque no paraba de tirar de ella por todos sus extremos, Alex estaba segura de que acabaría por romperla, lo que no sería una gran pérdida. En cualquier caso el pobre hombre estaba contento de verla y así se lo comunicó en varias ocasiones desde que bajara por la pasarela del Spectre. A pesar de que no hacía nada de calor, sino más bien todo lo contrario, se pasaba sin cesar un pañuelo arrugado por su brillante calva. A Alex empezaba a recordarle al bueno de Lefevre.

Hacía un día plomizo, gris y frío de finales de septiembre que iba a la perfección con su estado de ánimo. No llovía aunque parecía estar a punto y era evidente que lo había hecho recientemente, las calles estaban mojadas y había humedad en el aire.

El puerto de Nueva York apestaba, había tal cúmulo de suciedad y desperdicios que no era de extrañar. Era un olor acre, una mezcolanza de mar, pescado podrido, agua sucia y humanidad. La idea de aquel espectáculo bajo el sol le levantaba el estómago . Había multitud de barcos, más de los que Alex había visto en toda su vida. Marineros y estibadores corrían en todas las direcciones, elegantes carruajes, carretas de cargas, enormes balas de algodón, sacos de harina, mujeres ofreciendo sus servicios y pilluelos robando a diestra y siniestra. Era impresionante. Todo era enorme, grande, inmenso, caótico y desproporcionado para su visión europea... Alex, divagando como era su costumbre, apenas si había escuchado el discurso de bienvenida de Morris. Este se había presentado como el albacea de su abuelo y quien dirigía la compañía desde su muerte. El hecho de que Alex viniese con su prometido le dejó pasmado y miró a Teo con suspicacia pero no hizo comentario alguno. Al parecer un tal Wright no le había dicho nada y murmuró algo sobre patearle el culo que devolvió a la joven a la conversación. El viejo enrojeció ante su mirada inquisitiva y ella acabo por sonreírle. Le iba a caer bien el viejo Morris.

—Se parece usted mucho a su madre, señorita Anderson, es increíble

—Gracias, Sr. Morris— Aunque no estaba segura de que se tratase de un cumplido— ¿La conoció usted?

—OH, que si — Al sonreír mostró una enorme boca en la que le faltaban algunos dientes y Alex casi se atraganta — Una hermosa joven, si señor

—Buenos días Tom — Alex se puso rígida al notar a Jason a su lado, podía sentir su calor, su aroma, su imponente presencia. No le había visto acercarse. A su espalda Jack seguía gritando órdenes a los hombres.

—Jason, muchacho — El viejo parecía encantado de verlo, a Alex le vino inmediatamente a la memoria que Jason había trabajado para su abuelo y que esta había incluso pensado legarle todo en herencia — Gracias por traerla sana y salva, ha sido un detalle por tu parte

—¿Todo bien por aquí Tom? — ¿Por qué no se separaba de su espalda? Si seguía rozándole cada vez que se movía Alex se pondría a gritar, ¿Lo hacía de forma inconsciente o con toda la intención? No podía ser tan cruel... ¿o sí? Alex se adelantó de un paso pero Jason le siguió haciendo lo propio, no podía separarse más sin tirarse a los brazos de Morris. Aquello era una tortura.

—Como siempre, tengo algunas noticias para ti... — El buen anciano se había dado cuenta de la situación

—Me pasaré por la casa más tarde — Le cortó Neville — Cuando haya arreglado todo lo necesario — Pasó a su lado poniéndole la mano en la cintura y rozándole e hombro y el pecho.

No se había despedido, ni un saludo, ni una mirada. Alex debería estar enfadada pero solo se sentía vacía, una inmensa pena le había perforado el alma, y ahora tenía un pozo sin fondo en mitad del pecho. El Sr. Morris seguía hablando. No se había callado ni 10 segundos desde que montaran en el carruaje que les llevaría a casa de su abuelo. Les contaba la historia de Nueva York, cuando se llamaba Nueva Ámsterdam, como los ingleses la conquistaron, como permaneció fiel durante la guerra de independencia hasta que en 1783 los realistas fueron expulsados...Era una clase de historia ambulante. Alex sospechaba que lo hacía porque estaba nervioso. Al menos eso esperaba, no podría soportar a alguien así de forma permanente. Debía de tener la boca tan seca como el esparto.

—Esta parte no es muy bonita, estamos demasiado cerca del puerto, pero Nueva York es una gran ciudad. Hace tres años, en 1811 los comisionados de la ciudad aprobaron un plan para mejorarla, y desde entonces toda la ciudad esta levantada. No paran de hacer obras públicas y mejorar las calles, un nuevo trazado ¿sabe? — Si eso era una disculpa por los botes del coche sus riñones no lo aceptaron como tal. Además la ciudad estaba tan sucia que Alex tuvo que contener las náuseas en varias ocasiones.

Aunque el viejo tenía razón, una vez dejaron atrás las calles del puerto, empezó a ver casas señoriales enormes, de un lujo inusitado. Alex vio carruajes, y criadas engalanadas. Era más que evidente que la ciudad gozaba de una importante vida social y que, si bien no tenía aristocracia, si su propia clase alta, más rica que la europea. Mucho más.

—La ciudad está concentrada en una isla, la isla de Manhattan — Continuó ignorando su mohín ante un nuevo salto — y se divide en tres partes, la parte baja, la media y la alta

—Qué imaginación — Teo le dio un codazo intentando contener una sonrisa, pero el viejo, no le había oído y seguía con su incansable cháchara.

—La casa del su difunto abuelo, está en la parte baja, que es la más antigua... — Dijo al fin — ya estamos

La casa de su abuelo, era amplia y grande. Era todo lo que se podía decir de ella porque, por lo demás, era un verdadero museo. Alex tenía la seguridad de que nadie había tocado la decoración desde la guerra de independencia... ¡o incluso desde antes! Pesadas alfombras y cortinas oscuras, los muebles rococós...aquello era un mausoleo, una tumba para vivos y no hacía sino deprimirla aún más, si es que aquello era posible. La moda imperio, mucho más ligera no había pasado por allí, y no digamos ya las nuevas tendencias. Todo en la casa era viejo, ni siquiera podía ser calificado de antiguo, viejo sin más. No solo los muebles, el mayordomo, llamado Byron, debía de rondar los 102 años y se movía la velocidad de una tortuga reumática, la cocinera, el jardinero y dos buenas mujeres para todo completaban un cuadro de vejestorios de lo más desalentador. Era un asilo. La única persona joven, era la doncella. Mary, una joven inmigrante irlandesa, especialmente contratada en su honor.

El Sr. Morris comprendió su silencio e intentó explicarle que el difunto Sr. Anderson no había querido cambiar nada de la casa desde la muerte de su esposa, cuando su padre no tenía más de 5 o 6 años. Había introducido algunas comodidades como el agua corriente pero la decoración permaneció tal cual era. Alex miró horrorizada a Teo que hacía esfuerzos sobrehumanos por contener la risa, al menos él se estaba divirtiendo, ella era incapaz de tomarlo con humor. El pobre Morris enrojeció hasta que su calva brilló como si hubiese estado expuesta al sol durante horas y le aseguró que dispondría de dinero suficiente para redecorar todo a su gusto. Alex pensó que tendría trabajo, mucho trabajo, y no sabía si tendría la moral para hacerlo.

Después de aquella primera inspección, Mary le mostró su cuarto, Alex pensó que si dormía allí moriría ahogada por el peso de la historia y los ropajes, pero no dijo nada, la pobre doncella no tenía culpa de su humor y Morris ya estaba suficientemente agobiado. Era grande, con un bonito tocador, y dos ventanas que daban al jardín posterior. La joven le indicó la puerta que daba a su sala de aseo y al retrete. Lo único moderno de la casa. Era bueno tener esa información, a fin de cuentas era posible que tuviese que utilizarlo con frecuencia. Luego lo pensó. Ahora que Jason se había marchado, no habría más nervios, ni sobresaltos...ni alegría ni nada, solo un gran vacío. Alex tenía ganas de llorar y necesitaba estar sola

Mary no parecía darse cuenta y continuaba hablando, aunque Alex no la oía. Tenía un extraño acento, que Alex no acertó a identifica, irlandés dijo. Empezó a deshacer el primer baúl de su equipaje, el que había venido con ella, porque los demás estaban aún en el puerto. La pobre niña, no debía de superar los 17, estaba encantada con sus vestidos y complementos. Según le contó toda su familia procedía del campo, no lejos de una ciudad llamada Cork, eran muy pobres y habían decidido emigrar a Nueva York. Nunca había visto una casa como esa, gracias a Dios, pensó Alex, ni esos vestidos. No podía creer en su suerte y todos los días daba gracias a la virgen santísima por su bondad; Alex no estaba de humor, le pidió que le preparase el baño y que se marchase, luego terminarían con los baúles, el viaje la había agotado y deseaba dormir una buena siesta hasta la cena.

Wright entró en las oficinas Anderson en el puerto como una exhalación. Su pelo castaño claro, casi rubio, más largo de lo que convenía socialmente y sus ojos negros brillantes de excitación. Tenía la chaqueta abierta y era evidente que salía de una taberna. Ignoró los comentarios de un oficinista y las risas de dos marineros. Sabía el camino y tenía prisa, subió las escaleras de dos en dos, y ya en la segunda planta abrió una puerta con decisión, sin molestarse en llamar.

—¡Viejo truhan!

Jason se volvió y recibió el abrazo de oso de su amigo con verdadero placer. El contable de la compañía, que intentaba arreglar las cuentas y los documentos relativos al viaje, con el capitán frunció el ceño, si Wright y Neville comenzaban una de las suyas sería imposible terminar los negocios. Ya lo había visto antes, empezarían a beber, a darse palmadas en la espalda, a reír por tonterías, a maldecir y decir obscenidades. Marineros irresponsables, todos iguales.

—Has tardado más de la cuenta — Le recriminó aun riendo

—El viaje lo merecía — Este comentario provocó un aluvión de carcajadas en los dos marinos

—¡Lo sabía!, viejo pervertido y libertino, ¿no te dije que te hacía un favor? Dime pues, ¿es guapa?

—Phil, viejo amigo, te lo contaré todo bebiendo una buena botella de güisqui pero antes tengo que terminar los asuntos serios

El contable frunció el ceño incrédulo y el oficinista le sonrió agradecido, la última vez les había tenido que perseguir por todas las tabernas de Nueva York hasta que se dignaron firmar sus respectivos partes de desembarque y dar cuenta de las incidencias del viaje le costó casi una semana. Y no había sido agradable, no señor.

Los trámites no duraron más de media hora. Fuera el aire frío empezaba a volverse cortante pero los dos amigos no parecían darse cuenta. Se palmearon el uno al otro con verdadero aprecio. Se habían conocido cuando Jason llego a Nueva York a los 16 años para hacerse marino y Phil ya llevaba embarcado 5 años. A pesar de ser dos años menor lo acogió bajo su ala y le enseñó a sobrevivir y a defenderse. Al viejo Anderson le cayeron en gracia aquellos dos muchachos flacuchos y marrulleros, todo el día metidos en broncas y peleas y que trabajaban como grumetes en uno de sus barcos, y decidió adoptarlos y tomarlos bajo su ala. Nunca se arrepintió, ambos dieron muestras de ser grandes marinos, trabajadores y responsables con cualidades de mando y con mucha, mucha inteligencia. Desde entonces eran inseparables, los mejores amigos y los dos capitanes más jóvenes del puerto de Nueva York. Phil seguía trabajando para la empresa del viejo Anderson, Jason había comprado su propio barco gracias a un préstamo del viejo, a fin de cuentas era mayor y siempre le había llevado cierta delantera en todo. Nunca habían hablado de ello, pero parecía existir un trato tácito: Dentro de un tiempo, una vez el barco de Jason fuese más rentable, le prestaría el dinero suficiente a su amigo para comprar el suyo propio.

Phil le contó de su viaje sabiendo que su amigo no soltaría prenda hasta no estar delante de un buen vaso de güisqui, y le guio hasta la taberna de la vieja Nelly, donde se reunían desde hacía años. Donde se conocieron años atrás y donde habían pasado la mayor parte de su adolescencia. Era un lugar inmundo y peligroso, como gran parte de las calles de Nueva york cercanas al puerto, olía a humedad, a humanidad y a rancio y hacía años que no entraba la luz del sol, pero a pesar de que ambos habían prosperado preferían no cambiar y ser fiel a sus viejas costumbres.

—Bien empieza a contar, viejo — Le dijo ya una vez sentados y sirviéndole un güisqui que ni siquiera habían tenido que pedir, tan acostumbrados estaban a verlos por allí — Ahora no, preciosa — Dijo apartando a una de las camareras que se le había sentado en el regazo — Más tarde, ahora estamos hablando de cosas serias — Ella se alejó haciendo un mohín de protesta paro Wright la ignoró — Tú dirás, estoy esperando

Jason le miro socarronamente aunque con un punto de asombro, nunca había tenido secretos para Phil pero se había dado cuenta de que no estaba dispuesto a contarle sobre Alex más de lo estrictamente necesario. Ese asunto era más que personal, era suyo y no deseaba compartirlo, ni siquiera con su amigo, y eso le asombraba. Así que le fue resumiendo el viaje, obviando los aspectos que más interesaban a su amigo. Phil fue frunciendo el ceño poco a poco hasta que su cara se asemejó al rostro de un perro de presa.

—No me lo estas contando todo, es evidente que te has acostado con ella, viejo, lo veo escrito en tu cara, pero aquí hay gato encerrado

—Entre otras muchas cosas está su prometido — Phil Wright lanzó una enorme carcajada que resonó en toda la taberna

—¿Su prometido iba en el barco? Eso no lo sabía, eres único Neville

—A mí no me hizo tanta gracia

—Puedo imaginarlo, pero no te impidió tampoco conseguir lo que querías, ¿eh, viejo? — Le sonrió picadamente.

Jason le explicó someramente la situación y las dudas que le asaltaban. Pidió más güisqui y espero el consejo de su amigo; Phil había dejado de reír y guardaba un respetuoso silencio, era evidente que Jason no se tomaba aquello a broma o como una simple aventura y eso le preocupaba. No había entrado en detalles, como solía hacer normalmente. Sería mejor no exteriorizar todas las bromas que se le venían a la mente o su amigo le estamparía el puño en la cara. Lo conocía demasiado bien.

—No sé qué decirte viejo, parece que te interesa de verdad

—Así es — Jason parecía enfadado consigo mismo, se sirvió un nuevo vaso y se lo bebió de un trago — Así es, maldita sea— Parecía cada vez más enfadado

—Ya sabes a que se dedicaba... — Jason le dirigió una mirada asesina que cortó la respiración a Wright, Nunca había visto a su amigo así.

—Solo sé que era virgen cuando la tomé — A Wright se le fue la bebida por otro lado y empezó a toser nervioso — Y no me preguntes si estoy seguro o te romperé la cara, Phil. No volveré a hablar de esto nunca más pero te aseguro que si haces un solo comentario sobre ella o su pasado, te daré tal paliza que no te reconocerá ni la vieja Nelly

—Así que va en serio — Phil miraba a su amigo con suspicacia, Jason no contestó, se limitó a mirar torvamente su vaso mientras daba vueltas al licor, lo que equivalía tanto como un Sí. Volvió a llenar los vasos y le dirigió a su amigo una larga mirada, sopesando la situación.

—No me importa lo que haya hecho en el pasado, ni donde se crio ni a que se dedicaba, aunque haya sido la puta más grande de todo Paris, me interesa y no toleraré insultos. Pero lo cierto es que no lo es, porque era virgen, maldita sea, virgen...y además... ¿Qué esconde? ¿Cómo es que era virgen si vivía en un prostíbulo?— Parecía hablar consigo mismo — Da igual, Me importa un rábano si es virgen o no, me interesa...

—Entonces cásate con ella — Esta vez fue Neville el que se atragantó

—Mira viejo, si te interesa tanto como para importarte un rábano todo su pasado es que la quieres, y gatas más difíciles has domado...si tú puedes mantenerla a raya y hacer que se enamore de ti... ¡Adelante! — Jason soltó una carcajada que inundó toda la taberna y palmeó el hombro de su amigo en señal de asentimiento — De hecho, empiezo a pensar que ese era el plan del viejo Anderson, te dejo parte de la compañía y te mando a buscarla...Pero si yo fuera tú, no permitiría que ese franchute durmiese ni una sola noche en su casa, hasta ahora no ha hecho nada o eso dices tú, pero ¿quién te lo asegura en el futuro? — Jason frunció el entrecejo — Si necesitas ayuda para tirarle al rio Hudson, ya sabes que puedes contar conmigo

Y lo decía en serio, pero Jason no quería tirar a Teo al Hudson. No por falta de ganas, pero Alex no se lo perdonaría, parecía apreciarle de verdad, aunque era más que evidente que no estaba enamorada de él, esa relación le intrigaba y tenía que averiguar que se estaba cociendo allí. Era cierto, sin embargo, que no podía permitirle que siguiese en compañía de Alex, no después de la decisión que había tomado y era necesario forjar un buen plan. Algunas ideas se arremolinaban en su mente, no del todo claras pero era necesario ponerse en movimiento.

—Arriba Phil, tengo que hablar de negocios con Morris

—Eso puede esperar a mañana — Protestó Phil mirando con deseo a la camarera que ya empezaba a mostrarle un pecho invitándole

—No, Phil, vamos a casa de mi futura esposa, a sacar a ese franchute de allí... y tú vas a ayudarme

—¿Es completamente necesario? — Wright no parecía convencido — Esa golfilla me espera y yo...

—Phil, compórtate como el padrino de boda que vas a ser

—¿Voy a ser el padrino? — Phil le miro asombrado y ante el asentimiento de Jason contrajo la cara sumido en una gran emoción, Jason abrió los ojos espantado, se iba a poner a llorar

—Compórtate Phil!

—Me haces el más feliz de los hombres, viejo — Le abrazo sorbiéndose las lágrimas— Es un gran honor... — Luego se recompuso y aparto dos lágrimas con la mano, se volvió hacía la camarera en cuestión y le soltó un — Lo siento guapa, ¡tengo que ir a conocer a la novia! — Jason soltó una enorme carcajada y ambos salieron de la taberna enlazados por los hombros.

Alex se había quedado profundamente dormida, toda la tensión acumulada durante el viaje le pasaba factura ahora que sentía que todo había terminado y que nunca más vería a Jason. Cuando Mary hubo corrido las cortinas y le dejó sola en la penumbra, no pudo evitar las lágrimas, para luego sumirse, sin darse cuenta, en un profundo y pesado sueño. Soñó que estaba en Paris y que cenaba con sus amigas, Nicole estaba preciosa y le hablaba de un baile y de vestidos, Tess y Chloe reían del otro lado de la habitación, Jason estaba allí y le besaba, una y otra vez. Pero pronto empezó a sacudirla y a gritarle algo que Alex no lograba entender ¿Qué porras le quería decir? No era Jason sino Mary. Había dormido varias horas, Mary estaba asustada, llevaba llamándola un buen rato y ella no reaccionaba, había tenido que sacudirla y se disculpaba por ello.

—No te preocupes Mary — La tranquilizó Alex, desperezándose e intentando volver a la realidad — Tengo el sueño muy pesado y estaba verdaderamente cansada, ¿A qué hora es la cena?

—A las siete Madame — Alex sonrió. En la casa todos le llamaban Madame, al venir de Francia suponían que era lo más adecuado — Y ya son las seis y media

—No hay prisa, Mary, no creo que al Sr. de Theux le importe que llegue un poco tarde, ya está acostumbrado

—Pero no cenaran ustedes solos Madame

Alex le dirigió una mirada interrogante, se había puesto en pie e intentaba situarse. Le dolían las piernas y el cuello por la posición adoptada durante el sueño y tenía la boca pastosa, además el pelo sudoroso se le había quedado pegado a la cara. No estaba en condiciones de recibir a nadie. De repente una idea le atravesó la mente como un cuchillo afilado y frío.

—¿El Sr. Morris? — Preguntó cautamente, sin poderse mover, sabiendo de antemano la respuesta pero temiéndola a la vez.

—Si, Madame, pero el Capitán Neville y el Capitán Wright se han anunciado también. En vida del Sr. Anderson, su abuelo, venían muy a menudo, según parece. El Sr. Morris tiene que hablar con ellos de negocios ¿Se encuentra bien madame?

Alex no había oído nada más que el nombre de Jason, la habitación había empezado a dar vueltas y un extraño pero conocido cosquilleo le había inundado el estómago . Se agarró con fuerza al baldaquín de la cama.

—Perfectamente Mary, Perdóname pero he de ir... — Y sin más salió corriendo hacía el retrete.

Decidió ponerse un traje malva. Una vez en el baño había comprobado que no estaba embarazada. Durante todo el viaje no se había planteado la cuestión ni una sola vez, y ahora se daba cuenta de lo irresponsable que había sido, ¿Que hubiese hecho de quedarse en estado? No podía pedirle a Teo que también reconociese a su hijo, y ¿Qué haría entonces? Debería volver a Francia con un hijo ilegitimo en brazos e igualmente pobre. Se repitió varias veces que tenía mucha suerte, pero en vez de alegrase se puso a llorar. Se estaba convirtiendo en una llorona, por alguna extraña razón la posibilidad de tener un hijo de Jason, aunque fuese ilegitimo, le parecía algo maravilloso.

Cuando finalmente bajó, ya estaban todos, allí, reunidos en la antesala del horrible y anticuado comedor tomando un jerez como aperitivo. Teo hablaba con Jason y con un joven alto, de pelo casi rubio algo más largo de lo normal y poderoso bigote. El Sr. Morris fumaba apoyado en la chimenea, parecía reinar el buen humor y la cordialidad. Alex tuvo ganas de darse media vuelta y marcharse, no se sentía capaz de afrontar aquella velada, estaba cansada, el dolía la cabeza y los riñones y estaba muy sensible. Al verla Teo acudió a su encuentro impidiendo cualquier tentativa de fuga.

—Estás preciosa — Le dijo en francés y sonriéndole para darle ánimos

—Gracias cielo — Le apretó al mano para asegurarle que estaba bien. Los demás también se habían acercado — Capitán Neville, Sr. Morris

—Este es el Capitán Wright

—Capitán — Le tendió la mano con delicadeza

—Madame — Él se la besó con prontitud — Si hubiese sabido de su belleza no me hubiese importado esperar una semana más en puerto para llevarla personalmente.

Alex sonrió divertida hacía siglos que nadie le decía una galantería. Jason frunció el entrecejo. Así que aquel era el capitán del barco que debería haberla llevado pero que no pudo esperarla. No pudo evitar pensar que aunque el viaje hubiera sido con mucho menos interesante, se habría ahorrado numerosos problemas y quebraderos de cabeza. Así como una seria indisposición de estómago .

—Pero no pudiste Philip y me convenciste a mí para que lo hiciese — Había un cierto tono cortante en su voz que el joven capitán Wright pareció tomarse como una advertencia, ¿Qué derecho tenía Jason a mostrarse celoso? Ella no le pertenecía.

—No sabes cuánto me arrepiento, viejo

Ambos se miraron con gran complicidad y Alex comprendió que eran íntimos amigos, así pues el Capitán Wright también le estaba vedado. No podía arriesgarse a ser amiga de los amigos de Jason, era peligroso y no le ayudaría nada a superar ese estúpido enamoramiento. En ese momento Byron anunció que la cena estaba servida y que podían pasar al comedor. Con paso lento y cansino les abrió la puerta y les mostró el interior. Aquel hombre estaba verdaderamente entre la vida y la muerte. Si es que no estaba muerto ya.

Alex no estaba de humor para mantener una conversación intrascendente con sus invitados, ni siquiera estaba de humor para Teo, se limitó a comer con desgana y a abstraerse ¿Por qué demonios tenía que venir a cenar? ¿Por qué no la dejaba en paz? No podía ser tan cruel. La emoción primera al saber que Jason estaría presente se había convertido en rebeldía. Él no le quería, bien, la consideraba una aventura de travesía, perfecto. Pero ella no tenía por qué soportar su presencia y ser educada con él y sus amigos.

—¿Tu qué piensas Alex?

Genial, le estaban hablando y ella no había oído nada de nada. Para variar.

—¿Perdón?

—Sobre la fiesta

—¿Fiesta?

—Creo que Miss Anderson no nos ha estado prestando atención.

Alex le lanzó una mirada asesina. Desde que habían pasado a la mesa se había mostrado distante y retraída. Esa no era su Alex, pero aquella mirada le hizo sonreír. Philip le había cogido a parte al entrar en el comedor, por su cara era más que evidente que la aprobaba "Es muy guapa, viejo, y parece una verdadera dama. Pero yo hubiera jurado que te gustaban las rubias delgadas y frías como el hielo, y no las pelirrojas, pequeñas y rabiosas" Y era cierto. Alex no era su estilo, pero no podía sacarla de su mente, no podía dejar de pensar en ella. Estaba encantadora con ese traje malva, aunque desde su posición no podía verle las pecas, se moría por besárselas.

—No se preocupen, suele ocurrir, Alex pierde la noción del tiempo muy a menudo. El Capitán Neville ha propuesto hacer una fiesta — Le aclaró Teo — Para presentarte a toda la buena sociedad de Nueva York — Alex le dirigió una mirada interrogante, ¿que pretendía? — A mí me parece una idea fantástica

—No conozco a nadie

—Por eso la fiesta— Siguió Teo, estaba comiendo con tal apetito que a Alex se le revolvió el estómago

—Pero no sabría a quién invitar

—Ah, si ese es todo el problema — Intervino Wright — Neville conoce a la flor y nata de la ciudad, es uno de los solteros más deseados y...

—Phil...

—No te avergüences viejo, además las buenas familias se mueren por conocerla, Miss Anderson, una dama que viene directamente de Paris, es usted la atracción principal de este otoño, todo el mundo asistirá, será un verdadero éxito — A Alex le ardía la cara, el soltero más deseado, ¡¡¡el soltero más deseado!!!

—¿Haría usted la lista de invitados Capitán Neville?

—Por supuesto — Por uno momento Alex sopesó la idea de lanzarle el plato a la cara a ver si le borraba esa estúpida sonrisa.

—Pero que amable es usted — No podía haber más falsedad en su voz — El problema, caballeros, es que esta casa ha estado cerrada durante más de 30 años, me sería imposible dar una fiesta en estas condiciones

—OH, OH — El Sr. Morris estaba a punto de ahogarse, tan impaciente estaba por intervenir — Podemos arreglarlo, estoy a su disposición Miss Anderson, liberaremos una parte de la herencia y podrá redecorar la casa. Diga que sí, Miss Anderson — Parecía un niño al que se le negaba un caramelo

—Yo puedo mandar la lista de invitados a la imprenta mañana mismo, antes de partir— ¿Partir? ¿Dónde diablos se iba?— Ellos se encargaran de mandarlas, directamente. Usted no tendrá que ocuparse más que de la decoración y la organización. Así estará ocupada mientras estoy fuera — Esa seguridad le atacaba los nervios, empezó a tamborilear con los dedos sobre el mantel, Teo que la conocía bien, decidió apartar los objetos punzantes o/y afilados.

—¡Que organización! Y ¿Ha decidido ya también la fecha de “MI” fiesta capitán Neville?

—En dos semanas estaría bien — El no parecía darse cuenta de su creciente enfado — Tiempo suficiente para organizarlo todo, y para esa fecha yo ya estaré de regreso

—Veo que lo tiene todo organizado — Alex iba a explotar de un momento al otro

—Es necesario, tengo que partir mañana mismo

—Ten cuidado viejo —Le murmuro Wright — estas forzando mucho la cuerda, y la chica tiene carácter

—Capitán Wright — Este se irguió como un niño pillado en falta — Es de muy mala educación cuchichear en la mesa. Si tiene algo que decir, compártalo con todos nosotros — Ya era oficial, estaba enfadada. Teo miro su plato y Phil enrojeció hasta la punta del pelo — Sea, haremos esa bendita fiesta pero...

—¿Nos deja Capitán? — Teo cambio de conversación esperando calmar los ánimos. Alex le fulminó con la mirada por la interrupción — ¿Podemos saber a dónde va?

—Tengo que arreglar ciertos negocios en Washington, hace tiempo invertí en el proyecto de un hombre llamado Stevenson sobre navegación a vapor, por el momento solo es aplicable en la navegación fluvial, que no es poca cosa en este país, pero creo que en unos años desplazará a la navegación a vela también en el mar — Sonrió al resto de los comensales — No deseo aburrirles con mis teorías, pero de hecho, Sr. De Theux, pensaba proponerle que me acompañase, creo que sería una buena experiencia para usted

—¿Yo? — Ahora Teo estaba más que asombrado pero Alex estaba al borde de la apoplejía.

—Sería altamente interesante, así empezará a ver cómo funcionan las cosas en materias de Navegación, a fin de cuentas, va a hacerse cargo de una compañía de cinco barcos

—El señor de Theux no se hará cargo de nada, soy YO la heredera

Alex había hecho tal afirmación solo por molestar a Jason. Sabía que debería haberse callado, el plan era casarse mediando un bonito acuerdo prematrimonial y luego divorciarse. Entonces ella sería la dueña y señora de todos los barcos. Claro que no entendía nada de navegación, y lo que era aún peor, no le importaba un pimiento.

—¿Y usted desea dirigir la compañía directamente? — Morris parecía escandalizado. Una mujer dirigiendo la compañía, ¡Que atrevimiento!

—En absoluto, pasado el tiempo especificado en el testamento, la venderé y volveré a Paris

Lo había dicho sin pensar, salió como lo más natural y no le dio mayor importancia, a fin de cuentas ese era el plan inicial y no veía por que debía de escandalizar a nadie. Pero al instante se percató de la conmoción que recorrió la mesa, sobre todo notó que había hecho daño a Jason ¿Así que era sensible a determinados temas? Era humano, bendito sea Dios. Pero que podía importarle?

Y ciertamente le había tocado en un punto sensible. Si le hubiese dado una bofetada no se hubiese sentido más ofendido. Lo había dicho con una calma y una seguridad infinita, como si hubiese calculado hasta el último céntimo que iba a ganar con la operación, aquella mujer era una víbora, fría y calculadora, y lo peor es que la tenía metida en la sangre y no podía sacársela. Pero Phil tenía razón, si no podía olvidarla, mejor dominarla. Aunque en ese momento luchaba por no darle una buena bofetada.

—Tu abuelo luchó mucho por esta empresa — De repente la tuteaba mordiendo cada una de las palabras — La sacó de la nada

—Mi abuelo, sobre todo, Capitán Neville, nos dejó en la calle a mi madre y a mí, en la más completa de las ruinas sin ningún miramiento, no se acordó de nosotras cuando mi madre estaba enferma, ni cuando me quedé huérfana y sola, ni cuando no podía pagar el colegio y mucho menos el pasaje de vuelta a Inglaterra — Alex era consciente de su enfado, estaba furioso más que enfadado y su rostro daba verdadero miedo, el silencio había caído sobre la mesa como una losa pero ya no podía parar. Si no sacaba todo lo que llevaba dentro explotaría. —. Y como usted ha hecho notar muy acertadamente, no tengo ni la menor idea sobre barcos ni el menor interés en aprender, no soy americana, nunca he vivido aquí y no tenga razón alguna para quedarme... — le miro directamente a los ojos, se lo estaba poniendo en bandeja, una sola palabra, una sola...

—Te la legó a ti, su nieta, con la esperanza de que quedase en la familia

—¡A mi abuelo le importaba un rábano la familia! al menos la suya propia y yo no le debo nada, Capitán Neville, absolutamente nada

—No, supongo que no, pero yo le debo mucho y no me agrada ver como venden su legado, por el que tanto trabajo, al mejor postor — y sin más se levantó y tiró la servilleta sobre la mesa,

Wright hizo lo propio algo avergonzado y musitó una excusa inaudible. Un silencio pesado y molesto había caído sobre el comedor, pero Alex no se percataba de la tensión del momento. Estaba más que furiosa, iracunda, que venía a reclamar ahora? Ella le había ofrecido... no, le había pedido que se casase con ella, una sola palabra y todo hubiera sido suyo. Estaba dispuesta a renunciar y el la rechazó. Aun podía sentir el escozor de su desprecio. Y ahora que pretendía? Que honrase la memoria de un abuelo al que no conocía y que la trató tan mal? Que se quedase a vivir en un país extranjero sin familia y amigos? Que gestionase una naviera cuando ni siquiera era capaz de hacer unas compras sin perder su monedero? Pero para más asombro, Jason miro a Teo como si quisiese fulminarle allí mismo y le agarró de un brazo, levantándolo como si fuese un niño.

—Levántese De Theux, usted viene con nosotros

—Yo...

—¿Por qué? Ya le he dicho que no va a ocuparse de la naviera

—No puede quedarse en tu casa, querida, ¿dónde quedaría tu reputación? Una joven viviendo a solas con su prometido... además el viaje será de lo más instructivo

Alex abrió y cerró la boca varias veces para protestar, estaba tan enfadada que no le salían las palabras. Él tenía razón pero todo en su actitud desmentía sus buenas intenciones. El tono no podía ser más irónico y la expresión de su moreno rostro era casi demoníaca, es más, la última frase había sonado más como una amenaza que como una invitación. Qué estupidez!, Durante el viaje ya había dejado muy claro el valor que daba a su reputación. Teo intentó un leve gesto de protesta, pero el Capitán Wright le agarró por el brazo que aún le quedaba libre. Tenía pintado en el rostro un gesto de total desolación como si no quisiese en modo alguno llevarse a Teo pero no tuviese voluntad propia. Aquello era grotesco.

—¡Suéltenlo ahora mismo! — Pero nadie movió un músculo

—Nos veremos en 15 días, querida, espero que todo esté preparado para la fiesta

—Sr. Morris haga algo, ¡esto es un rapto! — Pero el Sr. Morris estaba petrificado con el tenedor suspendido en el aire.

Los dos hombres desaparecieron de su vista llevándose al pobre Teo en volandas, este le lanzó una última mirada desesperada, como una petición de auxilio pero Alex no podía hacer nada. Byron lo miraba todo con aire ausente, como si no pasase absolutamente nada y todo fuese de lo más normal.

—¡Haga algo Byron! — Pero el mayordomo se limitó a tenderle sus abrigos y sombreros y le puso el suyo a Teo puesto que estaba inmovilizado.

—Gracias Byron... Adiós querida — La sonrisa de Jason era hasta desagradable

—Byron — Consiguió articular Alex cuando al puerta se cerró

—Señora

—Es usted un sucio traidor

—Gracias Señora

—Me las pagará, Byron

—No lo dudo, Señora