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Amo mío clementísimo:
Como dezía vuesa merced el sopapo en la cara fue fortísimo, pues esa muger no es sólo fea sino demás gorda y robusta como un buey, dicho sea de pasada la muger de la qual estoy hablando es la cozinera de la taberna de la Vaca.
Así que me caí al suelo ella me saltó enzima diziendo ¿Salaì Salaì por qué has venido aquí? yo te quería dar una sorpresa, lo había aparejado todo muy bien, quería invitarte una noche a cenar a ti solo conmigo y te quería cozinar las cosas más ricas y luego te quería traer aquí abajo a enseñarte las cosas que he hecho por amor a ti ¿sabes? Y diziendo esto señor amo la cozinera me saltó enzima con su cuerpo inconmensurable y repleto de sebo y casi me aplastó la barriga que además como ya os dixe estava huera como la cueva a la qual fueron Lionardo y Grassi, y volví a oler la peste a cebolla que había olido la vez que casi me occisionaron en delante de la posada de la Vaca, osea la vez que me salvara Dorothea y por ende es acertada la idea que había tenido y que no os quería relacionar porque la juzgaba descabezada. Osea que no ha sido un home sino en todos los casos una cozinera, la qual no está sólo putrefactada de furúnculos y tiene los ojos chuecos, sino que como todas las cozineras huele a cebolla y a cosas de cozina, la que siguióme aquestos días por Roma, osea cuando andove a pie hacia Sanc Pedro, demás cuando le di un repaso a la muger ayuso de las escaleras de su casa, y demás como asimismo he contado la vez que salvóme Dorothea.
Y al tiempo que me aplastaba la barriga con su peso descomunal la cozinera me dezía ¿Salaì Salaì por qué te has jodado a todas esas putas en el cuarto tuyo cuando yo te escuchaba desde el otro lado de la puerta y a mí empero no me has hecho un cumplido siquiera? Y mientras señor amo aquesa loca me montaba como a un cavallo hop hop hop, mas enzima de la barriga osea aplastándome como a un gusano y parescíame que le gustaba hazer cochinadas de esa manera osea restregándose el papo por cima de mí pero resultaba que esa muger no sólo me hazía daño en la barriga sino que demás me aterrorizaba porque en una mano empuñaba un cuchillo de cozina y en la otra un rodillo con el qual al punto atizóme otro golpe tremebundo en el otro carrillo pum y se rió Ji ji ji y acto siguiente se echó a llorar diziendo ¿Salaì Salaì verdad que te gustaban las comiditas ricas que te hazía? piensa que todas te las he preparado yo con mis manitas porque no bien te vi me dixe Helo aqueste es el amor de mi vida lo sé, y como es idéntico a Antinoo he de amarlo como se ama una estatua osea por siempre jamás y es que las estatuas no mudan nunca y no envejecen, y rompió a llorar y me dixe entre mí como dé con el que inventó a este puto Antinoo lo mato a puñetazos. Mas pasados dos segundos la cozinera había recuperado el contentamiento porque disfrutaba de lo lindo con la monta que no había interrumpido y en montándome dezía pobre Salaì te habré asustado con todos los dibujos de ahorcados que puse en delante de tu puerta, no era más que para dezirte que te amo y que también te odio porque yo sé que a ti te gustan las mugeres jóvenes y harto flacas, en cambio yo te doy repugnancia como a todos, ¿pero qué le voy a hazer Salaì? yo te amo y quiero seguirte a todas partes, lo malo es que luego resulta que te veo jodar con otras mugeres las que son formosas y jóvenes y entonces te quiero matar ¿me entiendes Salaì?
En lo que la cozinera me montaba y dezía memadas yo vuesa merced no traté de liberarme porque ella bien podía enfadarse en serio y envasarme el cuchillo en la barriga y entonces adiós Salaì.
Al cabo tras una larga monta me dexó libre lanzando una especie de chillido aunque ahogado porque esa cozinera loca no estava del todo loca porque se recordaba muy bien que si gritaba fuerte con el silencio de la noche habríannos oído todos los romanos que dormían allí junto. Luego se tumbó a mi vera y parescía un poco cansada y muy sudada y dezía Ay Salaì Salaì has estado a pique de descubrir mi secreto, y se levantó de nuevo y tiró al suelo el saco que se había movido y del que salía esa mancha de meado, y en viendo lo que había detrás por poco no pegué un grito porque era una cara de muger, mejor dicho era una muger entera y joven atada a una caja de madera como un salame y con la boca tapada con un trapo, y reparé en dos cosas que fueron que tenía dos guenas domingas y que su cara me sonaba, mas tenía los ojos cerrados como los de un muerto o como quien ya está en trance de yrse al otro lado, y me dixe Yo a ésta la conosco y me dezía ¿A ver a ver cómo se llama ésta? pero la cozinera en eso tiró otro saco que había al lado y ahí estava la doncella de los trapos mugrientos osea la que también había desaparecido y que están buscando también los corchetes, y estava atada con otra doncella osea la una pegada a la espalda de la otra como se atan los pedazos de carne muy apretados con cuerda antes de meterlos a asar en el horno. Y ni os imagináis la sorpresa y el susto que me pegué viendo que la segunda de las dos mugeres era la sirvienta y caí en la cuenta de que la otra era Rosa osea aquesa a la que le había dado un buen repaso ayuso de las escaleras de su casa, y así supe que la cozinera era quien había hecho desaparecer a las mugeres que he jodado en Roma y que lo hazía por una especie de amor loco y celoso por mí señor amo, ¿os dais cuenta de qué historia de locos tan tremebunda?
Y vuecencia os aseguro que todo ese teatro de cuerpos de mugeres tan prietamente atados y enmordazados era en verdad una visión infernal porque no se sabía si las tres mugeres estavan vivas o muertas, y aora que estavan apartados los sacos que ocultaban a las tres mugeres salía un hedor a meado y de mierda terrivle porque las pobrecillas devía haber pasado días haziéndose pipí y caca enzima y sólo Dios sabe si la cozinera les había dado de comer o siquiera de beber, pero seguramente a las tres les había dado palos a tutiplén para atarlas y intromisionarlas en esa bodega, adonde seguramente la cozinera habíalas llevado una tras otra con alguna escusa por exemplo diziendo Baja baja querida mía a la bodega que quiero ofrecerte un trabajito bien pagado y luego pum un güen golpe en la cabeza. En resumiendo cuentas señor amo esto es lo único que me ha acontecido en Roma que no tiene nada que ver con los tudescos y estratoburgueses y alsacianos y exétera.
Mas todas estas cerebrecianos vuecencia las hago aora porque en ese istante sucedió otra cosa que fue que la cozinera hubo algún otro pensamiento cochino tocante al infrascrito y se dobló enzima de mí estando yo aún medio sentado en el suelo y me abrazó con sus manos pestilentes a cebolla y sacóse una de sus tetas horrísonas plaf, que son enormes pero lacias y con los pezones negros y lisos y anchísimos y repletos de pelos cuando a mí señor amo me gustan pequeños y rosados y puntiagudos imaginaos qué diferencia, y me plantificó la teta en la cara diziendo Anda anda lámela, y yo no dexaba de mirar el cuchillo que empuñaba y tenía tanta pavura que en ese momento casi me disponía a obedecer bien que el recuerdo de haber tocado una teta tan horripilante de una muger tan horripilante a cualesquiera puede impedirle y quizaes hasta a Lionardo darle al badajo durante las próximas treinta y dos centurias.
Así pues me preparé pensando Bueno ya sé cómo va a terminar esta facienda, osea que dentro de poco me va a pedir también que le haga el servicio y movida por el asco mi pija va a salir pitando gritando a esconderse en cualquier rincón de la bodega y la cozinera va a enojarse y a abrirme la mollera en cuatro tajos, y pensado de esta manera saqué la lengua para lamer esa teta aborrecible y rogué ten la bondad Jesús ayúdame tú. Y señor amo merced a que ay una justizia divina también en estas cosas, justo cuando la lengua mía yba a rozar los pelos horripilantes de la teta de la cozinera loca que no había soltado su cuchillo, la teta en sí propia o mejor dicho la cozinera toda se me desplomó enzima con todo su peso, aunque un poco de lado osea que mi cabeza no quedó enterrada y me salvé, y comprendí que a la cozinera habíale ocurrido algo no muy güeno, y vi una sombra moverse en la bodega y me pregunté ¿Qué coño ha pasado? Porque con seguridad no podía ser una de las tres doncellas prisioneras de la cocinera las quales me parescían más muertas que vivas, y en efeto con grande estupor vi un rostro de home inclinarse sobre la cozinera y luego sobre mí, y dezirme ¿Qué coño hazes tú aquí?
Vuestro fidelísimo
SALAÌ