22

Reverendísimo amo mío:

A fe que la sirvienta de la fonda me estima y me quiere ayudar. Hoy ha pasado también en delante de la fonda con su cortejo Burcardo, y esta vez he podido verlo bien: el Maestro de Ceremonias del Papa es alto, de cara redonda, cabellos cortísimos y canos, naso picudo, ojos azules como los de todos los tudescos, un barrigoncio inmenso del que jama bien y en abundancia y siempre. Cuando el grupo hubo pasado en delante de nos, pedíle a la sirvienta que se dexase ver por Sander, el secretario de Burcardo. Me paresce que a la doncella le divirtió jugar ese juego, y Sander picó: cuando ella púsose de hinojos ante él, figuraos señor amo, el secretario detúvose dexando que el cortejo de su señor siguiese sin él. Presentó sus parabienes a la moza, tomóla del brazo y yo me llegué. Mientras él dezíale cosas harto honestas y afables (aunque se güele de lexis que sólo quiere hazerle marranadas), yo puse cara de papanatas y dixe dispensad ¿puedo hazer una pregunta? Señor Sander soy toscano vengo de Florencia y he oído hablar mucho de aquel gran home Poggio que vivió acá en Roma y trabajó para el Papa y maguer murió ha mucho quizaes podéis contarme algo dél.

Mas al punto señor amo colegí que había dicho algo malo porque a Sander se le encapotó el rostro y soltó el brazo de la sirvienta y dixo perdona chico y eso a ti qué te importa y no parescía contento. Yo acrecenté mi cara de papanatas y respondíle, bueno veréis señor secretario Poggio era un grande home. Qué grande home ni qué ocho cuartos, ¿es que no sabes chico que murió como un perro?

Entonces señor amo preferí estarme calladito y me dixe entre mí uf como se lo cuente a Lionardo me va a dezir que no me entremeta en lo de los tudescos. Por ventura Sander recobró en seguida la gana de conciliar algo con la sirvienta y me dixo de modo chico que tú vienes de fuera, supongo que querrás abrirte camino en esta ciudad ¿no es cierto? Cierto señor Sander respondíle, pues bien chico entonces ven a veerme alguna vez al palacio del señor Burcardo para que te dé algún güen consejo porque Roma es una plaza dificultosa do todos buscan ganarse una posición ansí que al principio se prexisa que alguien te esplique lo que es güeno o lo que no es güeno hazer, y cuando vengas tray a tu novia, y a la sirvienta hízole otro repaso con los ojos que parescía que se lo había hecho con la lengua.

Cuando Sander se alexó la sirvienta me demandó quién era ese Poggio del que hablaba y por qué Sander se había inquietado en oyendo ese nombre. Sólo le dixe que era un docto de Florencia pero que no sabía que había tenido una muerte mala. Entonces la sirvienta me dixo que estava con plena seguridad confundido pues es verdad que este Poggio murió como un perro ha siete años osea en 1494 y en el barrio de la fonda todo el mundo lo sabe, y además no era de Florencia sino español.

Señor amo saltaba a los ojos que hablaban de dos personas disímiles porque Poggio era de nuestra ciudad como prueva bien su estatua en Florencia osea esa de los bigotazos que yo le hize, y como me dixeron Lionardo y Copérnico murió ha cincuenta años y no cinco. La doncella no sabe bien qué oficio tenía ese Poggio del que ella habla, porque cuando lió el petate ella era aún una criatura de pocos años, mas amén del hecho de que era español le había quedado grabado que lo habían hecho papilla: asesinado en su lecho a punta de hachazos en la cabeza.

Vuestro fidelísimo

SALAÌ