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Amo eminentísimo y excelentísimo:
Ha poco el fermoso sol de la mañana trujo sus albricias: ¡He encontrado el cilindro pequeño que se había estraviado! Estava en una hendidura del suelo de yuso de la cortina de la ventana. Si parecía el que faltaba maese Lionardo me había prometido enseñarme para qué valen los cilindros pequeños. Toste corrí a darle la güena nueva pero llamé a la puerta de Lionardo y descubrí que había desaparescido de nuevo.
Esta vez no me ha dexado ninguna istrucción ni ningún aviso y no creo que se haiga ydo a la villa de Adriano, porque los colores y las hojas y las tintas se han quedado en su cuarto, y también la caja con los cilindros pequeños de madera siguen en su sitio. Sólo se ha llevado alguna vestimenta y los dineros.
Ayer seguramente la advertencia de Grassi le dio mucho canguelo porque teme que no podrá complacer a Valentino y llevarle a los culpables de las malas lenguas y ha agüecado el ala, y yo creo señor amo que no ha hecho tan mal, porque si a Valentino le hinchas las napias, te corta bien las pelotas, las despachurra con sus propios pies y luego te las restriega por la cara. Luego hase entremetido la gitana con sus patochadas; ayer en bolviendo a la posada me empeñé en dezirle a Lionardo padre mio yo creo que esa gitana no entiende un carajo, ¿verdad que no vais a hazerle caso? Pero el ni siquiera me contestó porque la pavura ya la acarreaba de antes y la carta del Colgado hizo que se derritiera como un pedazo de cera cuando lo echas al fuego, y hoy ha tomado viñas. Puede que sea cobarbe como un conejo pero de todas las maneras no le falta razón porque primero dexaron en la fonda ese billete con la figura del ahorcada, luego salio la carta del Colgado y va a resultar que al final Dios no lo quiera Valentino manda a ahorcar a Lionardo en serio.
Vuestro siempre diligente
SALAÌ